88. SI YO NO SOY FELIZ, NADIE ES FELIZ.
Santa Biblia Reina Valera 1960 - Proverbios 22
17
Inclina tu oído y oye las palabras de los sabios,
Y aplica tu corazón a mi sabiduría;
—¿Que hacemos? —pregunta uno de mis hombres —¿La dejamos pasar?.
Pienso en dejarla pasar, pero me pongo a pensar en: ¿Que pensaría Alice si estuviera viva?.
Suficiente fue haberme dejado llevar por un momento de pasión y haberme acostado con ella, para que ahora la dejé pasar al lugar que solo le pertenece a Alice.
Sé que Alice ya no está y que debería de rehacer mi vida, pero de alguna manera siento que le debo lealtad y que no debo conseguir a nadie más.
Son muchos los años que han pasado y ya no está a mi lado y nunca lo estará, aún así la sigo amando como el primer día que la conocí.
Está es la hora que aún la sigo viendo en sueños.
Ella sigue igual de hermosa y es la única que me ha podido doblegar.
Jamás he sentido sentimientos por nadie más, ni los volveré a sentir.
Decido ir a fuera para saber que es lo que Raquel quiere.
«¿Por qué tuvo que venir a mi mansión?».
Pienso que ya no tengo nada que ver con ella, considerando que Emily está aquí.
Voy al portón y efectivamente ahí está cruzada de brazos mirando la mansión de manera pensativa.
Apenas me ve en su rostro se forma una sonrisa.
Trato de hacer lo mismo, pero no me sale y tampoco veo la necesidad de esforzarme por fingir delante de ella.
Creo que más o menos sabe quién soy yo y si supiera lo que le conviene, no estaría aquí.
—hola Fares —saluda al ver que yo no dije nada.
—¿Que haces aquí? —pregunte.
La verdad es que pienso que los saludos es un gasto de palabras innecesarias en este momento.
—¿Tanto te cuesta ser amable? —me reclama.
Suspiro con impaciencia, la que tenía derecho a reclamarme ya no está.
—no tengo tiempo para eso, así que dime lo que quieres y ya o mejor háblalo con mis hombres, ellos se encargarán —le digo manteniendo la calma.
«Ojalá que mientras estoy aquí, mis hombres se deshagan del cadáver del mocoso».
Intento darme vuelta pero ella me detiene.
—espera —me dice —me preguntaba si me podía quedar aquí unos cuantos días —habla con esperanza.
«Si supiera como son las cosas aquí, no diría eso».
—creo que como evangélica que eres —le contesto —no deberías.
—yo no le veo nada de malo —rebate —además la mansión se ve que es bien grande.
«Ni siquiera sé para que malgasto mi valioso tiempo con ella».
Suspiro con impaciencia una vez más.
—¿Por qué quieres vivir aquí? —le preguntó.
—Jak me echó —responde.
Abro los ojos con sorpresa al oír eso.
«No me imagino a Jak tirándole las maletas afuera».
Supongo que le dijo que no podía vivir ahí, cosa que es muy normal.
—te conseguiré un lugar —digo.
—no —se apresura a decir —yo quiero aquí.
«¿Es enserio?».
Creo que la paciencia se me está acabando.
—la verdad es que yo... —trato de decir que no, amablemente.
—¿Es que no entiendes o quieres dibujitos? —habla Annie a mi lado.
No sé en qué momento salió o que tanto de la conversación oyó, lo que si sé es que no quiere a Raquel ni tantito.
Creo que ninguno de los mellizos la quiere.
Raquel la mira y le dedica una sonrisa de boca cerrada.
—niña —le dice —no es contigo que estoy hablando.
—¿Niña? —repite Annie —hace mucho que pase por ahí y lo que tiene que ver con Farecito también tiene que ver conmigo y no, no te queremos aquí.
—¡Fares! —dice Raquel indignada —¿No deberías reprender a tu hija?.
Paso la mano por mi cabello.
—creo que ella te dijo lo que desde hace rato te estoy diciendo —contesto.
Annie sonríe complacida, mientras que Raquel la mira con rabia.
Yo me acerco a uno de mis hombres y le digo que se encargue de llevar a Raquel de vuelta a dónde pertenece.
Vuelvo a la mansión, mientras Annie se queda despidiendola por mi.
Narra Deimond:
Días después.
Ya ha pasado un tiempo desde que Emily se mejoro y les voy a ser muy sincero.
No soporto ver a Jak feliz mientras yo sigo buscando a Linda sin éxito alguno.
No es que le tenga envidia, sé que él y Emily hacen una gran pareja, cosa que me alegra ya que él tenía un corazón de hielo.
Lo único que yo quiero es que él me diga en dónde diablos está Linda, no es más.
Pero si no quiere hacerlo, me veré obligado a estorbar su perfecto matrimonio.
Salgo del trabajo temprano y me dirijo a la empresa de los Xian.
Durante el camino, pienso en lo que él detective encargado de buscar a Linda me dijo.
«—posiblemente ella tiene otro nombre y apellido, por eso no logramos dar con su paradero».
Lo más seguro es que sea así.
Una hora después.
Llegó a la empresa de los Xian y parqueo mi auto.
Apenas los vigilantes me ven, me abren paso ya que saben que yo soy el socio favorito de Jak.
Apenas entró comienzo a escuchar el murmullo de las empleadas, algunas me coquetean sin disimuló alguno.
Yo no les correspondo ya que no vine a eso.
Estoy tan admirado de mi mismo, por estar entretenido en la búsqueda de Linda, ya ni siquiera tengo tiempo de ligar.
Ya no quiero tener nada que ver con nadie, aunque muchas veces lo he intentado, pero no puedo.
Desde que me enteré que Linda nunca me jugo sucio, ya no puedo estar con otra mujer, siento que la estoy engañando a ella.
—hola Jak —digo irrumpiendo en su oficina.
—parece que al señor se le olvidó los modales —dice sin dejar de ver su computadora.
Me siento en la silla que está frente a su escritorio y subo mis pies al escritorio.
—quita eso de aquí —me advierte mientras teclea algo —si no quieres que mandé mis hombres a sacarte —lo dice enserio.
No me queda de otra que desacomodarme.
Lo más horrible que puede existir en la vida, es tener un amigo aguafiestas como él.
Lo amargado no se le quita ni porque le echen azúcar y miel.
—¿Dónde está Linda? —le preguntó.
Él sigue trabajando en su computadora como si yo no hubiera dicho nada.
«Detesto que me ignoren».
Todo mundo me tiene respeto y me pone atención pero Jak me ignora por completo como si fuera un don nadie.
En especial cuando hablo de Linda, siempre me evade.
—te hice una pregunta —le digo con impaciencia al ver que no responde.
—estoy trabajando, así que si quieres preguntar, pregunta algo de trabajo, de lo contrario no preguntes nada y déjame trabajar —dice sin levantar su mirada hacia mi.
Me paro indignado.
—esta bien —le digo —como quieras quiero, pero después no me culpes por ser poco amable contigo.
Me dirijo hacia la salida.
—¡Deimond! —me llama.
Volteo a verlo esperanzado de que me diga dónde está Linda.
—que —contesto.
—cierra la puerta cuando salgas —me dice.
Lo fulminó con la mirada y cierro la puerta de un solo portaso, con la intención de pasarla derecho, lamentablemente eso no pasó.
Siempre que le pregunto a Jak, acerca de Linda, solo se limita a decir que está viva pero no me dice más.
A veces creo que me está engañando.
Pero sé que Jak no es mentiroso, si de verdad estuviera muerta, solo lo diría y ya.
Así que no me deja de otra que presionarlo para que me diga y la única forma de lograr que hable es tocando a la niña de sus ojos, osea a Emily.
Día siguiente.
Llegó a la mansión de los Xian calculando que Jak ya se halla ido al trabajo.
Hoy cancele mi día de trabajo, por venir a visitar a Emily ya que desde hoy voy a comenzar a ejecutar mi plan y voy a usar el lema que muchas veces Jak uso el cual es:
Si yo no soy feliz, nadie es feliz.
Así de sencillo.
El portón se abre de par en par y entro el coche a la mansión, parqueo, y me bajo.
Doy un gran suspiro y sonrió triunfante.
«Creó que me voy a divertir mucho con la pobre Emi, hace mucho que no lo hago».
«Perdoname Emily, esto no es porque tenga algo contra ti, es por Jak».
Narra Emily:
Todos estos días que han pasado, Jak me ha hecho sentir la mujer más feliz del mundo.
Se a comportado como todo un caballero, siempre encuentra una razón para hacerme sonreír, a pesar de mis equivocaciones.
Cabe aclarar que es un chico bastante exigente y extremadamente aseado.
Y cuando se trata de Dios, siempre lo pone en primer lugar.
Me encuentro arrunchada en las cobijas sin intenciones de levantarme aún, quiero dormir un poco más.
Unos golpecitos en la puerta me hacen abrir los ojos.
—¿Quien? —pregunto.
—yo, señora Xian —dice la chica que hace el oficio de la casa.
Aún no me acostumbro a qué me digan así.
—¿Que deseas? —pregunto desde la comodidad de mi cama.
—le llegó visita.
—¿Visita?.
Me paro con mucho pesar de mi cama y me voy a duchar.
Quince minutos después.
Bajo las escaleras y me encuentro con Deimond el cual está cómodamente sentado en el mueble dónde Jak y yo vemos películas
—¿Que haces aquí? —pregunto.
La verdad es que se me hace extraño que halla venido hoy, considerando que él siempre se la pasa en la empresa.
—yo también me alegro de verte preciosa —dice modo coqueto.
—quitale el preciosa y todo está bien —le digo seria.
«Ni porque estoy casada deja de coquetear».
—como tu digas preciosa.
Lo miro molesta.
—¿Que te trae por aquí? —pregunto tomando asiento.
—vine a visitar a una vieja amiga, hace falta verte todos los días, así que decidí sacrificar mi valioso día de trabajo para venir a verte.
«No sé porque, pero creo que está tramando algo».
—¿Que tal tu vida de casada? —pregunta —¿Que se siente ser la esposa del carelimon de Jak?.
—en primer lugar el no es carelimon —lo defiendo.
Deimond sonríe ampliamente.
—de verdad que tienes que estar muy enamorada de Jak para no darte cuenta de sus defectos. —da un suspiro.
—¿A qué te refieres? —pregunto.
—creo que eso no me concierne a mi decirlo —mira al suelo.
Me quedo analizando su rostro y me doy cuenta de que está hablando muy enserio.
—sé que si hablo más de la cuenta, Jak me lo cobrará —continua.
—¿De que hablas? —pregunto intrigada.
Deimond suspiro con paciencia.
—¿A poco no te has dado cuenta que todos los J5 le tenemos cierto miedo a Jak y hacemos todo lo que él quiere?.
Me quedo pensativa al escuchar ello.
Por supuesto que me había dado cuenta, solo que me he hecho la de la vista gorda.
—Jak tiene muchas cosas ocultas que ni aún nosotros sus mejores amigos las sábemos todas, e incluso hace o se comporta de manera extraña.
—¿Que clase de cosas extrañas hace? —pregunto alarmada.
Lo que Deimond me está diciendo es algo muy serio.
—eso tendrás que averiguarlo por ti misma —contesta
Me quedo meditando en sus palabras y vienen a mi mente muchas dudas y preguntas.
Será que...
—bueno Emi —habla Deimond interrumpiendo mis pensamientos —ya me voy, fue un placer haber venido. —se pone de pie.
—¡Espera! —le digo. —no te puedes ir después de dejarme con esta incertidumbre.
Deimond me mira apenado.
—lo lamento —dice —no debí de haber hablado mucho —se lamenta —es solo que eres mi amiga y no quiero que sufras por culpa de él, pero tampoco quiero que me mande a la ruina por ponerte sobre aviso lo siento.
Comienza a caminar hacia la salida, yo me pongo de pie y lo alcanzo.
—dime lo que me tienes que decir —le ruego —yo no le diré nada a él.
—¿Lo prometes?.
Me quedo pensativa.
«Que tal lo prometa y Jak me obligué a decirle».
Él tiene una forma bastante peculiar de hacerlo hablar a uno o de algún modo se da cuenta, lo he notado.
Deimond suspira y me mira con pesar.
«Dios mío, ¿En qué me metí?».
—al menos dime qué no desaparece de manera repentina —dice al ver que no respondo a su pregunta.
—¿Como así? —pregunto más alarmada.
—me refiero a que está, pero luego ya no está y por más que lo buscas no lo encuentras, luego aparece como si nada —responde.
Yo asiento con la cabeza.
Ahora sí que me estoy asustando.
Recuerdo todas las veces que desaparece en las mañanas.
—¿Sabes a dónde va? —le pregunto.
Él me dedica una sonrisa de boca cerrada y me da un cálido abrazo.
—cuidate mucho —me dice al oído —no puedo decirte nada porque lo mas seguro es que Jak te tiene bien vigilada.
Me acuerdo de que en la mansión hay cámaras y me safo rápidamente del abrazo de Deimond.
Recuerdo la reacción que tuvo Jak la última vez que Deimond me abrazo.
Deimond comprende mi reacción y solo sonríe de manera cálida.
—hablamos después —me dice despidiéndose —si es que Jak no me prohíbe la entrada.
Horas después.
Luego de que Deimond se fue, no pude estar tranquila en todo el día, me la pasé caminando de un lado a otro.
Ni siquiera tuve valor de leer los mensajes que Jak me envió.
La verdad es que no sabía si coger la maleta e irme para Colombia.
De verdad que lo que Deimond me dijo, me dejó bastante preocupada.
Lo peor de todo es que no puedo preguntarle a Jak porque levantaría sospechas.
Él teléfono comienza a timbrar haciendo que brinque del susto.
Mi corazón late aceleradamente al ver el nombre que aparece en la pantalla.
Es Jak.
Tengo tanto miedo que no me atrevo a contestar.
Me acuerdo de una historia que miré por Facebook en donde una chica se casó con un coreano y vivió un infierno.
Obviamente pienso que eso no me va a pasar a mi porque me casé en la voluntad de Dios.
O al menos eso creo.
Ya hasta de ello estoy dudando.
«¿Sería que me equivoqué?».
Me quedo mirando fijamente el clóset ya que estoy en la habitación sentada en la cama, mientras el teléfono no cesa de timbrar.
—¿Por qué no contestas mis llamadas? —escucho la voz de Jak tras mis espaldas.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro