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83. CUMPLIENDO UN GRAN SUEÑO.

Santa Biblia Reina Valera 1960 - Salmos 127
3 He aquí, herencia de Jehová son los hijos;
Cosa de estima el fruto del vientre.
4 Como saetas en mano del valiente,
Así son los hijos habidos en la juventud.


Entro a la cocina y comienzo a mirar por todos lados, Jak también entra detrás de mi.

«No la veo, pero su olor está por toda la cocina».

—¿Que buscas? —pregunta Jak serio.

—¿Ella está aquí? —pregunto esperanzado.

—¿De quién hablas? —pregunta indiferente.

Lo miro con molestia.

—tu sabes muy bien de quien hablo —le respondo serio.

—dejame recordar uumm... —dice poniendo su mano en la barbilla. —¿Sofia?, ¿Natacha?, ¿Daian?, han sido tantas que no recuerdo sus nombres —se burla.

Me mando las manos a la cabeza con desesperación y salgo de la cocina, Jak sale detrás de mi.

—no me refería a ninguna de ellas —contesto desesperanzado.

Mi corazón se llena de desilusión al darme cuenta de que no está, tal parece que mi sentido del olfato, le dió por jugarme una buena broma hoy.

—¿Que querías? —le preguntó a Jak en tono apático —¿Para que me llamaste?.

Jak suspira y mete sus manos en los bolsillos de manera relajada.

—ya no —responde.

Frunzo el ceño.

—¿Que?.

—que ya no —responde él —ya no te necesito.

Me lleno de rabia al escuchar eso.

—¿Es enserio Jak? —pregunto indignado —me llamas para nada, justo hoy que me desperté con una rub...

Me quedo callado al ver unas pantuflas en la entrada de la cocina.

—¿Que hacen esas pantuflas ahí? —le preguntó a Jak.

—¿Que tiene? —pregunta encogiendese de hombros —¿No pueden estar ahí?.

«Jak está raro, muy raro».

—si, si pueden —le respondo —pero tu y yo sabemos que eres muy ordenado y si tienes los tenis puestos, lo más seguro es que tus pantuflas estén en la habitación guardadas en tu closet, no aquí.

Veo como se pone un poco nervioso, pero lo disimula muy bien.

Eso solo confirma mis sospechas.

—¡Deimond! —me llama al ver que corro hacia su habitación —¡¿Que vas a hacer?!.

No le respondo nada, solo me adentro en su habitación, la cual está medio cerrar.

Entro y su cama está desordenada, cosa que también es bien extraña, él siempre tiende su cama.

Inmediatamente llega a mi nariz ese olor característico de Linda.

Me inclino y huelo la cama, toda ella huele a Linda.

Sé que es bastante loco, pero es la verdad, tiene el aroma de ella, en especial la almohada que huele a su shampoo.

«Definitivamente Linda estuvo o está aquí».

«La pregunta es: ¿Que hace aquí?».

«¿Acaso se sigue viendo con Jak secretamente?».

Eso hace que mi corazón duela.

Quizás todo esté tiempo que Jak estuvo desaparecido, lo paso con ella y anoche pasaron la noche juntos.

Me lleno de rabia al ver las cosas de esa manera, me siento traicionado por Jak.

Se supone que él solo la uso, ¿Cómo es posible que tengan una relación?.

A pesar de la rabia que tengo, me niego a irme sin verla, quiero que me explique, ¿Que es todo esto?.

Creo que desde hace mucho ella me debe una explicación y tengo derecho a saberla.

Comienzo a rebuscar en todo lado.

Abro el closet, no hay nada.

Entro al baño, no hay nada.

Miro debajo de la cama, tampoco hay nada.

Corro las cortinas y miro hacia el balcón, no está.

Siento una mano que toma mi brazo y me comienza a llevar.

Es Jak.

—no tienes ningún derecho a invadir mi privacidad —dice muy molesto —vete de mi apartamento ahora mismo.

Me suelto de su agarre cuando llegamos a la sala, miro todo minuciosamente, pero no hay nadie.

—yo sé que Linda estuvo aquí, o está aquí —le digo —dejame verla, necesito verla.

Le dedicó una mirada suplicante para que lo haga, cosa que detesto hacer, pero es que de verdad, mi corazón quiere verla, yo necesito verla, aunque se halla burlado de mi, pero mi corazón no entiende eso.

Es verdad que he vivido todo este tiempo de manera libertina, pero en este preciso momento, siento que ella está cerca y lo único que anhelo es verla, abrazarla, a pesar de que ella me rompió el corazón.

Jak toma aire y niega con la cabeza.

—no —responde —te vas o le digo a mis hombres que te saquen.

Lo dice sin misericordia alguna, ni porque le rogué se digno a dejarme verla.

Cómo siempre, tiene el corazón de hielo porque nunca se ha enamorado.

Le dedicó una mirada de molestia e impotencia, porque aunque busque por todos lados no la encontré.

«¿Acaso soy yo él que se está imaginando cosas?».

Salgo del apartamento de Jak cerrando la puerta de un portaso.

«Otra vez me vieron la cara de tonto, pero esto no se va a quedar así».

Tomo mi teléfono y llamo a uno de mis hombres.

—¿Si jefe? —contesta.

—quiero que vigiles el edificio de Jak y si lo ves salir con una chica, me notifica. —le ordenó.

—como usted mandé.

Entro al ascensor y me quedo mirando los números, mientras en mi mente solo hay cabida para una sola persona y esa es Linda.

No comprendo si me he acostado con tantas, ¿Cómo es posible que siga enamorado de ella?, cuando ni siquiera la he besado.


Fin de la narración.

En mi vida, creo que está es la segunda vez que siento tanto miedo.

No saben en donde me tuve que esconder cuando Deimond entro a la cocina.

Por una vez en la vida me sentí super agradecida por ser delgada.

Dónde hubiera sido un poquitín más acuerpada, no habria cabido en la despensa, es un cajón al que le puse ese nombre, ya que es bastante grande y aunque me tuve que acomodar entre las bolsas de café capuchino, aún así milagrosamente logré caber.

Tuve que hacerlo en tiempo récord porque Deimond entro muy rápido a la cocina.

Lo más fue que se quedó un rato observando todo, en especial ese cajón, por un momento pensé que me había encontrado.

Fue entonces cuando decidí orar a Dios pidiéndole que no me encontrará.

Se supone que Dios no existe, pero ¿A quien iría en un momento así?.

No sé explicarlo, pero pienso que Él intervino porque Deimond no me encontró.

Para colmo de males, se puso a discutir con Jak en la sala, afortunadamente este lo saco, porque de lo contrario me había ahogado metida en ese cajón.

El aire que entraba, era escasamente para esas bolsas.

Apenas oigo la puerta cerrarse fuertemente, salgo de ese cajón y tomo todo el aire que me es posible.

No morí apuñalada para estar a punto de morir asfixiada dentro de un cajón.

Llegó a la sala en dónde Jak está parado pensativo.

—¿Que piensas? —pregunto.

No entiendo en qué momento me volví tan cercana a él, pero siento que de alguna forma, ya no lo odio mucho.

Ahora solo es un poco.

—pienso en que debería de llamar a Deimond y decirle que tú si estás aquí, —responde —el pobre se fue muy mal.

—ni se te ocurra —le advierto —no quiero volver a saber de Deimond nunca más en mi vida, si quieres mi perdón, no lo hagas.

—se supone que ya me perdonaste. —contesta.

—solo si nunca le dices a Deimond de mi, Linda González ya murió para siempre. —no me queda de otra que negociar con él.

Él levanta una ceja y asiente estando de acuerdo.

En mi vida no pensé que volvería a verlo, lo que menos quería era verme enredada otra vez con los J5, lo único que han hecho es traerme desgracia.

Me dirijo a la puerta dispuesta a irme.

—¿A dónde crees que vas? —me pregunta.

—a mi casa —respondo.

Aún no asimiló que me vaya a ir así como si nada, pero ya encontraré la forma de hacer que me las pague todas.

—si sales ahora, Deimond te encontrará —me dice —lo conozco bien, sé que lo más seguro es que ha dejado hombres vigilando y si te ven salir de aquí...

Dejó de oírlo y me voy a la habitación en dónde desperté.

No quiero estar aquí ni un segundo más, pero si lo que dice Jak es verdad, no me queda de otra.

Horas después.

Luego de haber hecho mi propio desayuno, ya que por nada del mundo quise comer la comida que Jak preparo, no fuera que estuviera envenenada, me la pasé andando de un lugar a otro, después termine sentada en el sofá viendo las noticias, cosa que aborrezco pero que a Jak parece interesarle bastante.

Lo miro y sigo sin creerlo.

¿Jak evangélico?.

Difícil de creer, pero cierto.

Al final comienzo a cabecear sin saber que hacer, ya que ni teléfono tengo, tampoco me atrevo a atacar a Jak, ya que aunque parece estar concentrado en el televisor, tiene ojos por todos lados.

—creo que ya podemos irnos —dice parándose del sofá.

—¿Irnos o irme? —pregunto.

—irnos —dice con seguridad —por cierto ahí hay ropa en la mesa para que tomes una ducha.

Abro mi boca para rebatir, ni siquiera Mibsan me habla de esa manera para que Jak lo haga ¿Que se cree?.

—me hablas como si fuéramos muy cercanos —me pongo de pie y lo miro fijamente.

Él me dedica una sonrisa de boca cerrada.

«Al parecer ya no ríe como antes».

—sé que aún no me has perdonado —dice —aún en tu corazón guardas la esperanza de vengarte por todo lo que te hice, así que quiero hacer todo lo posible por enmendar aunque sea un poco del daño que cause —dice sinceramente.

«Me cuesta tanto creerle».

No le contesto, ya que si lo hago, terminaré enfadada y ya saben que pasará después.

Así que si voy a matarlo, tendré que hacer como Mibsan, calmada.

Voy a la mesa en dónde hay una caja, la abro y me encuentro con un vestido, el cual no muestra nada, ni siquiera las rodillas, incluso es de manga larga y no deja ver ni un poco de espalda.

A pesar de todo tengo que reconocer que tiene buen gusto, pero aún así es muy tapado para mí gusto.

—estas loco si crees que me voy a poner esto —digo con fastidio.

—entonces haz lo que quieras —dice encogiendese de hombros.

Una hora después.

Después de haber tomado todas las medidas necesarias, pudimos salir del apartamento de Jak, sin ser vistos por los hombres de Deimond.

«No me explico ¿Por qué piensa en mi, si consigue más novias que ropa?».

Me quedo mirando a la carretera cuando siento una mirada sobre mi, volteo a mirar y Jak rápidamente mira hacia el frente y sonríe.

No les voy a negar que esa sonrisa es hechizante, pero a pesar de todo en mi no tiene tal efecto.

—¿Por qué sonríes? —le preguntó.

—es que me parece irónico que hicieras tanto berrinche por el vestido y ahora lo llevas puesto, te queda muy bien.

Pues si, al final me puse ese vestido porque no iba a salir con la misma ropa con la que dormí, no me quedo de otra.

—¿A dónde me llevas? —pregunto.

Tengo la intención de abalanzarme sobre él y hacerle desviar el volante, pero luego pienso que si causo una accidente no sería él el único afectado y se me pasa.

—es una sorpresa. —responde sin dejar de ver la carretera.

Más horas después.

Cuando parecía que le estábamos por terminar de dar la vuelta a todos los Angeles California, finalmente llegamos a nuestra destino desconocido para mí.

Me bajo y lo primero que veo es una gran clínica.

—¿Que hacemos aquí? —pregunto.

—ya lo verás —responde.

Es entonces cuando una idea surca por mi mente y no dudo de decirla en voz alta.

—haber... —digo mirandolo con una gran sonrisa —no me digas que tienes una enfermedad y te vas a morir pronto, porque de ser así, me sentiría muy feliz, le harías un gran favor a la humanidad.

Jak ríe sin ganas.

—tan chistosa —me toma del brazo —acompañame.

—¿Quien te crees para tomarte tal confianza? —pregunto mientras caminamos e intento safarme de su agarre.

—bienvenido joven Xian —dice uno de los vigilantes haciendo una leve reverencia.

Entramos y finalmente me suelto de su agarre.

Todos los que entran y salen, lo saludan con una mini reverencia, eso de ser famoso y saludado por todos, sigue siendo igual que cuando estabamos en el colegio.

Entramos en el ascensor, el cual nos lleva al segundo piso.

No entiendo para que lo sigo, pero la verdad es que tengo curiosidad.

El ascensor se abre y comenzamos a caminar por un pasillo en el cual hay muchas enfermeras caminando de un lado a otro.

—¿Que es este lugar? —pregunto.

—ven conmigo —dice abriendo una puerta.

Entro detrás de él y al ver lo que ahí hay, me es imposible contener las lágrimas.

Me mandó las manos a la boca.

—antes de ir a verte, me tomé la molestia de observarte —me dice Jak —pude ver cómo muchas  veces entraste a las tiendas de bebé, solo para contemplar su ropa, también ví como te quedabas viendo aquellas mamás embarazadas, y ni hablar cuando veías un bebé recién nacido, era como si quisieras llevártelo, por esa razón te traje aquí.

Es una habitación inmensa con muchas cunas, en las cuales descansan bebés.

Me paseo por todo el lugar mirando a todos los bebés, hay de toda clase.

—¿Que hacen todos estos bebés aquí? —le preguntó sin salir de mi asombro.

—es una clínica que yo mismo finde, —responde —la cual está en contra del aborto, aquí nos encargamos de convencer a aquellas mamitas que quieren abortar, para que no lo hagan, sino que lo tengan y lo den en adopción.

—¿Eso quiere decir que puedo adoptar el bebé que yo quiera? —pregunto emocionada.

Él asiente.

—será el que Dios quiera.

Inmediatamente comienzo a buscar entre todos los bebés a aquella bebé que soñé en sueños.

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