41. UNA HERMANA
Santa Biblia Reina Valera 1960 - Proverbios 18
19 El hermano ofendido es más tenaz que una ciudad fuerte,
Y las contiendas de los hermanos son como cerrojos de alcázar.
Narra Fares:
Voy de camino llevando al joven Xian a su refugio, estando atento a que no nos vaya a esperar una emboscada porque con Mibsan nunca se sabe, no le bastó con contratar a un sicario del cual pudimos deshacernos en silencio, sino que para colmo de males contrato un francotirador el cual atento contra Jak en plena luz del día.
Ahora todos los medios han de estar hablando de ello, esto es noticia internacional.
No me imagino como ha de estar la señora Veranice y ni hablar del señor Xian.
El teléfono se ilumina con una llamada del señor Xian.
—si se...
—¿Que es lo que está pasando? —me interrumpe.
No es necesario verlo para saber su gran preocupación y ¿Como no?, si es el único hijo que le queda.
—le hicieron un atentado a su hijo —respondo.
Miro a Jak por el espejo retrovisor y por poco suelto la carcajada, su cara es todo un poema, está que se orina en los pantalones, ya no se cree grande.
—pero todo ya está bajo control, ya lo llevamos para la casa —continuo hablando.
El señor Xian respira más tranquilo.
—pero...¿A quien se le ocurre atentar contra la vida de mi hijo? Y ¿Por qué? —pregunta.
«¿Quien? Pués nada más y nada menos que a mí hijo mayor»
«¿Por qué? Por tocar lo más sagrado que el tiene, mi hija».
—tal vez su hijo se ha metido en algunos problemas que desconocemos —le contestó.
Jak inmediatamente me mira por el espejo retrovisor haciéndome entender que el no tiene la culpa de esto.
Es tan idiota.
Si supiera que Linda no es cualquier persona, lo entendería.
En ese momento me comienza a entrar una llamada de mis hombres.
«Ojalá hallan dado con el paradero de Mibsan y Linda».
—lo siento señor Xian pero tengo que colgar, hay otra llamada esperando, —le digo.
Cuelgo sin esperar a que diga más y tomo la otra llamada.
—¿Y entonces? —contesto.
—hicimos todo lo posible por contactarlos, pero el joven Mibsan es muy inteligente, se encargó de desactivar los GPS, aún así con el chip de rastreo que insertamos en el bolso de Linda, logramos encontrarlos y ya vamos para allá, aunque no sabemos cómo le hizo para darse cuenta, pero el chip ya lo encontramos de camino, aún así sabemos que estamos cerca de ellos. —me informa rápidamente.
Suspiro con pesadez y aprieto mis manos al volante.
«Este chico es bastante inteligente».
Por veces pienso que me está superando.
—hagan todo lo posible, —le contesto —sigan el rastro.
—información de última hora jefe —dice —los encontramos, no hace mucho cruzaron el semáforo.
Suspiro aliviado.
—ya saben que hacer —les digo —procuren ser más inteligentes que él, vayan un paso adelante.
—si señor.
Cuelgo la llamada y me relajo.
«Si Mibsan creyó que se saldría con la suya, está muy equivocado».
—¿Que paso? —habla Jak —¿Ya encontraron a los del atentado?.
—en eso estamos, —le respondo —ahora procure no meterse en problemas, no todo el mundo lo tolera.
—pero si yo...
—descanse joven Xian —lo interrumpo —no se preocupe.
Nuevamente mi teléfono se ilumina, pero está vez en un número desconocido.
—¿Quien? —pregunto asperamente al tomar la llamada.
—tu hijo favorito —responde con diversión.
Inmediatamente me tensó de la rabia tan grande que me invade.
¿Cómo es posible que ponga el mundo patas arriba y este como si nada?.
Quiero decirle su poquito, pero me abstengo debido a que Jak está aquí.
—mas te vale que pares todo esto —le digo tratando de sonar lo más tranquilo posible, aunque estoy que arranco el volante de la rabia.
«¿Quien me diera tenerlo frente a mi?».
«No le quedaría un solo hueso bueno».
Tal parece que ya se le olvidó la paliza tan fuerte que le di, la cual hizo que permaneciera todo un mes en cama.
—no llame para escuchar tus órdenes o amenazas, lo que sea —me dijo con toda tranquilidad —llame porque soy una persona taaaaannnn buena que quiero informarte sobre tus hombres que me vienen pisando los talones.
—eso yo ya lo sé. —contesto y es inevitable que una sonrisa no sé forme en mis labios.
«Por lo visto el pobre ya lo tienen encerrado».
—pues te digo que tienen diez segundos para que dejen el coche, antes de que vuele en pedazos.
—¡Que!, ¿Acaso le pusiste una bom...
Me callo al recordar quien está en los puestos traseros.
—espera y verás —dice con diversión —nuevo, ocho, siete...
Corto la llamada frenando de golpe, y llamo a mis hombres.
—abandonen el coche ¡Ya! —digo apenas toman la llamada.
—pero...
—¡Ahora!
Escuchó un ruido impactante y la llamada se cortó.
Me recuesto en el asiento hacia atrás tratando de controlar la rabia tan grande que estoy sintiendo.
Me bajo del coche y le doy un fuerte puño al capote.
«Desgraciado».
«acaba de matar a unos de mis mejores hombres».
Fin de la narración.
Una hora más tarde.
Estoy sentada al lado de Mibsan frente a un pequeño manantial, un lugar tranquilo y silencioso a dónde Mibsan me ha traído, tengo mi cabeza recostada en su hombro, mientras esté tira una que otra piedra al manantial.
Se siente una paz tan bonita y una tranquilidad, que no quiero saber que pasará después, solo quiero disfrutar este precioso momento al lado de mi hermano, aunque está es la hora que no me ha dicho nada como tal.
El ha cambiado bastante, ahora muchos hombres andan alrededor de él y le dicen jefe, incluso se ha hecho de autos y quién sabe que cosas más.
Un pajarito se asienta en una rama, me quedo observando cómo se limpia sus plumas con el pico, hasta que de pronto una piedra de parte de Mibsan va hasta a el, de no ser porque voló a tiempo, habría caído muerto al manantial.
—eres malo —regaño a Mibsan.
—y tu eres muy tontita —me responde —debiste de haberte ido conmigo cuando te lo propuse, no te imaginas todo lo que tuve que hacer para poder llegar hasta aquí.
Suspiró.
—lo siento —me disculpó —pero no podía dejar a mi familia.
Bufa.
—ellos no son tu verdadera familia —dice —eres una traidora. —tira una piedra más en el manantial.
—pero mi verdadero padre está aquí —contesto sin quitar mi cabeza de su hombro.
Él se remueve incómodo.
—de que sirve que él esté aquí, si ni siquiera hace algo por el beneficio de su hija, solo piensa en si mismo.
Sus palabras duelen, pero es la verdad, aunque me duela aceptarlo, Fares en un egoísta, aunque tampoco puedo culparlo, a él no le a ido nada bien, el se volvió así por la muerte de mamá.
—tal vez aún sigue sin superar la muerte de mamá. —digo.
Mibsan comenzó a reír amargamente.
Quito mi cabeza de su hombro y lo miró, el ríe con ironía, la risa no le llega a los ojos.
Se nota que odia mucho a papá.
—¿Que pasa? —pregunto.
—dices ¿Que no ha superado la muerte de mamá? —repitio.
Yo asiento con la cabeza.
—obvio no, para el eso fue un golpe muy duro, creo que fue el más afectado. —respondo.
Mibsan ríe más fuerte.
—pero si lo superó en cuestión de meses —contesta.
Lo miro confundida.
—estaba tan afectado que se acostó con la primera aparecida que encontró en Colombia —siguio hablando —y no contento con ello le dejo una hija, la cual protege desde las sombras.
Lo miro atónita sin asimilar lo que me está diciendo.
—no puede ser posible —digo sin aliento —mi papá jamás haría eso, se supone que el amaba a mamá.
El mete su mano al bolsillo y me entrega una foto, la veo y es una niña rubia de aproximadamente unos diez años.
—¿Lo ves? —me dice —incluso se parece a ti.
«No puedo creerlo».
Definitivamente los hombres son de lo peor, por un ojo lloran a la que se murió y por otro miran a la siguiente, aunque nadie me garantiza que no la halla tenido antes, y yo como una tonta pensando que el seguía sin superar la muerte de mi madre.
Una lágrima rueda por mi mejilla por la indignación.
—no llores —dice Mibsan limpiando mis lágrimas —no lo merece.
«Tiene razón».
—sabes... —dice mirando al cielo —¿Recuerdas esa vez que nos encerraron en ese cuarto asqueroso y oscuro del orfanato durante dos días?.
Yo asiento.
—si lo recuerdo, ese día tenía mucho miedo —le respondo.
El solo recordar esos días, hace que siento escalofrío.
Fueron días infernales, dónde un perro tenía mejor trato que nosotros, y pensar que mientras nosotros vivíamos el infierno, Fares disfrutaba con otra mujer.
Mi estómago se revolvió.
—yo también tenía mucho miedo e impotencia porque no te podía proteger —dice él —pero recuerdo que tú estuviste ahí para mí, incluso me abrazaste fuertemente, haciéndome creer que todo estaba bien, aunque no lo estuviera.
Me acerque más a él y lo abrace.
—no sabes lo difícil que fue para mí —sigue hablando —cuando te vendieron como si fueras mercancía, a la primera oportunidad que tuve, me fui, con la sola intención de buscarte y estar unidos nuevamente.
Al escucharlo hablar, puedo imaginar lo duro que le ha tocado al pobre, aunque no tengo ni idea por todo lo que ha tenido que pasar, se que ha sufrido mucho.
Pero...
«Mis otros hermanos ¿Donde están?».
Dejó de abrazarlo y lo miro.
—¿Dónde están los demás?.
—te refieres a Zuar y Annie —responde.
Yo asiento.
—Zuar termino siendo habitante de calle, hace tres años que no sé nada de él con exactitud.
—¿Y Annie?.
—Annie termino en un internado, en dónde se cree la reina de todos y vaya que si lo es —dice con una sonrisa —esta preciosa con tan solo trece años, quise mantener comunicación con ella, pero Fares nos descomunico.
«Lastima».
Pero ya era de esperarse que fuera así, desde pequeña siempre procuro sacarse en limpió, aún tengo recuerdos borrosos de ella en mi mente.
«Ojalá pudiera verla y abrazarla».
—¿Con Zuar no has hablado? —le preguntó.
El niega con la cabeza.
—la verdad es que no he tenido tiempo, ya bastante me tenía agobiado en el orfanato, lo único que hacía era llorar y llorar, dar gracias que la señora Ogla no uso sus órganos para traficarlos. —me responde.
El solo pensar en esa señora me da miedo.
Hay veces que sueño con ella, en el sueño ella nos está buscando.
—¿Y que me dices de esa señora? —pregunto medrosa.
Mibsan ríe.
—esa es otra historia —responde —deberías preguntarle a Fares.
Lo miro intrigada.
—pero... ¿Que fue lo que pasó? —le preguntó —¿Todavía vive?.
—estas desactualizada —dice sin responder a mi pregunta.
—¡Oh vamos! —hago un puchero y comienzo a sacudirlo como cuando estábamos pequeños y quería que me dijera algo —¡Dimeee!.
El sigue negando con la cabeza.
—eso trucos ya no funcionan Linda —dice burlándose en mi cara.
Lo miro enfadada.
Es verdad, ya no lo puedo manipular como antes.
Entonces se me ocurrió una gran idea.
Lo empuje al manantial, con tan mala suerte que termine cayendo con él.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro