Despierto de nuevo agitada, el mismo sueño se viene repitiendo una y otra vez, nada tiene sentido.

Me veo a mi misma en el bosque, hay demasiados árboles, puedo sentir la humedad en mis pies descalzos y estoy agitada, es como si temiera a algo, como estuviese corriendo de algo o de alguien.

Estos mismos sueños se han venido repitiendo desde hace años, desde que cumplí los quince años, ya hace dos años de eso. Los sueños se hacen cada vez más cercanos, tan vívidos, tan escalofriantes.

─ ¡Sora, llegarás tarde! ─ pude escuchar la voz de mi tía llamarme.

Aventé a un lado las sabanas y me senté en la cama, me quede mirando a la nada tal vez por unos cinco minutos, suelo hacer lo mismo todos los días, es como un ritual que decidió mi cuerpo, y gracias a eso pierdo valioso tiempo.

Salgo de mi habitación después de darme una ducha rápida y vestirme con lo primero que cogí de la silla que estaba a un lado de mi cajonera, de vez en cuando siento que la cesta de la ropa, donde debería ir, me pide a gritos que deje de ser tan desordenada.

Camino por la pequeña casa y me dirijo hasta la cocina, donde un delicioso olor a magdalenas recién salidas del horno llena el lugar. Así suele ser mi tía, ella vendría siendo la típica tía hogareña, teniendo en cuenta también que ama la limpieza del hogar.

─ ¡Por Dios, haz algo con ese cabello! ─ me dice tan solo entrar a la cocina.

─Lo siento, pero hoy mi cabello me ha dado guerra, así que por ahora me rindo, no quiero hacer nada con el ─ cojo un mechón de mi castaño cabello y lo miro, como si pudiera hablarme o algo así.

─Deberías de cuidar más tu aspecto, así ningún chico te mirara, cielo ─ mi hogareña tía coge asiento frente a mí.

─No estoy buscando a nadie, además, si es que me quiere, tiene que ver primero mi maraña y después se ganara el derecho de verme peinada ─ ella niega y suspira, cansada de la misma charla de siempre.

─Me rindo... por ahora ─ dice ella sirviendo un poco de jugo de naranja recién hecho.─ Si tu madre estuviera aquí... ─ fruncí un poco el entrecejo y trague el pedazo de magdalena que tenía en mi boca para después hablar.

─Pero no está aquí, lamentablemente ellos murieron hace dos años en ese accidente ─ me levante de la silla y camine saliendo de la cocina. ─ Me voy ─

─Sora... ¡Sora! ─

No hice caso a sus llamados, solo cogí mi mochila y salí de casa. A veces odiaba estos comentarios por la mañana, sabía que ella no lo hacía con la intención de herirme o hacerme enfadar, era yo quien realmente me encontraba fuera de si siempre. Siempre he odiado que nombren a mis padres o cualquier tema relacionado con ellos, cada vez que eso pasaba, sentía que un día de mala suerte tendría. Y tal vez hoy no sea la excepción, el cielo estaba nublado y el ambiente se sentía húmedo.

Hace dos años que había pasado ese accidente de auto, donde los únicos que habían muerto fueron mis padres, dejándome a mi sola. Mi tía, quien era una solterona en sus cuarentas, se había hecho cargo de mí, no me malinterpreten, ella me gustaba, ella era buena conmigo, incluso podría decir que era demasiado cariñosa. Pero ese afecto que tenía para dar, no lo quería en estos momentos, yo solo quería estar sola.

Fue a partir de ese accidente, donde mis sueños aparecieron, los doctores decían que tal vez se debía a un trauma que esa tragedia había dejado en mí. Quise creerles, tomé pastillas, incluso me sometí a hipnosis, pero nada funcionó. Decidí rendirme y mentir, mentir sobre las pesadillas, diciendo que estas habían desaparecido, cuando en realidad parecían aumentar cada día más.

Me detuve en la esquina de la avenida, el semáforo marcaba en rojo para mí, suspire, realmente me estaba empezando a causar estragos la falta de sueño. Me sentía cansada. El semáforo se puso en verde, baje la acera y empecé a caminar mientras tallaba mi ojo, algunas personas del lado contrario también cruzaron, no preste mucha atención a ellas. Solo quería llegar a clases y tal vez, con suerte, dormir un poco.

─Sora... ─ escucho un susurro a mi lado, como si alguien se hubiese detenido y llamado en mi oreja.

Me detuve de inmediato y voltee hacia atrás, pero las personas solo parecían apresuradas en llegar a alguna parte. No había nadie sospechoso, gire hacia todas partes, pero no había nadie que pudiera haber dicho mi nombre, además, ¿Quién sabría mi nombre? No conocía a muchas personas aquí, así que nadie me llamaría, y menos en un susurro.

Todo fue tan extraño.

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He publicado la historia como 2 o 3 veces y en todas esas la he mandado a borradores porque no me sentía segura de escribirla. Conforme pasen los capítulos supongo que veré que tal sigue esto.

Una disculpa a las personas que la tenían en su biblioteca y desapareció de la nada.