•*2*•
「 ✦ Reescrito ✦ 」
— ¿No quieres que te acompañe? — Sabito insistió una vez más recibiendo una negación nuevamente. Soltó un suspiro — Bien, solamente cuídate, Yuu. — Nuevamente el silencio los embargo mientras que intentaban disfrutar de su comida.
— ¿Sucede algo? — Interrogó mientras le daba un bocado al daikon con salmón que su amigo le había comprado, Sabito realmente quería acompañarlo en la misión de ese día. Los labios de Sabito se curvaron en una sonrisa nerviosa.
— Solo tengo un mal presentimiento.
En otra nueva ocasión el silencio se apoderó del ambiente aumentando la tensión, era algo a lo que ambos ya estaban acostumbrados, era un suceso propio de hablar con Giyuu, aunque eso no restaba la incomodidad que se sentía.
— Estaré bien. — Aseguró intento aligerar el ambiente, el de cabellos salmón volvió a soltar un suspiro, tomó una servilleta y la paso con cuidado por el rostro del azabache.
— ¿Cómo puedo estar seguro de eso si no puedes ni limpiarte? — Se mofó con una sonrisa ladina volviendo a dejar la servilleta ya sucia.
El otro pilar pareció pensarlo un poco manteniendo un rostro inexpresivo buscando un buen argumento.
— Soy un pilar. — Únicamente dijo eso mientras volvía a centrar su atención en el delicioso platillo.
Sabito rio de ternura ante la respuesta de Giyuu. —¿Solo por eso debo confiar en ti? — Interrogó recibiendo un asentimiento de cabeza en respuesta. — Pilar o no debes cuidarte, no soportaría que le pasará algo a mi Giyuu.
Las mejillas de Giyuu se calentaron tomando un tono carmesí por tales palabras provocando otra risa de su compañero.
— En las montañas han habido reportes de familias asesinadas, son demonios de bajo rango, no han devorado ni cerca de 50 humanos. Me mandaron a investigar y eliminar a los demonios. Usualmente pasa cerca del pie de la montaña y hay un pueblo cerca.
La preocupación volvió a la mirada de Sabito, tantos demonios de tan bajo rango significaba que había un demonio de alto rango a cargo de sus transformaciones. Un pilar no podía asesinar por si solo una luna superior, era peligroso que fuera una misión individual.
— ¿Puedo acompañarte? — Más que preguntaba sonaba a una afirmación. Giyuu volvió a negar.
— Estaré bien. — Esas palabras no calmaban la preocupación de Sabito, pero debía confiar en su compañero.
— Bien. Si regresas herido de la misión me encargaré de que no haya más salmón con daikon para ti, señorito. — Bromeó cruzándose de brazos mirándolo con resignación.
— ¡Sabito! — El rostro consternado e incrédulo de Giyuu ante la mención de su platillo favorito divirtió a Sabito, soltando una pequeña carcajada.
— Jaja. Solo bromeo, Giyuu. Solo no quiero que algo malo te suceda. — Declaró regalando una cálida sonrisa que a cualquiera derretiría. Su semblante endureció un poco sin abandonar su preocupación y calidez. — Asegúrate de llegar a salvo. Si necesitas ayuda no dudes en enviar a Kanzaburo en busca de ayuda si es necesario.
Sabito era quizás de las personas más amables que había conocido en su vida, pero realmente severo y fuerte. Giyuu sentía un gran agradecimiento hacia Sabito, desde niños Sabito se ocupó de cuidarlo y ayudarlo, aunque a veces era alguien brusco, siempre encontró la forma de ayudarlo, y lo comprendía, incluso le abría los ojos cuando se equivocaba. Cuando Sabito tenía un mal presentimiento, siempre se ponía sobreprotector con él y Makomo, sobre todo con él, algo que no comprendía. Él lo hacía sentirse tan querido y protegido, mientras estuvieran juntos tenía la certeza de que todo estaría bien.
Después de aquella reunión para almorzar, el azabache pilar del agua se embarcó a su misión, si su compañero tenía un mal presentimiento, era sinónimo de que algo malo sucedería, no quería llegar tarde. Hubo algunas equivocaciones con el camino debido a su anciana ave, pero pudo ubicarse. Conforme más se acercaba a las montañas, el frío calaba aún más, y los escenarios invernales se hacían más presentes. Fue complicado y tardado llegar, pues su objetivo era un pueblo en el valle entre las montañas, donde la nieve se acumulaba. Era un día helado, de esos en los que el frío calaba en los huesos y la nieve quemaba tu piel, el gélido aire quemaba en los pulmones, y sin el entrenamiento necesario tú actividad física sería limitada por la falta de aire. La brillante estrella que iluminaba el día se cobijaba con las montañas dejando en el cielo matices naranjas, rosadas, moradas y azul navy, indicando que pronto la noche caería arrasando con la luz.
Los civiles que seguían en las calles, murmuraban a sus espaldas, pues, el chico de haori tan vistoso era un desconocido para ellos, y el portar armas, como las katanas, estaba prohibido, desde el año 1817 bajo el gobierno meiji se le prohibía a los samurais traer sus espadas en público. El chico era dueño de las miradas curiosas de los transeúntes, pero parecía ignorarlos, o simplemente no era conscientes de estas. Cuando estuvo fuera de la ojeada de los demás, saltó a los tejados para poder vigilar todo de un mejor ángulo, centrándose en las orillas del pueblo, su ave kasugai volaba en los alrededores en busca de algo anormal que reportar al pilar.
La hija mayor de los Kamado se encontraba muy intranquila, su hermano mayor aún no llegaba de trabajar. Su hermano quería que su familia tuviera un banquete por año nuevo, era tan determinado y bondadoso, y lo admiraba, pero trabajar hasta tarde podía ser peligroso, podría encontrarse con una bestia salvaje, un oso, o algo similar. Nezuko estaba cercana a la entrada de la casa, ansiosa por la tardanza de Tanjiro, cargando en brazos al durmiente Rokuta.
— ¿One-chan, cuándo llegará Tanjiro? — Pregunta su insistente hermana menor, Hanako, recibiendo una mirada de la chica de ojos suaves.
— Pronto llegará, hermanita. — Sonríe leve y tranquilizadoramente, no quería que sus hermanos se preocuparan también.
— Pero nii-chan se está tardando demasiado. — Shigeru es el siguiente en comentar, sus ojos inquietantes se posan en la mayor. Nezuko dirige una mirada nerviosa a sus dos hermanos menores que esperaban con ansias una respuesta de su hermana mayor, por un momento, ella se sintió abrumada sin saber que responderles, afortunadamente, alguien intervino en la conversación.
— Tanjiro es el mayor, si puede cuidarnos a nosotros puede cuidarse solo. Él no es nadie tonto como para preocuparnos por su estado. Además, es tarde y pudo quedarse en la casa de algún vecino que no lo dejó avanzar de noche. No es la primera vez que pasa. Dejen de preocuparse por niñerías. — La voz arisca de Takeo se metió en la conversación, Nezuko soltó un suspiro de alivio dando un agradecimiento silencioso al tercer hijo de los Kamado. Shigero pareció tranquilizarse por las palabras del chico de lunar, Hanako no pareció muy a gusto.
— ¡No llames a onii-chan tonto! ¡Y no son niñerías! ¡No seas así! — La niña reclamó inflando las mejillas y haciendo un ademán con el dedo índice en forma de regaño.
— Dije que no es tonto, no confundas. — Takeo se defendió de su hermana mayor, antes de que la discusión subiera de nivel, la mujer de ojos violetas habló.
— Será mejor no discutan. Ya es tarde, vayan a dormir. Tanjiro estará aquí por la mañana, se los aseguro. — Aludió su madre, asiendo presencia en la pequeña habitación de la entrada.
— Hai. — Respondieron los dos cómplices de la discusión, mientras que la de ojos rosa oscuro entregaba en brazos a su madre su hermano menor.
— ¿Ya cenaron y se cepillaron los dientes todos? — Preguntó suavemente la progenitora checando que todo esté en orden.
— Sí. — Respondieron al unísono los cuatro hermanos de en medio.
Suaves golpes resonaron en la madera del shoji, llamando la atención de la familia, alguien llamaba a la puerta. — ¿Ya habrá llegado Tanjiro? — Preguntó la hija mayor mirando hacia la puerta. La mujer, se acercó a la entrada deslizando la puerta de madera.
— Buenas noches. ¿Qué necesita? — Aquel extraño hombre no era lo que Kie esperaba. Nunca lo había visto en su vida, estaba segura que no vivía en el pueblo o en las montañas. Estaba uniformado, llevaba un extraño haori y tenía una máscara de zorro a un costado de su cabeza.
— Soy un cazador de demonios. — Respondió de forma monótona el hombre de ojos azules, dejando a la mujer con más preguntas que respuestas. Kie miró confusa al hombre, no sabiendo que pensar o que decir. Uno de sus hijos se asomó a su costado, viendo con asombro al desconocido.
— ¿Un cazador de demonios? ¿Cómo las historias de la abuela? — Pregunta con admiración y emoción Shigeru, contemplando al hombre. El autoproclamado cazador de demonios dirige su mirada fría al niño sin mostrar expresión alguna.
— Son falsedades. Los demonios no existen. — Takeo aseguró colocándose a un lado de su madre, cruzando sus brazos, alzando una ceja y mirando con desconfianza al hombre.
— Hay un demonio cerca, debo matarlo. — Nuevamente palabras que parecían enigmas. En ese momento les hacía falta Tanjiro para descifrar las intenciones del hombre, y su estoico rostro no ayudaba a leerle la mente.
— ¿Qué traer una katana no es ilegal? — Cuestiona Takeo de forma defensiva, hasta ese momento Kie se percató del arma del chico.
— ¿Una espada? ¡Eso suena genial! — Hanako exclama, y Shigero intenta acercarse a tocar el arma del hombre, pero Nezuko lo toma del hombro y lo aleja.
— No Shigeru, no te acerques tanto. — Dice de manera protectora alejando a su hermano menor.
— Hay demonios cerca. No ataca en el pueblo, mantiene un perfil bajo y asecha en las montañas. No es seguro que estén aquí por el momento.
— No vamos a movernos de aquí. — Takeo voltea su rostro y frunce el entrecejo cerrando los ojos con hostilidad, hablando por toda su familia.
Kie parece meditarlo unos momentos, Takeo tenía razón, los demonios parecían criaturas demasiado fantasiosas y falsas, y esta persona desconocida traía un arma consigo. — ¿Se refiera a las desapariciones y asesinatos de personas por bestias u osos? — Pregunta ilusa, recibiendo una negativa con la cabeza.
— No, demonios.
Desde hacía un par de días habían resonado chismes en la pequeña aldea de las desapariciones de familias en las montañas, la mayoría de los miembros eran encontrados destazados por alguna criatura salvaje con feroces garras y filosos colmillos de origen desconocido, pero se asumía que aquellas criaturas no eran más que osos o lobos. El caso más cercano a la familia Kamado, fue de la familia del señor Saburo, quien había perdido a su familia hace un par de semanas atrás y vivía al pie de la montaña. Kie recordó a su suegra, solía relatar historias sobre los demonios y cazadores de demonios, la que más recordaba ella era la historia relacionada con los aretes de hanafuda que pasaban de generación en generación. Según la anciana, aquella reliquia familiar perteneció alguna vez a un poderoso cazador de demonios hace cerca de cuatrocientos años, el original dueño de aquella casa. La mujer vio indecisa al cazador, algo en él le decía que era digno de confianza. Esperaba no tomar la decisión errónea.
— Está bien, señor. Iremos con usted. — La cara de incredulidad de Takeo fue lo que más resaltó en la escena ante las palabras de su madre. El pilar asintió con la cabeza.
— ¡Mamá! Ni siquiera sabemos si eso es verdad. — Reprochó el niño, Nezuko pareció intentar calmarlo, pero ni la propia chica parecía muy convencida.
— Oka-san, no se si sea buena idea. — Expresó su desconfianza viendo a su progenitora, quien mantenía la serenidad en su rostro.
— Entiendo sus preocupaciones, chicos, pero puede que el joven tenga razón, y parece estar calificado para estas situaciones.
— Oka-san, pero es muy absurdo esto. — Protestó nuevamente Takeo, con algo de desesperación.
La mujer apretó sus labios, pero no dejó mostrar su propia inseguridad. Confiaba ciegamente en un extraño, solo esperaba no equivocarse. — Comprendo, Takeo. Pero creo que es lo mejor. Ahora todos tomen un haori abrigador, y unas botas. — Los dos mayores aceptaron a regañadientes, los dos menores solamente obedecieron, el más pequeño seguía dormido perdido en su mundo de sueños. La madre usa un reboso para cargar a su pequeño en la espalda, no sin antes colocarle y colocarse encima una prenda acogedora, y calzar sus descalzos pies. Cuando la de ojos violetas volvió a la sala principal, encontró a Hanako y Shigeru curioseando con el cazador.
— ¡Cazador-san! ¡Cazador-san! ¿Qué son los demonios? — Pregunta un entusiasta Shigeru mirando con emoción en sus ojos al mayor, como si lo que esperaba fuera un cuento de fantasía, que era exactamente lo que percibía el niño de siete años.
— Son seres inmortales que se alimentan de carne humana.
— ¡Eso suena tenebroso, cazador-san! — Exclama la chiquilla viendo al espadachín, haciendo una mueca de miedo. — ¿De dónde salen los demonios?
— Antes eran humanos, las personas se transforman al recibir sangre de demonio en sus heridas. Así se multiplican lo demonios que comen carne — La voz monótona y serena daba un toque lúgubre a las palabras de Giyuu, asustando un poco a los hermanos.
— ¿Pero cómo se pueden acabar con ellos? — Interrogó el niño.
— Tienen dos debilidades, las flores de glicinias y el sol. A raíz de eso, se ha creado venenos de glicinias, y armas con el metal que ha recibido una gran exposición de luz solar. Para exterminarlos es más efectivo decapitarlos.
— ¿Se tienen que matar?
— ¿No hay una forma de curarlos?
Ambos niños preguntan en su inocencia, creyendo que hay una forma más pacífica que arrancarles la vida, después de todo, solo eran víctimas inocentes. Kie miró a sus dos hijos algo enternecida, por más que quisiera decirles que en la vida todo es posible con la paz, el amor, el respeto y la bondad, sabe que la realidad tristemente no es así.
— Es algo imposible... Los demonios se dejan llevar más por sus instintos, lo mejor es matarlos. — La desilusión era perceptible en el rostro de los menores, era algo demasiado cruel, Kie se acerca a sus dos hijos frotando sus espaldas, los dos mayores entran a la habitación.
— ¡Seguro hay otra forma que no ha sido descubierta! — Hanako exclama con demasiada seguridad.
— No la hay.
— ¡Quizás si yo fuera una cazadora la encontraría! — Hanako era alguien necia, no aceptaba fácilmente un no por respuesta, ella luchaba por sus ideales. — ¡Si nos enseña a ser cazadores seguramente nosotros encontremos una forma de no matar a los demonios!
— Yo no puedo enseñarles a ser cazadores. Mi maestro sí. — Habló de forma seca el pilar.
— Hanako, deberías calmarte. Eres muy dulce al querer ayudar a los demonios, pero aún eres muy pequeña. — Nezuko se acercó a su hermana, sonriéndole de manera cariñosa, con ojos suaves. La pequeña intentó removerse de los brazos de su hermana.
—¡No, ya estoy grande! ¿Cazador-san, quién le enseñó a ser un cazador?— Insistió, Shigeru se le unió.
— ¡Sí! ¿Quién lo entrenó? — El niño preguntó. Bajo el inexpresivo y duro rostro del cazador, se ocultaba la ternura que los niños le causaban. Estaban tan decididos en cumplir aquel cometido por más suicida que fuera, sin duda Kanae los amaría de inmediato.
— No sean estúpidos, su nombre obviamente no es "cazador", y los demonios no existen, por lo tanto nunca podrán ser cazadores. — Takeo intervino, recibiendo la mirada molesta de su hermana menor, con expresión ceñuda y mejillas infladas.
— No se de donde sacas tantas malas palabras si nadie más las dice... — Dijo Nezuko con voz anodina y una pizca de decepción, viendo al niño del lunar.
— Me entrenó un anciano llamado Urokodaki Sankoji, que vive al pie de la montaña Sagiri.
— ¡Genial! ¿Mamá, un día podemos ir para ser cazadores?
— ¡Le decimos a Tanjiro que nos acompañe, así no nos pasará nada!
Los chiquillos vieron a la mujer con un par de ojos suplicantes similares a los de un pequeño cachorro o gatito, pero por más que hicieran pucheros, su madre no cambiaría de opinión.
— Claro que no, no hay necesidad para que ustedes dos sean cazadores de demonios. Están muy pequeños, aún les falta crecer más para tomar ese tipo de decisiones arriesgadas. — Los dos niños replicaron y jadearon desilusionados, no era la respuesta esperada. Era como si apagaran de un solo soplido la vela de su ilusión de ayudar a los demonios. — Guarden silencio, Rokuta sigue durmiendo. Será mejor que ya todos estén listos para partir. Iremos al pueblo y le pediremos a alguien que nos deje quedar a dormir ahí solo por esta noche, el señor nos ayudará y protegerá de los demonios.
Hanako parecía estar a punto de perder los estribos, pero Shigeru pareció aceptarlo. Kie arregló la bufanda de Takeo y el abrigo de Shigeru, y confirmó que todos llevaban botas de paja. Sólo para estar seguro, tomó de las manos a sus dos hijos menores, que aún estaban despiertos, y se acercó al cazador para confirmar su decisión. Partieron de la casa aquella helada noche, con el sonoro ruido de sus pisadas amortiguadas en la suave nieve, Hanako quería seguir convenciendo a modo de berrinche a su madre de dejarla ser cazadora de demonios. Hanako estaba furiosa y continuó persuadiendo a su madre para que la dejara cazar demonios. La niña solía tener rabietas y no aceptaba un no por respuesta, y más si creía que su idea era la correcta.
— ¡Por favor, oka-san! ¡Tú siempre dices que debemos ayudar a los demás, los demonios también necesitan ayuda! — Argumentó con voz dramática, mirando con ojos blandos a su progenitora. Sin darle tiempo a su madre de contestar, Takeo intervino.
— Cállate, vas a terminar atrayendo jabalíes.
— Takeo. — La llamada de atención de su madre bastó para que el niño se disculpara y bajara la cabeza con un sonrojo. La mirada de la mujer regresó a la niña. — Entiendo tu punto, Hanako, pero es demasiado peligroso. Cuando seas más grande tal vez puedas convertirte en cazadora, aún así odiaría que por eso te suceda algo malo. ¿No pensaste que al ser cazadora te verías en la obligación de matarlos? Tal vez ser cazadora no sea lo que realmente buscas, y tal vez exista algún otro trabajo que puedas hacer para ayudarlos. ¿No pensaste en eso? — La chiquilla apretó los labios pensando en lo que su madre le decía. No estaba equivocada, ella tenía razón, estaba tan concentrada en reprocharle a su madre por no dejarla cumplir su más reciente sueño que no le dio tiempo de pensar en más. Y seamos realista, solamente era una niña de nueve años, ¿Qué sabría ella de la vida y su crueldad?
— Existe otra forma de ayudar. Es trabajando en una casa de glicinias o en la Finca Mariposa.
—¿Qué es eso? — Pregunta la niña con ojos curiosos mirando al pilar.
— Las casas de glicinias son lugares donde se atienden a los cazadores heridos y pueden descansar. Una familia agradecida con los cazadores creo las casas de glicinias, los cazadores van a esas posadas gratis. La finca mariposa es similar, sin embargo quien la administra es una cazadora.
— Aún así lo que yo quiero es ayudar a los demonios a ser humanos de nuevo.
— No lo sé, pero creo que esto es falso. — Takeo sigue asegurando con el ceño fruncido. — ¿Qué no si los cazadores como usted velan por la seguridad de todos, debería haber una sociedad o algo así para el exterminio de demonios? — Interrogó mirando de forma inquisitiva al cazador, el niño caminaba a la par del joven, aún suspicaz sobre las intenciones del joven.
— La organización de cazadores de demonios. Cuenta con un líder, diferentes rangos, y diferente personal aparte de los cazadores de demonios. También tienen un sueldo, al igual que sus normas y sanciones. — Explica con voz impostada, manteniendo la mirada fija en el camino.
— ¿Si enserio es real, por qué no sabemos nada de ella?
— No es reconocida por el gobierno.
— Entonces a de ser por algo malo. — Las sospechas del niño no se disipaban, estaba muy arraigado en desenmascarar la supuesta maldad que el azabache tenía.
— Takeo, deja al señor. No creo que tenga malas intensiones. Oka-san confió en él por algo, así que hay que confiar. Se más amable. ¿Cómo se llama, cazador-san? — Nezuko pregunta con voz melódica y educada mirando al hashira, sonriendo amablemente.
— Tomioka Giyuu.
La nieve crujía al contacto de sus pies contra ella, por alguna razón la mañana solía ser más lúgubre que de costumbre. No, no lucía oscuro, parecía ser una mañana común, tal vez solo era la ilusión de los paisajes blancos, grises y fríos propios el invierno, aún así sentía una mala sensación. Los pájaros cantaban haciendo eco en la montaña, parecían ser los únicos valientes en salir aquella mañana además del chico pelirrojo. Era un frío que se sentía hasta los huesos, y el silencio permitía sumergirte en un mar de pensamientos. El andar del niño frenó mientras olía el aroma que corrompía su felicidad, la sangre.
— ¡Olor a sangre! — Balbuceó con voz aguda y temblorosa, algo que calmaba un poco su pesar era que la sangre era de un desconocido. También, se encontraba otro aroma, era de alguien, o algo, similar a un humano pero distinto. No sabía como explicarlo.
El niño aceleró el paso jadeante hacia su hogar, preocupado por el bienestar de su familia. Sin embargo, antes de llegar, una mano lo tomó del hombro, impidiéndole avanzar, ocultándolo tras algunos arbustos, cayendo sentado sobre la nieve. Su rostro estaba pálido, algo paranoico, cada vez que el olor a sangre entraba por su nariz era un mal augurio para él, como si destruyera su felicidad. No pudo soltar algún grito porque unas manos taparon su boca, sus ojos estaban muy abiertos.
— Hermano, cálmate, somos nosotros — La voz dulce y suave de Nezuko logra calmarlo un poco, ella retiró su mano de la boca del mayor lentamente. Tanjiro estaba tan concentrado en el aroma a sangre y del desconocido en su casa, que había ignorado cualquier otro aroma.
— ¿Por qué estás tan nervioso? — Takeo pregunta soltando su hombro.
— ¡Tanjiro, te extrañamos mucho! — Rokuta exclama desde la espalda de Nezuko, quien lo cargaba con el rebozo. Todos traían puestos sus pijamas, un haori y botas, como si hubieran salido a andar por las montañas en medio de la noche tan deprisa.
— ¡No vuelvas a tardarte tanto! — Hanako exclama, mientras Shigeru abraza al de cabellos burdeo, la niña no tarda en unirse, mientras que su hermano mayor los recibe a todos.
— ¿Qué fue lo que sucedió? ¿Salieron de noche? ¿Y mamá? — Tenía demasiadas preguntas, y el inquietante hedor a sangre que su olfato tan sensible detectaba le ponía los nervios a flor de piel.
— Anoche un cazador con espada vino a casa. — Inicia con entusiasme Shigeru, ignorante de la rigidez de la situación en la que estaban.
— ¿Con espada? — Farfulla preocupado el mayor aún con sus hermanos más pequeños en brazos.
— ¡Hai! ¡Era un cazador de demonios! — Canturrea Hanako con la misma energía del menor.
— ¿Demonios...? — Balbucea intentando procesar, como si las piezas de un rompecabezas intentaran ensamblar en su cabeza. Las palabras de su abuela, y el señor Saburo resonaban en su mente.
— Así es. Suena estúpido y como una gran farsa, pero... algo malo sucedió. — Takeo aún parece exceptivo a esos seres, más sin embargo, su mirada de preocupación y temor lo delataban.
— ¿Qué fue lo que sucedió...?
— Takeo decidió adelantarse, él por alguna razón llevaba su hacha consigo, y con eso argumentó que podía defenderse él solo de los demonios.
— ¡Exacto, porque no existen! — Takeo interrumpió a su hermana mayor quien siguió explicando pese a la interrupción no sin antes soltar un suspiro.
— Takeo regresó corriendo, dijo que había varios destrozos, y que había... — La niña no termina su frase, pero Tanjiro alcanza a leer sus labios. «Sangre». O al menos eso es lo que entendió él.
— ¿...Y el cazador...?
— Nos llevó al pueblo durante la noche, luego regresó afirmando que había demonios por aquí. Yo no alcancé a ver si estaba aquí cuando me adelanté, pero mamá nos dijo que nos quedáramos aquí. — El niño de lunar explica, mirando a su hermano con el que compartía mayor similitud.
El ambiente era demasiado tenso y tétrico, como un mal presagio. Algo malo iba a suceder, lo sabía, estaba seguro. Algo en su cuerpo se lo afirmaba. Soltó a sus hermanos menores y retiró la canasta de su espalda, levantándose del suelo.
— Iré con mamá a ver que sucedió. Quédense aquí. — Dice mirando a sus hermanos menores.
— Te acompaño. — Nezuko igualmente se levanta mientras intenta retirarse el reboso con su hermano Rokuta.
— No, Nezuko. Necesito que los cuides, por favor. — Dice un tanto suplicante Tanjiro, mirando a su hermana.
— Está bien. Ten cuidador por favor.
Una vez más, los pasos asustados del niño resonaron en la tranquila escena. Mientras avanzaba, notó que los árboles cercanos estaban dañados y la sangre manchaba la nieve, incluyendo una katana y una máscara tirada en distintos puntos del lugar. Un poco de jadeo, tal vez de nerviosismo. Al acercarse a la casa, cuya puerta corredera había sido retirada, vio a un hombre ensangrentado y gravemente herido. Su madre colocó un balde de agua caliente a su lado y un paño rojo frotó las heridas del hombre.
— ¡Mamá! ¿Qué ha pasado? — Pregunta con miedo y nervios, se sentía como si fuera protagonista de una película de terror. El día anterior solamente se había marchado para poder vender carbón y así su familia tuviera una gran celebración de año nuevo.
— ¡Tanjiro! Menos mal que estás bien. — Pudo notar como su madre suspiraba con alivio, como si se le quitara un peso de encima. — Esto es tan confuso también para mí, pero sea lo que sea que haya pasado, él nos salvó de una desgracia. Por favor, ayúdame a cargarlo dentro de la casa, podría darle hipotermia a este pobre hombre descansando en la nieve. Luce tan pálido el desdichado.
Tanjiro ayudó a su madre a meterlo a su casa, sosteniendo los pies del hombre con cuidado, mientras su madre lo cargaba del torso. Dentro de la casa había una tetera con té caliente, y un fotón acomodado, resaltando en el caos que ahora parecía su hogar. El blanco hombre descansaba en el futón, a pesar de tener graves heridas, su respiración era demasiado serena, y parecía que la sangre no brotaba más.
— Debemos llevarlo a un doctor. Sacaré la carreta. — Tanjiro dice algo alarmado mientras sale en busca de la carreta. Sería un camino complicado, estaba lleno de nieve, simplemente sus pies se hundían en esta, parecía que quería volver a nevar. Con el peso del hombre y posiblemente sus hermanos menores sobre la carreta, y el camino cuesta abajo de la montaña, sería realmente desastroso, pero debía intentarlo. Su madre se acercó a él al ver que tenía dificultades para tirar de la carreta y que las llantas se hundían en la nieve, trató de ayudarlo, mientras también tiraba de la carreta.
— Va a ser muy difícil llevarlo hasta el médico. — Kie murmulla.
La mujer se detuvo frente a la casa y respiró hondo. Pasó el tiempo, la temperatura bajó, el aire pareció congelarse y el cielo se nubló demasiado, ya casi era hora de que comenzara a nevar. La mujer levantó levemente la cabeza para mirar hacia su casa y no pudo evitar jadear de sorpresa.
— Tomioka-san, está tan herido. Acuéstese de nuevo, necesita descansar. — El cazador estaba de pie en la entrada de la casa, con la cabeza gacha, sin dejarnos ver su rostro. Tanjiro se acercó a su madre, quien miraba al joven preocupada.
— Señor, lo llevaremos al pueblo, pero debe descansar. —Había algo en el olor del azabache que le hizo sospechar, no entendía qué era. Parecía una terrible historia de suspenso, estaba esperando que algo sucediera, algo malo. ¿Pero qué era exactamente lo que esperaba?
El hombre dejó escapar gruñidos animales. Kie frunció levemente el ceño, aún manteniendo la misma expresión confusa y cautelosa que su hijo. Hay algo mal. Sin esperarlo, el cazador se abalanzó sobre el niño, rugiendo como un jaguar, dejando al descubierto pupilas verticales como ojos de gato y enormes colmillos superiores e inferiores. Parecía que estaba a punto de morder al niño, su madre no tuvo tiempo de reaccionar pero afortunadamente el niño agarró su hacha y lo retuvo con el mango en la boca.
La mujer parecía sorprendida y solo pudo gritar el nombre de su hijo cuando vio que el niño estaba siendo atacado por el hombre. Se veía tan salvaje en ese momento. Los ojos asustados del preadolescente se posaron en los ojos del cazador, le brotó un sudor frío y finalmente cayó al suelo, estaba claro que el joven era más fuerte que el pelirrojo. El mango de madera parecía astillarse y quebrarse, las manos del hashira estaban firmemente haciendo presión en los hombros del chico.
«¿Es... ¡un demonio!? Era sobre esto que hablaba el señor Saburo. ¿Él es un demonio que come carne? Nezuko y Takeo dijeron que era un cazador de demonios. Él los ayudó y salvó de un demonio. ¿Habrá sido todo una mentira? No. Si eso fuera así mi familia no estuviera viva. Había un olor a alguien más en mi casa. Seguramente ese era el demonio. ¿Pero qué sucede con él?» Tanjiro pensaba, estaba aterrado. El mayor era mucho más fuerte que él, no podría quitárselo rápidamente, y la presión que ejercía era demasiada, pronto terminaría rompiendo su hacha y encajando las uñas en sus hombros.
Alguien empujó con fuerza a un costado del cazador, dejando libre a Tanjiro. El demonio rodó en la nieve, mientras Takeo respiraba algo agitado, con un ceño fruncido. — ¡Te dije que algo malo iba a suceder! — Recriminó mirando a Nezuko, quien recién llegaba al lugar.
— ¿Qué es lo que sucede? — La niña pregunta algo alterada.
— ¡Nezuko, Takeo, aléjense! ¡Es un demonio! — Exclama de forma protectora Tanjiro levantándose de la nieve.
Los dos menores intercambian miradas confundidas y temerosas entre sí, mirando al cazador que antes los intentó ayudar de aquella supuesta amenaza. El azabache se levantó de inmediato alzando sus garras y abriendo ferozmente la boca, mirando como un delicioso festín a los pre adolescentes. Los niños estaban turbados, paralizados, no podían reaccionar, sin embargo, varios pedazos de leña golpean la cabeza del demonio, quien se desvía mirando molesto hacia atrás. Aquel hombre ahora era como una bestia salvaje que se dejaba guiar por sus instintos y emociones. Eufórico, dirigió su mirada a la madre, quien tenía varios leños en brazos, estaba aterrada, pero no le permitiría que dañe a sus hijos.
— ¡Váyanse y llévense a sus hermanos! — Exclama la mujer lanzando un nuevo leño enfureciendo aún más a la bestia.
— ¡Mamá! — Nezuko exclama mirando la escena y como el demonio la acecha lentamente.
— Nezuko, Takeo, vayan con los demás. Hanako, Shigeru y Rokuta van a querer venir, bajen al pueblo con ellos. Yo ayudaré a mamá. — Tanjiro ordena tomando nuevamente su hacha. Su hermano asiente con la cabeza dándose la vuelta, al darse cuenta que no es seguido, se dirige a su hermana.
— Nezuko, ya escuchaste a Tanjiro.
— Tanjiro y mamá no van a poder solos, quiero ayudar. — Indica la mayor con determinación.
— ¡Pero...! ¡Es muy estúpido!
Tanjiro había lanzado rocas llamando la atención del demonio que intentaba atacar a su madre. El demonio salta hacia el joven levantando nieve, el niño a penas puede esquivar.
— Al igual que lo es que Tanjiro quiera enfrentar a Tomioka-san solo. Necesita ayuda. — Insiste, antes de estremecerse un poco por la nieve levantada, lo cual parece nublar la vista de todos por unos instantes.
— Esto siempre debió ser una trampa de él. Dijo que los demonios no existen y ahora nos ataca. Debemos huir de él en cuanto antes, pero si Sigeru, Hanako y Rokuta siguen cerca será peligroso.
— ¡No creo que Tomioka-san nos haya engañado! Si fuera así, solamente nos hubiera atacado de inmediato en cuanto llegó. Algo debió haber pasado... Ve con nuestros hermanos, por favor... — Los suplicantes ojos rosas lograron convencer al niño, quien se fue corriendo a regañadientes.
Por su parte, después de provocar con guijarros al demonio, Tanjiro corría hacia él, ocultando su hacha. El demonio logra aturdirlo, pero antes de que pueda atacar, un hacha apunta directamente a su cabeza, lo que evita por poco. Nezuko, mira inconsciente a su hermano, y como su madre por instinto corre a socorrerlo quedando en una posición vulnerable frente al demonio. La niña busca algo a su alrededor que pueda ayudarla, deteniéndose en la katana algo cubierta de nieve por la nevada. Sin pensarlo dos veces, toma el arma en manos corriendo hacia Tomioka.
Kie estaba frente a su hijo de forma protectora, mirando a la intimidante bestia. Sin saber muy bien que hacer, utiliza una de sus fortalezas para retenerlo un poco, golpeando con su dura frente la cabeza del demonio, la sangre no tardó en brotar, y los ojos furiosos con alargadas pupilas se posaron en la mujer. La fría hoja de la espada se posicionó en la boca del demonio haciendo fricción con sus filosos dientes, el filo estaba contra las comisuras de su boca, y no había realmente mucha presión. Las manos temblorosas de Nezuka estaban sobre la tsuka¹ y el dorso de la espada, sin crear mucha presión para evitar lastimarse a ella o a Tomioka.
— ¡Por favor, Tomioka-san, debe calmarse! Se que usted es bueno, no se que fue lo que pasó, pero ahora es un demonio. Por favor, recuerde quien es usted... — Dice la chiquilla suplicante. El demonio, furioso, pone sus manos contra el filo del arma, cortando un poco sus palmas brotando sangre, obligando a la niña a hacer presión.
— ¡Nezuko, aléjate! — Su madre pide preocupada.
— ¡No, mamá, tú y Tanjiro aléjen-! ¡Aaah! — Giyuu logra en un movimiento brusco lanzar lejos a Nezuko, chocando su espalda contra el tronco de un árbol y soltando la katana. El cazador se levanta mirando a la madre y su hijo, Kie tenía una mirada aterrada y abrazaba su hijo. Se abalanzó nuevamente sobre ellos, Nezuko, a penas levantándose miró a lo lejos a su madre y hermano, sin embargo, su hermano menor intervino, subiéndose a la espalda del demonio usando el mango de su hacha como bozal. Estaba claro que el hashira era más fuerte que un niño de once años, y en cualquier momento la madera se rompería en su boca.
Los gruñidos furiosos iban cesando, al igual que su resistencia disminuía. Takeo pudo notar como la expresión aterrada de su madre cambiaba por una de confusión, el demonio debajo suyo disminuía de tamaño. ¿Qué rayos sucedía?
¿Por qué el niño de cabello rojo se le hacía ten familiar?
8:25 a.m.
La mañana parecía marcar el comienzo de un hermoso día, el cielo estaba despejado y en calma, y el sol brillaba maravillosamente en el cielo. Era como si el invierno hubiera desaparecido aquel día, pero el aire aún venía con mucha frialdad, queriendo demostrar la cruda realidad de aquella estación. Como de costumbre, se había convocado a la reunión de medio año de los hashiras, unos días antes del año nuevo para no interferir con sus planes festivos.
Como de siempre, la mayoría de las hashira llegaron temprano a la reunión, siendo la gran mayoría, Gyomei, Uzui, Kanae, Sabito, Makomo y el más nuevo, Shinazugawa Sanemi, el Pilar del Viento. No era sorprendente que Giyuu y Shinjuro llegaran tarde o simplemente no aparecían, el viejo pájaro de Tomioka solía confundir la fecha y la hora o se olvidara de hacer el anuncio, algo que Sabito siempre intentaba evitar que sucediera. Por su parte, Rengoku había desarrollado el hábito de beber sake y las cosas empeoraron tras la reciente muerte de su esposa. Algunos pilares se compadecieron de él por su duelo, otros lo encontraron insoportable.
Si bien era normal que el chico azabache llegara tarde la mayor parte del tiempo, la bandera roja de Sabito se encendió tan pronto como llegó Shinjuro, borracho como siempre, pero todavía estaba presente. Giyuu no aparecía por ningún lado, y no había señas de Kanzaburo, su cuervo kasugai. ¿Era su mal presentimiento una premonición de un mal acontecimiento? No, Giyuu era fuerte y prometió tener cuidado, tenía que confiar en él. La ansiedad eran perceptibles en los ojos lavanda del chico, su ligero ceño fruncido indicaban que algo no andaba bien.
— ¿Sucede algo, Sabito? — Makomo pregunta de forma directa y con suavidad, esperando que el menor hable.
— No es nada. — El chico intentó ocultar lo que lo aquejaba con la máscara kitsune, para evitar que su rostro lo delate. La joven no estaba muy convencida, más sin embargo, antes de poder intentar descubrir que le sucedía, alguien más intervino.
— ¿Por qué Giyuu-san aún ni llega? ¿Sucedió algo con él? — La voz preocupada al igual que sus ojos expresivos intervino en la conversación. La angustiada pilar de las flores miraba a los dos pilares del agua en busca de respuesta
— Ayer partió a una misión, era en unas montañas nevadas. Seguramente el clima lo retrasó. — Sabito intenta sonar lo más calmado posible.
— Posiblemente su misión duró más de lo esperado — Respondió dulcemente la de haori floreado.
Inmediatamente la esposa del líder cazador anunció su llegada, expresando tranquilidad y respeto hacia el enfermo. La reunión continuó de forma habitual, tocando una variedad de temas, incluidos los nuevos cazadores y su decadencia, y los ataques de los demonios. La ausencia de Giyuu no pasó desapercibido para oyakata-sama a pesar de su ceguera y la falta de interacción del hashira. El patrón distribuyó varias misiones a los pilares, todas con fechas diferentes. La reunión fue interrumpida por el sonido de un cuervo volando hacia Ubayashiki. Ubayashiki levantó su brazo derecho para acariciar al pájaro y se posicionó para poder acariciarlo. Pero siguió creando escándalos.
— Disculpe mi atrevimiento, Oyakata-sama — Se disculpó el de cabellos rosas mientras saltaba a donde estaba el patrón y su esposa a lo cual todos los pilares lo vieron con asombro y desaprobación — Kazamburo, ¿Qué sucede? — Cuestionó acercando sus manos al viejo cuervo el cual voló haca él — ¿Y Giyuu? ¿Sucede algo? ¿Necesita ayuda? — Pregunta tras pregunta salió de su boca, la preocupación era evidente en su voz.
— Tranquilo hijo mío, guarda la calma — Con suave voz el patrón se acercó al cazador mientras lo agarraba del hombro, para su sorpresa la de ojos turquesa ya estaba a un lado de su hermano acariciando al cuervo, algo que el hashira no se percató.
— Caw caw, el pilar de agua, Tomioka Giyuu... a muerto en combate contra Muzan Kibutsuji
Aquella noticia había sido totalmente inesperada para el grupo de cazadores de élite. ¿El pilar del agua se había topado con el rey de los demonios? Ningún cazador había tenido la desdicha de toparse con un demonio tan poderoso como una luna superior, al menos no en esa generación. El que un hashira haya sido asesinado por el creador de todos los demonios sonaba tan irreal. Mientras que algunos pilares parecían llorar en voz baja, otros parecían desinteresados, o llenos de odio. Sabito había quedado paralizado, su piel lucía tan pálida y el sudor frío deslizaba por su rostro, Sus ojos estaban exorbitados y su mano sobre su boca, lucía demasiado tenso, tan nervioso que apenas podía comprender lo que estaba escuchando. No puede ser así, Giyuu le dijo que estaría bien, Giyuu le negó ir con él porque sería algo sencillo. Juró que tal vez era una mala broma del pájaro, que su Giyu debía estar vivo, que era una misión muy fácil, que no había manera de que se topara con Muzan Kibutsuji. ¿Cuáles eran las probabilidades?
6332 palabras
19/02/2023
Edit: 25/02/2024
6887 palabras
Wow! Nuevo récord personal! Nunca he escrito tantas palabras en un capítulo! :D
Se me olvidó decir que me inspire en un fanfic inspirado en otro :U
Créditos a ambos fanfics uwu
No quise que el mío fuera una copia, y no he leído los fanfics así que solo lo utilice de inspiración
Dudas 👉
Teorías 👉
Sugerencias👉
Edit:
Literalmente público el capítulo reescrito más de un año después de publicarlo
Aún no me termina de convencer, pero me gusta más que tal capítulo original
Y si no entendieron, Tanjiro le recuerda a Sabito, como en el manga, por eso frenó
Para los que conocen la historia original sabrán que Giyuu se enfrenta a Muzan, la batalla no fue eliminada, pero la publicaré en algún otro capítulo.
Intentaré que Kanae y Makomo tengan más protagonismo, y escribiendo este capítulo me dieron ganas de que Hanako se involucrara más
En fin, estoy promoviendo un servidor de demon Slayer en discord, yo soy Yuichiro Tokito.
¿Quieren saber más? ¡No duden en preguntarme! Preferentemente en privado para no olvidarlo
Bye!
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