57. "TE AMO"
Nota: bueno creo que este ya es mi último saludo.
Por ahora 🧐.
Jejeje.
Quiero saludar a mi silenciosa lectora llamada Karen.
Oh por Dios, como extraño tus comentarios y ni hablar de tus votos 😭😭😭.
¿Que hice mal para que te silenciaras? 😭😭😭.
Sigo sin entenderlo aún 😥😥😥😥.
Naaahhh mentira.
Sé que te has vuelto tímida, pero te extraño demasiado por favor vuelve.
Al menos di: hola.
Jejeje.
Gracias a ti también por estar desde el principio de mis historias y por ser esa hermana excepcional que siempre has sido.
Me siento muy orgullosa de ti.
Y si yo me siento así, mi Dios mucho más.
Bendiciones 🤗🤗🤗🤗.
Santa Biblia Reina Valera 1960 - Isaías 32
7 Las armas del tramposo son malas; trama intrigas inicuas para enredar a los simples con palabras mentirosas, y para hablar en juicio contra el pobre.
Entramos a la mansión y mi boca se abre en una o de asombro.
Trato de disimular, pero siento que voy a desmayarme al ver tanto lujo.
Todo aquí grita: Dinero, lujo, plata, oro, etcétera.
Hay unas pinturas pegadas a la pared, que a la simple vista uno diría que es una pintura y ya, pero yo que e estado en las grandes galerías de arte en París, les puedo asegurar que eso vale muchos dólares.
Y ni hablar de las porcelanas que hay, son estremadamente lujosas, caras y antiguas, creo que ni en un año con un sueldo normal, se lograría pagar una cosa de esas si se partiera.
Seguimos caminando hasta llegar a la sala, que por cierto es inmensa, con unos muebles únicos y hermosos.
—¡Mamá!, ¡Papá! —comienza a llamar Deimond.
Es ahí donde recuerdo porque estoy aquí y vuelvo a ponerme nerviosa.
—tal vez no están —le digo a Deimond en voz baja al ver que nadie responde.
—¡Hola hijo! —saluda una mujer.
Levantó mi mirada hacia las escaleras y la veo.
Es una mujer super hermosa, parece de porcelana, lleva un vestido largo, el cual es apretado y resalta sus curvas, con una raja que deja ver toda su pierna, también tiene un corte de cabello bastante peculiar.
—hola mamá —dice Deimond cuando ella se detiene frente a nosotros, su mirada se posa en mi. —te presentó a mi novia.
—¿Tu novia? —repite ella mirándome de manera curiosa —pero que hermosa es, ¿Eres modelo? —me pregunta.
—no señora —respondo.
—¿Por qué siento que te he visto de algún lado? —pregunta pensativa. —¡Ah!, ya sé, eres la antigua modelo, el amor platónico de Deimond, ahora entiendo porque Deimond se enamoró de ti.
Yo sonrió y bajo la cabeza un poco apenada.
—pero ven querida —me dice tomándome de la mano —no te quedes ahí, vamos a sentarnos.
Nos llevó a mi y a Deimond a sentarnos en aquellos cómodos muebles.
El estar ahí sentada, me hizo recordar mi antigua vida.
La madre de Deimond no dejaba de verme de pies a cabeza, eso hacia que sudara frío.
—¿has pensado volver al modelaje? —pregunto de repente.
Inmediatamente llegaron a mi todos los recuerdos de mi antigua vida, en especial aquellos desagradables, en donde tenía que posar en ropa que no me gustaba y tenía que aguantar las malas miradas y sermones de la mamá de York.
«Ni loca, volveré a ser modelo».
«Al menos no, en esa agencia».
—no, —respondi —no señora.
—uumm... —se quedó pensando —¿Y por qué? —pregunto —digo... tienes un buen cuerpo, también eres hermosa de cara, no veo porque no volver a esa profesión.
Baje la mirada un poco incómoda con sus palabras.
«Hasta ahora, nadie me había hecho esa sugerencia».
—¿Donde esta papá? —pregunto de pronto Deimond cambiando de tema.
Se lo agradecí mentalmente.
—ahí está —respondio su madre señalando hacia las escaleras.
Miró y efectivamente ahí viene bajando un hombre, al que parece que los años no le han pasado, es un hombre muy elegante y apuesto.
«Ahora entiendo porque Deimond salió tan guapo».
«Es imagen y semejanza a su padre, también tienen el mismo color de ojos».
—muy buenos días —saludo extendiendo su mano hacia mi —mucho gusto, Morgan.
—el gusto es mío —respondi tomando su mano —yo soy Linda González. —solte su mano.
—¡Oh por Dios! —exclamó la madre de Deimond —olvide presentarme, yo soy la señora Morgan.
—es un gusto señora Morgan.
Como pueden ver, aquí los nombres no son tan importantes, lo más importante es el apellido.
—y bien —volvió a hablar la señora Morgan —cuentenos como se conocieron.
Yo no sabía cómo empezar, me sentía un poco nerviosa así que Deimond abrió su boca y comenzó a contar todo con pelos y señales.
La charla se tornó muy agradable, incluso la señora Morgan nos contó su historia de amor con el señor Morgan, fue una historia bastante estrovertida y difícil de creer.
El tiempo pasó tan rápido con ellos, que cuando nos dimos cuenta ya habíamos almorzado y ahora estábamos disfrutando del postre después de la cena.
Por cierto no les he contado lo bien que sabe.
Terminamos de comer en medio de risas y anécdotas que el señor Morgan nos contó, fueron tan graciosas que incluso estuve a punto de atorarme por estar riendo mientras comía.
Ya había oscurecido y sabía que era hora de irnos.
Todo salió diferente a lo que yo me esperaba, resulto que los padres de Deimond son todo amor.
—ayuda a llevar los platos Deimond —dijo su mamá cuando llegó la empleada a recogerlos.
—¿Yo? —pregunto él un tanto confundido.
—si, tu —responde su madre —¿O hay otro Deimond por aquí?. —comienza a reír.
Deimond no respondió nada, simplemente se puso de pie y comenzó a recoger los platos y luego se fue con ellos a la cocina.
Apenas se fue, las miradas de sus padres se posaron en mi.
«Y ahí es cuando me ofrecen un maletín lleno de dinero, a cambio de que dejé a su hijo».
«Y yo que pensé que ya me los había ganado».
—sabes Linda —hablo su madre —esta es la primera vez que veo a Deimond ser tan feliz, desdé que anda contigo tiene un brillo especial en sus ojos, por favor cuida mucho de él, no lo vayas a dañar, no le vayas a herir su corazón.
Yo asentí con la cabeza en silencio.
Ahora siento que tengo una gran responsabilidad en mis hombros, aunque cabe aclarar que amar a Deimond no es una molestia, si no más bien un privilegio.
«Se nota que la mamá de Deimond lo quiere un restó».
Me sentí aliviada al ver que no iban a alejarme de su amado hijo.
Una hora después
—hemos llegado —anuncia el chófer.
Miró por la ventana y efectivamente estamos frente a mi casa.
Deimond suspira.
—por mi fuera, no quisiera que te bajes del auto, —me dice Deimond con tono triste —quiero tenerte siempre a mi lado, cada vez que me despido de ti, siempre tengo miedo de perderte.
A veces pienso que es un poco dramático.
—no te parece que exageras un poco —digo bajando del auto.
Deimond se baja también.
—lo siento —dice mirando al suelo —pero eso es lo que siento, tengo...—trago grueso —tengo... —se mando una de sus manos por su cabello, se veía bastante nervioso —tengo...
Sé queda en silencio sin completar lo que iba a decir, solo puedo ver una gran tristeza en su rostro.
—¿Tienes que? —pregunto impaciente al ver que no dice nada.
—tengo...—sus ojos se cristalizan —tengo el... el vago presentimiento de que me vas a dejar —termino de decir con la voz quebrada.
Me dolía tanto verlo así.
No entiendo porque se pone así por cosas que nunca van a pasar.
—yaaa —digo cortando la distancia y abrazándolo —no digas eso, no te pongas así, yo jamás te dejaría, a menos de que me dieras una gran razón para hacerlo.
—siento que aunque no te de razones, de todos modos lo harás —dice abrazándome con fuerza.
—no seas tonto —lo regaño —no digas más tonterías.
El no dice más nada.
Nos quedamos así abrazados un tiempo.
El no quería soltarme y yo me sentía muy cómoda en sus brazos.
Minutos después.
—perdón —se disculpa soltándome de su abrazo —es que por veces me pongo un poco sensible. —dice otra vez con su habitual sonrisa.
«Eso veo».
—tal vez sea por el periodo —bromeó.
—¿Que? —dice Deimond confundido.
—nada —le respondo sonriendo de manera inocente.
El se rasca la nuca un poco confuso.
Yo rio al ver su inocencia.
«Tal parece que el pobre no sabe que es el periodo».
—¿Tus padres ya habrán llegado? —me pregunta cambiando de tema.
—no, no creo —respondo al ver las luces apagadas.
—¿Quieres que me quedé contigo hasta que lleguen? —se ofrece.
Lo miro a los ojos y al ver ese rostro tan tierno, estuve a punto de ceder.
Además yo confío en él y se que no hará nada tonto.
Pero en la que no confío es en mi madre, que apenas lo vea cuando llegue, me llamara a solas y comenzará a preguntarme que tal fue mi primera vez, aunque no halla pasado nada, así que prefiero evitar.
—descuida —digo rechazandolo —estare bien —sonrio metiendo las manos en mis bolsillos.
—okey —dice un poco triste —entonces te dejo para que descanses, mañana vendré a recogerte.
—de acuerdo —le digo.
El me da un beso en la mejilla.
—me iré cuando entres a casa —me dice.
—esta bien —digo caminando a casa.
Es evidente el vacío que comienzo a sentir apenas me alejo de él, incluso siento frío, más de lo normal.
Cuando lo tengo bastante tiempo cerca, ya no me quiero alejar de él y eso es algo que me asusta, no quiero volverme dependiente.
Abro la puerta, entro y antes de cerrarla, le mando un último beso.
El lo atrapa con su mano, se abre la chaqueta y lo guarda en su corazón.
Ya les dije que es bastante showchero.
Cierro la puerta y corro hacia la ventana para verlo irse.
El sube al auto y este se va, dejando una pequeña nube de polvo.
Doy un suspiro y me dejó caer en el sofá de la sala, pensativa.
«¿Dónde estarán papá y mamá?».
«¿Por qué no habrán llegado?».
«¿Será que les pasó....»
Cierro los ojos y dejo de pensar en tonterías, procuro tener la mente en blanco, es así como me comienzo a quedar dormida.
Lo primero que aparece en mis sueños, es el hermoso rostro de Deimond.
Pero unos golpes en la puerta, hicieron que saliera del agradable sueño en el que acababa entrar.
Posiblemente son mis padres.
«Pero....».
«Que raro, ellos andan llaves».
«Tal vez por salir de afán, se les olvidó».
«Eso fue lo que pasó».
Me paro entredormida, y abro la puerta sin siquiera percatarme de quien es.
—muy buenas noches —saluda una voz desconocida masculina.
Eso hizo que el sueño se me espantara totalmente.
Abro los ojos como si me fueran a echar gotas y es entonces cuando lo veo.
Es un hombre común y corriente, pero ya tiene sus años.
Tiene un uniforme que lo caracteriza.
—¿Se encuentra la señorita Linda González? —pregunta al ver que no le digo nada.
—si soy yo —respondo un tanto incómoda, ya que le abrí la puerta a un desconocido.
—firme aqui por favor —dice entregándome una planilla.
Tomo la planilla y lo miro confundida.
«¿Que es esto?».
—es para confirmar la entrega —me explica y se va hacia su carro.
Me quedo mirando como el sujeto abre el baúl del auto y saca un arreglo floral extradimencional.
Es un ramo de flores súper grande.
«Definitivamente Deimond por veces se pasa con estos regalos».
«Pero es hermoso».
—¿En dónde desea que lo deje? —dice el hombre con dificultad, cargando el arreglo floral.
—Dejalo aquí —le digo, señalando un espacio al lado de la puerta.
La verdad es que la casa es un poco chica y no hay muchos espacios para cosas tan grande como lo es este arreglo floral.
Firmo la planilla, se la entrego, el la toma y se va.
Cierro la puerta y me quedo mirando esas preciosas rosas y lo que dicen.
Una sonrisa se forma en mis labios y comienzo a suspirar.
Este chico cada vez hace que me enamoré más de él.
Por veces siento miedo, recuerdo sus palabras y tengo miedo de que él sea el que me deje a mi.
La verdad es que lo nuestro es tan lindo, que por veces se me hace muy irreal.
Incluso me atrevería a decir que los doramas le quedan pequeños a nuestra relación.
Es que...
Es que él es tan lindo.
Su forma de ser, de hablar, de comportarse, hacen que me enamoré más y más.
Busco la tarjeta en medio de los elechos para ver qué me ha escrito.
Está bien escondida pero finalmente la encuentro.
Me siento frente al arreglo floral, la abro y comienzo a leerla mentalmente.
«Espero que este arreglo floral, puedo confirmar lo que siento por ti ❤️❤️❤️.
No sé cómo pasó, pero puedo asegurarte de que me has cautivado.
ATT: JASON».
—¡QUEEEEEEE! —exclamo al leer el remitente.
«Esto no me puede estar pasando a mi»
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro