14. TODO TIENE SU LÍMITE
Santa Biblia Reina Valera 1960 - Malaquías 3
5 Y vendré a vosotros para juicio; y seré pronto testigo contra los hechiceros y adúlteros, contra los que juran mentira, y los que defraudan en su salario al jornalero, a la viuda y al huérfano, y los que hacen injusticia al extranjero, no teniendo temor de mí, dice Jehová de los ejércitos.
Llegamos a la agencia y efectivamente Tirsa, la mamá de York, estaba que echaba humo por los oídos, de la rabia que tenía por la tardanza.
Llevaba una falda de tubo, cosa que siempre la caracteriza a ella, a pesar de ser un icono de la moda, si en el día luego de cambiarse varias veces no se ha puesto una falda de tubo, entonces no sería ella, y sobre todo sus gafas oscuras, que nunca pueden faltar, así sea para llevarlas en la cabeza, pero para ella son fundamentales.
Está sentada en un cómodo sillón ojeando una de las revistas de la empresa mientras habla animadamente por teléfono.
Apenas nos mira, nos regala una mirada letal, la cual disfraza con una falsa sonrisa.
De verdad que no entiendo cómo es que York sobrevive en su casa con una madre así, yo ya me habría suicidado.
Si a duras penas soporto a mis padres, y esos que casi no molestan para nada.
—no te quedes mirandome como si apenas me conocieras —me dice cortando la llamada —entra y ahí está la nueva colección de ropa que vas a lucir para la sección.
Entro y me lleno de frustración al ver el poconón de ropa que está colgada en ganchos, la cual tendré que ponerme.
«Esto significa que será un largo día».
Volteo a ver a York este me da una mirada apenada mientras se rasca la nuca.
—vamos señorita González—me dicen las empleadas llevándome al cambiador.
Yo me dejó llevar, no sin antes darle una mirada a York para que me acompañe.
Él me entiende y nos sigue pero su madre lo frena de un solo grito.
—necesito que vayas con tu padre y le entregues estos papeles, —dice dándole un arrume de carpetas.
Se que lo hace para separarnos y eso me agobia, ya que el siempre que me acompaña a las secciones de fotos, hace cualquier gesto que me saca una sonrisa, pero sin el, las secciones son estremadamente aburridas.
Tres horas después.
Siento que ya no puedo de los pies, estoy supremamente agotada de tanto posar para las cámaras, ya me duelen los ojos de tanto flash, creo que voy a tener que usar gafas adaptadas, aparte de ello, esas pestañas postizas que me pusieron, siento que se me van a meter a las pupilas.
Además ese ventilador no es lo suficiente bueno para quitarme la calor tan terrible que siento.
Para colmo de males, ni siquiera pude salir a comer como todas las personas normales lo hacen, si no que tuve que medio comer, mientras me hacían un peinado.
—vamos querida sonríe —me dice Tirsa —sonríe como si estuvieras viendo a tu novio.
Si supiera que ya me duelen las quijadas de tanto sonreír.
«¿Es que no se pueden tomar fotos serias?».
—no tengo novio —le aclaro por vigésima vez.
Ella suspira.
—entonces como cuando ves a York.
Vuelvo a sonreír, aunque la sonrisa no me llega a los ojos.
Una cosa es imaginar a York, otra muy diferente es verlo en persona.
Media hora más tarde.
—¿Puedo tomar un descanso? —pregunto esperanzada.
—ni se te ocurra —dice mirando las fotos —ve a qué te retoquen el maquillaje, para el otro cambio de ropa.
Apretó los labios para no decir nada de lo que me pueda arrepentir luego, y me dirijo a dónde están las maquilladoras.
Muchos sueñan con ser modelos, pero no saben todo lo que esto conlleva, ni siquiera se puede comer en paz.
Cada vez que llegó aquí me siento como en una cárcel.
Siempre me cuestiono ¿De quien fue la idea de metermen en una escuela de modelaje?.
Porque yo por ningún lado siento ser modelo.
Aunque mis padres alegan de que yo lloraba de pequeña por esto.
Lastima que no lo recuerde.
Horas después.
—ya terminamos —dice Tirsa finalmente.
No saben lo felices que me hacen esas palabras.
Tomo mi cartera y me dispongo a salir corriendo.
—no tan rápido —habla ella mientras contempla sus puntiagudas uñas.
«No me diga que falta más fotos».
—¿Si? —digo acercándome con desconfianza.
Ella me mira y sonríe con esa sonrisa falsa de siempre, se que en el fondo ella no me quiere, pero aún así me necesita.
—¿Se puede saber por qué demonios volvieron a llegar tarde? —pregunta con enfado pero sin dejar de sonreír.
«Porque se me dió la regalada gana».
—esto...—me quedó pensando en una excusa, lo que menos quiero es perder la poca paciencia que tengo y decirle unas cuantas palabritas que tengo en la punta de la lengua.
Baje la mirada al suelo mientras jugeteaba con mis dedos.
Pensando en una buena respuesta.
—estoy esperando su respuesta —volvió a hablar —no tengo demasiado tiempo como para perderlo.
—lo que pasa es qué...—trague grueso.
Tirsa respira con impaciencia.
—no creas que porque eres la mejor amiga de mi hijo, voy a hacer una excepción contigo, aquí nadie tiene un trato especial, además no es la primera vez que llegas tarde y eso ya me está comenzando a can...
Su discurso fue interrumpido por York que irrumpió en el estudio.
—fue mi culpa —hablo York con voz firme.
Aún no entiendo cómo es que tiene valor para encararla, yo ya estaba sudando de los nervios.
—si tienes algo que decir, —continua York hablando—dimelo a mi.
El rostro de Tirsa se puso pálido de la rabia, aunque lo disimulaba bien, York me dedico una sonrisa de boca cerrada.
—dejanos solos...querida —dijo Tirsa entre dientes.
Yo voltee a ver a York, este asintió con la cabeza, dandome a entender que todo estaba bajo control.
Eso me tranquilizo y salí.
Al fin y al cabo ella es su madre, así que no tengo porque preocuparme.
Camino por los pasillos como si el mundo me perteneciera con la cabeza en alto.
Puedo sentir muchas miradas sobre mi y escucho algunos cuchicheos.
—ahí viene la imagen de la agencia —dice una modelo que es un poco mayor que yo.
Finjo no escuchar nada.
—que envidia —comenta otra.
Paso por el lado de ellas y les dedicó mi mejor sonrisa.
—hola Linda —saludan todas. —que gusto verte.
Se acercan a mi y comienzan a darme besos y abrazos.
Yo los recibo todos.
Ya me he acostumbrado a sus hipocresías.
—¿Esta vez si vas a leer las cartas que te envían tus fans?. —pregunta una emocionada.
Yo niego con la cabeza.
La verdad es que me da igual lo que mis seguidores me escriban, ya que ellos me envían cartas porque soy famosa.
Tienen mi cuenta de facebook a explotar de tantos mensajes, y ni hablar de mi Instagram, Yahoo, Gmail, Twitter, etc.
Y ahora para colmo de males me mandan cartas físicas, por cuánto no me tomo la molestia de contestar ninguno de sus mensajes en redes sociales, por la sencilla razón de que no me interesa.
—oh vamos, ¿Si? —insiste una —siempre las echas al bote de basura y eso no es justo, ya quisiera uno que le enviarán cartas así.
—pués si tanto les gustan, pueden leerlas ustedes.
—no es lo mismo —responden.
Suspiro con cansancio.
Será mejor llevarles la idea para que no insistan.
Camino hacia donde esta la multitud de sobres, el solo verlos me marea.
«¿Cómo pueden las personas idolatrear tanto a alguien?».
Por razones así y por falta de tiempo, ni siquiera puedo asistir a un colegio como lo hacen los demás.
Dicen que se aumentarían las probabilidades de secuestro.
Me inclinó y tomo en mis manos los sobres que más puedo, luego los lanzo hacia arriba.
No sé porque, pero las otras chicas de mi edad, me siguen el fuego, de tal modo que comienzan a caer muchos sobres al suelo, como si de una lluvia se tratara.
Por primera vez una sonrisa genuina apareció en mis labio, sin que York estuviera presente, me hubiera gustado que alguien hubiera tomado una foto.
Cierro los ojos sin dejar de sonreír, cuando de pronto veo a una mujer aterradora, súper gorda con una sonrisa diabólica, la cual es conformada por unos dientes podridos.
Abro los ojos de inmediato y siento un leve dolor de cabeza y mareo.
Me apoyo en la mesa de los sobres para no caerme.
—¿Que sucede? —pregunta una de las chicas, aparentemente preocupada. —estas palida.
—no es nada —respondo.
Si se llegan a enterar de mis raros acontecimientos, tendran una razón para decir que no tengo derecho de ser la estrella de la agencia.
Tomo aire sintiéndome mejor y me alejo lo mas pronto posible de ellas.
—espera —dicen —¿No vas a abrir los sobres?.
Yo niego con la cabeza y camino aún más rápido.
Llegó al baño y luego de echarle pestillo, saco unas pastillas de mi bolso y me las tomo.
Tomo abundante agua y lavo mi rostro, luego me pare firme y me quedo observando mi reflejo.
«Esto me pasa, por no acordarme de mi medicación ».
Le doy un golpe al lavamanos indignada conmigo misma, tengo ganas de llorar.
Siento que no soy normal como las demás chicas que sonríen con libertad y quisas nunca lo seré, eso me saca de quicio.
Las lágrimas se acomulan en mis ojos y siento mi pecho conprimirse de tal manera que me cuesta respirar.
«No, un episodio de ansiedad aquí no».
Comienzo a respirar como el sicólogo me lo indico, tomando aire por la nariz y votandolo por la boca, también trato de pensar algo bonito, algo agradable que me tranquilice.
Quiero cerrar los ojos e imaginar, pero me da miedo ver algo feo al cerrarlos.
Los latidos de mi corazón se aceleran y sin darme cuenta ya estoy en un rincón del baño abrazada a mi misma sin que pueda calmarme.
A pesar del miedo tan terrible que tengo de cerrar los ojos, lo hago para intentar calmarme y busco entre mis recuerdos algo hermoso.
Pero entonces lo primero que veo es a Tirsa con la ropa que siempre la caracteriza, solo que se ve aún más joven.
Ella habla y puedo recordar perfectamente sus palabras.
—me la llevo.
A su lado hay más personas pero lamentablemente no logro verlas bien y el recuerdo se desvanece.
Minutos después.
Salgo del baño totalmente recuperada y lo primero que hago es ir en busca de York.
Es entonces cuando noto que un sobre se a metido en la correa de mi cartera y está a punto de caerse.
Recuerdo la lluvia de sobres y sonrió, lo tomo entre mis manos y cuando estoy a punto de tirarlo al vote de basura, me arrepiento y lo guardo.
«Tener una carta de un fans, no creo que me haga daño».
Llegó al estudio, cuya puerta está cerrada y escucho sin querer los gritos de Tirsa.
«Me temo que aún no han terminado».
—¿Hasta cuándo vas a seguir metiendo las manos al fuego por ella?. —pregunta Tirsa.
A mí juzgar, están hablando de mi.
—hasta que me muera —responde firmemente York sin titubear.
Eso hace que se me salga un suspiro.
«¿Dónde voy a encontrar a un amigo tan querido?».
—jamas voy a olvidar que todo lo que ella ha tenido que pasar ha sido por mi culpa —sigue York hablando.
«¿Cómo así que por su culpa?».
—¿Todavía te sigues culpando por ello? —pregunta Tirsa bajando la voz —eso es cosa del pasado ya nadie lo recuerda.
—pues yo si lo recuerdo perfectamente porque yo fui el causante y ya no puedo más con este peso de culpa, quiero decirle la verdad a Linda. —responde York.
Me lleno de confusión al escuchar sus palabras, no entiendo de que diablos es que hablan.
«¿Cómo es que quiere decirme la verdad?».
Que yo sepa York nunca me ha mentido, siempre nos contamos todo.
Somos los mejores amigos.
—no te atrevas —contesta su madre alarmada —donde sus padres se enteren de algo así, harán un escándalo.
«¿Que?».
Ahora sí que siento que el corazón se me va a salir.
Necesito saber esa verdad.
«¿Que es lo que me han estado ocultando?».
—pues no me importa —concluye York y escucho sus pasos acercarse hacia la salida.
—York, York —lo llama su madre, pero este no deja de caminar.
Es entonces cuando me percató de que estoy en la puerta y salgo corriendo hasta perder en la esquina.
Luego me doy vuelta y regreso sobre mis pasos fingiendo total tranquilidad, como si no hubiera escuchado algo que me está carcomiendo por dentro.
Veo a York y este está rojo de la rabia, la mirada que trae, podría matar a cualquiera si fueran balas.
—York —lo llamo.
El dirige su mirada hacia mi y al verme está se suavisa y me da una sonrisa de boca cerrada.
—vamonos de aquí —dice tomando mi mano y llevándome con él.
Salimos en silencio de la agencia, ante la atenta mirada de los demás y de uno que otro suspiro de las chicas que mueren por York.
Lastima que York no sepa de la existencia de ellas.
Llegamos a su auto y el chófer ya nos está esperando.
York a pesar de que está súper enfadado, me abre la puerta.
Yo entro en silencio.
Esto siempre pasa cuando me defiende de su madre.
Lo que me carcome es haber escuchado parte de esa discusión.
Necesito saber que es lo que me están encubriendo.
York entra al auto y se acomoda a mi lado, recuesta su cabeza hacia atrás y cierra los ojos.
—¿Lo llevo a la casa de la señorita? —pregunta el chófer.
—no, —responde York sin abrir los ojos —llevanos a un lugar tranquilo.
El chófer asiente y enciende el auto.
Me quedo observando las facciones de York mientras el carro sale del parqueadero, pero mi atención se desvía de él, al ver la multitud de paparazzis que están en la salida esperándome a mi.
Es una gran cosa que no halla salido por la puerta principal.
Me quedo mirando como ellos piden al auto detenerse, pero este sigue su rumbo y ellos se quedan atrás.
Vuelvo a centrar mi atención en York y no me explico cómo el puede llegar a ocultarme algo.
Puedo esperar eso y mucho más de Tirsa, pero de York nunca.
Él... él no es así.
Durante todo el viaje a yo no sé dónde exactamente, York no abrió los ojos ni una sola vez y no era porque estuviera dormido.
—hemos llegado —anuncia el chófer.
De inmediato York abrió los ojos y en un abrir y cerrar de ojos, ya estaba fuera del auto.
—ven —dijo ofreciéndome su mano.
Yo la acepte y salí del auto.
La demora fue salir cuando la brisa fresca dió con mi rostro y acarició todo mi cuerpo, mientras que él viento levantaba mi cabello.
York se me queda mirando.
—luces perfecta para una foto.
Yo le sonrió.
—deja de hablar de trabajo —lo regaño.
Miro el lugar y es simplemente perfecto.
Un lugar solo, lleno de paz y tranquilidad, donde las aves vuelan libremente, sin temor a quedar electrificadas o estrelladas.
Comienzo a correr alrededor, hasta que llegó al borde del abismo, por poco me voy de cabeza de no ser por York que me sostuvo de la cintura.
—todo tiene su límite Linda —expreso sin dejar de sostener mi cintura. —intenta no sobrepasarlo y yo también seguiré haciendo mi mayor esfuerzo.
¿Alguien entendió lo que quiso decir exactamente?.
Yo no.
Minutos después.
Yo disfrute al máximo del lugar ya que mis padres no les gusta dejarme salir sola, tampoco tienen tiempo para pasarlo conmigo, solo me dan permiso para andar con York, es la única persona en quien ellos confían.
Cuando ya estoy cansada de caminar y de explorar todo, sacudo mis manos que están polvorientas y me siento al lado de York.
Este está al borde del precipicio, sin temor alguno a caerse.
Ah estado así desde que llegamos.
—York —lo llamo.
Este deja de mirar a la nada y gira su rostro hacia mi, quedando así reflejada en esos encantadores ojos.
Entonces hago la pregunta que tanto he querido hacer, aunque temo mucho su respuesta.
—¿Hay algo que me estés ocultando?, Prometimos siempre decirnos todo.
York baja su mirada y ríe, luego la vuelve a fijar en mi.
—no sé de qué me hablas —responde.
Una lágrima rueda por mi mejilla al ver lo experto que es para mentir, de no haber sido porque escuché aquella conversación, le habría creído.
—York —vuelvo a hablar —escuché parte de la discusión que tuviste con tu madre por mi culpa, ¿Cuál es esa verdad que me han estado ocultando?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro