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Capítulo 9

AGNES

Haber visto a Izaak fue un golpe de reconfortante aire fresco luego de haber estado encerrada en el castillo, rodeada de problemas la mitad del tiempo. Izaak siempre había sido como un hermano más para nosotros, y de las primeras personas en enterarse de nuestro oscuro secreto, y eso lo hacía especial.

Recorrí el jardín, buscando alguna señal de Meghan o Nathan, no me sorprendería encontrarme con el cadáver de alguno de los dos en mi camino. Yo había propuesto dejarlos solos, tenía la idea de que los dos eran igual de arrogantes e irritantes y lograrían identificarse el uno con el otro, o matarse en el intento.

Madam! - exclamó alguien a mis espaldas.

Me di la vuelta para encontrarme con uno de los sirvientes.

-¡Hay un carruaje de Iggia entrando al pueblo!

Fruncí el ceño ¿Iggia?

-¿Dónde se encuentra en este momento el Señor Ashsorrow?

-En su habitación, madam.

-Dile que se reúna conmigo en el túnel de wisteria y haz que Meghan vaya a recibir el carruaje.

El sirviente asintió repetidas veces y se marchó luego de hacer una pronunciada reverencia.

Un carruaje de Iggia? ¿Quiénes tendrían la intensión de entrar al reino además de los reyes de aquel lugar? Los cuales, según Blake, aguardarían antes de visitarnos, y un par de horas no era espera suficiente.

Me encaminé al túnel del jardín. Era uno de mis lugares favoritos en el castillo. Era un túnel de unos cuantos metros de largo, hecho de finos arcos de hierro rodeados por wisteria, más conocida como glicina. La wisteria es una enredadera con unas preciosas flores color malva, que cuelgan de el hierro de la estructura. Tiene tantos años y es tan espesa, que las columnas que hacen como soporte ya no se pueden ver.

Pero, lo más hermoso de este túnel, es el aspecto mágico y encantado que tiene cuando, al ponerse el sol, aquella luz nacarada se cuela entre los pocos huecos entre las hojas y flores, dándole un aspecto romántico y fantástico.

Los nervios me carcomieron desde dentro hacia afuera mientras esperaba, los segundos parecían horas y mientras más tiempo pasaba, más paranoica me volvía. ¿Acaso Iggia planeaba invadirnos? ¿O tal vez deseaban matarnos si es que han descubierto nuestro secreto?

-¿Madam Fontaine?

Mi corazón se detuvo por una milésima de segundo, y me volteé, paralizada de pies a cabeza, para encontrarme con Blake.

-¿Deseaba verme? - preguntó el, acercándose a donde me encontraba.

Recobré el aliento e intenté tranquilizarme.

-Un carruaje de Iggia acaba de atravesar la entrada al pueblo – hablé, sin endulzarlo - ¿Usted sabe a qué se debe tal inesperada visita?

El rostro de él fue tan sereno e inocente, que casi me lo creo. Pero los mejores mentirosos somos los mejores detectando mentiras.

-No intente engañarme - le gruñí.

Sus facciones permanecieron serenas.

-Sinceramente, madam, le juro...

-No jure en vano – le advertí - no querrá manchar su honra.

-''Por la libertad, así como por la honra, se puede y se debe aventurar la vida''

Se trataba del Quijote.

-No lo llamé para que recitara citas de libros – mi semblante permaneció imponente e inmovible.

-De verdad, princesa – inclinó la cabeza – no sé a qué se debe esta visita. Mi reina se encontraba muy débil en el momento en que marché a su ciudad, no creí que vendrían hasta dentro de una semana más.

Lo examiné, crítica. No me creía ni la mitad de las palabras que salían de su boca. Me acerqué un paso, sosteniendo su mirada con dureza.

-Si descubro que me ha mentido... - no completé la frase, mi tono de voz daba a entender perfectamente las consecuencias.

Me di vuelta y me marché de allí, con un mal sabor en la boca, a desconfianza y paranoia. Me encaminé rápidamente hacia la sala del trono, donde me esperaban Meghan, Aleix y los que debían ser, con seguridad, la familia real.

El Rey tenía una pequeña sonrisa de labios cerrados en su rostro arrugado, el cabello azabache estaba teñido en algunos mechones blancos. La Reina, por otro lado, se veía joven y hermosa, con un cabello dorado que caía como una cascada de oro por su espalda, y su rostro de piel rosada se veía maternal y dulce. El Príncipe era alto y delgado, con su cabello color chocolate en una mata de rizos, y los ojos igual de oscuros, observándome con contenida curiosidad.

Hice una reverencia en su dirección.

-Lo siento por haber demorado, Sus Majestades, he tenido que resolver un problema y nos han tomado por sorpresa.

El Rey asintió, comprensivo.

-Está bien, princesse – su mirada cayó atrás de mí, y me di la vuelta para observar venir a Blake, con una sonrisa enorme en su rostro, tenía un parecido asombroso con la Reina de Iggia - ¿Blake?

La mirada ansiosa de Blake se dirigió a el Príncipe y bajó los escalones de mármol rápidamente, para abrazar con fuerza a su primo. El Príncipe le palmeó la espalda, apoyando su cabeza en el hombro del rubio.

Blake se apartó, y se dio la vuelta hacia la Reina, besó el dorso de su mano y estrechó la mano del Rey, para luego inclinar la cabeza.

-¿Puedo preguntar donde se encuentran sus padres? - preguntó el Rey a Aleix.

Mi hermano le echó una mirada a Meghan, ella tenía los brazos cruzados en su pecho y cara de pocos amigos.

-Han salido del reino, volverán esta noche o mañana al amanecer – aseguró.

Aleix detuvo a un sirviente que pasaba por allí.

-Prepara dos habitaciones para los reyes de Iggia y el príncipe - le ordenó.

El sirviente asintió varias veces y se marchó de allí.

-Mathis, querido, ¿por qué nos das un paseo con Meghan? - la Reina habló - Supongo que ella podrá darte un recorrido mientras nosotros nos ponemos al día con Blake y hablamos con la princesa Agnes y el príncipe Aleix.

Me volteé rápidamente hacia Meghan, sin que me importara la brusquedad de mi acción. No quería que ella les faltara el respeto de ninguna manera y ese era, precisamente, el talento de Meghan. Además, considerando su cara larga y las pocas ganas que tenía de contraer matrimonio, no dudaba en que soltaría uno de sus poco educados comentarios. Le eché una mirada fulminante cuando sus ojos se encontraron con los míos.

-Deberías mostrarle el túnel de wisteria, hermana, es encantador a esta hora – le sugerí, indicándole que se marchara con él lo antes posible.

Meghan se fue, acompañada de Mathis y yo recé para que no diga nada comprometedor al Príncipe.  

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