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82. TODAVÍA LO QUIERO.

Santa Biblia Reina Valera 1960 - Isaías 54
17 Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio. Ésta es la herencia de los siervos de Jehová, y su salvación de mí vendrá, dijo Jehová.



Quedo en shock al ver que aunque jalé el gatillo, el disparo nunca salió.

Lo primero que pensé, fue que me me había quedado sin balas, pero al revisarla y ver qué estaba totalmente cargada, mi asombro aumento.

—¿Cómo es posible? —pregunto atónita.

—te das cuenta que Dios si existe —dice Fares molesto, se aproxima a mi y en un momento me deja sin arma —¡¿Cómo es posible que te atrevas a dudar de la existencia de Dios, después de todo lo que Él hizo por ti?!.

Salgo de mi asombro y decido enfrentar a Fares, olvidandome de Jak que sigue parado frente a mi.

—¡¿Quien te crees para hablar de la existencia de Dios ah?!. —le grito —¡Tu no eres nadie para hacerlo, además no recuerdo que Dios halla hecho algo por mi!.

—¡Cállate! —me grita —¡No sabes lo que dices!.

Eso me hace dar más ganas de hablar.

—¡¿Que no sé lo que digo?! —digo al borde del colapso —¡Haber, déjame pensar lo que Dios a hecho por mi!, —me cruzo de brasos y hago la similitud de pensar —¡Ah ya sé, me quito a mi bebé y te uso a ti para hacer...!



No pude terminar de hablar porque Fares me abofeteo.

Me mandó la mano a la mejilla.

«Si Mibsan estuviera aquí, lo mataría».

—¿Con que autoridad te atrevas a pegarme?. —pregunto con la voz quebrada.

—lo hago en nombre de tu madre —responde —eso es lo que haría tu madre si estuviera aquí.

Yo niego con la cabeza mientras lágrimas de dolor ruedan por mis mejillas.

Se da la vuelta y comienza a irse.

—¡Te odio, te odio con todas mis fuerzas! —le grito —¡Tu me quitaste a mi bebé, te odiooooo!

Las fuerzas se me van y caigo al piso, siento como todo mi cuerpo no cesa de temblar y como lágrimas en abundancia bajan por mis mejillas sin poderme contener, el pecho se me cierra y no puedo respirar.

Día siguiente.

Abrí mis ojos lentamente, poco a poco.

Me siento súper agotada y no recuerdo que pasó ayer exactamente, lo único que sé es que enfrente a mi padre, este me pegó y no recuerdo más.

Supongo que perdí el conocimiento, eso es lo que me pasa siempre que me dejó llevar de la ira, ya que después llega la ansiedad y mi pecho se cierra.

Yo no era así, pero debido al trauma que me quedo del orfanato, comencé a sufrir de ello, después que conocí a Deimond me olvidé por completo de ello, pero ahora después de lo que me hicieron y que tras de repeso me quitaron a mi bebé, volví a sufrir de ello.

Mibsan dice que debo de estar calmada, aún en el momento más crítico, para que eso no me de, pero yo no puedo estar calmada, no soy como él que mata a la gente con toda la calma del mundo, no necesita estar bravo para hacer una atrocidad.

Aparte de ello, duerme tranquilamente después de torturar a alguien.

Recuerdo que la vez que lo mire torturar a alguien en ese sótano, no pude dormir durante una semana, es como si viera al torturado en todo momento.

Me siento en la cama aún entredormida, rascandome la cabeza, hasta que me doy cuenta de algo y despierto totalmente.

Las paredes de mi habitación ya no son color rosa.

Un momento...

La cama no es mi cama y...

Y...

Me paro de la cama rápidamente al darme cuenta de algo mas.

Está no es mi habitación, tampoco es ninguna de las habitaciones de la mansión porque yo las conozco todas.

«Entonces, ¿En dónde diablos estoy?».

Me pongo unas pantuflas que hay en el suelo y camino hacia la puerta, la abro con sumo cuidado y salgo mirando a todo mi alrededor.

«No hay nadie».

Llegó a la sala y me doy cuenta de que esto no es ni siquiera una casa, es un apartamento.

«Pero, ¿Que estoy haciendo yo aquí?».

«¿Cómo llegue hasta aquí?».

«¿Quien me trajo?».

Escucho la llave de la cocina abrirse y volverse a cerrar, voy hacia ahí, suponiendo que si sea la cocina.

La puerta está abierta, me asomo con mucho cuidado.

Pienso que se trata de un secuestro, pero a la vez lo dudo, de ser así me hubieran amarrado o algo así.

La primera persona que veo es a Jak, el cual está concentrado en picar unas verduras.

Me escondo rápidamente antes de que me vea.

Por lo que mire, está totalmente solo.

Ahora sí que estoy más confundida, no entiendo nada.

«¿Que estoy haciendo en el apartamento de Jak?».

Vuelvo a mirar y está vez está de espaldas revolviendo algo en la estufa.

Pensándolo mejor, no sé que esté haciendo aquí, pero lo que si sé, es que es mi oportunidad de oro, para deshacerme de una vez por todas de Jak Xian.

Lo mataré con mis propias manos, ya que ni siquiera tengo un arma a la mano.

Saco mis pies de las pantuflas y entro silenciosamente a la cocina, el sigue de espaldas tarareando una canción.

«Quien lo ve, tiene buena voz».

Busco con la mirada algo que me sirva de arma, e inmediatamente veo el cuchillo relucir en el mesón.

No me pongo a pensar, sino que de inmediato lo tomo sin hacer ruido alguno.

«Estas muerto Jak».

Levanto el cuchillo en alto, mirando en dónde se lo voy a clavar.

Cuando ya estoy lo suficiente cerca, me dispongo a descargarlo con todas mis fuerzas.

—no te atrevas a hacer nada tonto —habla él, haciendo que me detenga.

«¿A poco tiene ojos en la espalda o que?».

No sé cómo se dió cuenta, pero antes de que se de vuelta, lo atacó.

El cuchillo no alcanzo ni siquiera a tocar su camibuso, él se dió vuelta rápidamente y me desarmo.

No sé cómo le hizo, pero tiene la misma destreza que Mibsan para desarmar a la gente.

Comienzo a luchar con él para someterlo, uso todos los trucos que Mibsan me ha enseñado.

Tiro a golpear su cuello, pero él me esquiva.

Mando mi rodilla a su parte íntima, pero el se defiende.

Intento golpear su abdomen pero se aparta.

No pude ni siquiera tocarlo.

«¿Cómo es que sabe esquivar golpes tan bien?».

—tu padre me enseñó a pelear, así que pierdes tu tiempo —me dice —no podrás atacarme.

Lo miro indignada.

—se supone que eres evangélico —le reclamo —¿Por qué peleas?.

—no peleó —se defiende —solo esquivo tus golpes, además yo aprendí a pelear antes de ser cristiano, ¿Por qué crees que nadie pudo contra mi en el colegio?.

«Eso tiene lógica».

Suspiro con cansancio al darme cuenta de que es vano luchar contra él.

Verlo me da rabia, pero sé que si me dejó llevar por la ira, me desmayaré, y creo que despierta hago mucho más.

—¿Que hago aquí? —pregunto abriendo el cajón de la losa.

Saco un vaso y me sirvo agua de una jarra.

—te desmayaste en pleno prado de la mansión de tu padre, —responde —nadie te ayudo, así que te traje aquí, pienso que es mi oportunidad para ganar tu perdón.

Dejó de beber agua y suelto la carcajada.

—eso jamás Jak —digo quedándome seria —primero serás hombre muerto.

Sin darle tiempo a reaccionar, le lanzó el vaso de cristal a la cabeza.

Les juro que se lo mandé a la cabeza.

Pero fue como si el vaso hubiera tomado vida propia, se fue para otro lado.

—no pienso permitir que arruines mi vajilla —dice molesto —tampoco que hagas desorden en mi apartamento, recoge los cristales —me ordena —ahora.

—no lo pienso hacer —respondo —además tu no eres nadie para darme órdenes a mi, ¡Te voy a matar!.

Me lanzo sobre él con la intención de dañarlo, pero al escuchar la puerta de afuera abrirse me quedo quieta.

—¡Jak, Jak! —llama una voz muy familiar —¡Ya llegué, que es eso tan importante que tenías que decirme!.

Siento como toda mi piel se eriza y los nervios me comienzan a invadir, a pesar de el tiempo que ha pasado, ese chico causa aún algo en mi, hace que sienta lo mismo que cuando era una niña de 15 años.

—dime que no es Deimond —digo en voz baja, súper alarmada.

—lo es —contesta.

—¿Que hace aquí? —le preguntó al borde de la desesperación.

—lo llame porque quiero que solucionen las cosas entre ustedes, además le pienso entregar la carta que le mandaste unos años atrás conmigo —responde.

—¿No sé la diste? —pregunto con rabia.

—no —se encoge de hombros.

«De razón».

—pero hoy se la pienso dar y haré que ustedes dos se reconcielen —habla con voz normal.

—shs —le digo —ya no es necesario que hagas eso.

Recuerdo que Deimond se a acostado con medio mundo, así que ya no lo quiero.

—entonces, ¿Me perdonas? —pregunta con una sonrisa triunfante.

—no.

Su sonrisa se borra.

—entoces llamaré a Deimond —dice serio.

—pero eso es chan...

—¡Deimond! —llama.

—esta bien, está bien —me apresuro a decir —solo no le digas a Deimond que estoy aquí. —le suplico.

«Yo que pensé que nunca le iba a volver a rogar a nadie y heme aquí rogándole a la persona que menos quiero».

«Siento que esto es un castigo».

—es un trato —dice Jak con una gran sonrisa, antes de salir de la cocina.

«Dios mío, por un momento pensé que este era mi final».

No me siento para nada preparada para ver a Deimond.

Creo...

Creo que todavía lo quiero.

Narra Deimond:

Unas horas antes.

Despierto súper feliz, luego de recordar la agradable noche que pase, con la rubia de Jason.

Bueno pues resulta que Jason se consiguió una chica de marketing, aún no me explico como se la cuadro, y ayer se le ocurrió la gran idea de llevarnos a su fiesta de cumpleaños en la cual, en medio de un pequeño descuido de Jason, termine robándome la cumpleañera, es así como termine con ella en la cama.

Me quedo mirandola antes de levantarme.

Ella se despierta lentamente, es una chica muy hermosa, cuyo nombre se me escapa, lastima que sea una cabeza hueca.

—buenos días mi amor —dice con una sonrisa.

—buenos días mi reina —deposito un beso en sus labios.

—¿Ya te vas? —pregunta con tono chillón y hace un puchero.

—¿Quieres que me quedé? —le preguntó contemplando su hermosa figura.

«Me vuelves loco».

—por supuesto —dice sonriendo de manera perversa —podemos pasar otro rato...

Mi teléfono timbra interrumpiendo la agradable conversación.

—perdón —me excuso y tomo el teléfono.

Es Jak.

«Ahora ¿Que querrá?».

¿Saben una cosa?.

Después de la muerte de los padres de Jak, lo perdimos para siempre, se metió a una de esas iglesias evangélicas y le han hecho un lavado de cerebro.

Con los chicos hemos tratado de hacer que vuelva en si, pero nos ha sacado de honda a todos.

Ya ni siquiera comparte con nosotros, se volvió súper anticuado, para él todo es pecado.

Si te acuestas con una chica sin casarte, es pecado.

Si dices una mentirita, es pecado.

Si ligas con varias chicas a la vez, también es pecado.

Si participas en carreras ilegales, más pecado.

Si quieres tomarte unas frías en un bar o fuera de él, otro pecado.

Y así sucesivamente todo lo que los J5 hacemos, para él es pecado y se la pasa diciendo que quiere que conozcamos a Dios.

Obviamente yo no tengo nada en contra de Dios y creo firmemente en su existencia, aunque nunca lo halla visto, pero eso no significa que me vuelva un fanático como él.

Contesto el teléfono que no cesa de timbrar.

—hola brother —saludo.

Es un milagro que él llame, ¿Pero justo tenía que llamar en este preciso momento?.

—quiero que vengas a mi apartamento —ordena sin siquiera saludar.

Dice que ya no quiere andar con nosotros, pero aún así se sigue creyendo J1, lo mas es que nadie se anima a darle un golpe de estado.

—lo siento brother —le digo rascándome el cuello —pero mi padre necesita que yo le ayu...

—AHORA —me interrumpe.

—pero... —cuelga la llamada.

«¡Maldición!».

Si algo detesto de Jak, es que me deje hablando solo, siempre es lo mismo, desde que se volvió evangélico cambio para mal, ahora parece un viejo amargado.

Miro a la chica que está a mi lado, la cual me está esperando para disfrutar.

Siento que es un desperdicio irme y dejarla aquí, ya que después de esto no la pienso volver a buscar.

Para mí las mujeres son como la ropa, después de una puesta, ya no sirven.

Me acerco para darle el último beso.

Ella enrolla sus brazos alrededor de mi cuello atrayendome más a ella.

Comienzo a besarla con fervor y me olvidó de que Jak me necesita.

Minutos después.

Toda marcha a la perfección, quiero embriagarme en su amor.

—sabes mi cielo —dice deteniéndo el beso apasionado —ya pensé el diseño para mí vestido de novia.

—¿Te vas a casar con Jason? —le preguntó confundido.

—obvio no —responde ella —me voy a casar contigo.

«¿En qué bendito momento, yo le propuse matrimonio, para que salga con esas?».

Fue como si me hubieran echado un baldado de agua con cubitos de hielo.

Todo el deseo que sentía desapareció, ahora lo único que quería era llegar al apartamento de Jak, para saber que es lo que quiere.

Prefiero escuchar su parlamento, que escuchar las locuras de esta rubia.

Horas después.

Llegó al apartamento de Jak, no me tomo la molestia de tocar el timbre, ya que me sé la clave de memoria, sino la ha cambiado, claro está.

Pongo la clave y efectivamente es esa, la puerta se abre.

Entro y comienzo a llamar a Jak.

Pasan unos segundos, pero este no contesta, yo sigo llamando, hasta que lo escucho pronunciar mi nombre desde la cocina.

Camino hacia ahí, pero cuando voy a entrar él sale.

—hola Jak —saludo —¿Para que me necesit...

Dejó de hablar al percibir una fragancia familiar.

Es la fragancia que siempre usaba Linda, a pesar de todos los años que llevo sin verla, recuerdo su aroma perfectamente.

Será que...

No sé porque diablos, después que me dejó como un tonto, aún así mi corazón se llena de felicidad y siento esa sensación que se llama amor, cosa que no siento con nadie más.

—¿Estás acompañado? —le preguntó a Jak.

Lo bueno de que sea evangélico, es que ahora no puede mentir.

—¿Por qué lo dices?.

Definitivamente lo está, porque evadió mi pregunta con otra pregunta, si estuviera solo, diría no.

Me aproximó hacia dentro de la cocina.

—¿Que haces? —Jak me detiene.

Pero yo me suelto de su agarre y me adentro en la cocina.

«No sé porque, pero siento que Linda está aquí».

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