10- Sagittarius (de "Sagittarius")
Llego al bar de Harry quince minutos tarde. Preocupado, ojeo el establecimiento para ver si mi invitada ha llegado antes que yo.
—Llegas tarde, humano.
Ella, sentada en una de las sillas más apartadas del lugar, tamborilea los dedos rítmicamente sobre la mesa mientras sus ojos me escrutan con leve curiosidad. Al encontrarla inclino la cabeza y me acerco.
—Um. Sí. Lo siento. Me he encontrado una abuelita ciega y embarazada por la calle y me he visto en la obligación de acompañarla a su casa. Qué cosas. Soy una persona magnifica. —Me siento—. Eh... ¿Tú eres Sagittarius? ¿Qué mierdas con tu nombre?
Sagittarius deja el constante tamborileo para clavar sus ojos verdes sobre mí.
—Mi nombre, señor magnífico, representa todo lo que soy. Mi pasión es el arco, me puedo convertir en yegua y nací bajo la constelación de Sagitario. ¿Se te ocurre otro nombre mejor que ese?
—Pero no inventes, mujer. El nombre te lo ponen antes de que sepas hacer todo eso. O qué.
Hago una seña a Harry para que nos tome las bebidas.
—No es mi verdadero nombre, pero no me preguntes cuál es el real porque era tan patético que lo borré de mi cabeza —contesta tras un breve suspiro.
—Pues vaya. Esa pregunta es justo la que uso para empezar todas las entrevistas.
—Sin que sirva de precedente, puedes llamarme Ari, pero sólo porque hay algo en ti que me llama la atención, a diferencia del resto de los humanos con los que he tratado hasta ahora.
Alzo una ceja ante el comentario.
—Pues gracias. Es el piropo más friki que me han dicho jamás. Em, ¿qué vas a tomar? Para mí lo de siempre, Harry —le digo al camarero.
—¿Qué diablos significa friki? —Ari frunce el ceño, confusa—. En cuanto a bebida, creo que me arriesgaré con el brebaje que pidas tú.
—Friki es tu definición. De nada. —Río—. Mira, podrías llamarte Friki, aunque no hayas nacido debajo de esa constelación. —Miro mi libreta—. Veamos, ¿cuál es tu edad, my lady?
La mujer entorna los ojos hasta que solo puedo vislumbrar una fina ranura en su lugar.
—¿Cuántos me echas?
Me inclino hacia atrás en la silla.
—No quiero morir... —explico.
—Soy mayor que tú, pero aún me quedan más de ochocientos años por delante —contesta con una altiva sonrisa—. Soy lo suficientemente adulta como para apañármelas sin problemas en los tiempos que me han tocado vivir. Ya sabes, o comes o eres comido.
—Bueno, pero que me digas tu edad, que tengo que apuntar algo aquí.
Sagittarius bufa, irritada.
—Está bien, pero no quiero ni un solo comentario al respecto, ¿queda claro? Los humanos tenéis una obsesión con la edad que me saca de quicio.
—Es solo un número, colega —me río.
—Doscientos veintitrés —contesta secamente.
—Hostia y qué número.
—Aunque sé que no los aparento —dice inclinándose hacia mí con una sonrisa traviesa en los labios.
—Para nada. Con doscientos años mi bisabuela está en los huesos, literalmente. —Miro mi libreta—. ¿De dónde eres?
—No puedo decirte el nombre por temas de trabajo, pero te diré que actualmente vivo sola en el bosque; no soporto a mi raza, pero soporto menos aún las ciudades construidas por los humanos. Apestan. —Sagittarius acompaña la última palabra con un gesto de asco, como si recordase algo maloliente.
—Los humanos normales tampoco soportan a las hippies, así que cero dramas. ¿Y en el bosque cómo vives? ¿Cómo comes?
—Mira, no entiendo la mitad de las palabras que sueltas por esa boca. No sé qué es eso de "jipis", aunque tampoco me interesa. —Sagittarius cruza los pies encima de la mesa, como si fuese lo más normal del mundo—. Vivo en una casa en la copa de un árbol, y como por la boca, igual que tú. —Entonces enfoca la mirada en el piercing que llevo en el labio y baja los pies para acercarse a mí, hasta quedarse a una peligrosa distancia. Esto me permite percibir su cálido aliento—. ¿Qué narices es eso que llevas puesto?
Observo su pose con ojos críticos. No es que me moleste, pero si Harry la ve podría echarnos del bar. Por otra parte, había algo en esa mujer que me gustaba enormemente y no me apetecía contradecirla.
—¿El qué? ¿Esto? Dios mío, pues sí que vives debajo de una piedra. —La miro cómodamente, a pesar de su cercanía—. Se llama piercing y es un adorno estúpido que nos ponemos los jóvenes a cambio de cierto dolor. Es como el collar que llevas puesto, pero más del siglo en el que estamos, ya me entiendes —me burlo.
Harry llega y nos sirve las bebidas.
—Dudo que tu adorno se parezca a mi collar, encanto. Aunque he de reconocer que es... curioso. —Se vuelve a separar, apoyándose en el respaldo del asiento y esta vez, en una postura mucho más civilizada. Yo la miro con cautivación, aunque agradezco cuando vuelve a su posición inicial—. Aún no me has hecho las típicas preguntas que todos los humanos suelen hacer a los elfos, lo cual me deja anonadada. Y no me malinterpretes; no quiero que me las hagas.
—Quizá eso se deba a que los elfos no existen. No sé. Llámame raro.
Sagittarius estalla en risas.
—¿Y entonces qué soy yo? —Tras varios segundos tratando de calmarse, consigue decir—: Mírame bien y dime que no soy real.
—Claro que eres real. Simplemente creo que eres una piba demasiado exótica para la media y con alguna clase de soplada en la cabeza.
—Que nunca hayas visto un elfo no significa que no existamos. No somos estúpidos (aunque la gran mayoría sí que lo es) y sabemos pasar desapercibidos entre los humanos. Podemos transformarnos en animales, como te comenté antes. Puedo hacerte una demostración, si quieres. El único problema es que perderé la ropa por el camino.
La "elfa" sonríe con malicia. Yo la miro sonriente.
—Vaya, quedarte sin ropa. Qué disgusto, ofendámonos todos los pseudomoralistas. Pero bueno, todo sea por la ciencia. —Me río—. Pero dudo que quieras desvelar tu secretito a todos los sucios humanos de este local, así que vas a tener que desnudarte delante de mí con otra excusa. Adelante. Es fácil —instigo, malicioso.
—Sigo sin entender nada de lo que dices, pero tal vez podamos quedar en otro momento y estaré encantada de desnudarme delante de ti "con otra excusa".
—Joder, qué fácil ha sido. Sois unas frescas todas últimamente. Pues ya no quiero.
Ella da un sorbo de té y mira la taza, arqueando una ceja.
—¿Y esto qué es? En la vida había probado un mejunje como este.
—Té blanco. Lleva flores de naranjo y... hierba o algo así. Tampoco es para tanto, pero está bueno y te hace cagar mejor. —Miro mi libreta—. ¿Por qué has accedido a mi entrevista?
—Pues si te digo la verdad, me han engañado. Me dijeron que buscabas a un cazarrecompensas para liquidar a alguien, y como suelo hacer trato con humanos, no sospeché. Luego he llegado aquí y tras hablar contigo un par de minutos me he dado cuenta que no tienes pinta de necesitar a una arquera con una reputación intachable... ¿O tal vez sí?
—Yo solo quería hacerte una puta entrevista. ¿Dónde crees que vas a clavar una flecha aquí? —resoplo.
—Ensartada en tu trasero seguro que habría quedado como una auténtica obra de arte —chasquea la lengua.
—Como si alguien pudiera apreciar una obra de arte mejor que yo —bufo, sin modestia alguna.
—Lástima que no haya traído conmigo el arco y el carcaj. Tendré que limitarme a responder lo mejor que pueda a tus preguntas.
—Responde entonces. ¿Qué clase de perturbado mental contrataría los servicios de una arquera? Ahora lo que se llevan son los francotiradores. O qué.
—Por el amor de Anath Raema, ¡háblame en un idioma que sea capaz de entender! —La "elfa" suspira, resignada—. De donde yo vengo, la gente no conoce a los francotira... francotiraloquesea. Cuando alguien quiere ajustar cuentas con otra persona y no quiere hacer el trabajo sucio, acuden a mí. Si la presa me parece interesante y me ofrecen una suma aceptable de oridíes, acepto el encargo. Soy capaz de matar a alguien a una legua de distancia, así que nunca ven venir mis disparos.
—Oridíes. #Concepto. Porque usar libras o euros está muy visto ya. —Entorno la vista—. ¿También piensas pagar el té en oridíes, encanto? Porque me cago en tus ancestros y listo.
—¿Y por qué iba a tener yo que pagar el potingue este? Vengo aquí engañada, me intentas envenenar con algo que llamas té y encima quieres que lo pague. —Sagittarius palpa el sobre de azúcar que descansa junto a la taza de té, en un gesto impaciente. A continuación, abre el sobre violentamente, provocando que su contenido salga disparado en todas las direcciones—. ¿Qué demonios...?—exclama entre sorprendida y furiosa. Esto último ha terminado con la poca paciencia que tiene—. Mira crío, ¿tú sabes cuánto es una legua? Porque yo creo que no. Ni siquiera te habrás planteado cómo una flecha puede recorrer esa distancia sin perder velocidad. ¿Sabes cuánto tiempo se tarda en recorrer una legua? Una hora. Una. Maldita. Hora. Y yo era feliz con mi arco y mis encargos hasta que Escorpio apareció de la nada cual irritante urticaria (sí, incluso más irritante que tú) asegurando ser capaz de batir mi marca. Y desde entonces mi vida es un suplicio.
—¿PERO YO QUÉ CULPA TENGO? ¡¿Y qué culpa tiene el azúcar y el pobre idiota que va a limpiarla?! —grito, señalando a Harry—. ¿Que tu vida es un suplicio por competir con otro friki a ver quién dispara más lejos? ¡Mi vida sí que es un suplicio y aquí estoy, pagándole la bebida a todos los pirados que se les ocurre venir a Londres con monedas de otros sitios. Los conflictos mentales bien, ¿verdad? —espeto, de mal humor.
Sagittarius se levanta del asiento y se acerca a mí, inclinando su tronco para poder mirarme directamente a los ojos. Sin apenas mover los labios susurra:
—Mi vida es un suplicio porque el que ha batido mi marca quiere además servirle a un tipo mi corazón en una bandeja, y si en quince días no consigo superarle, soy elfa muerta. Así que me importa un cuerno si tienes que pagar o no un intento de pócima que por cierto, no me voy a tomar. ¿La quieres tú?
Sin esperar respuesta, coge la taza de té y vierte su contenido sobre mi cabeza. A continuación hace una profunda reverencia y sale del bar.
—¿Acaba de echar el té... de Tea Time Entrevistas... SOBRE EL ENTREVISTADOR? —Harry me ve entonces y empieza a partirse de risa—. OSEA. QUÉ. COJONES. ¡LA PUTA MADRE QU...#@!!$&%%PSJ
Conclusión:
- Nombre: Sagittarius. Todo muy astral.
- Edad: 223. Le ha costado. (A veces sospecho que nadie se piensa qué edad tiene hasta que no llegan aquí a inventársela. Basta ya eh.)
- Nacionalidad: El bosque (???????)
- Raza: Elfo xddddd. (Nah. Seguro que es una hippie con los pelos de los sobacos como espárragos y que se pone de LSD todos los fines de semana.)
- Habilidad: Puede transformarse en yegua, según ella. En MI yegua, según su proposición. Y esta frase ha quedado más de pueblo que la fabada.
- ¿Por qué ha accedido a mi entrevista?: Le han engañado. No entiendo quién, pero oye, hay gente para todo.
- Profesión: Aquí una fan de Legolas.
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Que se pare el mundo un momento. Inauguro nuevo apartado en esta página mojada.
LISTA NEGRA:
Sagittarius
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