25. ¿QUE LIBRO ES?
Santa Biblia Reina Valera 1960 - Romanos 10
17 Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.
Narra Deimond:
Me sentía el hombre más dichoso del mundo, nunca jamás pensé que mi sueño se hubiera hecho realidad.
Siempre que había visto una estrella fugaz, mi deseo era poder verla algún día.
Pero paso todo lo contrario, un día cualquiera, ella simplemente desapareció, dejandome en la más terrible y tristeza soledad.
Mis padres decían que eso era una simple obsesión, y aunque les suplique para que me ayudarán, no lo hicieron.
No me quedo de otra que esperar a ser mayor de edad, para ir en busca de ella.
Quien se iba a imaginar que hoy la iba a encontrar sentada en un salón, viendo por la ventana como si nada.
Aunque ya había desaparecido de la farándula, y
Aunque nadie la recordará, yo si sabía perfectamente quien era.
Porque aunque todos la olvidaren, yo no lo haré, porque mi amor por ella, va más allá de la fama.
Aunque por como se comporta conmigo, lo más seguro es que nunca supo de mi.
Aún así no me importa, ahora que está aquí y es una chica normal, nadie me impedira alcanzarla.
Fin de la narración.
—buenos días a todos —entro el profesor un poco encartado con unos aparatos que traía en sus manos.
Es un hombre ya entrado en años, un poco canoso.
—para los que no me conocen, soy el profesor Edmuer de ciencias —dijo tomando su lugar.
Luego comenzó a pasear su mirada en toda la aula hasta llegar a mi.
—por lo visto tenemos una nueva alumna—dijo sonriendo amablemente. —¿Nos harías el honor de presentarte?.
«Lo que menos quería».
Lleno de aire mis pulmones y me pongo en pie, un poco avergonzada.
Aún así me ciño de valentía y salgo al frente.
—muy buenos días —salude.
Todas las miradas se posaron en mi.
Pensé que de pronto no faltaría el chistoso que se burlaría de mi, pero gracias a Dios, todo mundo estaba serio.
—mucho gusto —continue hablando —mi nombre es Linda González y espero compartir un año agradable con ustedes.
No siendo más hice una pequeña reverencia y volví a mi lugar.
—estuviste fabulosa —dice Deimond que no a parado de mirarme.
—gracias —respondí.
Si sigue mirandome así, será imposible no caer en sus encantos.
Trato de concentrarme lo más que puedo en todo lo que dice el maestro, procuro hacer de cuenta que Deimond no está ahí, aunque es un poco difícil ignorarlo, considerando su presencia.
Es como si viera una deidad.
—y bien joven Morgan —habla el profesor —ya que es un honor tenerlo hoy en nuestra clase, cuéntenos ¿Que le ha parecido mi explicación?.
Veo al profesor el cual tiene la mirada clavada en Deimond.
«Por lo visto su apellido es Morgan, lo cual también se me hace bastante familiar».
Solo que por más que intento recordar, no logro saber de dónde lo escuché o leí.
Miro a Deimond y este deja de mirarme para ver al profesor.
Siento un gran descanso.
«Si seguía mirandome así, me agotaría la belleza».
Mentiras, mentiras, era broma.
—usted hablo de la reproducción masculina —dice Deimond poniéndose en pie, pero sin dejar su lugar —y me parece que su explicación es bastante buena, a no ser que quiera algo mucho más explícito, —habla serio —porque si quiere algo explícito, puedo llamar a J5 para que de la explicación, ya que yo estoy al lado de una hermosa chica y temo llegar a incomodarla.
Todos nos quedamos en silencio, esperando a lo que dijera el profesor.
En mi caso fue inevitable que mis mejillas no se calentarán.
Este chico habla con una tranquilidad y confianza, es como si el colegio o parte de este le perteneciera.
Además para referirse a mi, lo hace de una manera única y especial.
«¿Cómo es que puede existir alguien tan dulce y caballero a la vez?»
—creo que es suficiente por hoy —dijo el profesor.
En ese momento sonó la campana de salir a descanso.
Nunca me había sentido tan agradecida.
Tomo mi bolso y me dirijo a la salida, con la intención de encontrar un lugar tranquilo para desayunar.
Volteo a ver a Deimond, y este está tratando de esquivar a un poco de chicas que quieren tomarse fotos con él y aparte de ello quieren que les de autógrafos.
«¿Que clase de chico es este?».
«¿Acaso es un famoso?».
«¿O que?».
—¿Al menos déjame tomarte una foto? —insiste una chica con voz chillona.
«Vaya y yo que pensé que eso solo pasaba en los doramas».
Mientras que él está ahí enredado, yo me escabullo en medio de todas, pero cuando ya voy a salir...
—oye Linda—me llama Deimond.
Volteo a ver y todas las chicas se han dispersado, como si de pronto el se hubiera echado ajó.
«Que extraño».
Él al ver que a captado mi atención, se aproxima a mi rápidamente.
Las chicas que lo tenían acorralado, también van saliendo, una que otra me dedica una mirada asesina.
«Esto ya no me está gustando».
Es como si de alguna manera yo tuviera la culpa de que no les halla prestado atención a ellas.
—¿Que vas a hacer? —me pregunta al llegar a mi lado. —¿Te gustaría ir por un helado?.
El habla muy tranquilo, mientras que yo lo único que quiero es que se abra un huequito en la tierra para esconderme de esas horribles miradas.
—creo que a tus fans no les agradaría eso —le respondo entre dientes.
El comienza a reír ante mis palabras.
—¿De que fans me hablas? —dice como si nada, recostandose en el marco de la puerta.
Mis mejillas se enrojecen al verlo como me mira, así que desvío mi mirada a otro lado.
Su mirada es tan penetrante que no la puedo resistir, es como si causará muchas cosas dentro de mi, siento como algo en el estómago, y a la vez siento mi corazón palpitar más rápido, como si esa mirada quisiera hacer que de alguna manera cáyese doblegada a sus pies.
Es...
Es algo difícil de explicar.
—no importa —le resto importancia, no dejandome llevar por mis hormonas adolescentes—lo siento pero me tengo que ir.
Paso por su lado y me apresuro a huir lo más pronto posible.
—¡Oyeeee! —me llama, pero decido ignorarlo, no sé quién diablos sea.
Por como lo tratan, solo puedo deducir que es él popular del colegio y esos chicos no son nada buenos.
«Andar con él me traería muchos problemas».
Podrá ser un dios griego y todo, pero no puedo dejarme llevar por la apariencia, mucho menos cuando es mi primer día de estudio.
Minutos después.
Llegó al primer piso y me quedo mirando a todos lados, buscando un lugar tranquilo para comer.
—¡¡Aaaaahhhhhh!! —escucho unos gritos ensordecedores, llenos de emoción. —¡¡Ya bajan los J5!!.
Me giro a ver en dirección de dónde vienen los gritos.
Todas las chicas se han parado a los lados de las escaleras, con sus teléfonos en mano, mirando hacia arriba.
Yo también lo hago, para saber quiénes son los dichosos J5.
Me quedo un poco asombrada ya que son tres chicos los cuales andan muy bien sincronizados.
Es como si ya tuviera practicados sus movimientos, ya que los movimientos de sus manos y los pasos que dan, son perfectamente iguales.
He increíblemente, ninguno trae el uniforme del colegio, llevan ropa casual, de pura marca, tenis de marca, relojes de marca etc.
Todo lo que hay en ellos, grita: plata, lujos, elegancia.
A decir verdad son muy extravagantes por así decirlo.
Todos miran fijamente al frente, sin molestarse a mirar las pobres mortales que los saludan y toman fotos.
El primero es de tez morena al cual parece darle igual todas las cosas, es como si dejara con la mirada: me vale.
El segundo se ve bastante tranquilo y un poco noble, aunque caras vemos, corazones no sabemos, su tez es un poco trigueña y sus cabellos son negros.
El tercero si sonríe y guiña el ojo una que otra vez, causando el caos entre todas aquellas chicas, que no cesan de gritar emocionadas, tiene el cabello rubio y es de ojos claros, por su apariencia, llegó a Juzgar que es de nacionalidad Francesa.
Pero tengo una duda.
Sin son los J5.
¿Dónde están los otros dos?.
Ellos sigue caminando sin detenerse hasta llegar frente a mi.
Por un momento pensé que me arrollarían.
Pero eso no pasó, porque alguien detrás de mi, me hizo a un lado.
Pasaron por mi lado, pero justo cuando ya iban a terminar de pasar.
Aquel chico moreno se detuvo, haciendo que los otros también se detuvieran, quedando en la misma posición que él.
Ya les dije, es como si ensayaran sus movimientos.
—así que eres tú —dijo mirandome de pies a cabeza con indiferencia y chasqueando con la lengua.
Lo mire sin comprender nada.
«¿Que quiso decir con esas palabras?».
Los otros también fijaron su mirada en mi, pero ninguno dijo nada, simplemente se quedaron ahí parados.
Todos los demás alumnos estaban atentos.
—¡¡J5 acaba de hablar!!—dijo una chica emocionada.
El la volteo a mirar y le dedicó una mirada asesina, haciendo que está bajara su mirada al suelo, luego siguió su camino.
Los demás chicos hicieron lo mismo y yo me quedé parada asimilando todo.
Muchos de los espectadores se fueron detrás de ellos, otros siguieron rumbos distintos.
—me temo que te estás comenzando a meter en problemas —dice una rubia pasando por mi lado —y eso que apenas acabas de llegar.
Abrí mi boca para preguntar, pero está siguió su camino dejándome llena de dudas.
«¿A qué se refería con meterme en problemas?».
Yo que sepa, no le he hecho nada a esos chicos, ellos fueron los que se detuvieron frente a mi y me hablaron.
Decido no ponerle cuidado a eso y sigo buscando un lugar en donde poder comer en paz.
Definitivamente esos parecen bastante al estilo de los F4, la única diferencia es que no son asiáticos, aparte de ello, dicen ser J5 y solo son tres.
«Que moral».
Finalmente mi mirada cae en el jardín, es un muy buen lugar para desayunar, además la mayoría de alumnos están en la cancha, dónde supongo estan los "J5".
Camino hacia el jardín y efectivamente está vacío, busco con la mirada donde sentarme, mientras aspiró la fragancia tan agradable que desprende las flores.
En eso viene a mi mente un grato recuerdo.
Veo a mi madre biológica, con un vestido muy bonito, en medio del jardín de aquella inmensa mansión.
—¿Por qué eres tan hermosa mami? —le preguntó.
Ella me dedico una sonrisa tan hermosa que hace que a mi yo actual se le cristalicen los ojos.
—porque Dios me hizo así —responde con dulzura.
«Ojala pudiera tenerla a mi lado».
«Ojalá pudiera estar con mi verdadera familia».
Al final encuentro una pequeña banca para dos, pero tristemente ya está ocupada por una chica que lleva unos grandes anteojos.
Está tan concentrada en un libro gordo que tiene en sus manos, que ni siquiera se da cuenta de mi presencia.
Decido darme vuelta y buscar otro lugar, para no incomodarla.
Salgo del jardín y a lo lejos logro divisar a Deimond, el cual está buscando a alguien con la mirada, debido a sus ojos de gato, tiene que poner su mano sobre la frente para no eclipsarse con el sol.
De inmediato recuerdo aquellas miradas "agradables" que me dedicaron aquellas chicas, por el hecho de cruzar palabras con él, así que antes de que de pronto me mire y venga en mi dirección, decido volver al jardín.
Llegó frente a la chica y carraspeó, para llamar su atención.
Ella levanta su mirada y me da una sonrisa de boca cerrada.
—hola —me saluda.
A pesar de sus grandes anteojos es bien mona y tiene una cabellera más larga que la mía que la hace ver muy hermosa.
Además es una de las pocas chicas naturales aquí, no usa maquillaje y aparte de ello la falda de su uniforme es bastante larga.
Una excepción entre tantas.
—hola —respondo a su saludo —¿Te importa si me hago aquí? —le preguntó.
Ella niega con la cabeza.
—en lo absoluto —responde.
Me siento a su lado y abro mi lonche comenzando a disfrutar de mi ensalada de frutas, pero de pronto me siento incomoda al comer yo sola.
—¿Quieres probar un poco? —le preguntó.
Ella deja de leer y me mira, luego mira la ensalada de frutas.
—uumm... —se queda pensando —bueno.
Tomo la tapa de mi lonche y le sirvo un poco.
—gracias —dice ella recibiendo la porción.
—no es nada —le respondo con una sonrisa.
En tantos años, creo que es la primera vez que me encuentro con una persona sin máscara alguna.
—soy Linda —le extiendo mi mano. —y tu eres...?
Ella cerró el libro que había en sus piernas, el cual con solo leer el título llamo mi atención.
Luego estrecho mi mano.
—soy Gracia. —se presenta.
«¿Gracia?»
«Vaya, es la primera vez que oigo ese nombre».
—que nombre tan bonito —le digo comiendo un poco de ensalada.
Es una gran cosa que mi madre me hubiese echado tenedor y cuchara, para así poder compartir.
—el tuyo también lo es —me dice.
—¿Y en qué grado estás?. —le preguntó curiosa.
No recuerdo haberla visto en mi salón.
—estoy en once y ¿Tu? —me pregunta.
—yo estoy en décimo.
—que bueno, me alegro por ti.
Seguimos comiendo mientras reíamos de cosas pasajeras.
Gracia resultó ser una chica bastante agradable, aunque solo es primera vez que la trato, puedo ver que es muy sencilla, nada que ver con esas otras plásticas, que se creen lo mejor, cuando simplemente son solo unas mortales.
Terminamos la ensalada de frutas y ella volvió a centrarse en su libro, mientras que yo contestaba los mensajes de papá y mamá, que no cesaban de preguntar si todo iba bien, de que si alguien se había metido conmigo, etc.
Tuve que escribir repetidas veces que todo, absolutamente todo estaba bien, para evitar que se preocuparan.
Luego de enviar los mensajes, bloqueó el teléfono y miro a Gracia.
—¿Que libro es? —le preguntó por mera cortesía, porque ya leí su nombre.
—es la Biblia —responde con mucho orgullo, cerrandola y enseñandome el título.
En ese momento vinieron a mi unos borrosos recuerdos, en los que mi mamá me sentaba con mis hermanos en el sofá y realizabamos como una especie de devocional.
Según por lo que recuerdo, al parecer mi familia pertenecía a una religión.
—¿Pasa algo? —me pregunta Gracia.
—no es nada —le respondo.
—parecía que te habías ido —contesta.
—nop —le asegure —y cuentame ¿Que tanto lees?. —pregunte clavando mi mirada en aquel libro que me desperto bastante la curiosidad.
Ella lo abre con mucho cuidado.
—pues... voy leyendo en Mateo 23, ¿Quieres que te lea un poco? —pregunta emocionada.
Tal parece que le apasiona mucho ello.
—okey —le respondo.
—esta bien —dice sin dejar de sonreír —entonces empecemos...
De pronto se oyen pasos tras nuestras espaldas y ambas volteamos a ver.
Vemos como unos arbustos se mueven y nos quedamos en silencio, atentas a quien sea.
Los paso se van oyendo más cerca y de pronto de en medio de aquellos arbustos, sale Deimond.
Al verme, en sus labios se forma una sonrisa encantadora, de la cual es muy difícil huir.
Es como si de alguna manera, con su sola sonrisa lo hiciera a uno olvidar de cualquier cosa.
«Ahora entiendo porque las chicas se lo pelean».
Lo que pasa es que es muy único.
—Linda —pronuncia de manera suave y dulce.
No sé porque pero mi nombre en sus labios, suena bastante bien.
«¡Linda!».
Me reprendo mentalmente.
«¿Que cosas son las que estás pensando?».
Dió unos cuantos pasos más, hasta quedar frente a mi sin dejar de mirarme, era como si Gracia no existiera.
Es que hasta yo, con esa sonrisa, por poco y también me olvidó de ella.
—que casualidad encontrarte aquí —habla Deimond al ver que me he quedado en silencio.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro