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43. VIDA SIN DIOS

Santa Biblia Reina Valera 1960 - 2 Samuel 20
9 Entonces Joab dijo a Amasa: ¿Te va bien, hermano mío? Y tomó Joab con la diestra la barba de Amasa, para besarlo.
10 Y Amasa no se cuidó de la daga que estaba en la mano de Joab; y éste le hirió con ella en la quinta costilla, y derramó sus entrañas por tierra, y cayó muerto sin darle un segundo golpe.
Después Joab y su hermano Abisai fueron en persecución de Seba hijo de Bicri.


Voy caminando con Gracia hacía la salida luego de terminarse la reunión, por cierto a los J5 no los mire por ningún lado.

Mientras caminamos escucho las habladurías de todos.

—yo pienso que fue una cuenta con su padre que la quisieron soldar con J1 —dice una chica.

—yo digo que fue una equivocación —alega otra.

Y así sucesivamente todo mundo dice una cosa y otra, a mi me da lo mismo, si vive o muere es lo mismo, aunque pensándolo bien, si muere le haría un favor a la humanidad.

Mi conciencia se me remuerde por dentro al ver las cosas de esa manera.

Dejó de poner atención a las habladurías al llegar afuera y ver los autos blindados que han llegado.

«¿Y eso?».

Quedó asombrada al ver los hombres vestidos de negro con lentes oscuros que descienden de los coches y le dan la mano a una señora muy hermosa, la cual viene adornada con joyas preciosas, lo cual deja a la vista claro que es millonaria.

No cualquiera anda en carros blindados, fuertemente escoltada y luciendo un collar de diamantes, con un anillo de esmeraldas y otras piedras preciosas que no logro a identificar.

Y no me quiero imaginar cuánto valdrá ese abrigo de pieles que lleva puesto, cuyo largor llega al suelo.

Les puedo asegurar, que esa mujer es deslumbrante y no soy la única que ha quedado impactada con su presencia, todo el colegio está así.

«Woooo».

—¿Quién es ella? —pregunto curiosa.

—ella es nada más y nada menos que la señora Úrsula Xian, la fundadora de este colegio y de una universidad. —responde Gracia. —la abuela de Jak Xian.

«Vaya, vaya, eso sí que no me lo esperaba».

No puedo quitarle la mirada de encima, esa señora se manda mucha elegancia, también tiene un cuerpazo como de modelo.

Es tal la belleza de esa mujer, que el mismísimo rector que sale a recibirla, queda votando la baba.

—¡Vamos! —me dice Gracia jalándome del brazo.

Dejó de mirar a aquella mujer y comienzo a caminar por en medio de todos los estudiantes que se han agolpado a ver a aquella señora.

—perdón, perdón —digo abriéndome campo entre todos para salir a la carretera.

Aunque ni siquiera sé para qué me disculpo, si ellos me han hecho tanto daño.

Sigo abriéndome paso, tratando de alcanzar a Gracia que va un poco más adelante, sé que si no me apuro la perderé de vista y es la única que se relaciona conmigo aquí.

—¡Apartesen!, ¡Apartesen! —escucho una voz.

Es entonces cuando todo mundo se comienza a retirar y me comienzan a aplastar, trato de abrime paso para seguir, pero terminó enredada cayendo al suelo de bruces.

Lo primero que hago es cubrirme la cabeza con los brazos, tratando así de no ser pisada.

Gracias a Dios nadie me pisó.

Abro los ojos y estoy solo yo, los demás están bastante retirados, me paro rápidamente y me disculpo con aquella mujer que ha clavado su mirada en mi.

Ella es hermosa, como lo dije antes, pero su mirada tiene algo raro, es como si fuera diabólica.

—perdón —le digo antes de empezar a irme.

—¡Espera! —dice.

Me doy vuelta y la miró incrédula.

No creo que sea a mi que me habla.

—¿Yo? —me señaló a mi misma.

—Si. Tu —responde. —¿Serías tan amable en darme un tur por el colegio?.

Frunzo el ceño confundida.

«Se supone que es la fundadora, a de conocerlo bastante bien».

—no se molesten en seguirme —le dice a sus escoltas —esta chica —pone su mano sobre mi hombro —sera mi acompañante.

Los hombres acatan su orden y ella comienza entrar, yo la sigo un poco confundida sin entender nada, el rector también va con nosotros.

—aún no asimiló que a mi nieto le hallan hecho un atentado —le dice al rector —aqui en un colegio tan prestigioso, me pregunto ¿Dónde está la seguridad?. —su tono es molesto.

—lo...lo... lamento —dice el rector con nerviosismo —me aseguraré que eso no vuelva a pasar, mejoraremos la seguridad.

Ella deja de caminar y se voltea a mirarlo, la mirada que le dedica es escalofriante que hasta yo quiero salir corriendo.

—si mi nieto hubiera muerto —le dice —¿Cree que con un "lamento" lo haría resucitar?.

El rector no responde, simplemente baja su mirada al suelo.

—quiero su carta de renuncia ahora —le exige la señora Úrsula.

El rector levanta su mirada hacia ella.

—pe...pe...pero...ust... —dice suplicando.

—¡Pero nada! —le dice ella alterada. —¿Acaso está cuestionando mi orden?.

El niega con la cabeza.

Está situación es tan incómoda que preferiría no estar aquí.

Ver al rector rogando misericordia es bastante incómodo, pero también recuerdo las veces que le pedí misericordia, que le pedí que me hiciera justicia, pero siempre terminaba echándome a mí la culpa y justificando a los demás.

Ahora los papeles se han intercambiado.

El sale apresurado hacia su oficina, la señora Úrsula se queda mirándolo como se va, luego me mira a mi.

«¿Y ahora que?».

Bajo mi mirada al suelo incapaz de sostenerle su mirada.

Ella se acerca a mi y con su mano que por cierto tiene unas muy largas uñas, levanta mi mentón.

—eres una niña muy hermosa ¿Sabes? —dice con una gran sonrisa —mi nieto me ha hablado bastante de ti.

—¿De mi? —digo sorprendida tragando grueso.

«Lo más seguro es que le ha dicho cosas malas acerca de mi, y ahora piensa expulsarme».

—no te preocupes —dice al ver mi cara de preocupación —no me ha dicho nada malo, al contrario, me ha dicho que eres una niña muy valiente y que por cierto eres muy cercana a su chófer escolta, cuyo nombre no recuerdo, ¿Me harías el favor de decirme su nombre?.

«¿Como es que J1 sabe eso?».

«¿Acaso me vigila?».

—Fares —respondo automáticamente a su pregunta, pero de inmediato me arrepiento de haber hablado, siento como si hubiera cometido un delito al nombrarlo.

—exacto —me contesta con una gran sonrisa.

Narra Zuar:

Abro mis ojos y los vuelvo a cerrar eclipsado por los primeros rayos de sol que están comenzando a salir.

Mi cuerpo está súper adolorido por haber dormido en el suelo, además aún sigo sintiendo el frío que a calado mis huesos toda la noche.

Creo que más fue lo que me la pasé tiritando que durmiendo.

No sé cuánto tiempo voy a seguir viviendo así.

El único amigo que me daba posada, desde que se fue a hacer un trabajo, está es la hora que no ha vuelto y la verdad es que a mí me importa un carajo si no viene, lo que me preocupa es que no tengo en donde dormir.

Me abrazo a mis rodillas, sin ánimos de levantarme del suelo, además no tengo nada que hacer hoy, o bueno si, pero eso será más tarde, porque ahora tengo mucho frío y lo único que anhelo es que el sol caliente con toda su fuerza.

—¡Que asco! —dicen unas personas que pasan por la otra cera.

Supongo que hablan de mi, pero hace mucho que me dejó de importar lo que dice la gente, ahora escasamente me preocupo por vivir.

Trato de seguir durmiendo, antes de que la ciudad se despierte por completo y comience a transitar mucha gente y hagan imposible poder dormir en paz.

Ya me estoy quedando dormido, pero me empieza a picar la espalda.

Estiró mi mano y me rasco, luego me vuelvo a acomodar, pero también me pica la cabeza.

Me rasco la cabeza, y acomodó el cartón que tengo por cabecera, pero entonces me pica la rodilla.

Me rasco la rodilla y ya me está picando el hombro, me lo rasco, pero ahora es la barriga.

Es así como terminó despertándome y rascándome por todo lado.

Supongo que es la mugre, ya llevo una semana sin bañarme y eso sí que me ha pasado cuenta de cobro.

Huelo a los mil demonios, ni hablar de la sudoración en ciertas partes.

Quisiera ir a comprarme un desodorante pero con estas fachas, nadie me atendería.

Tampoco tengo plata.

Sigo rascándome todo el cuerpo, hasta ponerme de pie.

Siento como me andan por el cuerpo, me levanto el buso y veo pulgas que comienzan a brincar.

Es entonces cuando me fijo en mi compañero de noche.

«Vaya que he tenido huésped y no me había dado cuenta».

Un asqueroso perro pulgoso, lleno de nunches.

«Ahora hasta nunches me van a dar».

Creo que mi suerte no puede ser mejor.

Un olor agradable llega a mi nariz y comienzo a absorberlo.

Proviene de la panadería del frente, veo y están sacando los panes del horno.

«Uumm que rico».

Mi estómago comienza a rugir recordándome que ayer no comí nada.

La verdad es que me gano la comida robando, ya que la gente no me da limosna porque dicen que soy un joven sano y debo trabajar.

Pero tampoco me dan trabajo porque dicen que no soy alguien de fiar.

Asi que me gano la vida robando.

Es un trabajo despreciable, lo sé, pero es lo que hay por el momento, no me queda de otra.

Hay veces que me siento muy mal por robar.

Ayer robe a una pobre anciana su billetera, pero luego me dio pesar al verla llorando y se la delvoví.

Aunque de recompensa me dio un garrotazo con su bordón y vaya que si tenía fuerza para golpear.

Yo aspiraba que me diera la mitad de dinero por mi generosidad.

—¡Fuera de aquí! —le digo al perro pulgoso. —este es mi territorio —le aclaró.

El perro me entiende, se levanta y se va.

Huele horrible, aunque pensándolo mejor no sé cuál de los dos huele peor.

Vuelvo a sentarme en el andén y me pongo a meditar en la grandiosa vida que llevo mientras me contento con oler el aroma del pan recién sacado del horno.

«Que tristeza la mía».

«Llevo una vida de miseria».

A veces me dan ganas de buscar a ese hombre que se hace llamar mi padre y pedirle que me ayude, pero mi orgullo me impide hacerlo.

—hola —dice una voz femenina.

Levantó mi mirada para ver a quien saludan y vaya la sorpresa que me llevo al ver que es a mi.

Es una joven muy bien vestida que se ha detenido a saludarme aproximadamente de mi misma edad. y  es casi que un milagro, ya que para la sociedad yo soy un desechable.

—ho...hola —salude torpemente pero inmediatamente me arrepentí al oler mi propio aliento.

Ya se imaginaran mi aliento considerado que llevo más de una semana sin cepillarme.

Espere a que hiciera una cara de asco, se tapara la nariz y saliera corriendo, pero no lo hizo.

Al contrario, me dedico una hermosa sonrisa enseñándome su perfecta dentadura bien cepillada.

—mucho gusto —extiende su blanca delicada y limpia mano hacia mi —mi nombre es Clara.

Me quedo mirandola atónito.

Está es la primera vez que una joven como ella, que se ve que tiene plata me saluda, e incluso me da la mano.

«¿Será que es ciega?».

«Pero... si es ciega, ¿Como me vio?».

Ella al ver que no tomo su mano la retira.

—siempre se pasar por aquí en el auto con papá y te veo aquí sentado —me dice —hoy mi padre se ha detenido a comprar pan —el solo nombrarlo, hace que mi estómago vuelva a rugir —así que me he acercado a saludarte.

Me quedo mirandola mientras ella habla tranquilamente, la gente que pasa la mira como si estuviera loca.

Incluso yo estoy dudando de si está en sus cinco sentidos.

«¿Es que acaso no le da miedo que la robe?».

Ella comenzó a buscar en su bolso algo, yo me alegré.

«¡Por fin!, ¡Por fin!».

«Por fin alguien me va a dar una limosna, ojalá sea arto».

Finalmente saca un folleto y me lo da.

Lo miro y tiene letras por todo lado.

—¿Y esto para que?.—pregunto decepcionado.

La sonrisa que tenía en el rostro se me borró.

«Es mejor que no le den nada a uno, a que lo ilusionen de esta manera».

—es un tratado donde te hablan del inmenso amor de Dios —me responde.

Me rasco la espalda por las pulgas.

La verdad es que yo no creo en esas cosas de Dios, si Dios existiera el mundo no estuviera como está, ni habrían personas como yo.

Quise decirle ello, pero me dio pena.

Además ella tiene plata, ya dijo que su papá anda en auto, así que voy a sacar provecho de esto.

—pues le va a tocar que me lo lea porque yo no sé leer —le contesto.

Es verdad.

Escasamente se cuál es la A.

Ella toma el folleto y comienza a leer.

—porque de tal manera amo Dios al mundo que ha dado a su hijo unigénito para que todo aquel que en el cre...

—oye —la interrumpo. —¿Te importaría comprarme un pan?, Es que no he comido desde antier y con hambre no te puedo escuchar.

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