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2- Lady Danielle (de "La médium del periódico")


Segundo día de entrevistas. Hoy he vuelto a venir sin preparar las preguntas porque me gusta la espontaneidad. Y la vaguería también. Espero sentado en la mesa de madera, haciendo rodar el boli sobre mis dedos. El camarero está atento a que entre mi invitada.

—¡Hola, qué tal! ¿Eres Hayden? —La miro cuando entra—. Te lo pregunto porque eres el único que tiene algo con lo que escribir. Si fuese más convencional te hubiera pedido que me esperaras con un clavel o algo así, para estar segura de que eras tú.

Está parada frente a mí. La estudio con la vista y añado, mordaz:

—No te quejes. Te espero con un boli, que es lo mejor que puedo dar de mí. —Y río—. Eres Danielle, ¿verdad?

—La misma... —Se sienta—. ¿Sabes? He oído hablar mucho de ti. Sobre todo a Lady Henrietta, una de mis amigas. Dice que eres mejor que su psicólogo. Este vestido me lo ha regalado ella para mi cumpleaños. Te manda saludos.

—Con buena pieza ha comparado a su psicólogo. A mí se me va un poco la pinza a veces. Y sí, es bonito tu vestido. —Y susurro para mí, burlón—: Pero más bonito lo que habrá debajo...

—Es que Lady Henrietta también se acuesta con su psicólogo. —Ríe—. En fin, dejemos eso.

Miro mi cuaderno, pero no hay nada escrito. Je. Soy un tipo impulsivo.

—Eh, bueno. Me presento aunque ya me conoces. Soy Hayden y formas parte de una especie de proyecto social. ¿Te parece bien? —Me encojo de hombros—. Y si no, me da igual. 

El camarero se acerca a nosotros y nos pide saber qué tomar.

—Yo el té de siempre, Harry, el más barato. Ya sabes, no está el horno para bollos.

—Esta vez invito yo, pide lo que quieras. Me gustar contribuir en todos los proyectos sociales. Para mí un Prince of Wales, por favor.

Alzo las cejas, gratamente sorprendido.

—Vaya, qué mal. Así no puedo hacerme el caballeroso. Bueno, pues para mí el mismo que el de la dama.

Nos lo traen enseguida. Bebemos.

—Bien. Vamos a empezar.¿Cuál es tu nombre completo?

—Me llamo Danielle Elizabeth Anne Williams Erberth. Tengo otros nombres, pero ni aunque me tortures te los diré. Ya es demasiado snob decirte tres.

—No, no, tranquila. Se va a gastar el Amazonas con estos... —Escribo—. Emmm, Vale. ¿Cuál es tu edad? No vale mentir, ¿eh?

—27. Y tú, ¿sigues en el instituto? Aparentas 17, no más.

—Vete a la mierda. Estoy a punto de llegar a la mayoría de edad de Inglaterra. —Resoplo—. Siguiente pregunta. ¿Profesión?

—¿Profesión? Depende. Si crees en lo paranormal, soy médium. Si no crees, pon que soy periodista en The Voice of London y modelo. Off the record te diré que trabajo para el MI6.

—Off the record significa que voy a escribirlo. Lo sabes, ¿verdad? —Lo anoto—. Por cierto, ¿cómo es eso de que eres médium?

—Es un secreto a voces desde que publiqué mi libro. ¿No lo has leído? Hablo con fantasmas, por eso digo que soy médium.

—Sí, lo estoy leyendo, aunque no lo he terminado todavía. Quiero que me cuentes más. —Bajo la voz—. Sinceramente, siempre he pensado que estás como una cabra. ¿Sabías que ver cosas que no existen se llama esquizofrenia y está medicada? Prueba a leer muchas de esas basuras literarias que hay en Wattpad, que le sacan mucho partido.

—Disfruto mi locura, gracias por mencionarlo. Lo que no soportaría es estar cuerda.

Inclino la cabeza. Me gusta esta mujer.

—Y le saco mucha rentabilidad, además. Gracias a eso trabajo para el Secret Intelligence Service. Son unos pardillos; se lo creen todo.

—¿Y cómo sabes que... yo qué sé... que tú no estás muerta también y no eres otro fantasma? Alguien ya exprimió esa idea hace tiempo, pero puestos a decir, aquí hay locura para rato. —Sonrío, porque es obvio que no me lo creo.

—¡Qué lucidez! Estoy viva pero sí, soy un fantasma.

—El doctor Crowe también creía que lo estaba.

—Chico, me estás gustando. Lástima que no me guste cambiar pañales.

Pongo mala cara.

—Vaya. Eso ha sido un golpe bajo. Pero si quieres vamos luego al baño y me bajo los pantalones, a ver si tengo pañales o no. —Suelto una carcajada, pero inmediatamente le echo la culpa a ella—. Basta. Por favor, sé profesional. —Bebo—. Venga... Me gustaría saber más acerca de los médium. Dime, ¿se considera un trabajo oficial, remunerado?

—Todo depende de la suerte que tengas. Fui muy afortunada al conocer a Sir Nathan, el dueño del periódico en el que trabajo. Su hermana muerta se le aparecía, para darle un mensaje. Quería que encontrara una especie de testamento que había dejado escondido. A partir de ahí se me abrieron todas las puertas que antes se me cerraban. El dinero llama al dinero. Si no lo necesitas, más te dan.

—¿Pero es un trabajo tomado en serio? ¿Qué opción marcas en la casilla de profesión cuando vas a renovarte el DNI? Porque yo he visto de todo, pero ni médium ni agente secreto están. —La miro burlón. Ella ríe.

—Periodista, chico. Ya he enviado una reclamación para que la incluyan.

—Me parece bien. Yo tampoco sé nunca qué marcar. —Resoplo con humor—. Siguiente pregunta. Tantos trabajos te estarán haciendo millonaria, y tampoco tienes una ascendencia humilde... Así que dime. ¿Qué opinas de la caridad?

—La caridad empieza por casa, no hay nada más importante que la independencia, lo he pasado muy mal cuando dependía de otros. Si después de eso aún tienes mucho, algo deberás hacer por los demás, ¿verdad?

—Verdad. Aquí, en Londres es complejo. Hay trabajo, pero son oficios que a nadie le gustaría ejercer... y lo digo por experiencia. Además, te piden muchos requisitos y los pisos son caros. Así pues... ¿Eso significa que le darás tu reloj al primer vagabundo que te encuentres al salir? —pregunto, tramposo. Envidioso quizás.

—De ninguna manera, me gusta mucho mi reloj. —Ríe—. No doy limosna, eso sólo ayuda a las mafias. Lo que hago es darle dinero a las ONG.

—Yo he pedido limosna mil veces y no pertenezco a ninguna mafia. —Me encojo de hombros. Bebo—. Siguiente pregunta, ¿qué piensas del arte?

—En mi oficina del periódico tengo colgado el cuadro que me regaló mi abuela, Bailarina con un arreglo de flores, que en 1878 pintó Edgar Degas. Lo primero que hago cuando entro y antes de irme es verlo. A veces, al concentrarme en cada pincelada, creo que estoy dentro de él, a punto de ponerme a danzar. ¿Responde eso tu pregunta? El arte se vive y no sólo se mira, como hace la mayoría de la gente.

—¡Sí! ¡Exacto! El arte se mira, el arte se palpa, se escucha, se huele y se siente —me emociono—. Me parece muy mal que tengas un Degas en tu despacho y no me hayas avisado hasta ahora.

—Nunca te invitaría a entrar en mi despacho. Me han contado que eres un peligro cuando estás cerca de un cuadro.

—Te juro que tendría las manos quietas, puedes vigilarme si quieres —río—. Aunque no sé cuánto de seguro es que un agente secreto sepa todo esto...

—Me has pillado, por supuesto. He estado indagando acerca de ti antes de la entrevista, esos amigos fantasmas en los que no crees me han dado mucha información. Por eso he aceptado. Además, me hacen mucha gracia los chicos malos.

—Genial. Hemos llegado a un punto en el que no sé si coger mi cuaderno y salir corriendo. A saber qué te habrán dicho. Yo soy un chico bueno, y los policías ya no me dejáis dormir bien por las noches. Espero que tú tampoco lo hagas, con tanto Casper visitándote. Aquí nos jodemos ambos —replico, inquieto.

—Tranquilo, mis labios están sellados. Quería que supieras que me trajo aquí la curiosidad. Una hazaña como la que has hecho no se ve todos los días.

—No todos lo llaman hazaña la primera vez que lo oyen, la mayoría lo llaman "vandalismo". Pero qué importa quién posea los cuadros. Lo importante es quién los admire. —Bebo—. Última pregunta. ¿Quiénes consideras más interesantes, los vivos o los muertos? Ten en cuenta que acabas de conocerme. —Le guiño el ojo.

—Lo siento, chico, pero me siguen atrayendo más ellos, los muertos. Hace poco he estado en Japón, buscando al samurái Taira no Masakado. ¡Jamás había vivido algo así! Siempre los fantasmas se unían a mis planes o me pedían ayuda, nunca había tenido que enfrentarme a ellos. Digamos, para resumir, que fue algo muy instructivo, nunca hay que dar nada por seguro.

—Pues vaya decepción para nuestro bando. Pero bueno, eso es porque no me has visto en plenas facultades. Además, cuando me muera pienso ser un fantasma bien hijo de puta. —Sonrío con gracia—. Em... Bueno, pues la entrevista ha terminado porque ya me he terminado el té. Ha sido un placer conocerte en persona, Lady Danielle.

—El placer ha sido mío. Dale saludos a Lady Henrietta, creo que últimamente la ves tú más que yo. ¡Qué le habrás dado!

—Yo nada. Soy un ciervo blanco y puro. —Me levanto para salir del bar. —Ya nos veremos, sweetie.

—Hasta otro día.


Conclusión:

- Nombre: Danielle Elizabeth Anne Williams Erberth

- Edad: 27 y bien buenos.

- Profesión: Periodista, modelo, espía y loca de los fantasmas. (Esto último seguro que es para fardar.No creo que paguen por eso).

- Opinión de la caridad: "La caridad empieza por casa". (*Pensar luego qué carajos ha querido decir con eso*).

- Opinión del arte: Tiene un Degas en su puto despacho. ¿Qué es esto que siento? ¿Será amor?

- Opinión de su reloj: Le gusta.

- ¿Prefiere los vivos o los muertos?: Los muertos. (Mentira. Que se meta un fiambre en la cama, ya verás qué fiesta).


Observación: Encima de que me invita al té, no he podido parar de mirarla el escote. Puto vestido. *Repasar modales*.


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