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2. EL NO LLEGÓ

Nota: hola a todos, Dios los bendiga grandemente, quería decirles a los que han leído amor platónico y amor posible, que está es una saga independiente, así que please no hacer spolier.

También quiero darles muchas gracias por darle una oportunidad a esta historia, que toda la gloria sea para Dios, que es el que me inspira.

No siendo más, los dejo para que disfruten la historia de J2.



Santa Biblia Reina Valera 1960 - Salmos 128
3 Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa;
Tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa.
4 He aquí que así será bendecido el hombre
Que teme a Jehová.




Narra Montreal:

En medio de un hielo terrible, donde no hay abrigo que proteja del frío, me paseo en el pasillo de una clínica, donde ni la calefacción calma el frió tan terrible que se está sintiendo.

Jamás se me pasó por la cabeza, que en mis cumpleaños número veinte, lo fuera a pasar en una clínica, mis planes eran otros, pero en fin.

Una cosa piensa uno y otra muy diferente pienso Dios, pues a él le ha plácido darme hoy el mejor regalo del mundo, después de la salvación, cabe aclarar.

Conozco de Dios desde que era muy chico, mi madre siempre se esmero por llevarme a la escuela dominical, ella nunca tuvo dinero para mis necesidades, ni siquiera me pudo dar buen estudio, pero siempre se preocupó por meterme la biblia en el corazón, cosa que hasta el día de hoy agradezco.

Lamentablemente ella ya no está conmigo, pero sus consejos y enseñanzas siguen ahí latentes, y son las que han hecho de mi un gran varón.

Se que si no fuera por la misericordia de Dios, no estuviera en donde estoy.

Hace unos años atrás, no tenía casi ni para comer, incluso mi madre murió porque no hubo dinero para pagar el tratamiento que requería para su enfermedad, pero yo sé que fue Dios que le placío llevársela a su presencia, no les niego que al principio fue muy duro de aceptar, incluso estuve a punto de perder la fe, pero Dios me volvió a levantar y ahora por su misericordia, tengo muchas cosas que jamás me imaginé tener, incluso hasta tengo el favor de los grandes.

¿Quién se iba a imaginar que yo fuese a terminar trabajando para una de las familias más poderosas en la tierra, como lo son los Xian?.

Razón tiene la biblia cuando dice:

1 Samuel 2:8 Él levanta del polvo al pobre,
Y del muladar exalta al menesteroso,
Para hacerle sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor.
Porque de Jehová son las columnas de la tierra,
Y él afirmó sobre ellas el mundo.

Porque yo era un miserable y ahora con tan solo veinte años, tengo lo que ni siquiera en toda mi vida, con fuerza humana, podría haber logrado.

Un quejido de una de las habitaciones me hace estremecer y doler mi corazón, porque se perfectamente de quien es.

«Ojalá pudiera estar ahí a su lado, sosteniendo su mano, pero no me han dejado».

Justo hoy mi amada esposa Alice, está dando a luz.

Estoy muy ansioso por qué termine el trabajo de parto, ya quiero ver al campeón o campeona que está dando a luz.

Al principio, cuando le hicieron la primer ecografía, nos dijeron que era un varón, así que de inmediato le busque el nombre Mibsan y nos fuimos a comprarle ropa, aparte de ello, preparamos también su cuarto.

Pero cuando le hicieron la segunda ecografía, para saber cómo estaba, nos dijeron que no era un varón, que se habían equivocado, que era una varona.

Inmediatamente le busque el nombre Linda, y nos fuimos nuevamente de compras y adecuamos un cuarto cuyo color es rosa, con todas las cosas que una princesita pudiera necesitar y desear.

Mas aún en la tercera ecografía, nos dijeron que parecía ser niño, pero a la vez también niña y que aparentaba estar deforme y por más que intentaban no podían ver bien.

Fue entonces cuando me comencé a preocupar, habíamos hecho todo bien, no me explicaba porque algo así podría pasar.

Ahora estoy aquí a la espera de que aquel o aquella bebé, nazca en perfectas condiciones, y tengo conmigo dos pañaleras, una rosa y una azul.

Otro gritó desgarrador me hace estremecer.

Lo que menos quiero es que el parto se halla complicado, si algo le llegase a pasar a mi hermosa esposa, no se lo que haré.

Mi teléfono suena en el bolsillo, lo saco y la pantalla se ilumina con el nombre Veranice.

—si jefa —contesto.

—hola Fares —saluda —¿Cómo va todo, ya nació?.

—no jefa —respondo —tengo miedo de que el parto se complique.

—no te preocupes —dice trasmitiendo calma —tu mujer está en las mejores manos, además ustedes sirven a Dios, ¿Que mal les podría pasar?.

Ella tiene toda la razón.

—totalmente de acuerdo —le digo.

De pronto escucho risas a través del teléfono y una voz masculina.

—y entonces Montreal —saluda el señor Xian. —¿Ya es papá?

—aún no —le respondo mientras miro hacia la habitación, a la espera de que el doctor salga.

—pués prepárate para cuando nazca —me dice —porque ya no vas a poder dormir en paz, lo digo por experiencia.

Justo en ese momento escucho los llantos de un bebé, mi corazón se llena de alegría y emoción.

—lo siento jefe —le digo con una gran sonrisa en mis labios —pero tengo que colgar.

—bueno, bueno —habla haciéndose el enfadado —no se le olvide que la que entra en reposo de maternidad es su esposa, no usted. —lo dice para que no me olvide del trabajo.

Pensé en responder pero el corto la llamada.

«Tipíco de él».

El señor Xian y yo por la misericordia de Dios somos muy buenos amigos, nos distinguimos cuando él estaba pasando por una etapa de rebeldía contra su madre y cuando yo estaba pasando el momento crítico de la perdida de mi madre.

Fue la situación que Dios uso para que termináramos siendo grandes amigos.

Gracias a mi pudo encontrar el amor de su vida, ya que su esposa Veranice, antes de saber de su existencia, ya éramos grandes amigos y por mí fue que se conocieron.

Sale una doctora de la habitación donde esta mi esposa, y se aproxima a mi con cara de preocupación.

Viene a mi cabeza muchas incógnitas con solo verla así.

«sería que pasó algo».

«será que es un fenómeno».

«será que mi esposa no está bien».

Bueno son muchas las cosas que llegan a mi mente.

La doctora llega hasta mí y se queda mirandome en silencio, espero a que sea ella que lo rompa, pero no dice nada.

—¿Pasó algo? —pregunto tratando de mantener la calma.

Ella asiente con la cabeza pero no dice nada.

La desesperación se apodera de mi, si algo me agobia son los suspensos, no hay cosa mejor que le digan las cosas de una buena vez a uno.

—diga algo doctora —le pido a punto de perder la calma.

—es...es...es —se queda pensativa.

Yo la instó a que siga hablando.

—es que... Las cosa no salieron como se pensaban que iban a salir.

—¿Que quiere decir con eso? —pregunto con el corazón a punto de salirse.

—quiero decir que el parto no fue como creíamos que era, no fue un niño —explica.

—¿Entoces fue una niña?. —pregunto con insistencia.

—tampoco —responde.

La miró con impaciencia.

—no me vaya a salir con el cuento de qué es un trans.

Ella se rasca la cabeza con extres si saber cómo explicarlo.

—será mejor que lo miré con sus propios ojos.


Fin de la narración


Cinco años después.

Llegamos a casa, yo me bajo del bus escolar y comienzo a correr hacia la entrada de la mansión.

—espera Linda, espera, —llama mi hermano mellizo, cuyo nombre es Mibsan —no corras que te puedes...

No terminó de hablar porque antes de entrar caí de cabezas.

—aaahhh —me queje y comencé a llorar.

Mibsan corrió hacia mí y me ayudó a levantarme.

—ya te he dicho que no corras porque eres torpe —dice soplando mi rodilla raspada —pero tú eres muy terca y por eso pasa lo que pasa.

Yo me seco las lágrimas y lo miro mal.

—si yo soy una terca. —le digo —tu eres un viejo amargado.

No es que lo sea, pero como habla parece que fuera uno, siempre anda tras mío, diciendo que debo hacer y que no, ya no lo soporto, pero se que no sobreviviría si el se fuera, porque es el que me defiende en el colegio.

Al escuchar mis palabras, se queda meditando, como si le fuera difícil entender lo que le he dicho, mientras sigue soplando mi rodilla.

—pues si yo soy viejo amargado —dice mirandome con esos ojitos chinos que hacen enamorar a todas las señoras y señoritas —tu eres una vieja torpe.

—te odio —Le doy un puño en el hombro.

El se ríe, jamás se toma enserio mis discusiones, cree que porque tengo tan solo cinco años, soy vulnerable, incapaz de pelear, que ni siquiera puede valerse por sí sola.

Aunque si, eso es verdad.

Luego de soplar mi rodilla, me lleva en la espalda.

Apenas entramos, percibo un olor a pastel, el cual llena toda la casa.

Me bajo de la espalda de Mibsan y lo miro con una sonrisa de oreja a oreja, él sabe que significa esa mirada y me da una igual.

Para los que se preguntan si los mellizos tienen telepatía.

Yo diría que si.

Con mi hermano, nos entendemos perfectamente.

—mi madre está en el jardín con Zuar—anuncia Mibsan mirando por la ventana —yo voy y la entretengo y tú tomas dos rebanadas de pastel bien grandes.

Yo asiento emocionada, el plan está más que perfecto.

Si hay algo que me encanta, son los pasteles de mamá, ella les echa mucho amor y por eso quedan tan ricos.

El se va a hacer lo suyo y yo me voy directamente a la cocina.

Vaya sorpresa mía la que me lleve al ver a Annie mi hermana menor que es la melliza de Zuar, cabe recalcar que ellos no se parecen en nada físicamente, solo compartieron vientre, lo mismo que yo con Mibsan.

Pero verla no fue lo que me sorprendió, lo que me sorprendió fue que tenía en sus manos dos rebanadas de pastel.

Al verme se quedó en suspenso, como cuando encuentras a alguien con las manos en la masa, me mira con nerviosismo, sin hablar, sus risito rojos le hacen juego con su abrigo.

Ella se ve adorable, pero nada es lo que parece, como pueden ver, está robando a mamá.

Levantó mi mano y la señaló.

—ladrona, ladrona —la acuso —le voy a decir a mamá, ladrona.

En ese momento ella comenzó a llorar a llanto.

—no seas chillona —la regaño —calla, calla ya

Ella sigue llorando más fuerte, para llamar la atención de todos, y justo cuando le voy a tapar la boca, ella me tira las rebanadas de pastel y es entonces cuando entra mi madre.

—mamá, mamá —dice Annie corriendo hacia ella —Linda se esta lobando el pastel.

Abro mis labios indignada, para solo tener tres años, es muy mentirosa.

—mentirosa —le digo. —fue usted.

Aunque a decir verdad, yo venía a hacer lo mismo que ella.

—nooo, faso —niega.

Mi madre se queda mirándonos, mientras que nosotras peleamos.

—no será que todos aquí son culpables y cómplices del robo —dice mi madre mirándonos a todos.

Todos nos quedamos en silencio, ya que ella tiene la razón.

No sé cómo le hace, pero siempre se entera de nuestras fechorías.

—¿Tan difícil les era pedir? —pregunta.

Todos bajamos la cabeza.

—ahora de castigo, ninguno va a comer pastel, hasta que papá llegué —sentencio.


Fue así como todos terminamos sentados en el sofá mirando la puerta a la espera de papá.

Mamá tomo un cómodo sillón y se sentó frente a nosotros con la biblia en sus manos, la abrió y comenzó a leernos Isaías 55, misericordia gratuita para todos.

Todos escuchamos atentos en silencio, una que otra vez mi madre paraba para mirar hacia la puerta, cada vez que ella lo hacía, nosotros también.

Sabíamos que ella estaba preocupada por él, ya que el siempre tiene un horario puntual de llegada.

Así fueron pasando los minutos y luego las horas y lamentablemente papá no llego.


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