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78. LA CULPA.

Santa Biblia Reina Valera 1960 - Hechos 9
8 Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco,




Cambio de planes, mi salida se fue al caño con lo que Mibsan me acaba de decir ¿Cómo se le va a ocurrir semejante cosa?, antes no se le ocurrió ponerme a Deimond de escolta.

Tomo del brazo a Mibsan y me lo llevo para dentro de la mansión, ya que no quiero discutir en frente de todos sus hombres y de este aparecido.

Aunque no es tan aparecido.

—¡¿Que bicho te pico?! —le reclamo molesta.

Generalmente mi piel se ha puesto muy pálida por falta de sol, pero en estos momentos me estoy bronceando de la pura rabia, puedo sentir el calor en mis mejillas y no es precisamente nervios.

—deja la agresividad manita —dice relajado.

Yo le dedicó una mirada asesina.

Él ríe y va por un trago a la licorera, luego se sienta en el mueble relajadamente como si nada.

—¿Luego no ibas a salir? —me pregunta al ver que no dejo de mirarlo —podeos ir en paz.

No puedo creer que este tan tranquilo después de esto.

—¿Es que acaso no sabías que él fue mi compañero de estudio? —le preguntó al borde de la frustración.

El hombre que Mibsan contrato como escolta personal para mí, es el chico misterioso del que una vez les hable, aquel chico que dejaba regalos en mi casillero, cuya mirada es hinotizante y sus ojos un pozo sin fondo.

—obvio si, lo sabía —responde —no acostumbro a contratar gente, si primero no la investigo.

—y habiendo tantos, ¿Justo tenía que ser él? —me quejo.

—¿Que tiene? —pregunta —es un chico preparado, desde que lo contraté ha hecho todos mis trabajos, los hace muy bien, es despiadado a la hora de matar, pelea con armas y sin armas, es el chico mejor calificado para cuidar a mi hermana, la cual por ratos quiere salir desnuda a la calle.

—¡No estamos hablando de mi ropa! —le digo enfadada.

Nunca pierde oportunidad para reprocharme ello, como si yo a toda hora me quejará de su forma de proceder.

Pero me quedo impactada al escuchar todo lo que me dijo de ese chico, ¿En qué momento se convirtió en un asesino?.

—¿Desde cuándo trabaja contigo? —le preguntó.

—desde que te paso lo que te paso —responde Mibsan.

Me quedo mirandolo mientras el toma su licor sin arrugar su rostro.

La última vez que tome un trago, me ardió hasta el alma.

—¿También sabías que está enamorado de mi? —le preguntó.

Si de algo estoy segura, es que yo soy la consentida de Mibsan, tanto que ni siquiera deja que los escoltas me vean a los ojos.

—por supuesto.

—¿Y aún así lo contrataste?. —pregunto incrédula.

—con más verás —responde —¿Y sabes por qué?.

Niego con la cabeza.

—porque mataría por ti y aún daría su vida por ti, ese chico está ciego por ti, te tiene endiosada.

Me dió escalofríos.

—¿Que pasa si me secuestra, o me hace daño por su obsesión?. —le preguntó.

—no lo hará —dice muy seguro —tengo bien controlada a la gente que conmigo trabaja, un paso en falso y se mueren.

«Eso me da ideas».

Sonrió con satisfacción.

—para ti, ¿Que es que él de un paso en falso? —pregunto.

—es que te pierda de vista —responde —si ello llegare a pasar, será hombre muerto.

Entonces su fin se está acercando.

—creo que tengo una salida pendiente —digo antes de darme vuelta e irme.

No tengo nada en contra de aquel chico, él nunca se metió conmigo para mal, pero aún así no lo quiero en mi vida porque es parte de mi pasado, así que si tiene que morir, como Linda González lo hizo, entonces va a morir.

Salgo afuera y todos los hombres de Mibsan bajan su mirada al suelo, excepto él.

—¡¿Por qué me miras?! —le reclamo.

Él sonríe con satisfacción como si le alegrará que me refiriera a él.

—es porque la orden del jefe fue no perderla de vista. —responde.

«Tan gracioso».

«Vamos a ver hasta cuándo la va a poder cumplir».

Él se aproxima y me abre la puerta del auto para que suba.

Yo lo ignoro por completo y me subo en la moto de Mibsan, a la cual no le quitó llaves, la enciendo doy cambio y salgo a toda velocidad.

«Que me alcance si puede».

Minutos después.

Miro por los espejos y no hay rastro de él por ningún lado.

Es imposible que me alcance en el auto, mi moto tiene mucha más velocidad.

Sigo conduciendo sin rumbo fijo, saco mi teléfono y le hago una videollamada a Mibsan.

Le voy a decir que me ha perdido de vista.

Miro a la carretera y miro al teléfono, esperando a que Mibsan conteste, sin dejar de conducir.

Todo paso muy rápido, cuando me di cuenta ya se me habían atravesado, con solo haber mirado la pantalla un momento.

Cierro con fuerza los ojos y freno esperando lo peor.

Fue tan fuerte el frenón que el teléfono volo lejos.

Esperó el golpe, pero este nunca llega.

Abra los ojos y me encuentro con "mi escolta personal", me mira con una gran sonrisa de satisfacción y me entrega un casco.

—es para su seguridad.

Estoy tan asustada debido a que casi nos chocamos por su culpa, ya que él fue el que se atravesó con una moto de las mismas mías.

No soy capaz de articular palabra.

Sentí la muerte tan cerca de mi, que toda mi piel se ha erizado.

Él al ver que no recibo el casco, se acerca más y me lo pone.

—ahora si puede conducir a toda velocidad —me dice —solo le recomiendo no usar el teléfono ya que puede ocasionar un accidente.

Lo fulminó con la mirada.

Si casi hay un accidente, fue porque él se atravesó, no porque yo fuera mirando el teléfono.

Abro mi boca para gritarle, pero la voz se me ha ido, eso siempre pasa en circunstancias como estás de mucho susto.

Me bajo de la moto y recojo mi celular para escribirle a Mibsan y decirle que este idiota me estuvo a punto de matar, pero para mí desgracia, el teléfono quedo hecho trisas, la pantalla está...

—me temo que le puse el pie —dice él.

«Esto supera mis expectativas».

Se lo lanzó en la cara, pero él esquiva el golpe, aún así me quito el casco y comienzo a darle con él.

Le doy hasta que me faltan las fuerzas.

Él no dice nada, solo bloquea los golpes con sus brazos.

Finalmente cansada de pegarle, tiro el casco al suelo y me voy caminando.

«A ver ¿Cómo le hace con dos motos?».

No sé cómo le hizo pero a los pocos minutos ya estaba como un perro faldero detrás de mi.

«Parece que no será del todo fácil deshacerme de este sujeto».



Narra Úrsula:

—¡Nooooo! —grito desesperada —¡Ma***toooooos!.

Lloró a gritos mientras tiro todas las cosas al suelo, no me importa si son los jarrones más costosos.

En estos momentos quiero acabar con todo y con todos.

—¡¿Por queeeee?! —me lamento —¡¿Por queeeee?!, ¡¿Por qué tenía que ser mi hijo?!.

Se suponía que ese Mercedes solo lo manejaba la bastarda esa.

Cuando mi amado y único hijo se casó con ella, lo primero que hizo fue darle de regalo de bodas un mercedes.

Ese auto ella lo cuido como niña bonita, no consentía nada con el, tanto que ella misma se encargaba de lavarlo, nunca dejo que mi hijo lo conduciera.

Y justo cuando le mando a cortar los frenos, permite que mi hijo lo conduzca.

—¡¿Por qué?, ¿Por qué?! —sigo gritando.

La mugrosa esa no sé quiso morir sola, sino que se llevó a mi hijo con ella.

Lo más triste es que en el accidente mi hijo murió de manera instantánea, tal parece que él bloqueo el golpe de ella y se llevó todo el impacto él.

Y ella que debía morir quedó viva, buenos mal que mi siervo Kian llegó a tiempo para cegar su vida, luego mando el  auto por el abismo causando la explosión.

Lo lamento tanto por mi hijo.

Es que si no se hubiera casado con esa arpía, nada de esto hubiera pasado.


Narra Fares:

Meses después.

Ya a pasado medio año, desde el supuesto accidente de los Xian.

Se siente un vacío enorme, aún no me acostumbro a entrar a la oficina del jefe y no verlo ahí sentado con un lapicero en alto centrado en sus pensamientos.

Es tan duro llegar a su casa y ya no ver aquella hermosa flor que adornaba su hogar como lo era Veranice.

Ya nada es igual.

La bruja esa por matar a su nuera, termino acabando también con la vida de su hijo.

Por esa parte me siento un poco feliz, ya que la vieja esa por poco se vuelve loca, ya que el fuego que salió de si misma, la quemó a ella también.

Esa será una culpa que jamás podrá quitar de su corazón.

Pero yo también me siento responsable de la muerte de los Xian, ya que si hubiera estado más aquí, me hubiera dado cuenta de lo que estaba pasando.

Me lamento por no haber escuchado las palabras de Jum-Jak cuando me dijo que desconfiaba de sus hombres.

Estaba ocupado con la recuperación de Zuar y con la situación de Linda, y para saber que ahora Linda no quiere saber nada de mi.

Aún así es mi hija y mi deber es protegerla siempre.

Por otra parte Zuar se está terminando de recuperar, al menos ya puede tomar cosas con las manos.

Ha sido un trabajo arduo su recuperación, pero ya es mucho lo que ha logrado.

Luego que se termine de recuperar, pienso yo mismo enseñarle a vivir.

Mibsan no se preocupó ni siquiera por enseñarle lo básico, por eso casi lo matan, pero en cambio yo le voy a enseñar a matar para poder vivir.

En estos momentos estoy parado frente al escritorio del jefe en su oficina, revisando algunos documentos.

Si algo le ha dolido a la bruja esa, es que Jum-Jak me halla dejado a cargo de todo, tal parece que él ya presentía la muerte.

Lo más duro de todo fue que él me hizo prometer hacerme cargo de su hijo, ese demonio que me odia como yo lo odio a él.

La verdad es que no quise hacerme cargo de él.

La abuela apenas se le realizó la ceremonia a los Xian, se lo llevó con ella, yo no puse oposición alguna.

Para mí que se lo llevara fue una gran cosa, pero sé que a Jum-Jak esa idea no le agradaría.

Él nunca confío en su madre.

No puedo más con este sentimiento de culpa, ya que no los protegí lo suficiente, al menos haré algo por ese demonio.

Aunque no lo quiera hacer.

Tomo mi teléfono y llamo a uno de mis hombres el cual está entre los hombres de Úrsula, es un espía.

—digame jefe —contesta.

—¿Cómo está Jak? —le preguntó.

Aunque me cuesta pronunciar ese nombre, lo odio, él le hizo la vida cuadritos a mi hija, y fue él que causó que la bruja esa investigará a mi hija y se diera cuenta de la verdad.

—esta dormido —responde —la señora Úrsula desde que llegó lo mantiene drogado y solo se preocupa por qué el cumpla la mayoría de edad, reclame la empresa y tomar ella el control.

Río.

—como si yo estuviera muerto para que lo logrará. —digo —encargate de sacar a ese mocoso de ahí, yo enviaré a más de mis hombres para que te ayuden.

Días después.

Efectivamente mis hombres sacaron a Jak de ahí, la bruja esa lo busca por cielo y tierra, pero yo lo lleve a dónde ella menos se imagina.

Él pobre está muy mal, carga con la culpa de sus padres y tras de repeso tiene todo el cuerpo drogado, ha perdido la conciencia de las cosas.

Es como un bobo que si lo sientas, se queda sentado y si lo paras, se queda de pie.

Si lo acuestas en una cama, ahí se queda, y si lo acuestas en el suelo, también.

No habla, no come, ni se viste por si solo.

Está totalmente fuera de sí.

Por una vez en la vida, me dió lastima de él.

Después de ser un chico altivo, que hacía y deshacía, ahora es digno de conmiseración.

—¿Que hacemos con él? —pregunta uno de mis hombres.

Ya hace una semana que está en recuperación, pero sigue igual, con su mirada perdida.

Creo que él pobre ni anhelos tiene de vivir.

Darle un disparo sería una gran cosa y así no perdería el tiempo, pero sé que eso no es lo que quería Jum-Jak para él, ni mucho menos Veranice.

Suspiro y digo lo que menos quiero decir, pero sé que será lo más efectivo.

Si no funciona, entonces le daré un tiro.

No estoy dispuesto a lidiar con él.

Suficiente tengo con Zuar.

—llevenlo a una iglesia evangélica —le respondo.

—¿Que? —dice otro confundido.

—lo que oyeron —les digo —llevenlo a todos los cultos que se realicen, estén con él hasta que el culto se acabe y luego le piden al pastor que ore por él, háganlo durante un mes.

Todos me miran asombrados y esperan a que les diga que fue una broma.

—no se queden ahí parados, háganlo ya —les ordenó.

—pero señor —dice uno. —no es mejor llevarlo a un sicólogo o algo así.

—¿Estás cuestionando mis órdenes? —le preguntó alzando una ceja.

Él niega con la cabeza rápidamente.

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