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Capítulo 8

ALEIX

Agnes y Ione caminaban un poco más por delante de Félix y yo, Ione sostenía una sombrilla blanca en una de sus manos enguantadas, y Agnes se acomodaba el sobrero, con los lazos del vestido verde pastel danzando en el aire.

Agnes había propuesto empezar pronto con los preparativos para la ''muerte'' de Meghan y Nathan. ''No sabemos cuándo vendrá el príncipe, y con nuestros padres fuera del reino, esto es perfecto'' había argumentado. Así que habíamos decidido encaminarnos esa tarde a la casa del pueblo de Izaak, el hermano de Ione.

Aquella mañana, le había mostrado los alrededores, el castillo y el jardín a nuestro invitado, el aristócrata Ashsorrow. El no parecía tener más de un par de años que nosotros, y era agradable, simpático y educado. Me dediqué a hablar en casi todo el camino sobre la historia del pueblo y el castillo, además de caballos y su ciudad natal. Y luego él me había preguntado, en un susurro, distraído y avergonzado, un poco a la defensiva: '' ¿Su hermana está comprometida?''

Y no tuve dudas cuando pensé que se refería a Agnes, Meghan ya lo estaba. Lo cierto, era que Agnes era la más mimada de nosotros, y nuestros padres le habían dado un año más para encontrar un hombre decente con el cual casarse. Agnes no parecía demasiada preocupada por encontrarlo, a pesar de que le sobraran los pretendientes. Las cartas de desconocidos halagándola e intentos de cortejos eran excesivos.

Le expliqué la situación a Blake, apretando la mandíbula. El me agradaba, pero no podía evitar dejar salir mi extremada sobreprotección. Este era un desconocido, y la mujer por la que él me había preguntado era mi hermana, y la protegería incluso si tuviese que derramar sangre para no verla a ella lucir lágrimas.

Agnes volteó la cabeza, como si supiese que estaba pensando en ella. Me sonrió de oreja a oreja y siguió caminando apresuradamente. Ione empezó a correr al ver al hombre parado en la entrada de la casa, y se arrojó a sus brazos con una gran sonrisa en su rostro.

El la abrazó con fuerza, como si no quisiera dejarla ir en ningún momento. Ione, en cambio, si se apartó, con la misma sonrisa, la cual trasmitía felicidad en su estado más puro. Agnes subió los escalones de la entrada e Izaak dejó a Ione para besar el dorso de la mano de mi hermana. Agnes también sonrió por su gesto.

-Un placer como siempre, Agnes – dijo él.

Agnes hizo un pequeño asentimiento con la cabeza.

-El sentimiento es mutuo, Izaak.

Extendí mi mano en dirección a Izaak, él sonrió, de la misma manera que lo hace Ione: con unos hoyuelos en sus comisuras y la boca cerrada.

-Aleix.

-Izaak – su sonrisa fue contagiosa – este es Félix Patel, guardia de la corte e hijo de Lior.

Félix se acercó con torpeza y me imitó, Izaak estrechó su mano, con fuerza, aun con esa actitud simpática y hospitalaria.

-Izaak Asher Mathieu – se presentó.

-Félix Alphonse Patel – lo imitó.

Izaak se apartó de la puerta y nos invitó a pasar. La cabaña era rustica y muy humilde, no porque no tuviese los recursos para construirse una linda casa, o irse a vivir al castillo, derecho que tenía gracias a que Ione era miembro de la corte. Izaak era simple, no le gustaban las cosas costosas, brillantes o vistosas, prefería las finas camisas arrugadas y blancas y los pantalones holgados color madera, los frutos del bosque y las presas que podía conseguir gracias a su arco y flecha.

Pasamos a la pequeña sala, el piso de madera crujía bajo mis botas, los ladrillos y la madera volvían a la casa oscura y fría, lo que era un alivio luego de caminar calles y calles bajo el caluroso sol veraneal. Nos sentamos alrededor de una mesa redonda, en sillas de madera. Izaak desapareció por un momento y luego volvió con una sesta llena de pan casero y fresas silvestres. Los ojos de Ione se iluminaron.

La familia Mathieu siempre fue muy prestigiosa, y el padre de Ione e Izaak fue la mano derecha de mi padre por muchos años, jefe de la Guardia y gran consejero, hasta que murió en batalla, defendiendo a su único y más leal amigo, mi padre.

Teníamos 10 años cuando mi padre le sugirió a la madre de Ione llevarla a ella y a Izaak al castillo, Ione sería la dama de compañía de Agnes, e Izaak se entrenaría para ser un guardia real. Ione aceptó la propuesta, pero Izaak, aun siendo un pequeño niño de 13 años, agradeció la oportunidad, y la rechazó.

A sus 17 años, Izaak le pidió a su madre que le dejara construir dos cabañas, una en el Bosque, y otra en la ciudad, y desde entonces, siempre se encuentra en una de ellas o cazando.

Ione empezó a mordisquear una fresa. Le encantaban las frutas silvestres.

- ¿A qué debo el honor de su visita? - Izaak se sentó en la silla restante, tocando su mentón, rozando su incipiente barba.

Agnes se reclinó, apoyando los codos sobre la mesa.

-Necesitamos tu cabaña del Bosque – dijo, sin rodeos.

Izaak levantó una ceja.

- ¿Van a ocultar un cadáver? - bromeó.

Hice una mueca.

-Algo así.

Agnes me fulminó con la mirada y volvió a observar con seriedad a Izaak.

-Tenemos que ocultar a Meghan cuando el príncipe se entere de su don, y es la mejor idea que se nos ha ocurrido.

-Vamos a darla por muerta – resumió Ione – a ella y al hermano de Félix, Nathan.

Izaak cortó con un cuchillo de metal el pan.

-Está bien, podré equipar la cabaña para que estén allí unas semanas, pero tengo que saber en qué momento - levantó la mirada del cuchillo hacia nosotros – con la mayor exactitud posible.

Ione asintió varias veces, y volvió a sonreír, radiante. Su parecido con su hermano aún era aterrorizante: las mismas cejas espesas, piel lechosa y ojos oscuros. Izaak dejó el pan recién cortado en una bandeja y nos invitó a probarlo. Lo cierto era que, no hay nada mejor que la comida casera.

Nos deleitamos con el pan y las fresas como si fuera nuestra última cena, y luego de que Ione e Izaak intercambiaran un par de palabras y otro de aquellos eternos abrazos que solo los hermanos compartían, nos marchamos nuevamente al castillo.

Recé para que Nathan y Meghan no se hubieran matado en el tiempo que los dejamos solos.  

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