22. MAMÁ NO ME QUIERE
Santa Biblia Reina Valera 1960 - Mateo 10
34
No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada.
Es increíble, jamás pensé que decir aquellas palabras me fueran a cambiar totalmente la vida.
Fue como si se tratase, obra de magia.
La demora fue desearlo que en cumplirse.
Después de decir aquellas palabras, el señor Montreal me volvió a llevar al mismo lugar donde me recogió y me recomendó volver a casa.
Yo hice lo que él me dijo a regañadientes, la verdad es que no quería volver a escuchar la cantaleta de mi mamá.
Sabía que estaba enfadadisima por mi decisión y también porque había quebrado un plato de su vajilla favorita, así que no me esperaba nada bueno en casa.
Al llegar a casa fue un gran alivio que mamá se hubiese ido al salón de belleza, o al menos eso fue lo que me dijo la señora del servicio.
Pensé en llamar a York para distraerme, pero recordé a su mamá y preferí no hacerlo, bastantes problemas tiene ya por mi culpa.
Creo que lo mejor será que nos distanciemos.
Se que eso sería lo más duro para mí, ya que ha sido mi mejor amigo desde que tengo memoria, pero si no hay de otra, nada se puede hacer.
A la final, no teniendo nada que hacer, optó por tirarme a la cama, luego de cerrar con seguro la habitación y me pongo a escuchar música con los audífonos.
Por ahora lo único que quiero es relajarme y olvidarme de todo.
Salir por unas horas de la realidad.
Cierro mis ojos y nuevamente vuelvo a quedarme dormida.
Horas después.
Unos golpes en la puerta me hacen volver a la triste realidad a la que tengo que enfrentarme.
La música en mis oídos ya no suena, me doy cuenta de que él teléfono se ha descargado.
Me levanto a regañadientes de la cama y voy a abrir con la mejor cara larga que tengo.
Se que mi mamá está parada ahí esperando a que abra para seguirme colmando la paciencia.
Si no es que me toma por el brazo y me lleva obligadamente a firmar ese contrato.
Abro la puerta y afortunadamente no lo es.
Es la señora de servicio.
—que pena molestarla señorita —dice ella clavando su mirada al suelo —pero sus padres están en la sala y desean verla ahora mismo.
No le contesté nada, simplemente pase por su lado y comencé a bajar las escaleras.
Esto solo es un antesala del problema tan grande que se avecina.
Me tomo mi tiempo para bajar lo más despacio que puedo, por mi fuera desearía nunca llegar, pero lamentablemente tengo que hacerlo.
Tengo que darle la cara a los problemas.
Termino de bajar las escaleras y me acerco a la sala donde están mis padres, los cuales me miran expectantes.
—aquí estoy —digo parandome frente a ellos —si me han llamado para preguntar por el contrato, creo que fui muy clara está mañana.
Mi madre que estaba calmada inmediatamente se sobresaltó.
Mi padre se quedó pensativo.
—no puedes dejar todo tirado como si nada —habla mi madre —si lo haces, en el futuro te arrepentirás, cuántas niñas deseando tu puesto, y tú qué lo tienes, simplemente lo tienes en poco.
Me cruzo de brazos y la miro fijamente.
—no importa lo que digas —le contesto —simplemente no lo firmaré, quiero empezar de cero.
Ella niega con la cabeza indignada.
—tonterías —dice, luego mira a papá —cariño dí algo, ¿Es que acaso no ves como nuestra hija se está tirando su futuro?.
Mi padre al escuchar la voz de mamá, vuelve en si.
—¿Yo que? —pregunta papá ajeno de la conversación.
Por lo visto no estaba prestando nada de atención, posiblemente esté aquí porque ella lo obligó.
Mi madre le dedica una mirada asesina, mientras que yo estoy a punto de reírme.
Se que estamos en un momento crítico, pero no puedo pasar por alto la cara de confusión de mi pobre padre.
Se dice que en la casa el que manda es el varón, pero yo no diría ello, porque aquí la que toma las decisiones es mamá y ay donde papá diga lo contrario.
Hasta el día de hoy no lo he visto diciendo que no, cuando ella dice que si.
El simplemente se sujeta a lo que ella dice y no es más.
Así que en pocas palabras, la que manda aquí es mamá.
Eso es bueno porque podemos ir de compras cuando queramos, pero es malo porque cuando necesito a alguien que me defienda, papá no hace nada.
—ni siquiera te importa el futuro de tu hija —le grita mamá indignada.
—claro que si me importa —se defiende papá.
—¿Entonces por qué no pones cuidado? —lo intereoga mi madre —estamos hablando de la carrera de modelaje.
Mi padre al escucharla se pone al día y carraspea con su garganta.
—¿Estás segura de que quieres dejarlo todo? —me pregunta.
Yo lo miro y solo me limito a asentir en silencio.
Sé que está decisión me cambiara la vida por completo, pero aún así insisto en ello.
Mi padre mira a mamá y se pone en pie, metiendo sus manos en los bolsillos.
—entonces no se diga más —dice alzando la voz, creo que es la primera vez que lo hace —he decidido apoyar la decisión de mi hija, desde ahora vas a empezar de cero e incluso cambiaremos de ciudad y me aseguraré de que desaparezcas por completo de la televisión, revistas etc, para que puedas ser como una niña común y corriente.
Mis ojos se cristalizaron al oír sus palabras.
Era como un sueño.
No podía creer que fuera real.
Es como si mi deseo se hubiera hecho realidad.
—papá —dije llorando de la emoción, antes de lanzarme a sus brazos —eres el mejor padre del mundo.
El también me abrazo.
—¡¡estas loco!! —habla mi madre interrumpiendo el hermoso momento. —¿Acaso quieres arruinar el futuro de nuestra hija?.
Mi padre deja de abrazarme y la mira.
En ese momento mis ilusiones se van al piso.
Ahora es el momento dónde mi padre le dice:
¿Sabes que mujer?, Has lo que tú quieras.
Se va, y mi mamá me lleva de rastra a firmar ese contrato.
—creo que ella ya está grandecita para tomar sus propias decisiones —le responde —y tu como su madre deberías de respetar aquellas decisiones, al menos si no vas a apoyarla.
Mi madre se coloca en pie y lo encara llena de rabia.
—¿Cómo te atreves a llevarme la contraria? —le grita —¿Cómo es posible que te pongas de su lado?.
Mi padre suspira, mientras las lágrimas ruedan por mis mejillas.
Me duele mucho que se estén peleando por mi culpa.
Jamás en los años de vida que tengo, los había visto pelearse así.
Ellos tendrán sus desacuerdos algunas veces, pero jamás se gritan y como lo dije, él jamás le lleva la contraria.
Pero hoy fue la excepción.
No les voy a negar de que estoy feliz de que él me apoye, por primera vez puedo verlo protegerme, pero me da dolor que por mi culpa, tenga que enfrentarse a mi madre.
—no me estoy poniendo de su lado —responde papá tratando de mantener la calma —simplemente estoy respetando y apoyando su decisión como todo buen padre lo haría.
Una lágrima rodo por la mejilla de mi madre, pero inmediatamente la seco con el dorso de su mano, me dedico una mirada adolorida y volvió a ver a mi padre.
—¿Me estás diciendo que soy una mala madre, por querer que mi hija sea alguien en la vida? —dice con la voz entrecortada.
Mi padre se manda las manos a la cabeza con desesperó.
—no mujer, no —le responde.
—entonces —le vuelve a gritar mamá —¿Por qué insistes en hacerme ver cómo la mala de la película?.
—calla mujer —grita papá, con la paciencia agotada. —ya te lo explique todo, es tu decisión si lo quieres aceptar, pero si no quieres hacerlo, entonces pido el divorcio y exijo la custodia de Linda.
Mi madre quedó atónita.
Yo también.
No podía creer que esas palabras habían salido de la boca de mi padre.
Jamás creí que esto fuese a llegar tan lejos.
Mi madre movió la boca para decir algo, pero de inmediato la volvió a cerrar.
Mi padre paso por el lado de ella y se dirigió hacia las escaleras.
Yo me quedé mirandolo, hasta que terminó de subir, luego volví mi mirada a mamá, la cual seguía sin asimilarlo.
—yo...yo...—hable sin saber que decir.
Mi madre se dejó caer en el sofá y comenzó a llorar abundantemente.
Jamás la había visto así.
Lloraba con tanto desconsuelo y desilusión.
Lo peor de todo es que me sentía la peor hija del mundo, por haberlos hecho pelear.
—madre —le hablo inclinándome hacia ella.
—largo —fueron sus palabras, y siguió llorando.
Salí corriendo por las escaleras arriba y me encerré en mi habitación a llorar mi desdicha.
El hogar de mis padres está al borde del precipicio por mis decisiones.
De haber sabido que esto iba a ser así, jamás habría abierto mi boca.
Media hora después.
Lloro hasta no tener más fuerzas, hasta sentir que el pecho me duele, las lágrimas me faltan y la cabeza está a punto de estallarme.
Tomo el oso dormilón que me regaló York el año pasado y lo abrazo, mientras miro mi reflejo en el espejo que está frente a mi cama.
Lo único que puedo ver es a una niña o mejor dicho una chica, llena de tristeza y vacío, que tiene más ganas de morirse que de hacer otra cosa.
«Tal vez si llegase a morir, no sería un problema en el hogar de mis padres».
El solo hecho de saber que van a separarse, me hace sentir la hija más desgraciada del mundo.
Lo peor de todo es que no sería por una amante o por cuestiones económicas, como suele suceder en la mayoría de los casos.
En este caso sería algo excepcional.
Sería por culpa de una hija caprichosa por así decirlo.
No.
No puedo permitir que algo así acontezca.
Lo mejor será hablar con mi madre, antes de que tome una decisión precipitada.
Conociendola, posiblemente esté hablando con un abogado para ver cuáles serán sus ventajas de el divorcio.
Suelto el oso dormilón, me tiró de la cama y salgo en busca de mi madre.
Sé que en estos momentos me ha de estar odiando, pero tengo que hacer algo.
Se que la única opción que tengo, es ceder a sus deseos.
No me queda de otra.
Firmaré ese contrato y cuando ya sea mayor de edad, que pueda decidir por mi propia cuenta, me retiraré del modelaje.
Sip.
Eso haré.
Llegó a la primera planta, pero no hay rastro de mamá por ningún lado.
Voy a la cocina y tampoco.
Vuelvo a dirigirme a las escaleras, pero entonces veo la puerta que va a la piscina abierta.
Camino hasta ahí y efectivamente encuentro a mamá.
Está sentada en una cómoda silla mientras toma una copa de vino.
Sus ojos se veían un poco tristes y ya enrojecidos por el efecto del vino.
Veo la botella y me doy cuenta de que está bastante ebria, porque el vino de la botella está a punto de agotarse.
«Creo que será mejor hablar con ella mañana que este en sus cinco sentidos».
Me doy vuelta, para irme.
—¿A dónde crees que vas, mocosa?, Ven aquí —me llama, arrastrando las palabras.
Decido volverme y acercarme a ella, con un tanto de desconfianza.
—sientate —me dice haciéndome un espacio en su silla.
Me siento a su lado, quedando frente a ella.
Ella levanta su mano torpemente y me acaricia el rostro.
—¿Sabes? —me dice riendo —creo que falle en el instinto de madre, porque te desconozco cómo hija.
La miro sin comprender sus palabras.
Pienso pasar todo lo que diga por alto, ya que una persona borracha dice muchas cosas sin sentido.
—desde esa vez del accidente, —continúa hablando —cuando te ví en aquel hospital, a pesar de que no habías cambiado nada, aún así en mi ser te desconocí, sentí y sigo sintiendo que tú no eres mi hija, —comienza a reírse —¿Que cosas no?, Pero es que desde ese día comenzaste a actuar diferente, ya no tienes mi misma mentalidad y eso hace que cada día confirme mis sospechas, —le da otro sorbo a su copa —además en vez de recordar tus recuerdos, lo único que recuerdas son cosas que no vienen al caso.
A pesar de que dije que iba a pasar por alto sus palabras, esto me es difícil dejarlo pasar.
Siento que de alguna manera lo que ella dice es verdad.
—pero...—vuelve a hablar —si tu no eres mi hija —su voz se quiebra —entonces ¿Dónde está mi verdadera hija?, ¿Dónde, donde? —comienza a llorar.
Me quedo mirandola sin saber que hacer.
La verdad es que yo también muchas veces e pensado que ella no es mi madre, aunque nunca lo halla dicho en voz alta.
Intento abrazarla para consolarla pero ella me aparta.
—lo siento mucho mamá —le digo —no quise hacer que ustedes se pelearán.
—veteee —me grita —yo quiero a mi verdadera hija.
Me alejo de ella y corro hacia mi habitación al borde de la desesperación, sin saber que hacer.
Tomo el teléfono para llamar a York, pero me abstengo de hacerlo por su madre.
Prefiero encerrarme en el baño y tomarme una buena sobredosis de pastillas para dormir más y no despertar.
Luego me tiró a la cama, esperando a que estás hagan efecto, ya que ni siquiera tengo lágrimas para llorar.
Ahora tengo todo claro, mamá no me quiere.
Horas después.
Despierto por unas fuertes sacudidas.
Abro los ojos y es papá que me sacude, está pálido como un papel.
—¿Que pasa? —pregunto asustada por su actitud.
—tu madre se ahogó en la piscina.
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