16. MI NIÑA LINDA
Santa Biblia Reina Valera 1960 - Josué 10
16 Y los cinco reyes huyeron, y se escondieron en una cueva en Maceda.
Siento un escalofrío recorrer mi columna vertebral al escuchar esa voz y de alguna manera me siento un poco familiarizada.
«¿Montreal?».
«¿Quien podrá ser Linda Montreal?».
A pesar de que no soy ella, me doy vuelta lentamente para ver al dueño de aquella voz.
Dejó de respirar al verlo.
Es un chico aproximadamente de mi misma edad, solo que de la altura de York.
Tiene el cabello un poco recortado con un flequillo que cae sobre su frente, y a pesar de su edad, ya tiene músculos.
Si vamos a hablar de ¿Que si es guapo?.
Si que lo es.
Su cabello es negro como el mío y su color de piel es igual a la mía, pálida.
Aún así la forma en que me mira es inquietante.
Es como si me conociera de algún lado.
No puedo evitar sentirme nerviosa.
Pero supongo que lo que pasa es que me está confundiendo.
—creo que me estás confundiendo —le respondí incómoda por su mirada.
El negó con la cabeza sin dejar de mirarme.
—eso es imposible —contesta —te he estado buscando todos estos años y sé que eres tú.
Yo lo miro frunciendo el ceño.
«De verdad que está equivocado».
—ya te dije que no, y si me disculpas me tengo que ir —dije terminando la charla que nunca empezó.
Comence a caminar, lamentablemente tenía que pasar por su lado y de alguna manera me daba un poco de miedo.
Pase por su lado y cuando creí que ya había pasado lo peor, el me tomo del brazo.
Intenté safarme, pero este lo tomo con más fuerza haciendo que doliera.
—¿Es que acaso no me recuerdas? —pregunto.
Negué con la cabeza.
—no te recuerdo porque no se quién eres —dije con valor.
Él me miró indignado y me atrajo hacia él.
Los pelos se me pusieron de punta y comencé a temblar de miedo.
Mi respiración se volvió un desastre, de tal modo que sentía que me iba a dar algo si aquel sujeto no me soltaba.
—soy Mibsan —dice mirandome fijamente. —¿No me recuerdas?.
Suelta mi brazo, el cual quedo con la marca de sus dedos y pone ambas manos sobre mis hombros.
Lo peor que me podía pasar hoy, es perderme y encontrarme con un sujeto que parece no entender mis palabras.
—prometimos nunca separarnos —sigue hablando —¿Lo recuerdas?.
Me quedo mirandolo tratando de recordar algo que nunca sucedió y un dolor de cabeza se comienza a apoderar de mi.
—no se de qué me hablas —respondo desviando mi mirada de él, presa del terror.
Tomo valor de no sé dónde, quito sus manos de sobre mis hombros y sin previo aviso salgo a correr.
Gracias a Dios el no me persigue.
O al menos es lo que creo porque no oigo sus pasos.
Aún así escucho su voz.
—eres una traidora —me grita —te olvidaste de mi, y también de los mellizos, así como Fares se olvidó de nosotros.
Sentí como si me clavaran una puñalada en el pecho.
Deje de correr y estaba a punto de llorar y no entiendo ¿por que? si lo que él dice no es verdad.
«Ni siquiera tengo idea de quién será ese tal Fares».
—¿Sabes que? —dice con desprecio —para mi también estás muerta.
Esas palabras causaron un fuerte dolor en mi pecho, tan fuerte que incluso flaquee, estuve a punto de caerme.
El dolor de cabeza que tenía comenzó a aumentar.
No entiendo ¿Por que me afectan tanto las palabras sin sentido de un desconocido?.
«para mi ustedes murieron en esa explosión».
Fueron las palabras que comenzaron a retumbar en mi cabeza, mientras que sentía que se me iba a explotar.
Poco a poco mi cuerpo se comenzó a desvanecer y comencé a ver borroso.
—Linda, Linda —escucho la voz desesperada de York, pero se va apagando hasta quedar todo en silencio.
Narra Fares:
—como pueden ver este producto será un gran impacto en la economía de la empresa —dice el señor Xian mientras muestra el producto que se va a estar lanzando este próximo mes.
Estoy en una junta directiva, acompañándolo.
La verdad es que no tengo nada que hacer aquí, pero el insiste en que venga, dice que tengo que estar al tanto de todo, para cuando me toque a mi administrar la empresa, cosa que es prácticamente imposible.
«Yo no me veo en esas cosas».
Estoy a punto de dormirme, esta reunión es tan aburrida, es como escuchar una y otra vez los cuentos que echaba mi abuela.
Le hago una seña con la mano y me dispongo a salir de la sala de juntas.
De verdad que necesitaba un respiro.
Lo siento por los que se quedaron adentro, creo que solo están ahí, para preservar sus trabajos.
Ya han pasado muchos años desde que mi vida cambio por completo, ya mis hijos son todos unos adolescentes.
Es una pena que hasta el día de hoy no pueda verlos.
Me he mantenido al margen lo más que puedo, y me he dedicado a trabajar en mi venganza, que por cierto ya casi comienza a dar frutos.
Luego que les haga pagar por lo que me hicieron, volveré junto a mis hijos y seremos una familia feliz.
O casi feliz, porque sin Alice ya nada es lo mismo.
Veo a los escoltas que deje cuidando la puerta y e aquí están súper entretenidos en sus teléfonos.
Si algo odio, aparte de la señora Úrsula, es a aquellos que solo pierden el tiempo en esas por***rías.
Me acerco y sin previo aviso le quitó el teléfono a uno de ellos.
Debieron de haber visto su cara.
Todo un poema.
Se puso súper nervioso e incluso comenzó a sudar y a cambiar de colores.
—lo...lo...lo...—comenzo a tartamudear —lo... siento je... jefe yo...yo solo estaba ví...viendo la...la...hora.
Le dedicó una mirada asesina.
«¿Como se atreve a mentirme en la cara?».
«¿Por que no reconoce que estaba viendo por***rías y ya está?».
Miro la pantalla de su teléfono para ver la "hora", y vaya sorpresa con lo que me encuentro.
Está viendo modelos adolescentes en ropa interior.
Es todo un pedófilo.
El solo pensarlo se me revuelve el estómago.
Pensé en devolverselo, a mí me daba igual si veía pornografía infantil, pero lo que no me parecía es que lo hiciera en horas laborales.
Cuando ya se lo iba a entregar y este estiró su mano para recibirlo.
Mi dedo se deslizó por la pantalla, haciendo que muchas más imágenes aparecieran y entre ellas apareció una que hizo saltar mi corazón.
Era una chica de unos trece años, luciendo ropa de marca.
Pero no era cualquier niña, era mi niña, mi niña Linda.
Inmediatamente la reconocí por el parecido con su madre y su larga cabellera.
Además ella tiene una señal en su cuerpo la cual tienen todos sus hermanos.
Definitivamente es ella.
Abrí la imagen y comencé a leer su información.
Aparece como Linda González hija única de una acomodada familia.
Le entregué el teléfono al sujeto ese, en silencio y me fui.
—no pensé que al jefe también le gustaran las niñas —comenta con su compañero.
No les preste atención y seguí mi camino.
Sentí mi pecho estrujarse, como si mi corazón se apretara y la rabia se apoderó de mi.
«¿Cómo es que Linda termino en esa familia?».
«Se supone que dónde estaban, estaban seguros».
«Y lo más importante, ¿Que hay de la vida de mis otros pequeños?».
«Y ¿Si la señora Úrsula dió con el paradero de ellos?».
«Entonces ¿Que voy a hacer?».
«¿Quien será aquel que los libre de sus manos?».
Eh estado pagando una gran suma de dinero por el cuidado de mis hijos, ¿Solo para que pase esto?.
Tomo el teléfono y escribo un mensaje:
Lo lamento señor Xian, pero tengo que ocuparme de algunos asuntos personales.
Narra la señora Ogla:
Dos días después.
Lo recuerdo como si fuera ayer.
Recuerdo a ese mocoso llamado Mibsan perfectamente.
Como se atrevió a hacer algo tan vil y menospreciable.
Era una tarde cualquiera, como las tardes normales de Peter Burgos.
Llena de paz y armonía.
Estaba disfrutando de un delicioso poyo asado, cuando de pronto llegó Zoar a decirme que había llegado un "cliente".
Yo como buena anfitriona, salí a recibir al cliente, vaya sorpresa la que me lleve al darme cuenta de que era uno de los sicarios más temidos de la región.
—muy buenas tardes —salude poniendo mi mejor sonrisa. —¿Que desea el caballero?.
Para ese entonces, Zoar ya había reunido a todos los niños en el patio.
Aquel hombre de aproximadamente unos cuarenta años, con una barba creciente, se tomó su tiempo para responder, metió su mano al bolsillo y saco una caja de cigarros, la abrió, saco un cigarrillo y lo metió en su boca.
Luego sacó el encendedor, prendió el cigarrillo y volvió a guardarlo.
Se acerco más a mi y luego de aspirar el humo, me lo hecho todo en la bendita cara.
Tuve que tener mucho autocontrol para no quitarle ese cigarrillo, tirarlo al piso y pisotearlo.
—deseo un aprendiz —respondió mirando a todos los niños —¿Hay alguno aquí que este dispuesto a matar, sin ningún cargo de conciencia, sin importarle los llantos o los ruegos de la víctima, alguien que le dé igual si se trata de un niño, adulto o anciano?.
Me quedé perpleja ante sus palabras y mire como aquellos niños lo miraban aterrorizados, en especial aquel mellizo pequeño que lo único que hacía era llorar mientras abrazaba a su hermana.
Volví mi mirada al hombre.
—me temo que no va a haber ningún voluntario, —le respondí —será mejor que usted mismo lo escoja o yo lo haré en su lug...
—yo quiero ser su aprendiz —hablo uno de los chicos interrumpiendo.
Me voltee a ver quién se atrevía a ofrecerse para semejante cosa y quedé sin aliento.
Era ese pequeño monstruo llamado Mibsan.
Estaba de pie, con su mano esquelética en alto, diciendo que el quería ser un aprendiz de asesino.
La verdad es que esto no me lo esperaba, pero se que será una gran oportunidad para librarme de este engendro del demonio.
Muchas veces quise venderlo al mercado negro de tráfico de órganos, pero lamentablemente su sangre no coincidía con la que requerían.
Pero finalmente le ha llegado su hora de largarse y posiblemente no viva mucho para contar el cuento.
—y ¿Para que quieres aprender a matar eh? —le pregunté curiosa.
—para matarlos a ustedes —respondió sin titubear, dedicándome una mirada de odio puro —primero mataré a Zoar y luego a usted, por cuánto me separaron de mi amada hermana.
Lo dijo tan seguro de si mismo que comencé a temer por mi seguridad en el futuro, mire a Zoar pero este lo único que hacía era reírse, como si se tratara de un gran chiste.
—si que tienes agallas —le dijo el sicario —definitivamente vendrás conmigo.
Ya han pasado unos años después de que no volví a saber de su paradero.
Incluso lo di por muerto.
¿Quien se iba a imaginar que vendría y cumpliría su palabra, con tan solo trece años de edad?.
Vino y a la primera persona que mató fue a Zoar.
No tuve tiempo ni siquiera de darle sagrada sepultura, tuve que coger el poco dinero que encontré a mano y escapar lo más pronto posible de ahí.
Ahora me encuentro viviendo en otro país, donde se que nunca me va a encontrar.
Vivo humildemente con lo que logré rescatar de dinero y obviamente con la suma de dinero que siguen enviando a mi cuenta bancaria por aquellos mellizos, aunque en este momento no tengo ni idea del destino de ellos como tal.
Estoy meditando en todo lo que me ha pasado en estos días, mientras engulló un delicioso y gigante pan.
Cuando de pronto el timbre de la puerta comienza a sonar de manera insistente.
—ya voy, ya voy —le grito a la persona que tiene negras intenciones de dañarme el timbre.
Antes de abrir la puerta, miro por el huequito esta.
Es un hombre muy guapo, bien parecido al cual le pongo unos treinta años.
«Está como quiere».
«Jamás había visto hombre así».
«Es una pena que yo ya esté vieja para esos trotes».
La pregunta es: ¿Que hace un hombre tan guapo como ese tocando a la puerta de mi casa, cuando ya empieza a oscurecerse?.
«¿Sería que se confundió de casa?».
«Lo más seguro es que si».
Me apresure a abrir la puerta.
«A hombres así, no hay que hacerlos esperar».
«No todas las veces un asiático viene a tocar a tu puerta».
—¿Siiii? —digo con mi mejor sonrisa.
El hombre se me queda mirando de arriba abajo.
—¿Es usted la señora Ogla, verdad? —pregunta.
Yo asiento con la cabeza, sin pensar.
—pues mi nombre es Fares. —dijo cambiando totalmente su semblante.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro