민윤기
Tengo diecinueve años y aún me falta mucho por vivir. Deseos que cumplir, metas que alcanzar. Pero paren todo, ya nada de eso importa. Porque estoy enfermo, y voy a morir.
Sólo me quedan algunos meses, tal vez una año, pero no más.
Y si me preguntan qué es lo que siento ahora mismo mientras escucho al médico explicar la enfermedad que afecta mi cuerpo. Les podría decir que estoy desbastado, asustado y demasiado decepcionado de la vida. Porque nunca me imaginé que terminaría de ésta manera, porque sentado aquí en ésta silla me doy cuenta de todas las cosas que no hice por pensar que tenía tiempo, las salidas con amigos. Ir a beber con mi hermano. Hablar con mamá de cosas tribales mientras la veo tejer o hacer los quehaceres.
— Doctor... — lo interrumpo para hacer la pregunta más estúpida pero necesaria para mi en éste momento — ¿Por qué? — mis ojos se cristalizan hasta el punto de que una lágrima se escape y recorra mi mejilla.
— YoonGi. — lo veo suspirar y mirarme. — Es una enfermedad rara, los jóvenes son los que más porcentaje de posibilidades tienen de padecerla. No es tu culpa.
— Exacto, no es mi culpa. Y me niego a aceptar algo así — me levanto y salgo de allí.
Los hago porque quiero huir, aunque ya sé que éste es mi fin.
Al llegar a la parada me siento y suspiro mientras veo los autos pasar delante de mi, y observo a las personas que caminan felices a mi alrededor. Que ironía, nunca en mi vida me había detenido a mirar cosas como éstas, para mi era más importante trabajar y salir adelante.
El amor estaba sobrevalorado en mi vida al igual que la felicidad. Pero ahora... no sé por qué mi corazón pide a gritos esas dos cosas. Esas únicas dos cosas que nunca tuve y que ahora quiero tener. Al menos hasta que llegue mi hora, al menos hasta que ya no pueda respirar en este mundo. Quiero intentar encontrar el amor.
(...)
— Vaya, ¿qué estrella se irá a caer del cielo? Es Min YoonGi, el rey del sarcasmo y la indiferencia — la veo alzar una ceja y mirarme algo confundida — ¿Estás realmente aquí o estoy soñando?
Río y negando varias veces y luego la vuelvo a mirar.
— Yo soy el rey del sarcasmo, pero tú eres la reina de las bromas pesadas — me cruzo de brazos y mantengo mis ojos sobre ella.
La veo vacilar un poco mirando hacía otros lados para no mirarme a la cara, ¿por cuánto tiempo ha estado haciendo eso? Creo que desde el día que se me confesó y la rechacé simplemente porque según yo no había tiempo en mi vida para amar. Estaba demasiado ocupado intentando ser alguien que olvidé ser yo mismo y seguir a mi corazón.
Siguen las ironías, ahora no tengo tiempo para nada y quiero poder hacer todo eso que no hice.
— Muy chistoso — suspiró y se sentó haciéndome una seña para que lo hiciera también — ¿Que pasa?
La escucho hacer esa pregunta y prosigo a sentarme antes de hacerle una petición que la dejará en shock y tal vez diga que no. Pero tal vez diga que sí.
— ¿Irías conmigo a Daegu?
Suelto sin rodeos y la chica frente a mi frunce el ceño.
— ¿Qué?
— Escuchaste bien, no lo voy a repetir. Quiero ir a ver a mis padres y mi hermano, quedarme unos días allá.
Muerde su labio y se queda pensativa. Sé muy bien lo que está pensando. Hace mucho tiempo que no veo a mi familia, para ser exacto hace tres años. Desde el día que salí de aquella casa no había vuelto a verlos y me juré que no lo haría. Aunque fue muy egoísta de mi parte porque mi madre no se lo merecía, fue lo mejor que pude hacer y luego no tuve el valor de pararme frente a ella o frente a mi padre ni hermano.
— ¿Entonces? — pregunto para sacarla de sus pensamientos.
— No sé qué es lo que te está pasando por la cabeza YoonGi, no sé por qué después de tanto tiempo quieres volver y mucho menos sé la razón por la cuál quieres que vaya contigo. Y cómo no sé y no entiendo que ocurre no voy, lo siento.
— Chae... — tomo aire y me atrevo a pedirlo de ésta manera. — Por favor.
Sé que no se va a seguir negando. Sé que ahora irá conmigo y me acompañará. También sé que otra vez estoy siendo egoísta al arrastrarla conmigo y aferrarme a ella en éste momento. Pero no puedo hacer otra cosa.
(...)
— Es tu ciudad también — subimos al tren y nos sentamos — ¿No te emociona volver? Ver las calles, tu barrio. Hasta tu antigua casa.
— No — niega y se cruza de brazos — Al igual que tú Daegu es algo que quise dejar atrás.
— Lo siento — digo y miro por la ventana mientras pienso — ¿Cuánto tiempo crees que se necesita para encontrar el amor?
— ¿Eh? — sus ojos oscuros me miran con desconfianza — ¿Que está mal contigo YoonGi? Estás tan raro — rió — Bueno... un segundo.
— ¿Un segundo?
Asintió y suspiró.
— O quizás una vida entera. La cosa está en encontrar a esa persona.
— ¿Como yo? — me mira esperando a que le explique a qué me refiero — Soy esa persona para ti, ¿no?
— Espera, espera — se nota algo alterada — ¿Estamos hablando de ti y de mí ahora mismo? Si es así solo quiero que sepas que ya te superé.
— ¿De verdad?
— Para, o te quedas sólo.
Sonrío de lado y cierro la boca, sé que es capaz de levantarse he irse. Chae es una chica bastante decidida, esa es una de las cosas que más me gusta de ella. Ahora que me detengo a observarla y pensar en mis sentimientos hacía ella me doy cuenta de que es realmente hermosa y que me encanta cuando pretende enojarse conmigo.
El tren parte hacía Daegu y una molesta angustia se apodera de mi. Creo que será la última vez que mis pies pisen ese suelo y pueda ver a mi familia. Así que antes de irme intentaré resolver todos los problemas de los que huí como un cobarde. Porque si voy a morir, quiero hacerlo habiendo hecho todo lo que siempre deseé. Y una de esas cosas es estar en paz con mi familia.
Bajamos y observo la estación con melancolía, no mucho cambió y eso hace que mi corazón se apriete en mi pecho. A pasado mucho tiempo pero todo sigue igual, me alegro que no haya cambiado. Me sentiría perdido si así fuera.
— ¿Irás a ver a tus padres ahora? — me pregunta y asiento mientras suspiro — Bien, iré a buscar en donde quedarme hasta que nos vayamos. La veo girarse para irse y la detengo.
— Espera... — tomo su mano y se gira nuevamente para observarme — Ven conmigo, no creo tener el valor de ir sólo.
Mis ojos se llenan de lágrimas de nuevo y sé que se pregunta que rayos me pasa porque yo no soy así. Simplemente siempre hice lo que creí correcto por mi cuenta sin miedo, pero ahora me es imposible. Estoy asustado por cada paso que quiero dar, porque estarían siendo mis últimos pasos y no quiero que sean errados. Ya me equivoqué bastantes veces en mi vida.
— Está bien.
Sonrío cuando logro que venga conmigo y tomamos un taxi hasta la dirección de mis padres. Estoy ansioso por ver la casa, estoy seguro de que varios recuerdos vendrán a mi mente en cuanto esté frente a mi hogar.
Llegamos y bajamos juntos, observo lo que hace años dejé atrás y me aterro en ese momento sintiendo como si me fuera a dar por vencido, pero una mano tibia que agarra la mía me da fuerzas. Miro a Chae sonreírme y le devuelvo una sonrisa cargada de gratitud.
— Gracias.
Susurro antes de dar dos toques en la puerta y esperar a que alguien abra la puerta. Por mi mente pasan varias situaciones, puede que a la primera persona que vea sea a mi madre, o puede que quién me reciba sea mi padre. Sea como sea, espero poder sonreír.
Veo la puerta ser abierta y observo a mi mamá mirarme con atención y como sus ojos se llenan de lágrimas que corren desparramadas por sus mejillas.
— YoonGi... — la escucho pronunciar mi nombre con dolor.
— Eh regresado a casa, mamá.
Me acerco para abrazarla y la recibo entre mis brazos, y me pregunto cuántas veces hice esto en el pasado y me impresiono cuando me doy cuenta de que desde que crecí, éste es el primer abrazo que le doy a mi madre.
— Hijo mío... — me separa un poco para analizarme — ¿Por qué estás tan flaco? Seguro no te alimentas bien en Seúl, ¿has estado bien? No sabes lo preocupada que estaba.
— Te extrañé — digo cortando sus palabras — Lo siento, mamá. Por haberme ido así, de verdad lo siento.
Me disculpo una y otra vez. Por haber sido un idiota, por sólo haber pensado en mi y no tomar en cuenta los sentimientos de los demás. Principalmente, por haber lastimado a mi madre.
— Mi pequeño... — me volvió a abrazar — No te preocupes... ya estás en casa...
(...)
Estaba en mi antiguo cuarto con mi hermano mientras esperaba la llegada de mi padre. Estaba nervioso, pero estaba feliz de estar de vuelta en casa y de ser tan bien recibido. Espero que él también se alegre de mi llegada.
— Así que Chae — lo veo alzar una ceja mientras sabe que cosas pasan por su mente. — Sabía que iban a terminar juntos, es clásico hermano.
Río negando y me dispongo a hablar — Nada de eso Hyung - me siento en la cama y lo miro — No supe apreciarla en el momento que debí y la perdí...
— Vaya... — se sienta a mi lado y pasa su brazo por mi hombro — No sé en qué situación estén... pero lo veo en sus ojos y en los tuyos. Deberían darse una oportunidad, ambos.
Frunso el ceño y no puedo evitar reír aunque no sea el momento.
— ¿Por qué hablas así? — me burlo — ¿Desde cuando eres poeta?
— Idiota, di lo mejor de mi — niega y se levanta para marcharse.
Aprovecho y me recuesto en mi cama mirando hacía el techo, ¿cómo se supone que diga adiós?
¿Es acaso esto un castigo? Si lo es, es muy duro.
Mi padre llegó del trabajo y no lo pensé mucho antes de salir y detenerme frente a él. Sus ojos me miraron cargados de impresión y confusión.
— Padre...
— ¿Has vuelto? — sus palabras se escuchan fuertes, pero más cálidas que la ultima vez.
— Si... — hice una reverencia — Desearía poder hablar...
Asiente y lo acompaño a solas hasta su despacho. Lo veo detenerse de espaldas a mi y me atrevo a hablar.
— La última vez que nos vimos juré nunca volver a ésta casa... Estaba molesto por no ser entendido y ser arrastrado a una vida que no quería. Dije cosas de las que me arrepiento...
— Si ibas a volver arrepentido nunca debiste salir de ésta casa YoonGi, al menos creí que estabas seguro de lo que querías — se gira y me mira fijamente.
— No me arrepiento de mi decisión. No estoy aquí porque me rendí, ni mucho menos porque dejé de desearlo. Mis disculpas no son por ello, sino por irme de casa sin mirar atrás y pasar tanto tiempo lejos de mi familia. — hice una pausa y lo observé, a pesar de todo el rencor que sentía por él. Por sus duras palabras y por romper mis sueños. Aún así lo había extrañado mucho — Siento mucho haber dicho aquel día que no lo quería como mi padre, claramente eso salió de mis labios sin pasar por mi cabeza antes... Lo siento.
Me disculpo con los ojos llenos de lágrimas y con la esperanza de ser perdonado por mi padre. Y mi corazón se estremece y me permito llorar cuando sus brazos me rodean, había sido perdonado por mi familia, ahora podía irme en paz.
(...)
Los días pasaron y tal y como lo deseé, pude estar con mi familia aunque sea por unos días. Había arreglado todo entre nosotros, ya no había nada que pudiera lamentar.
— Es más fácil irse sin decir adiós — le digo a Chae y ella niega rotundamente.
— Cosa de cobardes — chasquea la lengua y se levanta — Ya has arreglado las cosas con tu familia — sonríe. Sé que está feliz por mi — Debes estar muy contento y aliviado.
Asiento y vuelvo a pensar. Creo que es mejor si no les digo nada, ¿por qué hacerlos sufrir hasta el día de mi muerte? Prefiero estar con ellos y disfrutar mientras puedo.
— ... YoonGi — siento que me llama y la observo de brazos cruzados — Estás en las nubes últimamente, ven a ayudarme.
Me levanto de la silla y agarro la manguera para que ella acabe de cerrarla por completo. La veo girarse mientras busca algo con que amarrarla y pasa una idea por mi cabeza, enfoco el agua en su dirección y la empapo por completo soltando una carcajada a la misma vez que ella grita.
— ¡Min YoonGi! — quita el agua de sus ojos y me mira con cara de demonio — ¡Ya verás!
Suelto la manguera y comienzo a correr por todo el patio siendo perseguido por ella. De repente vienen a mi miles de recuerdos de nosotros pequeños jugando de ésta manera y es entonces cuando me doy cuenta. No tengo que buscar el amor, porque está frente a mi. No tengo que buscar quién me ame porque esa persona siempre a estado a mi lado.
Terminemos exhaustos tirados en el césped mientras miramos el cielo azúl, entrelazo nuestras manos y siento como gira su cabeza para mirarme. La miro y le sonrío, sonríe de igual manera y vuelve a posar sus ojos en el cielo.
— La vida es hermosa... ¿no crees? — me pregunta y me demoro en responder, pero al final lo hago.
— La vida es hermosa — suspiro — La gente resiste años para sobrevivir. Colgando de un hilo inútilmente, sintiendo que debe seguir adelante no importa por cuanto tenga que pasar ni cuanto dolor sentir. Aveces lo hacen sin saber a donde quieren llegar, por eso. No importa cuanto tiempo tengas para vivir, no culpes a la vida por tu sufrimiento. Solo decide lo que quieres por ti mismo y anda...
— ¿Estás triste? — pregunta — Estás llorando.
— Las lágrimas son una fina línea entre la tristeza y la felicidad...
Fin.
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