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6. ¿DÓNDE ESTÁ MAMÁ?

Santa Biblia Reina Valera 1960 - Proverbios 31
28 Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada;
Y su marido también la alaba:
29 Muchas mujeres hicieron el bien;
Mas tú sobrepasas a todas.
30 Engañosa es la gracia, y vana la hermosura;
La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada.


Narra Max:

«Me temo que los angeles se están cayendo del cielo».

Fue el primer pensamiento que se me vino al verla sentada de espaldas en la cafetería.


Tiene una cabellera súper radiante, y ni hablar cuando ví su rostro, es un rostro angelical, que ni el más excelente cirujano podría crear.

Cuando la señora Xian Úrsula, me dijo que me encargará de está familia, jamás pensé que la esposa de Fares fuera a ser una diosa, y no es porque el sujeto sea feo, sino que lo ví tan ocupado sirviendole a Jum-Jak que pensé que se había conseguido lo que se le hubiera atravesado en el camino, pero no, estaba totalmente equivocado.

Me quedo mirándola desde una distancia prudente, mientras disfruto una deliciosa tasa de café, aunque no les niego que la vista que tengo al frente es mucho mejor.

A pesar de que estamos lejos, puedo percibir sus nervios y el leve temblar en sus manos, al parecer ya se dió cuenta de la presencia de mis hombres y no halla como escapar.

A pesar de que trata de disimular muy bien sus nervios, aún así yo soy experto en esta clase de cosas y puedo darme cuenta cuando alguien nos descubre.

Ella acaricia levemente su cabello y juguetea con su teléfono debatiendose en llamar y pedir ayuda.

Será mejor que no lo haga porque le irá mucho peor, además sé que su amadito esposo no podrá venir, porque según mi fuente de información, está acompañando a su jefe en una reunión muy importante.

Además también me he encargado de chuzar su teléfono, de manera que puedo intervenir en sus llamadas y hacer que nadie conteste, si así lo quiero.

De pronto el mesero se acerca y le dice algo, la pobre está tan asustada que apenas el le habló, por poco grita.

Luego de cruzar palabras con el, se dispone a irse hacia el baño y como no soy ningún tonto, se que lo que va a hacer es escaparse, así que me apresuro a salirle al encuentro.

Llegó a la parte trasera y efectivamente ella está sacando los pies por la ventana.

Con tan mala suerte e inexperiencia, termina deslizándose y yo como buen caballero, la recibo en mis brazos.

No saben lo bien que se sintió tenerla en mis brazos, por un momento me puse en los zapatos de Fares y lo envidié.

Está mujer es estremadamente hermosa, tiene un rostro que de serca es mucho más hermoso, yo ya la había visto en fotos, pero esas fotos no le hacen justicia a lo guapa que es, no encuentro ni tengo palabras para describir las hermosas facciones que tiene.

«Si esto es así, estando asustada, no me la quiero imaginar cuando sonríe».

Tiene una figura tan perfecta, tan bien delineada, con todas sus curvas, todo está en su perfecto lugar, como debe de estar.

Me preguntó dónde diablos tuvo los gemelos o mellizos, porque su vientre no tiene cara de alguna vez haber tenido un bebé dentro, mucho menos dos.

Otra curiosidad que tengo es, ¿Cómo hizo Fares para atinarle a tener mellizos en los dos partos?.

«¿Cómo será?».

Habrá algún tratamiento para ello.

Ella tiene sus ojos fuertemente cerrados, y por poco pierdo el control y la beso, pero tristemente ella abrió los ojos.

No es porque sea un don Juan y por ello halla querido besarla, ya que estoy acostumbrado a tratar con muchas mujeres hermosas que lamentablemente han tenido que morir en mis manos.

Pero no me culpen por ello, es parte de mi trabajo y no hago acepción de personas, sea hombre, sea mujer, hermosa o fea, niña o niño, si tiene que morir, debe de morir, no hay de otra, yo solo me limito a cumplir órdenes.

Por esa sencilla razón, aún no me he casado y no pienso casarme ya que este trabajo me ha dado muchos enemigos y no quiero que alguien a quien yo quiero, tenga que pagar por mis pecados.

Nuestras miradas se encuentran y yo trato de cautivarla con la mía.

Su mirada es muy dulce y atrayente, ella tiene una mirada diferente a las de las demás mujeres, su mirada refleja un brillo especial, además es una mirada que refleja transparencia, no hay maldad ni malicia en ella.

Creo que estamos en los mismos puestos, solo que en polos opuestos.

Ella está en lo bueno y yo en lo malo.

Ella trasmite paz y vida.

Yo trasmito guerra y muerte.

Pero a pesar de ello, la codisio, la anhelo para mí, no importando que ya pertenezca a otro hombre.

Aunque ni siquiera me la merezco.

No sé cómo pasó, o como sucedió, pero ella me ha cautivado totalmente el corazón, es como si de algún modo me hubiera enamorado en tan solo unos cuantos minutos.

No sé que diablos me ha pasado.

Ella intenta bajarse de mis brazos, pero yo me niego a soltarla.

Lo único que quiero es abrazarla fuertemente y llevármela lejos del caos.

«¿Por qué una mujer tan única como ella, tiene que morir?».

Está es la primera vez que cuestiono una de las órdenes de la señora Úrsula.

Estoy dispuesto a acabar con los mellizos, uno por uno, frente a los ojos de Fares si es necesario, pero no con ella.

—sueltame —exige ella.

«Hasta su voz es hechizante».

Hago caso a su voz y la suelto, pero no puedo dejar de mirarla.

Le doy un alago y está sonríe plácidamente haciendo que me vuelva más loco por ella.

Me dice que es madre de mellizos, como si eso de algún modo me importará.

Ella se da vuelta para irse, ni siquiera se tomó la molestia de agradecerme que le haya salvado la vida.

Pero vaya sorpresa que se dió, al verse rodeada de hombres, volvió sobre sus pies y se dió vuelta para mirarme, trataba de mostrarse valiente, pero sus ojos estaban al borde de las lágrimas.

Es entonces cuando le digo que ya sé que tiene mellizos y que es la esposa de Fares.

Me acerco más a ella ya que tiene algo que me atrae y eso va más allá de su belleza, no lo sabría explicar.

Ella se aleja, pero choca con uno de mis hombres, haciendo que vuelva a acercarse a mi, y a pesar de que estoy a punto de abrazarla, solo me limito a darle la mano y decirle.

—mucho gustó, mi nombre es Max.

Esperé a que tomara mi mano, quería saber que se siente estrechar su delicada mano entre las mías, pero me dejó con la mano estirada.

A pesar de lo nerviosa que está me dió una mirada fría y hablo con mucha valentía.

—no me interesa darle mi nombre —dijo seriamente —ahora si me permite creo que me voy.

Volvió a querer irse pero obviamente mis hombres no la dejaron.

Se volvió nuevamente a mi, yo la miro complacido con una gran sonrisa en mis labios.

Ella se ve tan vulnerable, parece un conejito asustadizo.

—¿Que es lo que quiere? —me encara.

«Me encanta cuando nos comenzamos a entender».

Me acerco a ella, y comienzo a caminar a su alrededor, mientras aspiró su agradable perfume.

—quiero algo que tú esposo tiene —le respondo lentamente —y tu lo puedes conseguir.

Ella se puso tensa al escuchar mi respuesta, sabe perfectamente de lo que le estoy hablando.

—no entiendo —dijo tragando saliva.

«Imposible que sea capaz de sacrificarse por su esposo».

—la señora Úrsula me mandó —hable claramente —necesito que consigas las claves de las cuentas bancarias de Xian.

Una lágrima rodo por su mejilla al escuchar ello luego me dió una mirada indignante.

—ni siquiera he cruzado palabra alguna con Xian, como pretende que haga eso.

—Fares sabe las claves, consigue que te las de, tu me las das a mi y listo problema solucionado, nadie tendrá que morir.

Al escuchar ello, su rostro palideció totalmente, pensé que cedería, pero su respuesta me impacto.

—jamás traicionaré a mi esposo —hablo muy segura de si misma —no somos traidores.

Es como si no le importará que está rodeada de hombres que en cualquier momento pueden matarla.

Pensé que ella era perfecta pero me he equivocado, tiene un grave defecto, es muy terca.

Estiró mi mano y deliberadamente trato de acariciarla, pero está de un manotón me lo impidió.

A pesar de ser muy tierna, también es ruda.

—sabes, —le digo agarrando un mechón de su cabello —me caes bien, tu familia tiene los días contados, pero por ti, podría hacer una excepción.

Ella quitó su cabello de mi.

—incluso podría perdonarle la vida a tus pequeños, si tú y yo...—me detuve un momento para contemplarla de cuerpo entero.

Sin previo aviso puse mi mano en su cintura y la atraje a mi, fue tan rápido que ni siquiera pudo reaccionar.

Lo que siento al tenerla tan cerca, es inexplicable, creo que voy a perder el control.

Acerco mis labios a su oído, mandando escalofríos por todo su ser.

—si tu y yo, pasamos una noche agradable —le termino de decir.

Ella no dijo nada, solamente respira con dificultad y su cuerpo tiembla.

—o tal vez si quieres, puede ser más que una noche —susurre a su oído.

Todo paso muy rápido, no lo ví venir.

Ella me empujó fuertemente, que si no hubiera sido porque soy hábil, habría caído al suelo.

Apenas estaba reaccionando por su acción, cuando de pronto su mano se estampa en mi cara dandome una sonora y dolorosa cachetada.

—a mi me respeta —dijo con rabia.

Pude ver una leve sonrisa en los labios de uno de mis hombres que al ver que lo ví, volvió a estar serio.

El rostro se me puso rojo de la rabia, quería estrangularla.

«¿Cómo se atreve a humillarme delante de mis hombres?».

«¿Así paga mi amabilidad para con ella?».

Lo que es, después de haberme hecho esto, no la dejaré ir así como si nada.

Pienso salirme con la mía, no importa que sea por las malas, nadie se atreve a humillarme y sale impune como si nada.

Narra Fares:

Después de un día agotado con el señor Xian, lo único que quiero es llegar a casa y descansar y efectivamente así lo hice.

Abro la puerta y los primeros que corren a recibirme son mis mellizos.

—papaaá —gritan a la misma vez tirándose a mis brazos.

—hola mis queridos —saludo tratando de abrazarlos a todos.

Éstos niños me han traído tanta felicidad, que no se que sería mi vida si no los tengo a ellos.

Ellos han sido el gran regalo que Dios nos dió a mi y a Alice.

Los bajo de mis brazos a los tres, Mibsan, Linda y Annie.

Zuar no alcanzo lugar en mis brazos. por tanto está abrazado a mis piernas.

Me quedo mirándolo y este me hace un tierno puchero que me derrite el corazón.

—ven aquí mi ternura —digo levantandolo en brazos y me voy a buscar a mi amada Alice.

Ella siempre sale a recibirme, pero hoy a cido la excepción, posiblemente esté haciendo algo delicioso en la cocina.

Llegó a la cocina y no está, solo está la joven que nos colabora con los oficios.

—Dios la bendiga —saludo.

—amén —contesta.

—¿Dónde está mi esposa? —le pregunto.

—ella está cenando con una amiga —respondió.

Yo asentí y salí de la cocina, pero cuando llegue a la sala me detuve de golpe.

Un momento.

Alice no tiene amigas.

Eso hizo que mi corazón comenzará a temblar.

«¿Y si le pasó algo?».

Lo primero que viene a mi mente es la señora Úrsula, pero no creo que ella sea capaz de tanto, además ella es mujer, no sería capaz de meterse con mi esposa que es indefensa y no tiene la culpa de nada.

Es que ni siquiera yo la tengo.

Zuar se remueve en mis brazos, lo miro y el me está mirando.

—¿Papi ta ben? —pregunta con su tierna voz.

Hasta mi pequeño hijo se da cuenta de mi preocupación.

—si —respondo inseguro —o al menos eso creo. —beso su frente.

Meto mi mano al bolsillo del pantalón y saco mi teléfono con la esperanza de encontrar algún mensaje de Alice, pero no hay nada.

No es que sea dramático o algo por el estilo, pero ya me estoy asustando.

Toleraré cualquier cosa, pero que se metan con mi esposa o hijos.

Que Dios me perdone, pero eso jamás lo soportaré.

Inmediatamente marco su número, pero este pasa a sistema.

Bajo a Zuar de mis brazos y lo siento en el sofá, al lado de sus hermanos, que solo se limitan mirarme.

Ya van a ser las siete de la noche, así que es lógico que estén ahí sentados, están esperando el devocional.

Vuelvo a marcar su número, pero este vuelve a pasar a sistema.

La desesperación comienza a invadirme, ella jamás corta mis llamadas, tampoco se queda tanto tiempo fuera de casa.

«¿A dónde pudo haber ido?».

«¿Que le pudo haber pasado?».

Lo peor de todo es que no se que hacer, no se a donde buscarla, lo único sería hacer un denunció, pero tendría que esperar 72 horas para que la declaren como desaparecida.

Pero esperen.

Ella no está desaparecida.

Eso es imposible.

Aunque ahora las desapariciones son normales, pero a mí Alice no.

Mando la mano por mi cabello al borde del colapso, incluso estoy temblando.

Tengo tanto miedo de que a mí Alice le haya acontecido algo.

Aún así solo quiero creer que está retrasada, que quisas se demoró en alguna tienda de ropa, o ¿Que se yo?.

«Quizás se hizo una amiga y por eso está cenando con ella».

Trato de pensar lo más positivo que puedo, pero algo en mi corazón me dice que ella no está bien y lo peor de todo es que no puedo ayudarla, no se en donde está.

—¿Que pasa papá? —pregunta Mibsan rompiendo el silencio.

Me quedo en silencio sin saber que responder, no puedo ser precipitado.

—¿Shi vamos a hacher el devosonal? —pregunta Annie tratando de hacer dormir a su muñeca.

—por supuesto —le respondo tratando de fingir que todo está bien e ignoró la pregunta de Mibsan.

Camino hacia la repisa de la sala, dónde reposa el televisor juntamente con el equipo y otras cosas más.

Tomo la biblia en mis manos, vuelvo y me siento frente a ellos.

—vamos a estar leyendo Jeremías 45. —les informó.

Linda que está ida en sus pensamientos, fija su mirada en mi.

Me preguntó que puede pensar una niña a esa edad tan tierna.

—¿Dónde está mamá? —pregunta con esa inocencia que la caracteriza, mientras juega con un mechón de pelo.

Verla a ella es como ver a su madre, pero en versión pequeña, son idénticas, así como Mibsan se parece a mi.

Su larga cabellera, su tierno y delicado rostro, me hacen recordar a mi amada esposa siempre.

Por veces creo que hemos creado a nuestras copias.

Me quedo pensando en su pregunta y me doy cuenta de que no tengo una respuesta.

Así que decidí ignorarla.

—vamos a estar leyendo Jeremías 45 —vuelvo a repetir. —asi que pongámonos de pie para orar.

Todos se ponen de pie, excepto Linda.

—pero ¿Dónde está mamá? —vuelve a preguntar.

Voy a abrir mi boca para reprenderla pero Mibsan interviene.

—si padre —dice él —¿Dónde está mamá?.

Abro mi boca para reprenderlos a los dos, pero me detengo al ver que los otros mellizos también están esperando una respuesta.

Definitivamente me rindo, yo no soy madre, soy padre, así que por tanto no tengo tanta paciencia para lidiar con ellos.

A pesar de que los amo mucho me exasperan, pienso que si Alice no estuviera me habrían vuelto loco.

—¿Saben que? —suelto la biblia en el sofá —me voy a ir a buscar a mamá.

Una sonrisa satisfactoria apareció en los labios de Annie, lo cuál la hace mucho más hermosa de lo que es con esos adorables rulos rojos que tiene.


Antes de que digan algo, camino hacia la puerta sin saber a dónde la voy a ir a buscar, pero no pienso regresar sin ella.

—padre —me llama Mibsan.

Me detengo pero no lo miro.

—¿Podemos ir contigo? —pregunta Linda, como diciendo lo que Mibsan tenía en mente.

Suspiro profundamente antes de responder.

—no —digo rotundamente.

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