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|CINCO|

EL TIEMPO VUELA


2008, año bisiesto. Solo en el Reino Unido nacieron setecientos noventa y cuatro mil trescientos ochenta y tres bebés; de los cuales, trescientos ochenta y siete mil seiscientos cuarenta y seis resultaron ser niñas. De entre todas ellas, años más tarde, once recibirían una carta muy especial. A una de esas pocas elegidas ya la conoces, por poco y la ves nacer. A otra pronto la conocerás.

En el día de los enamorados, el 14 de febrero de ese año, cuando caía la tarde sobre Hampested Lane, dentro de una moderna y exclusiva casa, más específicamente en la sala de estar, se escuchaba una pegajosa canción para niños con la que el bebé Scorpius se deleitaba escuchando mientras trataba de armar una torre con legos dentro de un enorme corralito transfigurado. Cerca dormía Lily en un cochecito. Un poco más alejado, subiendo por la amplia escalera, se encuentran las habitaciones. Allí todo está en silencio, tanto que un alfiler se oiría al caer.

Un grito desesperado, rompe la calma.

En una de las habitaciones para huéspedes, Astoria Malfoy grita de dolor, suplicando incoherencias. Entre sus piernas, Gabrielle la incita a pujar, puede ver como se asoma la cabeza peluda del bebé. Su marido ha ido a San Mungo en busca de la partera, ninguna de ellas tiene fe en que llegara a tiempo.

—Respira, cielo —Tiembla Gabrielle, frunciendo su nariz dividida entre el asco y el miedo —Por favor respira.

—No... no puedo —Jadea —¡Duele! ¡Duele mucho!

—Solo un poco más, un poco más, ¡Ya casi sale, lo prometo!

Grita, alto y fuerte. Tanto que su amiga casi puede sentir su dolor. Puja y la cabeza del bebé sobre sale un poco.

—¡Veo la cabeza, Tori!.. Oh, esto es tan asqueroso ¡Puja de nuevo!

—¡Cállate! ¡No puedo!.. ¡Ay!, No puedo...

—¡Haz un último esfuerzo linda! ¡Tu bebé está por llegar!

La muchacha grita raspando su garganta y agarrando con fuerza las sábanas de la cama. Gabrielle ve, horrorizada, como la cabeza blanca y arrugada del bebé es expulsada hasta el cuello. ¡Es tan horrible! Un montón de líquido y algo de sangre mojan la cama. Astoria gimotea adolorida, su amiga no sabe qué hacer ahora, ya no esta tan dilatada como antes y aun falta más de la mitad del cuerpo, ¿debería tirar de la cabeza? ¿Y si lo lastima? ¿Y si...?

—¡NO ENTRES EN PANICO AHORA! —Grita desesperada la mujer.

—Lo siento, lo siento.

Sin estar segura y con el tiempo en contra, la muchacha mete sus dedos tratando de sacar al ser. Astoria llora, Gabrielle evita vomitar cuando con un último esfuerzo en equipo la cosita blanca y arrugada es liberada.  Ella gimotea.

La madre sonríe, exhausta, lagrimas deslizándose por su rostro rojo y empapado de sudor. Luego, su cuerpo cae contra las almohadas cual peso muerto.

Afuera, el manto de estrellas cubría el cielo acompañando a la luna, adentro lámparas fluorescentes iluminan el baño. Una bañera de cerámica se encuentra a rebozar de agua sucia, donde una bella mujer observa en silencio como, una a una, las burbujas mueren. De esa manera la encontró Alexandre, que paseaba por toda la casa con su hija llorando entre sus brazos. Gabrielle giro la cabeza al escucharlos, una pequeña sonrisa se dibuja en sus labios, aunque en sus ojos una sombra de tristeza es visible.

—Creo que esta pequeñaja extraña a mamá —Dijo sereno desde la puerta —Lily insiste en que volverá, yo le dije que mamá se ha convertido en sirena y nos ha abandonado para nadar libremente por los mares.

—Vale, —blanqueo los ojos— ya salgo.

—Nosotros nos vamos, no es una escena apta para todo público —con cuidado levanto el bracito de la bebé irritada y lo agito —¡Adiós mami!

Sacudió la cabeza cuando ellos salieron, pero no salió de la tina de inmediato, se quedo allí un minuto más, asegurándose de quitar la sangre seca de Astoria de debajo de las uñas. Pensando en el día que habían tenido, se dijo a si misma que todo estaría bien.

Los días pasan. Algunos se van volando tan rápido que ni se dieron cuenta, otros parecieron interminables. Pero, todos al final terminan convirtiéndose en semanas, y a su vez en meses, casi sin que nos demos cuenta.

—¡Es hora del baño! —Canturreó alegremente Alexandre, entrando a la habitación de su hija, donde ella y Gabrielle jugaban sobre la alfombra peluda.

—¡Siii! —dijo su esposa imitándola voz de un bebé. La niña sonrió. Ellos también sonrieron satisfechos.

Alexandre y su esposa se quedaron sorprendidos cuando, a continuación, la pequeña de diez meses se dio vuelta y comenzó a gatear rápidamente hacia el baño entre risas balbuceantes.

Ellos compartieron una mirada, entre estupefacta y orgullosa, antes de que él corriera tras su hija. Gabrielle tomó la cámara, captando la borrosa silueta de su marido agarrando un borrón.

Miró, por un segundo,con tristeza la foto desenfocada antes de encogerse de hombros y agregarla al álbum. Su bebé crecía tan rápido. 

En Junio de 2017, semanas después del onceavo cumpleaños de Scorpius, una lechuza arribo a la cocina del ático donde la familia Malfoy vivía en Londres Muggle, trayendo una carta amarrada a su patita con el sello de Hogwarts.

La mañana del primero de septiembre, la familia Malfoy acompañados por la presencia de la pequeña Lily, arribaron a la estación King Cross poco antes de las once.

La pequeña pelinegra sonreía, saltando de aquí para allá, tomada de la mano de Scorpius mientras su hermanita tenía un puchero en los labios y cada tanto preguntaba: —¿Puedo ir?

—En dos años, Cassy —Respondía su madre con una sonrisa paciente.

El niño rubio soltó la mano de Lily, minutos antes de que el reloj diera las once.

—Recuerda que: las golosinas te ayudan a hacer amigos* —Canturreó su madre.

—Ignora a tu madre, hijo.

—¡Yo también quiero ir! —Lloriqueó Cassy.

Lily salto a los brazos de su amigo besando su mejilla repetidas veces —¡Adiooooos! ¿Me escribirás? ¡No quiero que me olvides! ¿No lo harás, verdad?

Scorpius sonrió a su pequeña amiga —Nunca me podría olvidar de ti, enana —A Lily se le colorearon las mejillas y, por alguna razón, su corazón latió un poco más rápido —Prometo que les voy a escribir a ambas, cada semana. —Apoyó las palmas de las manos sobre las cabezas de las niñas y les revolvió el pelo.

—¿Por el meñique? —Lily levantó el dedo.

—Por el meñique —entrelazaron sus dedos antes de subir al tren. Draco subió tras él para acomodar su baúl.

—¡Astoria! —Exclamó una mujer a un par de metros.

—¿Daphne? ¡Oh, Daphne! —Astoria corrió hacia la mujer dándole un fuerte abrazo.

Lily y Cassy se miraron, igual de confundidas. Estaban por acercarse, cuando el caos se desató. La pequeña rubia lo escuchó primero. Entrelazó sus dedos con los de Lily cuando una mujer, de la edad de su madre, comenzó a caminar de manera extraña mirando a todos los niños mientras exclamaba un nombre en voz alta: —¡Rous! ¡Rous! ¿Dónde estás, Rous? ¡Rous!

En otro lado un hombre la imitaba: —¡Ethan! ¡Ethan!

Luego, una niña gritó.

—¡Rachel! —Exclamo alguien —¡Rachel!

—¡Liam! —Llamó alguien más.

Cassy tiró de su amiga para alcanzar a su madre, cuando Lily frenó de golpe. Se dio vuelta y vio, aterrada, como los ojos azules de Lily la miraban con una mezcla de sorpresa y miedo. Una mano grande y peluda le apretaba el hombro. La mano de un hombre que llevaba una larga túnica negra que dejaba ver sus brazos tatuados, y que ocultaba el rostro con una máscara de gas.

Gritó cuando el hombre y Lily desaparecieron con un fuerte ruido. El tren silbó por última vez en ese momento, ocultando su grito.

Con la sangre palpitando en sus oídos y las pupilas dilatadas, lo último que supo fue que una delgada y callosa mano cubrió su boca.


El tren salió de la estación 9 ¾ a las once. Puntual como siempre.

Desde el tren, los niños que se asomaban para ver por última vez a sus padres, vieron de primera mano lo que a la mañana siguiente verían en el periódico. En el cielo se dibujaba un cráneo con lo que parecía ser una serpiente saliendo de su boca: La marca tenebrosa.

La mayoría de ellos no le dio importancia, no conocían su significado.

Ese primero de Septiembre fue la primera vez en más de 19 años que la marca tenebrosa apareció.


*Referencia al Legado Maldito. Si no lo leíste no lo hagas, es como un fanfic "meh".

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