23. ES MEJOR DECIR ADIÓS
Santa Biblia Reina Valera 1960 - Proverbios 18
17 Justo parece el primero que aboga por su causa;
Pero viene su adversario, y le descubre.
Que atónita con esas palabras, me tire de la cama y salí corriendo y aunque mi padre se quiso oponer, no fue posible que me impidiera llegar a la piscina, en dónde estaba el cuerpo de mi madre, y unos forenses juntamente con la policía.
—¡nooooo!, —grite empujando a todo el que se imterponía en mi camino.
Me tire a la piscina y nade hasta el cuerpo de mi madre, pero entonces todo desapareció y me encontré en un lugar lleno de despojos de destrucción y de una neblina que me impedía ver bien.
Un hombre que estaba a unos pasos más adelante mío, cuyo rostro no lograba ver, miraba hacia delante mientras gritaba.
—¡Nooooo!, ¡Mí Alice no!. —lo decía con un dolor tan profundo que me hizo extremecer.
Es entonces cuando me doy cuenta de que ya no soy una adolescente, ahora soy una niña de aproximadamente cinco años y también estoy llorando.
—¡No, mi mamá no! —digo, sin saber porque.
«Estoy muy confundida».
«¿Que es todo esto?».
Miro a mi alrededor y me encuentro a mis espaldas un niño muy parecido a mi, el cual llora sin parar y se tapa sus oídos, de los cuales gotea sangre por entre sus dedos.
Corro hacia él e intento ayudarlo, pero entonces de repente todo el panorama se transforma.
Aquel niño de pronto se vuelve un adolescente y estamos en el mismo callejón de hace unos días.
—¿Es que acaso no me recuerdas? —pregunta sosteniendo mi brazo. —soy Mibsan.
Aquella escena también desaparece y comienzan a aparecer muchas más, entre las cuales veo a otros dos niños que por su parecido, deduzco que son mellizos.
Me mandó las manos a la cabeza consternada, siento que me estoy volviendo loca.
Es entonces cuando abro los ojos.
—¡Oh! —dice mi madre al verme abrir los ojos.
Ella tiene su mirada apagada y los ojos rojos e hinchados de llorar.
—que bueno que despertaste —dice abrazándome.
Yo guardo silencio tratando de retener todo lo que ví en aquella horrible pesadilla.
Creo que mis sospechas se han hecho realidad.
Definitivamente yo no pertenezco a esta familia.
Estoy aquí ocupando el lugar de alguien más.
Según lo que he recordado, puedo hacer mis pocas conclusiones.
Tal parece que aquél chico que ignore aquel día, del cual salí huyendo, a resultado ser mi hermano mellizo.
E increíblemente, soy hija del señor Montreal, por esa razón aquel día el me llamo por su apellido.
—¿Pasa algo? —pregunta mamá al dejar de abrazarme y ver qué me he quedado en silencio.
Yo niego con la cabeza, es entonces cuando veo en dónde estoy y me doy cuenta de que es en el hospital.
Frunzo el ceño.
—¿Por qué estoy aquí? —pregunto.
—cariño —irrumpe mi papá, si es que así se le puede llamar y me da un fuerte abrazo —¡Despertaste!.
—¿Que me pasó? —pregunto confundida.
Mi padre deja de abrazarme y toma mi mano entre las suyas.
—tomaste una sobredosis de pastillas —responde.
Es entonces cuando recuerdo la cantidad de pastillas que tome con la intención de dormir más.
—todo fue por mi culpa —dice mi madre sollozando —lamento haberte dicho esas palabras anoche, también lamento no haber apoyado tu decisión —sorbe por la nariz y se seca las lágrimas con un pañuelo —desde ahora en adelante no me opondré, te apoyaré en todo, lo prometo —toma mi otra mano.
La miro sin saber que decir, realmente se ve muy arrepentida, lo que no sabe es que lo que ella me dijo anoche es 100% real.
—papá ya fue a hablar con Tirsa —dice mi padre con una sonrisa —ya hice que aprobará tu renuncia, nunca más tendrás que volver a esa agencia.
Una sonrisa se formó en mis labios al escuchar eso.
Estoy más que segura que Tirsa tiene mucho que ver en que yo esté aquí en esta familia.
Aunque aún no lo he confirmado del todo.
«Pero entonces ¿Dónde está la verdadera Linda González?».
Un escalofrío recorrió todo mi ser al pensar en el destino de aquella pobre chica.
—gracias —fue lo único que pude gesticular.
El doctor entro y comenzó a examinarme ante la atenta mirada de ellos.
—todo está perfecto —comento —por fortuna no paso a mayores.
Mis padres suspiran aliviados.
Papá sale a buscar comida y mi madre prende la televisión.
Dejo mi mirada en las noticias que aparecen en la pantalla, con la intención de cambiar de canal, pero entonces algo hace que ambas quedemos con la boca abierta al escuchar la noticia.
—lamentamos mucho informar a todo el mundo el deceso del joven Jum Xian el futuro heredero de la gran corporación y las empresas Xian. —dice un periodista con tristeza.
La pantalla se divide en dos y aparece una rubia.
—muy buenos días para todos —saluda —nos encontramos en el hospital, dónde el joven Jum Xian por razones que se desconocen aún, ha partido a la eternidad, en dónde descansa en paz.
Veo un hospital inmenso y la mujer parada afuera.
—¡Oh por Dios!—exclama mi madre —¿Cómo pudo suceder algo así?.
Hasta yo estoy impresionada, ya había sabido de aquella familia por lo importantes que son, pero jamás pensé que los visitase la muerte, o que los tomara por sorpresa, llevándose lo más preciado de ellos.
—¿Que harán sin heredero? —pregunto ya que no sé mucho sobre ello.
—creo que tienen un hijo más, es solo que este era él más destacado —responde mi madre que aún está en shock por la noticia.
Si así está ella, no quiero ni imaginar cómo este la madre de aquél chico.
Días después.
No lo puedo creer, finalmente nos vamos a ir de este país para siempre.
Ya estoy empacando lo último que me queda de pertenencias.
—Linda —habla mi padre parado en el marco de la puerta.
Lo miro sorprendida.
—¿Ya terminaste? —pregunta —el camión de la mudanza ya está aquí, además el avión no va a esperar mucho por nosotros.
Yo asiento con la cabeza.
—no te preocupes papá —me sentía un poco extraña al llamarlo así —ya casi estoy lista.
Había tratado de decirles la verdad, pero mamá se puso muy histérica y al final no me creyeron nada, pensaron que estaba loca y por poco quisieron internarme en un sanatorio.
Fue entonces cuando decidí no insistir.
Quise comunicarme con el señor Montreal, pero por todos los medios no pude lograrlo.
Tal vez la ha estado pasando muy mal con la muerte del hijo de su jefe.
«Pero aún no me explico, si él sabía la verdad, ¿Por qué no me lo dijo?».
En estos días he dejado de consumir aquellas pastillas y eso ha hecho que recuerde más cosas.
Tanto que siento añoranza por mi mellizo.
E intentado búscarlo por la internet, pero lo único que me bota es que todos murieron, cosa que es falsa.
—hija —habla mi padre que aún sigue ahí parado.
—¿Si? —digo volviendo en si.
—York está afuera e insiste en querer verte.
York a estado buscándome, pero me he negado a verlo, temo que si lo veo tal vez me haga cambiar de parecer.
Además me duele mucho la idea de separarme, así que prefiero tenerlo lejos para acostumbrarme.
—pero ya no hay tiempo —le respondo.
—aún así es necesario despedirse —me contesta —además él está sufriendo mucho y tú también, él no tiene la culpa de que su madre sea así.
Suspiro y me pongo en pie para ir a verlo.
Creo que ya no puedo seguir posponiendo lo inevitable.
Salgo de la habitación y camino por toda la casa hasta llegar hasta el portón en dónde él me está esperando.
Por petición mía, el ya no puede traspasar ese portón.
Estaba recostado a su coche con la mirada perdida.
Carraspeó con la garganta para llamar su atención.
A pesar de ser amigos por tantos años, no sabía cómo acarcarme a él en este momento, por esa razón había querido irme sin despedirme, pero resultó ser imposible.
El me mira y mi corazón se duele dentro de mi al verlo tan triste.
Trago grueso y me acerco a el.
Este chico se ha vuelto muy importante para mí, es una pena que la importante para él sea la verdadera Linda.
«Lo peor de todo es que él no sabe que esa no soy yo».
—h..hola —dije un poco incomoda.
El intento dar un paso hacia mi con la intención de abrazarme pero se abstuvo.
—¿Podemos hablar en otro lugar? —dijo con la voz entrecortada.
Baje la mirada para no ver sus ojos que se comenzaron a cristalizar.
—temo que ya me tengo que ir —le respondí conteniendo las lágrimas.
—por favor —me suplico —solo será un momento, no iremos muy lejos.
—pero es que...—dije con los ojos llenos de lágrimas.
—vayan —habla mi mamá, que acaba de salir, intereumpiendome. —ya hablé con tu padre y hemos atrasado el vuelo.
El sonrió en dirección a mi madre, como muestra de agradecimiento.
Camine en silencio hacia su coche sin atreverme a mirarlo, no quería que me viera llorar, aunque él ya lo sabía.
El me abrió la puerta del coche y yo subí.
—es un gusto volver a verla señorita —me saludó el chófer.
Yo asentí en silencio, mientras York se acomodaba a mi lado.
Minutos después.
Nos encontramos en un parque cercano a mi casa, es un lugar poco a casi nada recurrente, por lo general casi nadie viene acá.
Se ha vuelto como nuestro lugar privado, en dónde hemos compartido tantas cosas.
Y en dónde nos despediremos.
Nos sentamos en silencio en aquella banca donde compartimos tantos bellos momentos.
No sé que decir o hacer al respecto, solo espero a que él diga algo, pero no lo hace.
La atmósfera se ha tornado bastante pesado.
De pronto una paloma vuela hacia mi y aterriza en mis pies en busca de maíz.
—¿Trajiste maíz? —le preguntó tratando de livianar la atmósfera.
Él se manda sus manos al bolsillo y saca una pequeña bolsa de maíz.
Yo la recibo y comienzo a alimentar la paloma.
—¿Entonces te piensas ir? —preguntó de repente, haciendo que dejara de alimentar la paloma.
Aquella pregunta la hizo con tanto dolor, que se me formó un nudo en la garganta.
—s...si —respondí en un hilo de voz.
—no te vayas por favor —hablo parándose de la banca y acercándose a mi.
Instintivamente me aleje.
Temía que si estaba cerca de él, cambiase de parecer.
—lo siento —le conteste, haciendo de tripas corazones —pero ya no hay vuelta atrás, he decidido empezar de cero.
—no lo hagas por favor —volvío a insistir.
Fue tan rápido que cuando me di cuenta ya me había tomado del brazo y no podía huir de él.
Las lágrimas que había estado conteniendo, se comenzaron a salir.
—no hagas las cosas más difíciles —le rogué sin mirarlo —llevame a casa por favor.
—no tienes porque irte —siguió insistiendo —ya hablé con mi madre y ella decidió que ya no es necesario que modeles en ropa interior.
—aún así ya no quiero tener nada que ver con tu madre. —le respondí cortante.
El solo hecho de pensar que ella había tenido que ver mucho en lo que le halla pasado a la verdadera Linda González, hace que me dé náuseas.
—al menos si te vas de la agencia, no te vayas del país —me imploro.
Seque las lágrimas con el dorso de mi mano, antes de hablar.
—lo siento York, pero no pienso volver atrás.
York me atrajo hacia él, me abrazo y susurro unas palabras en mi oído que me hicieron extremecer.
—hazlo por mi, porque te amo.
Fue como si un corrientazo me hubiera recorrido todo el cuerpo.
«¿Cómo así que te amo?».
«¿Desde cuándo fue éso?».
Me separé de él y lo mire incrédula.
Por un momento pensé que solo lo decía para que me quedase, pero al ver su mirada, confirme que era 100% real lo que me estaba diciendo.
—York —fue lo único que pude pronunciar sin salir de mi asombro.
Jamás en la vida se me pasó algo así por la cabeza.
—no quería decírtelo aún, quería esperar a que tuvieras más edad, pero no me dejaste otra opción al querer irte. —me aclaró.
Me quedé mirandolo y me perdí en su adorable mirada, de pronto él dejo de mirarme y miro mis labios.
Yo también hice lo mismo, mire los suyos y cuando me di cuenta, él comenzó a acortar la poco distancia que había entre nosotros.
Sabía lo que iba a pasar.
También sabía que era mi amigo.
Pero aún así, me deje llevar.
Quería saber por primera vez, que se sentía besar a un chico y que mejor si ese chico es tu mejor amigo.
Cerré los ojos y esperé.
Mi respiración se comenzó a descontrolar, igualmente que la de él, de tal manera que ambas formaban un gran desastre.
Entre más se acercaba, más se aceleraba mi corazón, de tal manera que casi oía sus palpitaciones y creo que a York le pasa lo mismo.
—bravo, bravo —hablo alguien detrás nuestro aplaudiendo.
Esa voz se me hacía muy familiar.
El momento tan hermoso y jamás vivido, se fue al caño por culpa de esa persona.
Ambos volteamos a mirar.
Es Mibsan.
Que si mal no recuerdo y mis pensamientos no me engañan, es mi hermano mellizo.
Lucía mucho más alineado que la primera vez que lo ví en aquel callejón.
Lastima que su ropa no simpatizara con su rostro, el cual lucía bastante opaco, tenía unas ojeras inmensas, que denotan que no ha podido dormir bien o que a tenido un sueño tortuoso.
Aún así, él se esfuerza por poner su mejor cara y sonrisa, aunque está no le llega a los ojos.
—¿Quien eres? —pregunta York a la defensiva.
Lo miro y este tiene una mirada de desagrado y confusión.
Por lo menos sé que está vez, no es producto de mi imaginación.
—jamás imaginé que un asesino pudiera aparte de quitar vidas, también ser estremadamente romántico —habla Mibsan mirando fijamente a York —es tan cliché tu declaración que me da náuseas.
Lo miro sin entender absolutamente nada de lo que acaba de decir, ¿Que tiene que ver lo uno con lo otro?.
Miro a York en busca de una respuesta, pero este está igual de confundido que yo.
—no sé de qué habla este lunático —me dice York mirándolo de manera despectiva.
Mibsan me mira y es como si de alguna manera me pudiera hablar con la mirada, o se pudiera comunicar telepáticamente, porque puedo asegurar que leí su mirada o me habló mentalmente.
«dile que cuide sus palabras».
Me advirtió.
Aunque prefiero creer que son solo cosas mías.
—¿De verdad no sabes de qué hablo? —le preguntó Mibsan riendo sarcásticamente. —me refiero a la vez que empujaste a la pobre Linda de aquel tercer piso, ¿No pensarás que ella sobrevivió?, ¿O si?.
No podía creer lo que estaba escuchando.
Quise creer que era falso.
Es imposible que alguien viva de una caída así.
Eso quiere decir que no fui yo.
Miro a York, esperando que este lo niegue.
Pero él está pálido como un papel.
—osea —continúa hablando Mibsan —que te hallas creído ese cuento cuando eras niño, está bien, pero que todavía te lo sigas creyendo, es una completa estupidez.
York se mando las manos a la cabeza con desesperó.
—Linda no murió —le responde —además yo nunca quise matarla, o ¿Cómo me explicas que este aquí a mi lado?.
«Yo creo saber la explicación».
De pronto la mirada de Mibsan se posa en mi.
—y tu ¿Qué? —me pregunta —¿Todavía sigues sin recordar nada?.
Guardo silencio, la verdad es que no sé si saber la verdad me beneficia.
—se dice que en todo el mundo, siempre hay un doble de nosotros —sigue hablando Mibsan al ver que no dije nada —y por lo visto tu fuiste el doble de Linda González, son tan parecidas físicamente, que ni sus propios padres, parecen darse cuenta de que su hija fue asesinada hace mucho tiempo.
Comencé a temblar al darme cuenta que todo lo que yo pensaba que era verdad, en verdad si lo es.
—¡No!, ¡Noooo!, ¡Nooooo! —grita York fuera de lugar. —¡Eso no puede ser verdad!, Yo no la pude haber matado ¡Yo no soy un asesino! —me mira ¡No!, ¡No lo soy!, Tu eres Linda González, mi Linda González, tu lo eres.
Creo que más para mí, lo dice para si mismo, para convencerse de algo que ni él se cree.
Comienzo a retroceder y a retroceder, hasta que finalmente me doy vuelta y comienzo a correr.
Todo me imaginé, menos que York hubiera sido el asesino de Linda González.
¡La tiro de un tercer piso!
¿Pueden creerlo?.
¿A quien se le ocurre hacer algo así?.
Siempre pensé que aquí la malvada era Tirsa, o al menos eso sospechaba, pero al parecer el que dió inicio a toda esta farsa fue York.
Definitivamente ahora estoy más que segura de que quiero comenzar de cero.
Quiero empezar una nueva vida.
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