Adiós, Hogwarts
Los días eran cada vez más cálidos por Escocia, todos sabían qué significaba aquello. Bueno, también lo sabrían mirando un calendario: se acerca el final de curso. No es exactamente la época favorita de nadie, ni siquiera de ningún Ravenclaw, era imposible que a alguien le gustase los exámenes. Pero no es sólo por los controles por lo que este período del año, es de imaginar que los últimos momentos en Hogwarts eran la despedida y poco más. A nadie, sinceramente, le gusta decirle adiós a nadie ni a nada. Se podía palpar incluso, la tristeza flotaba por todas partes dentro del colegio.
Aunque Ted aprovechase esos momentos restantes dentro de las reconfortantes paredes de la escuela, estaban contados los segundos que le quedaban. Pero no era malo del todo: pasarían unas vacaciones geniales y volvería. No conseguía comprender el porqué de todo ese mal ambiente. Trataba de hacer que todos vieran el punto positivo, le confundía eso de que la gente llevase una cara larga a final de curso. Se suponía que eran los mejores días, o eso pasaba por lo menos cuando estaba en el colegio con muggles.
Por lo menos, en el banquete de despedida todos volvieron a contentarse. Fue una gran fiesta, muchos hacían bromas tontas y el profesor Longbottom se unió a hacer alguna locura con los Gryffindor, como si fuera uno más. Aquella despedida de curso fue extremadamente alegre, como si los días anteriores fueran borrados de la historia. Sintió lo que verdaderamente era volver a empezar, como si todo volviera a cero. Todo se quedó reducido a felicidad.
Pronto estaban ya en el Expreso de Hogwarts, dirección King Cross, Londres. El grupo en que se incluía a Ted hablaba de sus planes para el verano. Finn iría a Francia a finales de agosto, Night y Clare iban a ver a sus parientes españoles, Richard también se irá de viaje y así sucesivamente. Ted les tenía algo de envidia, obviamente, él no iba a ningún sitio casi nunca. Pero si viajaba, todo el plan era induscutiblemente perfecto no había nada de qué rechistar.
Aunque Ted no se fuera a viajes de lujo ni tenía grandes planes para el tiempo, él se lompasaba fantásticamente. Personalmente, disfrutaba mucho de la tranquilidad y los momentos en familia con la abuela Andrómeda o con los Potter. Hablando de los Potter, Ted había visitado a la pequeña Lily varias veces durante los primeros días de las vacaciones, incluso tal vez más que a sus padres. Visitar la tumba de la difunta pareja Lupin era prácticamente tradición induvidual de Edward Remus Lupin. También aprovechaba para desahogarse contándoles lo que le había pasado durante el curso.
Antes de que Alph viniera a la casa de la abuela, Ted aprovechó para pasar más tiempo con la benjamina Potter. Lily era una chica tranquila, no tan enérgica como su hermano James pero tampoco tan pasota como el pequeño Albus. También le había ayudado a la señora Potter a que Albus comenzase a leer y a James a perfeccionar su caligrafía. Ted era increíblemente bueno para los niños, los tres Potter le adoraban, para el encanto de los padres. A veces hasta se las arreglaba para quedarse en casa con los diablillos sin la madre de estos. Esos eran los momentos de máxima locura pero Ted conseguía solventarlo metiendo a los tres en el salón.
Fue uno de esos días cuando Lily consiguió balbucear su nombre. Ted se puso tan contento que casi tiraba a la niña por los aires y al llegar de sus padres, Lily les hizo presenciar el arte que tenía para hablar. Ted estaba seguro de que justo después, su pelo se volvió de algún exótico color, lo sabía porque todos le miraban absortos, algo... bueno, no muy raro.
Con James, Ted se transformaba a veces en ave, le encantaba ver cómo se le caía la baba de mirarlo. A veces, se armaba revuelos con el juego, pues James no tuvo mejor idea que tratar de desplumar a Ted. Albus se unía también a la cacería, iban los tres escaleras arriba y abajo, dando vueltas por el jardín y las diferentes estancias de la casa. Ted se veía obligado a volverse humano a metro y medio de altura, porque si descendía algo más no terminaría muy bien que se diga. Cuando Lily oía el sordo golpe contra el suelo, gateaba hasta donde estaba el herido y se ponía a rematarlo, lo cual causaba la risa de los hermanos mayores.
A Harry también le gustaba mucho que Ted se encargara de los niños, así pasaba más tiempo hablando de cosas serias con su mujer. La actitud de Harry hacia Ted era algo más lejana, por la maldición Imperius intuía él. Trató de convencer a su padrino de que no era su culpa pero Harry estaba enfrascado en ello y la conversación terminaba en disgusto. Finalmente, consiguió que su padrino no se sintiera tan mal pero seguía pensando en que "de no haber sido porque yo hubiera hecho mi trabajo, tú...". Lo cual no terminaba de gustarle a Ted.
Muy pronto, Teddy volvió a la casa de la abuela. Al día siguiente, recibió a la familia Urquart, con quienes cenaron y luego se fueron. Alph se quedaba durante dos semanas y Ted le había hecho hueco en su cuarto en el ático. Al amigo le encantaba la habitación y la casa en general, corrían los dos por las escaleras y la señora Tonks los regañaba pero les daba igual. Se lo pasaban de fábula toda la semana y el sábado llegaron los Potter en dos coches para poder ir a visitar a la familia Weasley-Granger juntos.
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