Capítulo 5
ALEIX
Caminé por el pasillo arrastrando los pies, cansado, cuando de pronto sentí a alguien abrazarme por la espalda con un brazo y caminar conmigo. Me voltee a ver a Ione y ella me regaló media sonrisa, Ione era el tipo de chica que contemplabas como si fuera alguna especie de diosa, de aquellas que miraban con sus brillantes y fríos ojos tu alma y decidían si eras lo suficientemente digno para recibir una sonrisa de su parte. El tipo de mujeres que amabas y te asustaban al mismo tiempo, y adoraba ambos sentimientos.
-No te emociones demasiado – se burló ella al ver mi anonada expresión.
Yo agité la cabeza saliendo de mi ensoñación.
-No prometeré nada – le sonreí.
Ione negó con la cabeza, tenía ese hábito de agitar su cabeza como si pensara que los demás fueran niños y no supiese que hacer con ellos. Como si fueran seres inferiores a ella.
Ella no me soltó y siguió caminando a mi lado, sin decir una palabra, con el rostro relajado, neutro, mirando hacia adelante.
Recorrimos pasillos iluminados por velas, observamos el resplandor de la luna menguante y la luz de las estrellas, que parecían puntos brillantes en un cielo de terciopelo oscuro.
Cuando llegamos a la alargada mesa de marfil blanco, me separé de ella para ir a sentarme junto a Meghan y Agnes, Agnes jugaba con uno de sus cabellos, en su mundo, con Blake Ashsorrow a su lado. Meghan miraba a nuestro invitado con dagas en los ojos, no movió un pelo cuando me senté entre ella y nuestra otra hermana.
El jefe de los guardias, nuestros padres, los nobles y Lior se nos unieron un poco después.
El único ruido en la mesa era el de los platos que se movían de un lado al otro y tenedores chirriantes de plata, que sonaban al mínimo roce. Si no fuera por eso, la mesa estaría en un silencio de muerte.
Mi madre se aclaró la garganta luego de limpiarse la boca con la servilleta de tela blanca.
-Señor Ashsorrow – el nombrado levantó la cabeza y observó con fijeza a mi madre - ¿Podrá contarnos algo sobre usted?
Blake asintió y bebió un trago del champagne antes de hablar.
-Vivo en Iggia y soy sobrino del señor Chavalier, Iggia es muy distinto a aquí todo es... muy lúgubre comparado con su castillo mes seigneurs.
Mis padres parecieron complacidos.
- ¿Qué hay de tu familia? Tus padres, prometida...
Blake soltó una suave risa.
-Mi madre murió al darme a luz, mi padre está bien, pertenece a la nobleza al ser hermano de la Reina Chevalier, tengo una muy buena relación con mi primo, es ese el porqué de ser yo a quien ustedes reciban, el insistió en que me enviaran a mí, ya que tiene más confianza en mí que en algunos de los duques o mensajeros del reino – relató el –. Y no tengo prometida, con tanto trabajo no tengo tiempo para dedicarme al amor, majesté
Mi madre hizo una mueca.
-Qué triste querido, deberías hacer un espacio para encontrar el amor, seguro debe haber miles de doncellas esperando por usted, Señor Ashsorrow.
La mesa volvió a quedar en silencio.
-Mañana – propuso mi padre – Aleix podrá mostrarle los alrededores – me miró a mí con seriedad – al menos que eso le moleste.
Yo le sostuve la mirada.
-No será ninguna molestia
-Perfecto – mi padre se levantó con suavidad – si me disculpan, Noelle y yo debemos ir a discutir unos asuntos con un reino vecino, Aleix quedará a cargo, nosotros volveremos mañana a la medianoche o un día después al amanecer.
Meghan pestaño unas cuantas veces, antes de componer una pequeña sonrisa, lenta y terroríficamente. Cuando Meghan sonríe solo puede significarse una cosa: caos por doquier.
A nuestro padre no le pasó desapercibida esa sonrisa y le echó una dura mirada a mi hermana. Luego de su silenciosa amenaza, marchó hacia la salida con mi madre sujeta a su brazo.
El jefe de los guardias, Belmont, y Lior empezaron una compleja conversación sobre el avance de Nathan y Félix en la guardia. Los nobles cotilleaban sobre el señor Ashsorrow en voz baja, echándole miradas cada tanto.
Blake se levantó y se dirigió hacia nosotros.
-Si me disculpan, iré a dormir – dicho eso se retiró con lentitud.
Los tres lo seguimos con la mirada. La de Meghan era una desconfiada, la mía confundida y la de Agnes pensativa, como si algo en Blake no la terminara de convencer.
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