|ONCE|
MENTIRAS
Creo que es de día. Tal vez me lo imagine, pero juro que puedo escuchar los pajarillos cantar a lo lejos. Un pequeño rayo de sol ilumina un pequeño espacio frente a mí, extiendo mi pierna. Es un segundo casi mágico, en el que la luz en mi piel se ve como un arcoíris.
He vuelto a dormirme, descubrí cuando los sollozos de Cassy me despertaron. El sol cambio de posición, sentía el cuerpo helado y ya no veía ningún lindo arcoíris en mi piel.
—Saldremos de aquí, Cassy —Susurre con voz grave.
—Mientes —protesto apagada— Se que mientes.
—¿Cuándo rompí una promesa? —Pregunte.
Ella se quedo callada por un momento, luego murmuro suave y dulcemente: —¿Lo prometes en serio?
Nadie nos calló, tal vez fingían no oír. O quizás también necesitaban que alguien les diera un poquito de esperanza.
—Te lo juro, Cassy. Saldremos de aquí.
Me sentí mal por mentirle, ¿pero qué tan malo podría ser una mentira si te daba esperanza?
De repente los vellos de mi cuerpo se erizaron. Detengo cualquier movimiento, por más mínimo que sea, y me encojo en posición fetal, o lo más cerca que podía con los brazos extendidos sobre mi cabeza.
El hombre malo abre bruscamente la puerta. Sus botas pisaban los charcos de orina, salpicándonos a su paso. Me quede helada cuando me di cuenta que se detuvo frente a Cassy. Él le quito las cadenas, sus brazos cayeron torpemente contra el piso cuando quedaron libres. Antes de que pudiera respirar, observe aterrada como las gordas y enormes manos del hombre enmascarado rodeaban su pequeño cuello.
Estuve a punto de gritar para que se detuviera, cuando él se aparto y dejando ver como ella tenía un collar de perro rodeando su cuello. El hombre malo tiro de la correa obligándola a ponerse de pie. Cuando sus piernas cedieron y cayó de rodillas, la arrastro hasta la salida.
—Eres un secuestrador —Dijo Ivonne esa mañana sirviéndole el desayuno, para la mala suerte del muchacho. Como tendría tanto tiempo libre de ahora en adelante había decidido jugar al máster chef. Teddy esperaba, con el corazón hecho un bollito, que pronto encontrara algo más con lo que gastar su tiempo, por la salud física y emocional de ambos.
—No que yo sepa —contesta tratando de cortar un trozo de pan de ajo más duro que una piedra
—Solo sígueme el juego —Pidió llenando su vaso de jugo de naranja —Eres un secuestrador y huiste de un lugar público con varios niños pequeños, ¿A dónde irías?
—Al campo —Respondió sin pensar, asombrándose de su respuesta.
—¿Por qué? —Inquirió garabateando algo en su libreta purpura con unicornios brillantes.
—Porque es un lugar aislado, hay kilómetros entre cada casa. Es perfecto para quien quiere privacidad, y si secuestraste a un montón de niños seguramente quieres espacio y privacidad para que no los oigan por si gritan.
—Bien pensado —Dijo con entusiasmo— los testigos aseguraron que no eran más de seis aquellas personas sospechosas, por lo que para llevarse a veinte niños ellos solos debieron de hacer más de un viaje. Dijeron que desaparecieron con ellos, por lo que no usaron un traslador, ¿entiendes lo que eso puede significar?
Teddy se paró de un salto del banquillo —¡Siguen en Inglaterra! —Rápidamente dio vuelta a la isla y la tomo de los hombros besando su frente con entusiasmo —¡Demonios, era una genio!
Ivonne rió, sin quererlo sus mofletes se calentaron, mientras Teddy corría por toda la casa tratando de buscar su uniforme.
—¿No te olvidas de algo? —Pregunto poniendo una mano en su cadera, cuando este estaba por entrar en la chimenea.
—¡Oh! Si, lo siento —Regresó sobre sus pasos y pegó sus delgados labios a su mejilla caliente con excesiva ternura.
¿La temperatura subió o solo era Ivonne?
—Me refería a esto —Agitó la varita de Teddy para mostrársela. El color subió rápidamente a las mejillas pálidas del chico y su pelo se tiño de rosa bebé, como siempre que se avergonzaba. Ella tomó sus mejillas entre sus manos y se paró de puntitas para apoyar sus labios allí rápidamente, dejando su marca rosa —Ahora sí, ya puedes irte.
Le dio un empujoncito hacia la chimenea y en cuanto fue tragado por las llamas verdes, se dejo caer en el sillón con una enorme sonrisa que sentía que ya nunca podría quitar. Se aparto el flequillo de los ojos y volvió a la mesa donde su libreta la esperaba junto al resto del desayuno.
—Si yo fuera una lunática secuestradora, ¿dónde me escondería? —se pregunta en voz alta, eso siempre ayudaba a pensar mejor —Un lugar aterrador, definitivamente. —Tomó su estilógrafo de tinta violeta y escribió "aterrador" debajo de "aislado" e "Inglaterra" subrayando dos veces Inglaterra— A la mayoría de los mortífagos se les quito casi toda su fortuna, por lo que no creo que ninguno de los que quedan vivos, o alguno de sus descendientes, tuviera el caudal para patrocinar algo tan grande y a largo plazo... ¿un lugar abandonado?
Lo anotó debajo.
—Entonces, lo que buscamos es un lugar aterrador, aislado y abandonado en Inglaterra —Levantó la cabeza mirando al techo con una sonrisa nostálgica— Ahora es cuando te agradezco por insistirme con las cosas muggles, papi.
Buscó su teléfono táctil, abrió el navegador y googleo "lugares aterradores y abandonados en Inglaterra" rogando que funcionara.
—¡Wow! —Se asombró al ver el primer resultado Los 10 lugares más embrujados del Reino Unido— Lamento todas las veces que me burle de esto, papi. Tenías razón, me serviría algún día.
Leyó detenidamente, intentando pensar si alguno podía ser una buena ubicación para esconderse, pero debías de ser muy tonto para esconderte en un lugar tan lleno de turistas como un castillo. Volvió atrás y abrió el segundo resultado 29 lugares más terroríficos del mundo que te pondrán la piel de gallina.
Pasó por alto los primeros puestos y se detuvo en el séptimo Hospital militar de Cambridge, Inglaterra. Lo anotó en su libreta con un signo de pregunta al lado y siguió leyendo el siguiente, pero ninguno era en el país por lo que volvió atrás y abrió otro.
Al cabo de tres horas tenía nueve posibles ubicaciones que investigar más afondo: Hospital militar de Cambridge, Hospital Nocton Hall, Hospital Severalls, Manicomio Cane Hill, Hospital Hellingly en East Sussex, Mansion woodchester en Gloucestershire, Rectoría de Borley, hospital de St. Thomas en Stockport, Cuevas Hellfire. Curiosamente la mayoría eran hospitales.
—Aunque si lo piensas bien, los hospitales son tenebrosos —Murmuro estirándose, tres horas sentada sin moverse en lo más mínimo es bastante incomodo. —Cuando Teddy vuelva le preguntare que opina, después de todo dos cabezas piensan mejor que una.
En un estudio de apariencia muggle, un televisor encendido muestra una grabación.
4 de Septiembre 4, 14:24. Sujeto 11A se logra leer abajo. Es del día de hoy, una o dos horas antes.
En el video se puede ver una pequeña niña rubia recostada en camilla de apariencia roñosa. No lucha, no grita, se encuentra profundamente dormida. Una mujer pasa una esponja húmeda por su piel mientras otra inyecta una sustancia azul brillante en su cuello. El cuerpo de la niña sufre espasmos, las mujeres se alejan. Las venas en su cuello se oscurecen y pronto las de su rostro también. Un dolor abrazador parece estar pasando por su cuerpo, pues las enfermeras se acercan apretando las correas que sujetan sus brazos. Su espalda se arquea, su boca se abre dejando salir un espeso líquido rojo que se desliza por su cuello. Las pestañas dejan ver esos brillantes zafiros cuya pupila se expande hasta explotar en sus cuentas.
El cuerpo cae de golpe contra la camilla.
El vídeo se detiene. La persona en la silla sonríe satisfecha, y cierra una carpeta donde el nombre Cassiopeia N. Malfoy, se lee con claridad.
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