...Capitulo dos...
"Coraje de Scorpio PT4"

Una diminuta Rita se encontraba en lo alto de una pequeña colina, mientras el jovencito Óscar, con la intención de ayudarla, arreglaba su cabello colocándole una pequeña coleta. La niña tarareaba con melodía, mientras Óscar, al peinarla, se ruborizaba levemente.

"No sé arreglar el cabello, deberías decirle a Betty que lo haga, ella sabe más sobre estas cosas", sugerí, rompiendo el silencio que se había creado. Óscar, al escuchar mis palabras, no pudo contener unas pequeñas carcajadas y se recostó en un árbol de hojas rojas, desde donde se podía divisar la preparatoria cercana.

"Tarde o temprano llegaremos a ese lugar, y cuando finalmente lo hagamos, me gustaría convertirme en una militar para defender Tearrlad", expresó Rita.

"¿Igual que mi padrastro, vigor?", preguntó.

"No, Óscar, mucho más. Crearé un mundo donde nadie tenga que sufrir como yo", respondí con una sonrisa, rascándome la nuca. En ese momento, una hoja cayó y una pequeña criatura con cuernos apareció sonriendo desde lo alto del árbol.

"¿Estoy volviéndome loco, o qué es esa criatura?", exclamó Óscar, frotándose los ojos y temiendo que la locura lo hubiera invadido.

- lo dudo mucho.

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Todos reaccionamos de manera distinta ante situaciones adversas: algunos con tristeza, otros con enojo, otros prefieren huir. En ocasiones, nuestras emociones son tan intensas que dificultan pensar con claridad en momentos frenéticos. Cada uno manifiesta sus reacciones de forma única; personalmente, tiendo a responder con un arrebato de locura.

La joven Rita se encontraba al borde de la locura, golpe semblante tras golpe habían sido bloqueados por el ágil Scorpio, mientras esta con sus ojos brillosos refunfuño "te mataré"

- Oh, Piscis, tu reacción resulta verdaderamente emocionante. Tu esencia es tan distinta al esplendor que solías tener en el pasado - expresó Scorpio con un tono de diversión.

Las cosas continuaban su curso, mientras la joven atacaba el estómago del dios Scorpio. Sin embargo, su mano temblaba ligeramente, lo cual llevó a Rita a reflexionar sobre el motivo detrás de sus actos.

El dios respiraba agitadamente al observar a la chica, sus ojos titubeaban sin mostrar claridad en las razones que subyacían en sus acciones.

- Admiro tu singularidad, Ri. Eres tan distinta a Jhonatan, quien estaba dispuesto a eliminar a cualquiera por su amor por Jessie Ugedark. A diferencia de él, tú no puedes hacerlo. Resulta curioso, considerando que hace quinientos años ese muchacho rubio era un dios como yo - reflexionó Scorpio en voz alta mientras rodeaba a la joven, quien cubría sus oídos intentando bloquear la voz interna del dios mencionado - En este mismo lugar, hace quinientos años, quité la vida a mi hermano por traición. Recuerdo claramente tu esencia, Piscis. Esa risa, esa aura que me resulta tan familiar, pertenecen a mi hermano, mi gemelo nacido de nuestro Padre, el creador del cielo y la tierra, Ri - rememoró Scorpio.

Aunque se resistía a aceptarlo, la chica debía enfrentar la dura realidad de que esos recuerdos pertenecían a su vida pasada como Jhonatan López, el dios Piscis, quien traicionó a los ángeles por el amor de Jessie Ugedark.

- Lo más perturbador de todo es que indirectamente fui yo quien provocó la muerte de ambos. Parece que ese profundo amor trasciende tanto la realidad como la muerte, puesto que has renacido en un cuerpo que comparte su esencia. El destino parece obligaros a estar juntos por la eternidad, amándoos desde la infancia. Qué cruel es el destino, pero esta historia no tiene un desenlace feliz - reflexionó Scorpio señalando con una sonrisa de locura.

- ¡Cállate! Soy Ri, la amiga de Óscar. No tengo nada que ver con eso - exclamé con firmeza.

- Lo que más admiro de ti, Ri, es tu incapacidad para herir a tu propio hermano. ¡Hazlo! - instó Scorpio, entregándole la daga del maltratado Óscar.

- ¡Hazlo! ¿Acaso no puedes? - desafió Scorpio.

La chica vaciló al mirar a los ojos del ángel. Sin embargo, algo en su mirada reflejaba pesares pasados que aún no comprendía.

- ¡Mátame, Piscis idiota! ¡Dejaré mi huella con mi muerte, maldita estúpida! - exclamó Scorpio con furia.

Una fuerte patada de Scorpio impactó en el estómago de Rita, quien escupió un poco de saliva mientras era retenida por el dios.

- ¡Hazlo, Ri! - exclamó Scorpio.

Los ojos morados de Scorpio se transformaron en un oscuro abismo mientras repetía una y otra vez su súplica.

Mátame, mátame, mátame, mátame, mátame, mátame, mátame, mátame, mátame, mátame, mátame, mátame, mátame, mátame, mátame, mátame, mátame, mátame, mátame, mátame, mátame, mátame, mátame, mátame

...

Aquellas palabras me dejaron atónita, haciendo que moviera mi cabeza de un lado a otro con disgusto. Déjame en paz, Scorpio, desaparece de mi vista. No seré una marioneta manipulada, ni tampoco un instrumento en manos de los ángeles. Me rehúso a aceptar ese destino impuesto. No pienso permitirlo.

- Pudrete - hable.

- ¿No puedes hacerlo? ¿Sabes por qué la daga de las impurezas es roja? Es por la sangre derramada en la antigua guerra, por el dolor, la determinación, la ira y la venganza de aquellos caídos. Satisface a la daga y acaba conmigo, el hijo más fuerte de Dios. Tienes aquí la oportunidad de vengar a aquellos demonios caídos en la guerra contra los ángeles y los demonios - imploró Scorpio con angustia.

Yo en un acto de valentía, me acerque con determinación y, en vez de clavar la daga, abrace al dios Scorpio. El dios, confundido, no comprendía la razón detrás de ese gesto, pero mis lágrimas  demostraron algo más que eso.

- La muerte no resolverá nada. ¿Deseas redimirte? Pues intenta hacer el bien en lugar del mal. No te mataré. Si crees que la muerte te salvará de tus antiguos pecados, estás muy equivocado. Algún día, sea quien sea, deberás esperar tu momento y afrontar las consecuencias de tus actos. Avanza, mejora como persona para que, cuando llegue tu hora, puedas vivir una vida plena y sin remordimientos, imbécil - sentencié con firmeza

Al modo característico de la chica fuerte, Rita golpeó una vez más el estómago de Scorpio, quien se encontraba perplejo sin comprender sus actos.

- Si anhelas la muerte, búscala tú mismo. No seré yo quien arrebate una vida - concluí - ni que fuera un monstruo al igual que tú... Scorpio - respiré con fuerza ya debilitada.

Scorpio dudaba de su propia existencia en ese instante y un pensamiento fugaz acerca de su hija se reflejaba en su juvenil semblante.

- Papá, recuerda que no todos los demonios son tan malvados como creemos - fue el recuerdo de su difunta hija. En ese momento, Scorpio tomó la daga y justo cuando estaba a punto de herirse a sí mismo, Rita apartó la daga con delicadeza. Después de todo, incluso el temible dios Scorpio sentía temor ante lo que le esperaba más allá de la muerte.

- ¡Puedes redimirte! ¡Vamos, tal vez las cosas sean complicadas, pero puedes comenzar de nuevo - expresé extendiendo mis manos esperando un acción del dios Scorpio.

El dios Scorpio, tras una inhalación profunda, apartó a Rita de él y se acercó suavemente a Óscar, caminando de a poco mientras los pulsos de Óscar eran cada vez menos presentes, ya que la pérdida de sangre era mucha, pero este tocando con delicadeza las partes desgarradas de su cuerpo. Poco a poco, el líquido oscuro que emanaba antes saldrían de sus manos, llenaba las heridas, convirtiéndose en una tipo de protección, no solamente para que dejara de perder sangre, sino también para que no se infectara.

- este no soy yo - susurro Scorpio al ver el suave respirar de Óscar.

Narra Scorpio

Mis recuerdos pasados invaden mi mente como si estuvieran incrustados en mi cerebro, pero desgraciadamente son los que nos hacen ser "humanos", ¿no?

- ¿Papá? ¿Por qué los demonios y ángeles luchan si ambos tenemos sueños, miedo y felicidades?

- Es difícil de decir, pero todo es por el egoísmo propio, todos buscamos el bien propio y el de los familiares y no el de los demás - respondió Scorpio.

- ¿Y qué pasaría si algún demonio cambia esa manera de ver las cosas? - preguntó nuevamente la pequeña.

- Vamos, no creo que eso ocurra… Pero tal vez, solamente tal vez poniéndome en tus zapatos, sería quien salvaría a ambos bandos, tanto demonios como ángeles.

- ¿Y eso duraría mucho tiempo? - preguntó nuevamente la pequeña.

- Dudo que ocurra, pero en tal caso de que exista ese estado de pureza, haré lo posible para que su sueño se cumpla y acabar esta guerra una vez por todas.

No me entiendo ni a mí mismo
¿Debo de ser el que acabe la guerra?
...
fascinante

Los recuerdos del pasado duelen también, sin embargo, son estos los que nos recuerdan nuestra esencia más pura.

Apenas iniciará el caos

Última edición
1/12/2024