5. SIN SALIDA
Santa Biblia Reina Valera 1960 - Salmos 55
6 Y dije: ¡Quién me diese alas como de paloma!
Volaría yo, y descansaría.
Cuando el dijo esa palabra, sentí que alguien más me estaba mirando.
Instintivamente mire hacia su lujoso coche y entonces pude contemplar al chico más guapo que halla visto en toda mi vida.
Estaba dentro del auto en los puestos traseros, nuestras miradas se encontraron y el me dió una dulce sonrisa, nada que ver con la mirada de malo que tiene el caballero, luego sacó su mano por la ventana y levantó el pulgar en alto, picando su ojo izquierdo.
Se ve tan lindo y guapo, que si estuviera más grande, me había enamorado, pero papá dice que solo tengo derecho a conseguir novio a los 18.
—¿Por qué sigues aquí Linda? —pregunta papá, haciendo que salga de mi ensoñación.
«Ni siquiera lo ví venir».
—eh, yo...—no sabía que responder.
Mi padre miro al caballero.
—ya podemos irnos —le dice.
El caballero tiene su mirada puesta en mi.
—sabes que Fares, —dice sin despegar su mirada de mi —creo que puedo hacerlo yo solo, ah y por cierto —pone su mano en el mentón —tienes una niña muy...—se queda pensativo —muy...muy tierna por así decirlo.
Luego de decir ello, no se tomó la molestia de despedirse, simplemente se montó en su auto y se fue.
Mi mirada quedó en la ventanilla de los puestos traseros, hasta que el auto se perdió de mi vista.
Anhelé ver a ese adolescente por última vez, pero eso no fue posible.
—¿Que le dijiste al señor Xian? —preguntó papá serio.
Siento un escalofrío recorrer mi cuerpo.
No me gusta poner de mal genio a papá, ya que sus métodos de castigar, son muy diferentes a los de mamá, prefiero llevarlo por la buena.
Pensé en una mentira piadosa para salir del lío, pero recordé lo que dice apocalipsis 21.8 y se me pasó, pero tampoco creo ser capaz de decirle toda la verdad.
—le dije que hoy era tu día libre —respondo mientras juego con mis manitas, sin despegar la mirada del suelo.
Mi padre suspiro.
—¿Y que más le dijiste? —volvió a preguntar.
Comienzo a sudar frío y tengo ganas de llorar, no quiero decirle el resto, si lo hago, posiblemente me castigue delante de todos, aquí mismo.
—te estoy haciendo una pregunta —vuelve a hablar, está vez un poco más fuerte, haciendo que comience a temblar.
Las lágrimas amenazan con salir de mis ojos y mi padre se da cuenta de ello.
Trato de buscar una escapatoria rápida.
—¿Cómo se llama el chico que iba atrás? —es lo único que se me ocurre hacer en un momento tan tenso como este.
Mi padre volvió a suspirar.
—se llama Jum Xian —respondió un poco más calmado —y ahora dime ¿Que fue lo que le dijiste al señor Xian, para que esté cambiará de parecer?.
«Jum Xian»
Trate de gravar ese nombre en lo profundo de mi mente.
—yo...yo... —digo sin saber cómo decirle todo lo que le dije.
Justo en ese momento alguien me toma de la mano y me jala.
Levanto la mirada y me encuentro con Mibsan, una sonrisa aparece en mis labios.
El siempre aparece justo a tiempo para librarme de los problemas.
—vamonos —dice con voz autoritaria —ya es hora de la clase dominical.
No me quedé a esperar lo que papá dijera, salgo corriendo con Mibsan a mi escuela dominical.
Narra Alice:
Tiempo después.
Todo a seguido transcurriendo como si nada, si no fuera porque hace unos meses a mi esposo lo dejaron en la puerta tirado hecho nada, dijera que todo está bien, pero ahora tengo un mal presentimiento, siento que en cualquier momento esa señora va a aparecer para hacerle daño a mi esposo y eso no me deja tranquila.
Voy en el auto, conduciendo lento, me dirijo hacia la mansión, luego de haber llevado a los niños mayores al colegio.
Mi teléfono vibra y espero a llegar al semáforo para ver el mensaje.
Esposo:
Hola mi amor, te escribo para decirte que voy a estar en una reunión muy importante y que no podré usar el teléfono, así que no me aguante las ganas de decirte cuánto te amo, y que solo quiero ir y estar a tu lado, no hace mucho que te deje en casa, pero siento como si fuera una eternidad, TE AMO DEMASIADO 💞💞💞.
Una sonrisa genuina aparece en mis labios al ver ese mensaje.
Llebamos siete años de casados y hasta el día de hoy no se le ha quitado lo romántico.
A mí mente llegan recuerdos de la primera vez que lo ví.
Fue amor a primera vista.
Yo iba caminando por el parque, en medio de un sol radiante que me tenía totalmente agotada, me acerque a una tienda y compré una botella de agua, fui a la banca más cercana y me senté a disfrutar de ella.
Para ese entonces era una joven de 17 años, pero lo recuerdo como si fuera ayer.
Me quedé mirando a la nada, hasta que de pronto un joven muy apuesto se bajó de un auto lujoso.
Mis ojos quedaron vislumbrados y no precisamente por el auto, si no por aquel joven que me quito el aliento.
Recosté mi espalda en la banca, cerré los ojos y me di el gusto de imaginar casarme con alguien así.
Cuando los abrí, ya no había rastro de aquel chico, solo estaba el auto, y dudaba de que estuviera ahí.
Tomo mi botella de agua y le doy un sorbo, volviendo a cerrar mis ojos.
«Definitivamente soñar no cuesta nada».
—disculpa —habla una voz varonil a mi lado —esa es mi agua.
Vaya sorpresa la que me doy al darme cuenta de que era el mismo joven que no hacía mucho había visto salir de aquel auto.
Y si, efectivamente me estaba tomando su agua.
No hallaba en dónde meterme de la vergüenza tan grande que sentía, mis mejillas se pusieron de varios colores.
El por su parte solo sé limitaba a mirarme, mientras disfrutaba verme avergonzada.
—no te preocupes por eso —dice acercándose un poco más —mucho gusto, mi nombre es Fares.
Comenzamos una emana charla, como si nos conociéramos desde siempre.
Todo iba bien, jamás había reído con alguien como lo hice con el, hasta que de pronto de aquel auto se bajó una mujer bastante hermosa y vino hasta nosotros.
—hola —saluda con una sonrisa amable —mi nombre es Veranice —se presenta.
Luego su mirada cae en Fares.
—me dijiste que ibas a comprar una botella de agua, no que ibas a quedarte a hablar. —le reclamó.
Eso hizo que mi 1% de esperanzas con ese chico, se acabarán.
Pensé que ella era la novia, pero luego me enteré que ella es la esposa de uno de los hombres más poderosos del mundo, después Dios volvió a poner aquel chico en mi camino y no le tocó hacer mucho esfuerzo por ganarme ya que mi corazón desde el primer día le perteneció.
Fue así como ha la edad de 18 años, estaba felizmente casada y lo sigo estando hasta el día de hoy.
Salgo de mis recuerdos al darme cuenta de que dos autos me vienen siguiendo.
Quisiera creer que estoy siendo paranoica, pero vienen de hace tiempo atrás de mi, así que creo que no es coincidencia.
Aún así para estar segura, decido parquear en una cafetería.
Los nervios me juegan una mala pasada y por poco subo el auto a la acera.
Trato de recoger mi cabello en una cola alta, pero no encuentro la moña por ningún lado, así que me dispongo a salir así no más.
Apenas abro la puerta, confirmo mis sospechas, aquellos autos también han parqueado.
Trato de hacer como si nada pasara y entro a la cafetería, fingiendo total tranquilidad, aunque por dentro estoy temblando de miedo y estoy gritando auxilio.
Tomo puesto en una mesa del centro, tratando de mezclarme con la multitud, miro con disimulo si hay algún conocido, pero lamentablemente hoy no es mi día de suerte.
Ocho hombres con trajes negros entran a la cafetería y sin disimulo alguno, se ubican en las cuatro esquinas de la cafetería, de dos en dos.
Parece que están ocupados en sus cosas, pero yo sé que no me quitan la mirada de encima, puedo sentirlo.
Meto mi cabello detrás de la oreja, y miro la pantalla de mi teléfono, con la intención de llamar o escribirle a Fares, pero se que está en una reunión y no responderá.
«Para cuándo lea el mensaje, sera demasiado tarde».
«Dios mio».
Hablo mentalmente guardando el teléfono en mi bolso.
«Librame de esta».
—¿Que desea mi bella jóven? —pregunta el mesero a mi lado, haciendo que mi corazón de un vuelco del susto tan tremendo que me dió.
—lo siento —se disculpa —no era mi intención asustarla.
Le doy una sonrisa de boca cerrada.
—descuide —le resto importancia —no es nada, por cierto, me podría decir ¿Dónde está el baño?.
—acompañeme —dice encantado.
«si supiera que soy mamá de dos partos mellizos, no sería tan amable».
Lo sigo ante la atenta mirada de aquellos hombres y llegó al baño, perdiendome de la vista de ellos.
«Ahora necesito escapar lo más rápido posible de aquí».
Me encierro en el baño y subo a la tasa, tratando de llegar a la ventana, pero al ver lo alto que está al caer afuera, hace que mis ánimos se vayan por el suelo.
Me bajo y me siento en la tasa.
«¿Que se supone que haga ahora?»
«Esperar a que llegue lo que tenga que llegar».
Lágrimas de frustración corren por mis mejillas.
Estoy más que segura que esos hombres que están afuera, han sido mandados por esa señora Úrsula.
Si tan solo Fares renunciará a ese trabajo, nada de esto estuviera pasando.
Lavo mi rostro en el lavamanos y seco mis lágrimas, aspiró aire profundamente.
«Con llorar no voy a solucionar nada».
Subo nuevamente a la tasa y está vez me aventuró a salir por la ventana.
«Si muero es mejor morir luchando».
Saco la cabeza y poco a poco el cuerpo, lo hago de manera lenta.
Es una gran cosa ser delgada, si esto me hubiera acontecido cuando estaba en embarazo, habría quedado atorada.
Me sostengo de un ladrillo salido que hay a la parte de arriba, para poder sacar los pies uno por uno.
Doy un suspiro al lograrlo.
«No era tan difícil después de todo».
La demora fue pensar ello y darme el crédito, cuando me deslice y me fui de picada al suelo.
Se que de esto no sobreviviré, solo aspiró que al abrir mis ojos, sea en el cielo.
Es entonces cuando unos fuertes brazos me reciben.
El susto que me di al pensar que moriría fue tan tremendo, que me quedo sintiendo si de verdad sigo aquí.
Cuando finalmente me doy cuenta de que no es un sueño, abro los ojos de golpe y veo a quien me sostiene.
Es un hombre de aproximadamente unos 25 años, cuyo cabello es castaño con ojos grises, lleva una barba apenas saliente, con un cuerpo bastante atlético.
Pero eso no es lo que llama más mi atención.
Es su mirada en mi, es como si de alguna manera algo estuviera sucediendo dentro de el que no logro explicar, aparte de ello tiene una aura que me hace extremecer de algún modo.
Intenté bajarme de sus brazos, pero fue inútil, el se negó a soltarme.
Fue entonces cuando recordé que estaba huyendo de unos matones y que posiblemente el podría ser uno.
—suelteme —le exijo con voz autoritaria.
El vuelve en si, y se apresura a bajarme.
—lo siento —se disculpa —jamas había estado cautivado por tanta belleza.
Lo dijo con un tono tan certero que hasta me hizo dar miedo.
Aún así sonreí complacida, porque sabía la manera de quitarmelo de encima.
—pués está belleza ya ha tenido dos partos de mellizos —dije sin dejar de sonreír.
Luego me di media vuelta y me dispuse a marcharme, ahora lo que menos tengo es tiempo para malgastarlo con nadies.
Vaya sorpresa al verme rodeada de los hombres que estaban en la cafetería.
Mi corazón comienza a latir de manera desesperada, no logro controlar los nervios y siento que en cualquier momento voy a caer presa del pánico.
Giro nuevamente sobre mis talones, fingiendo total calma y me encuentro con la mirada grisácea de aquel hombre.
Tal parece que el es el jefe de estos sujetos.
—no me extraña que sea madre de cuatro mellizos —dice sin inmutarse —sabiendo que es la mujer de Fares, lo que no sabía es que fuera tan estremadamente guapa.
El no dejaba de sonreír, mientras yo estaba al borde de un ataque.
En mi mente trataba de pedir ayuda a Dios, pero estaba tan nerviosa que ni podía pensar.
Se acerco unos cuantos pasos a mi, y yo retrocedí el doble, hasta chocarme con una de esos sujetos, los cuales habían echo un círculo sin salida.
Me aleje de aquel sujeto, pero aquel hombre aprovecho ello para acercarse más a mi.
A mi mente vino lo peor.
Lo que más temía era por mi integridad, no quiero que me hagan daño.
«Dios mío, por favor».
Las lágrimas amenazan con salir de mis ojos, pero las retengo.
Jamás le voy a rogar a un hombre, solamente me doblegó ante mi Dios.
El extendió su mano hacia mi.
—mucho gusto mi nombre es Max —dijo como si sus hombres no me tuvieran acorralada.
Fin de la narración.
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