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D I E C I S I E T E

[...]

—No estoy de humor...

—¿Cuándo lo estas?

—Cuando no me molestas.

—Eso fue grosero.

—¿Me importa?, no, gracias por su atención.

—¿Por qué agradeces y pides las cosas por favor solo cuando estas siendo cínico o sarcástico?

—Por qué nadie merece escucharlas sinceramente.

—¿Por qué no?

—¿Por qué me disculparia, si para empezar, yo nunca me equivoco?

—¿Dónde compras tu ego?

—En el mismo lugar en donde compras tus conspiraciones pendejas.

—Gran tienda, la verdad, recomendadisima.

—¿Terminaron?— interrumpe Kirishima.

—Si.... — responden al unisolo.

Cosa que asusta más, si es posible, a la clase entera.

Ni siquiera sé habían atrevido a entrar al salón, el pelirrojo había sido el primer valiente (o suicida) en hacerlo. No podían culparlos, nadie supo como reaccionar a la escena tan bizarra, ni siquiera el Bakusquad.

Katsuki estaba en su lugar recostado sobre su mesa usando sus brazos como almohada, algo de por sí ya bastante raro. Agreguemos a eso a un Todoroki sentado en el lugar de Izuku, echando la cabeza hacia atrás con desdén, usando la cabeza del otro como almohada.

—¿Qué les ocurre?— pregunta, sinceramente preocupado.

—Bakugo está raro, y eso me hace sentir raro a mi también... — explica el mitad albino. —Tiene días sin gritarme, sin provocarme, sin pelear, cada vez que intento retomar las clases sobre como hablar intimidatoriamente él dice que no está de humor aunque no sé porqué necesitaría estarlo, solo tiene que estar ahí, sin hacer nada mientras me escucha hablar. No es difícil, ¿lo es?, ¿acaso mi voz es fea?, ¿tal vez es tan monótona que ya lo cansó?— empieza a divagar. —Bakugo dame tu mano...

El rubio la estira con pereza, sin objeción. Todoroki toca su muñeca con los dedos, buscando su pulso, luego lleva la otra mano a su cuello, buscando el propio.

—¿Qué haces?— habla Kirishina, de nuevo, sin entender los cambios de conversación tan drásticos del chico. Se sorprendía mucho, pues hasta hace unos días el mejor de la clase a penas y hablaba.

—El otro día leí que el ritmo cardíaco se sincronizaba si dos personas se amaban...

Denki suelta una risa, asustando un poco al pelirrojo, que no notó su cercanía.

—¿Están sincronizados?— pregunta, sin quitar la sonrisa burlona de sus labios.

—No sé, no le encuentro el pulso a Bakugo.

—¿Estoy muerto?

—Espero que no, no puedo quedar viudo antes de siquiera casarnos.

El rubio aparta su mano bruscamente reincorporandose, como si a penas estuviera reaccionando a todo.

—Oh, tardaste bastante...-—se burla, encontrando por fin el palpitar en su cuello. No, él tampoco estaba muerto.

—Kats, ¿me explicas, cariño?— habla de nuevo Kirishima.

Denki alcanza a ocultar su mueca, a diferencia del Todoroki, quien ni siquiera lo ha intentado.

—Solo estoy cansado.— excusa.

—¿No vas a explorarle la cara por el apodo?

—Voy a explotartela a ti.— amenaza.

—¿Y a mi por qué?, esta preferencia y favoritismo que tienes con Kirishima se está saliendo de control. — señala a Denki, de la nada. —Ten preferencia por mi, para que sepa que no nos importa su desdén.

Kaminari rie, pues piensa que el puchero que se le a formado es, de hecho, bastante tierno.

—Todoroki, debes entender que son mejores amigos.— intenta calmar.

—Seamos mejores amigos entonces.

El de pelo rojo pudo haber objetado en contra porque los pequeños celos que sentía parecían ser más fuertes que su cordura. ¿Desde cuando se llevaban tan bien?, ¿mejores amigos?, ¡de ninguna manera!, ya era suficiente con que se entendieran a la perfección cuando usaban palabras raras para hablar.

Para suerte suya, el que había dejado caer los libros dramáticamente al escuchar aquello fue Midoriya.

—¿Shoto-kun?

—Izuku, no, espera... no es lo que parece...— se levanta del asiento, sintiéndose sinceramente como un infiel de lo peor.

—¿Denki?... ¿me estas dejando por Denki? — lleva las manos a su descontrolado cabello. —Me había estado mentalizado para ser abandonado por Kacchan pero... no me esperaba esto... dame un momento, por favor...

Todos los demás entran, sintiendo el ridículo drama como algo reconfortante. Era mejor que tener que soportar la alta tensión que se generaba cuando Katsuki y Shoto están solos en cualquier lugar.

Bakugon rueda los ojos, cansado de los estúpidos que tenía por compañeros.

Vaya, que no le agradaba nadie en especial -tal vez Kirishima, pero no contaba.- así que ver a otros haciendo escenas por cosas tan triviales le molestaba.

Lo enojaba no poder entender que se sentía tener celos por algún amigo o por cualquier persona. Los consideraba enfermizos y estúpidos, pero... ¿como explicarlo sin sonar ridículo?, le molestaba no sentir lo que otros.

¿Enamorarse de alguien?, ¿preocuparse por lo que alguien pensara de él?, ¿intentar cambiar algo para agradar?, incluso pensarlo le hacía sentir tonto. ¿Por qué tendría que hacer algo así?, vaya, sabía lo narcisista que sonaba pero ¿que mejor que ser él?

Celos, ilusión, vergüenza, deseo, atracción; no podía asignarle esos sentimientos a nadie en especial.

—¿De nuevo tienes tus pensamientos narcisistas?— habla Kirishina, devolviendolo a la realidad.

—Tal vez. — acepta, sin despegar la vista de Todoroki; quien ha hecho una figura minimalista de All Might de hielo. Probablemente para intercambiarlo por el perdón de Deku. —¿Tu cambiarías para gustarle a alguien?

La pregunta le sorprende, mas de lo que pudo imaginar alguna vez. Si bien tenía sospechas de que algo pasaba con su mejor amigo desde hace meses, nunca creyó que ese "algo" llegase a existir del todo.

—Depende.

—¿De?

—Si tengo que cambiar actitudes que le incomodan o no le gustan del todo, y si su disgusto está justificado, lo haría.

—¿Justificado?

—Por ejemplo...— dice, pues sabe que así le será más fácil al otro entender. —A mi no me gusta del todo como te expresas de otros, sueles hacer comentarios jodidamente dolientes, amigo.— habla, sin duda o temor, cosa que hace que Bakugo se acomode en su asiento incómodo.

—Lo sé...— murmura. —Trató de ya no hacerlo...

Una sonrisa se le escapa al pelirrojo.

—Exacto; estas cambiando algo para que yo siga gustando de ti. — su voz suena tranquila, incluso protectora. —Y está bien, no es algo malo porque no estoy pidiendo que cambies tu forma de ser, o que cambies tu físico, mucho menos que dejes de hacer algo que te gusta o disfrutas. Solo pido que cambies actitudes que me incomodan y desprecio; es decisión tuya si lo haces o no.

Bakugo lo medita un poco y se sorprende de lo lógico, inteligente y maduro que ha sonado Eijiro de la nada.

—¿Crees que tenga que cambiar algo para gustarle a él?— pregunta, sin querer.

Se maldice internamente por ello, pues nota la sonrisa burlona del otro.

—Eso deberías preguntárselo a Shoto, no a mi.

—Que te jodan.

[...]

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