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D O C E .

[...]

—¿Y que quieres que yo haga?

—¿Apoyo moral?

—¿Sobre qué exactamente?

—Eres el único que lo sabe, me la debes.

—¿De que hablas, Todoroki?, si lo sé es porque tu lo dijiste literalmente frente a todos.

—Lo dije frente a todos...— hizo comillas con sus dedos, sarcástico. —... porque creí que nadie iba a entenderme, y tu lo hiciste.

—¿Y es mi culpa tener un basto léxico y vocabulario?

—No aparentar tenerlo es tu culpa, si lucieras capaz de entender no lo hubiera dicho.

—Me estoy sintiendo bastante ofendido.

—Denki, escúchame, no puedo hablar de esto con nadie más.

—¿Y quieres que yo te escuche hablar sobre lo hermoso que es Bakugo y sobre cómo te enamoraste de él como si fuéramos mejores amigos de toda la vida?

—Te traje botana.— mostró las bolsas de frituras y bebidas que había llevado consigo.

Kaminari lo pensó solo un segundo.

—Bien, entra.— le dejó pasar a su habitacion, sin notarlo que Kirishima había visto la bizarra situación desde las escaleras.

(...)

—¡Lo digo en serio Blasty!, ¡se traen algo entre manos!

—Kiri, no me importa. — siguió leyendo el manga que Mina se había empeñado en dejarle.

—¡Están solos en  la habitacione de Denki!, ¡a estas horas!, ¿¡quien va a la habitación de alguien a estas horas si no tiene segundas intenciones?!

—Tu estas en mi habitación...

—Es distinto. — le arrojó sin cuidado una almohada que había cerca. —¡Denki la última vez lo estuvo abrazando mucho!, ¿y si el volverse tu estudiante era solo una mentira de Todoroki para acercarse y enamorarlo?

—Ay, por favor, eres el único que encuentra atractivo a  esa rata eléctrica.

—¡Katsuki no me estas calmando!

—¡No intento hacerlo!, deja tus dramas y vete a dormir.

Kirishima se sienta en la orilla de la cama, cruza los brazos y piernas mientras un puchero se apodera de su rostro.

—Es muy poco varonil de tu parte no ayudarme, creí que eramos mejores amigos.

—Y Todoroki probablemente aun cree en Papá Noel, ¿eso que carajo tiene que ver conmigo?, exacto, nada.

Siente una punzada cuando la cabeza del pelirrojo se deja caer sobre sus piernas. Hace berrinche, y no se preocupa en lo molesto que está siendo. Bakugo suspira, pues sabe que no le dejará en paz hasta que finga escucharlo.

Eijiro sonríe al escucharlo, pues sabe que su plan a dado frutos.

—Todo empezó en el examen de admisión...

—Ay no— suelta, con decepción. —¿En serio?

—¡Cállate!— da una pequeña palmada en regaño. —Él se veía tan inofensivo y tranquilo que no me espere que su don fuera algo tan agresivo como lo es la electricidad. — cierra los ojos, intentando perderse en sus recuerdos. Da un codazo, para que el rubio le imite. Y lo hace, pero de mala gana y después de soltar un gruñido. —Atacaba con descargas leves que lograban elegantemente fundir los circuitos de los robots...

—...y de su cerebro.

—Jadeaba, luchaba y se veía tan varonil que quedé enamorado de su técnica.

—...Y de él.

—¡Tambien recuerdo que había un loco gritando desquiciandamente mientras explotaba todo a su paso!— eleva la voz, exasperado de las interrupciones.

—¡Seguramente fue un gran prospecto a héroe que no se la pasaba viendo jadear y sudar a otros!— responde.

—¡Un rubio mal genio que rabiaba chispas!

—¡Explociones!

—Ni siquiera sé porqué te estoy contando esto...

—...de nuevo.

—Ni porque te dije que me gustaba Kaminari...

—No lo hiciste, lo descubrí.

—A veces no eres tan masculino.

Bakugo ríe, satisfecho por haber hecho enojar a Kirishima. 

—Anda, ya, estas enamorado de él desde que empezó el primer año ¿y?

—¿Y?, ¿en serio?, ¿¡que quieres decir con eso?!

—No planeas decírcelo, ¿por qué pierdes el tiempo poniéndote celoso de lo que haga con el helado de fresa?

Kirishima se sienta en la cama de nuevo, cruza sus piernas y deja caer su rostro en su palma. Bakugo le imita, burlesco.

—Tengo miedo de que crea que soy raro...

—Nadie cree eso.

—Tal vez lo crean si saben que me gustan los chicos...

—Eijiro,  literal toda la clase cree que somos novios...— ríe.

—Porque lo somos, pero ese es otro tema.– resta importancia, robandole una risa al rubio.

—Yo no creo que seas raro. — confiesa. —Me parece una falta de respeto hacía tu persona que te guste precisamente Denki.

—¿Qué tienes contra él?

—Contra todo mundo, de hecho. — corrige.

—¿Menos yo?

—Todo mundo. — repite.

La habitación se inunda en un silencio. Bakugo no lo rompe porque sabe perfectamente que el otro está pensando en alguna pregunta; probablemente muy tonta, así que decide esperarlo.

—¿Qué hago?— le mira directo a los ojos, con aquellos brillosos y temblorosos ojos a los que no podía ignorar por más que quisiera. Porque si, le parecían adorables, pero no iba a admitirlo en voz alta.

—No somos raros, ni ningún fenómeno, ni bicho o cualquier estupidez que hayas escuchado allá afuera.— Deja el manga de lado por un momento. —Solo te enamoraste, como cualquier persona hace. Listo.

Su sonrisa se agranda.

—Me alegra haberte dicho, bro.

—No me lo dijiste, estúpido. — repite. —Si crees que hablar de lo atractivo que es la masculinidad es una buena manera de "ocultarlo"...— hace las comillas con los dedos, sarcástico. —Estas muy equivocado.

—Bueno,  eso no quita el hecho de que tu si me lo hayas contado porque somos mejores amigos, bros del alma, hermanos inseparables que se quieren y apoyan sin importar...— para cuando se dio cuenta, estaba ya a mitad de pasillo. —...nada...

Escucha el portazo, acompañado de unas maldiciones.  Bueno, lo había intentado, pero Katsuki era muy arisco.

Ve entonces a Todoroki y a Denki bajando las escaleras, ambos observando curiosos la escena.

—¡Chicos!— llama, corriendo a alcanzarlos. —¿Qué hacen?

—Vamos por chocolate caliente...— explica eo rubio. —Me acabe la comida pero Todoroki sigue hablando y hablando...

El pelirrojo levanta una ceja, pues le era imposible imaginar al heterocromatico de esa manera.

—¿Hablando de qué?— se atreve a preguntar.

—Sobre lo eviterna que es mi fascinación y adoración por idílico ser, un amor tan inefable...— empieza a hablar Shoto, soñador. —Se siente casi como si fuese una entelequia de la que no soy digno...

—¿Qué?— suelta Kirishima, sintiéndose estúpido por no entender... otra vez.

—¡Dios mío, Todoroki, deberías aprovechar tu elocuencia para cosas de provecho!— regaña Denki, con el rostro y orejas rojas. —¡Nefelibato sin remedio!— comienza a subir las escaleras otra vez. —¡Me avergüenza escucharte!, ¡¿como planeas que vea a Bakugo mañana a la cara sin acordarme de tus discursos?!, ¡no, renuncio , me largo a mi habitación!

Todoroki no le sigue, de hecho, se sorprende que le haya soportado por tanto tiempo.

—¿A Bakugo?, ¿discursos de qué?

Shoto se despide con una leve reverencia y se marcha, ignorando a su compañero.

No estaba listo para admitirlo frente a más personas. Denki servía por ahora.

[...]

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