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UN LIRIO QUE HUELE A JAZMÍN

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La primera acción casi involuntaria que realiza Roxanne Dalia Weasley al abrir los ojos, es girar su cuerpo hasta que su cabeza llega al extremo de la cama, y acto seguido vomita todo el contenido de su estomago sobre los bonitos y costosos zapatos de su futura madrastra.

—¡Eww! —Exclamó Haydee Kyteler retrocediendo completamente asqueada. —¡Jesus, Roxanne! ¿Qué, infiernos, te pasa niña?

Roxanne tose un poco antes de limpiarse la barbilla con su brazo y de inmediato, se deja caer de espaldas a la cama. Sus ojos quedan abiertos mas su vista oscurece y se nubla, y solo puede escuchar a Haydee gritar el nombre de su padre como si estuviera a muy, muy lejos.

Y, en poco tiempo, a sus oídos dejan de llegar los agudos chillidos de Haydee, apenas logra distinguir el tono desesperado con el que su padre pronuncia su nombre, y el ruidoso canturreo de los pajarillos tras el cristal de la ventana se convierten en un bajo ruido de fondo.

Como si una vieja televisión estuviera encendida en el fondo de su cabeza, puede escucharlo. Es débil, extraña y distorsionada, pero puede oír la voz de un hombre joven.

—¿Cómo murió? —Él pregunta. Hay un zumbido y luego estática.

A sus ojos llegan pequeños fragmentos de imágenes, todos descoloridos, saturados y mal enfocados o demasiado brillantes. Es una especie de parque con el pasto de un verde tan vivo como el que recuerda haber visto en Higs School Musical 2, bajo el brillante sol hay un pequeño puñado de personas vestidas en negro. Y a lo lejos un trípode de madera carga una sencilla corona de claveles blancos y una foto.

Es un hombre, puede ver claramente. Pero detalles como el color de su piel o la forma de su mandíbula se le escapan como agua entre las manos.

—¡Roxanne! —Alguien grita. Tal vez es su madre muerta, unas frías manos acomodan su cabello rojizo con dulzura. Y luego siente como su cuerpo es movido, una superficie dura bajo su espalda y algo apretado rodea su cuello.

El mundo se mueve mientras ella avanza en forma horizontal, todavía hay imágenes poco claras en sus ojos sobrepuestas ante la imagen de su techo o de las caras de personas que mueven sobre ella. Un segundo antes de que todo se detenga para Roxanne, la cara de su padre se acerca: Se ve como siempre con el cabello rojizo muy parecido al suyo solo que con un par de canas aquí y allá, y esa oreja faltante. Puede oler el humo y la pólvora de su ropa, antes de que el perfume a jazmines lo opaque. Y allí la ve, sobre el hombro de George Weasley, su preciosa madre con el espeso cabello rubio perfectamente rizado, aquellos pómulos definidos y la sonrisa brillante que no había visto desde que cumplió los cinco años.

Y luego no hay nada más que el débil olor a jazmín. Se ha quedado dormida mientras un par de paramédicos la sacan de su cómodo piso en Boston, Massachusetts.


Roxanne Dalia Weasley –o solo Roxie para los amigos- es una niña feliz. Bueno, lo más feliz que una chica puede ser mientras transita la espantosa experiencia del inicio de la pubertad, pero aun así ella era feliz. Tenía una vida cómoda, un hogar maravilloso, una colección de zapatos increíble, un padre que la amaba y unos amigos fabulosos. Su vida era casi perfecta, pero ella guardaba un secreto que ni su padre ni sus amigos podrían comprender.

Roxanne tenía miedo: las noches, particularmente, la aterraban de una manera que la mayoría de las personas no podían entender. En cuanto la noche caía y sus ojos se cerraban las pesadillas plagaban cada rincón de su mente. Le espantaba quedarse dormida pues esos sueños la acosaban... Y, tal vez, lo peor fue descubrir que no eran solo sueños.

Comenzó como algo pequeño, cuando su madre aun vivía con ellos, los sueños eran pequeños, casi tolerables para la niña de cinco años. En ese entonces podía pensar en esas imágenes como una obra de teatro. No estaba entre los espectadores sin rostro, solo era una pequeña actriz con una única línea, que esperaba el momento adecuado en el libreto para recitarla. Callada, atenta e inmóvil en su posición hasta que llegara su momento. ¿Pueden imaginar lo incomodo y desesperante que es eso? El telón rojo se abría entre los vagos murmullos del público imaginario. El escenario aparenta ser una habitación infantil: Las paredes pintadas de rosa pastel sobre la cual una enorme cama que asemeja una casa de muñecas, se apoya. En la pared de al lado hay un escritorio con una pequeña lámpara que se enciende y se apaga cada vez que un murmullo, ahogado e infantil, se escucha. De fondo se oye música, y un pequeño tren de juguete brilla entre los rieles que cuelgan por toda la habitación.

De abajo de la cama un pequeño bulto salió: una pequeña niña de unos seis o siete años que se arrastra con sus codos. Sobre su cabeza, una manta purpura llena de pelusa ocultaba su cabello y sus ojos. Ríos de lágrimas cristalinas rodaban por sus cachetes enrojecidos y morían en la alfombra peluda.

La puerta se abre con un agudo chirrido. Durante un segundo la música ensordece a la audiencia, dos muchachos entran y cerraran la puerta tras ellos. La niña dejo de respirar y se deslizo rápidamente bajo la cama. Uno de ellos caminó hasta que sus pulcros mocasines mancharon de tierra la alfombra grisácea y en voz muy baja pregunto: —¿Jugamos?

El otro rió en silencio descansando la espalda contra la puerta. Roxanne no lograba distinguir ningún rasgo en los rostros de los hombres más allá de su sonrisa, esa que de alguna manera recordaba al Gato de Cheshire.

—Tienes tres segundos para salir o tendremos que buscarte —murmuro con una ancha sonrisa.

Tomó un oso de peluche del montón sobre la cama y lo apretujó entre sus largos dedos callosos. El peluche se prendió fuego y el hombre lo dejo caer sobre la cama. El chico numero 2 prendió un cigarro con el fuego y ambos se afirmaron contra la ventana observando como el jardín de la casa.

La niña gritó y se arrastró desesperadamente para salir de debajo de la cama. El fuego desapareció.

—Te encontramos —dijo el chico del cigarro—. Merecemos nuestro premio, Lilith.

Caminó hasta ella y se puso en cuclillas para estar a su altura soltando una bocanada de humo en su cara. La niña tocio y escupió. Él puso las manos alrededor de su pequeño cuello.

La escena siempre terminaba allí. Los bordes se desdibujaban y los sonidos del público imaginario se desvanecían mientras el escenario se oscurecía hasta deformarse en la nada. Las primeras veces se quedaba con el sonido de los chillidos agudos de la niña en sus oídos, y el asqueroso sabor del tabaco bajo la lengua.

Semanas antes de que su madre se fuera de su vida, Roxanne tomó valor para contárselo. Su madre la miro seriamente, con su pequeña mano entre las sedosas suyas y no interrumpió su narración en ningún momento a pesar de perder color con cada segundo que pasaba. Al final ella tenía sus preciosos ojos marrones aguados y enrojecidos, sus perfectos pómulos estaban tan desprovistos de color que ni siquiera el rubor colocado previamente podía colorearlos. Puede recordar claramente como su labio tembló antes de envolverla en el abrazo más fuerte e incomodo que hubiera recibido en toda su vida.

—¡Roxie! ¡Oh, Roxie! Siento tanto que hayas tenido que ver eso, mi amor —Lloro en su cabello— Nunca quise que vieras nada de eso.

Permanecieron así menos de un cuarto de hora, y cuando se separaron su madre ya no la veía como antes, había un brillo extraño en sus ojos que daba un poco de miedo.

—Lo que viste, mi amor, no fue una pesadilla. Fue lo que podemos llamar "Visión". Tienes un enorme don Roxanne, y en esta ocasión lo usaste para ver el pasado. Mí pasado específicamente.

Antes de que pudiera hilar una oración su madre dejo un beso en su cabeza y salió de la habitación rápidamente. Roxanne quería discutir sobre eso, ¡tenía tantas preguntas! Pero ninguna pudo ser respondida, dos semanas después su madre estaba fuera de su vida.

Y, entre tantas dudas, Roxanne tuvo la seguridad de que su madre se fue por ella. Lo que sea que hubiera en sus ojos ese día la asusto, lo suficiente como para abandonar a su familia y nunca mirar atrás en los siguientes siete años.

—¡Gabrielle!

Abrió los ojos bruscamente para ver a Alexandre a su lado. Su cabello oscuro se vea grasoso y ligeramente despeinado —¿Te encuentras bien? Estabas gritando, ¿Quieres que busque un sanador?

—No —Dijo con voz rasposa— No. Estoy bien.

—Gabrielle... —Acaricio su mejilla ahuecada.

—Quiero irme —Escupió entre dientes, sintiéndose mucho más agresiva que nunca en su vida. —No soporto este lugar.

—No puedes. Aun no. —Suspiró con pesadez.

—Quiero irme —Repitió enderezándose y arrancando las vendas de cuerpo—. ¡No lo necesito para nada! ¡Yo sé lo que me pasa! ¡Ellos tratan de tomarme! ¡No les dejare! ¡NO PUEDO DEJAR QUE LO HAGAN!

—¡¿Gabrielle?! —Exclamó preocupado tratando de tomarla en brazos para evitar que se hiciera daño— ¡Para, Gabrielle! ¿De qué hablas? ¿Quién quiere tomarte?

—¡Tú! —Gruño— ¡Tú y ellas! ¡Quienes cree que son dueños de mi alma! ¡Vosotros que crees que les pertenezco como un objeto cualquiera! Oh, Dios, ¿Dejaras que me lleven, Alex? ¡Sabes que me lastiman y aun así dejaras que me lleven! ¡No puedo dejar que me lleven!

—¡Gabrielle! —La detuvo tomándola con fuerza por los hombros—. ¡Tienes que calmarte! Nadie trata de llevarte a ninguna parte. ¿Qué sucede contigo? Ella se retuerce en sus brazos mientras lagrimas rabiosos se desprenden de sus ojos y ruedan por sus mejillas enrojecidas—. No dejare que nadie te tenga, ¿me escuchas? Nadie te lastimara, por favor vuelve a la cama ahora.

La puerta se abre como si la briza inexistente la empujara y una bella mujer se desliza por ella. En cuanto la ve los ojos de Gabrielle se llena de un brillo acuoso y a pesar de que de los dolorosos pellizcos que escalan su cuerpo, ella ignora su terror casi enfermizo y baja de la cama, retrocediendo bruscamente hasta que su espalda es azotada por el frio vidrio de su ventana.

—Muchacha —Expresó en tono calmo, apenas levantando la voz más allá de un susurro. Sus manos, dura, frías y de dedos demasiado largos para un humano, entrelazados bajo su estomago—. Debes tranquilizarte. En este momento.

—¡NO! —Chilló, manoteando al aire, como para defenderse de un enemigo invisible— ¡NO! ¡NO TE ME ACERQUES! ¡ALEX! ¡AYUDAME, ALEX!

—Está bien, amor —Alexandre se acerco solo un paso levantando la mano derecha extendida—. Ella no te hará daño. Es mi madre, ¿te acuerdas? Ella solo viene a ayudarte, ¿Si? ¿Lo entiendes, Gaby?

—¿Ayudarme? —Murmuro para sí misma, olvidando por un momento su miedo y los movimientos abortados en el aire. Y un segundo después se dio media vuelta y trato de forzar la ventana rompiendo sus uñas esculpidas— ¡NO NECESITO AYUDA! ¡LO QUE NECESITO ES SALIR DE AQUÍ!

El hombre evita rodar los ojos, ya exasperado, y trata de rodearla por detrás para contenerla. Forcejean por dos segundos antes de que la mujer de espesa cabellera oscura suspire, obviamente hastiada, y con un agresivo movimiento de su mano poco a poco Gabrielle deja de luchar y cae sin sentido en los brazos de su marido.

Él la arrastra a la cama y saca un par de correas para atar sus muñecas a la cama, tratando de evitar que se haga más daño. Unos momentos después la mujer los deja solos con un giro de ojos y palabras condescendientes que a Alexandre le sientan como una bofetada. Se limpia rápidamente las lágrimas traicioneras y recuesta la cabeza en el duro vientre de su esposa murmurando: —Lo lamento, Gabrielle. Sabes que lo lamento, pero no puede ser de otra forma. Ya no.

Las lágrimas mojan las sabanas.


Entonces... ¡Hola!

¡Feliz 2021! ¡Esperemos que sea mejor que el 2020! 

La razón de que me tardara tanto en publicar un nuevo capitulo es que trate de hacer una linea del tiempo porque me estaba enredando TANTO en las fechas que se volvía muy complicado escribir. 

Hoy, finalmente termine. ¡Yey! 

Hay tantas fechas mal en esta historia y tengo tan pocas ganas de editarlo. 

Entonces, jaja, saben que boludes hice? desligue de wattpad (mi cuenta de wattpad REGISTRADA CON FACEBOOK) mi cuenta de facebook, y jajaja, ¿Que creen que paso? Pues eso, la sesión se cerro y ya no pude entrar. Casi estaba llorando porque 9 años de historias y lecturas estaban en esta cuenta. Estaba pensando en mudarme definitivamente a AO3 y terminarla allí, cuando finalmente logre solucionarlo. 

Moraleja de la historia: No sean como yo, usen el cerebro que para algo lo tienen.

EEEEEEN FIN, cuidensen, usen barbijo, no hagan fiestas clandestinas y beban mucha agua. 

¡Besos! ♥


16/01/21: Editado porque olvide hacerlo antes de publicarlo.

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