13. UNA NUEVA VIDA
Ocho años después
—eres una modelo extrella, viajaste con tu representante y lamentablemente tuviste un accidente, la cual causó la perdida de tu memoria.
Fueron las palabras que me dijo mi madre aquel día en ese hospital, desde entonces comencé a vivir de cero, sin poder recordar el pasado.
He intentado muchas veces tratar de recordar, pero lo único que recuerdo, son cosas erróneas que me atormentan y no tienen nada que ver con mi vida.
Estoy durmiendo plácidamente en mi habitación, cuando de pronto ya no es mi habitación y ya no soy una adolescente.
Ahora soy una pequeña niña de aproximadamente unos cinco años.
Me encuentro en una pequeña cama en una habitación la cual es iluminada por la luz de la luna.
—Señor —escucho una voz femenina —yo te presento la vida de mi hija Linda, yo pido por ella para que seas guardándola y haciendo de ella un instrumento tuyo en el día de mañana.
Miró alrededor de la habitación y me encuentro con una hermosa mujer, que se parece demasiado a mi.
Aquella mujer tiene puesta una levantadora y se pasea alrededor de la habitación, mientras no cesa de hablar sola.
De repente se acerca a mi cama, pone su mano en mi frente y sigue hablando.
—Señor, se que muy pronto ella será una adolescente, luego será una joven, también sé que tendrá que enfrentarse a muchas cosas en esta vida y que el enemigo buscará la manera de desviarla, pero yo te pido que la guardes y no la dejes desviar del propósito que tú tienes para con ella.
Abrí los ojos y de una sola quedé sentada en la cama.
Mi frente está llena de sudor, como si hubiera estado corriendo y mi respiración está alterada.
«Otra vez, lo mismo».
Ya he perdido la cuenta de las innumerables veces que he soñado con aquella mujer, siempre que me la sueño, ella está hablando sola y yo soy una niña.
Mando la mano a la mesita de noche y prendo la lámpara.
Me salgo de la cama y voy al baño, abro el grifo y lavo mi rostro.
Levantó mi mirada hacia el espejo.
Me quedo mirando durante un rato.
«Dios mio».
«¿Que es lo que me pasa?».
Me quedo unos segundos inmóvil, esperando a poder calmarme, cuando finalmente lo logro, vuelvo a la cama.
Cierro mis ojos y más tardó en cerrarlos que en volver a soñar, si es que a ello se le puede llamar sueño.
Estoy en una casa muy ostentosa, mucho más lujosa que la mía, hay tanto lujo que me siento mareada.
Estoy en la puerta pero sin saber porque comienzo a caminar, me dirijo hacia las escaleras.
Subo hasta el final y me encuentro con muchas puertas cerradas.
Camino por en medio de esas puertas hasta llegar a la del fondo.
La abro sin tocar y me encuentro a la misma mujer, la cual está arrodillada y llora abundantemente.
Siento un dolor tan terrible al verla así que quiero ir a consolarla.
Intento hacerlo, pero no puedo, mis pies se han pegado al piso.
Abro mi boca para llamarla, pero la voz no me sale.
—Señor —dice ella en un lamento tan grande que hace que me estremezca —mira la vida de mis hijos, en donde quiera que estén, te pido que a pesar de todo lo que ha pasado, no permitas que ellos se pierdan.
Abro los ojos y nuevamente quedo sentada en la cama, mi frente está llena de sudor.
Salgo de la cama y está vez no voy al baño si no que me voy a la cocina.
No tengo necesidad de prender la luz, tantos años en esta casa, han hecho que me la conozca de memoria.
Llegó a la cocina y me sirvo un vaso de agua.
Me la tomo lentamente, mientras medito en los sueños tan raros que tengo.
«Me preguntó ¿Cuál será su significado?».
«¿Por qué siempre se repite?».
«Y lo más importante ¿Que tiene que ver esa mujer conmigo?, Si yo nunca la he visto».
«¿Por qué en los sueños, aparezco como su hija?».
«Será que...».
—¿Otra vez sin poder dormir, Linda González? —habló mi madre a mis espaldas.
Por poco y me da un paro cardíaco al escucharla.
Siempre tiene esa fea costumbre de hablarle a las espaldas a uno.
—mamaaaá —exclamo reponiendome del susto. —si sigues haciendo eso, me vas a matar.
Ella me dio una sonrisa de boca cerrada.
—te he hecho una pregunta cariño —me dice.
Seguí tomándome el vaso de agua y asentí en silencio.
Mi madre suspira.
—¿Te has tomado la medicina?.
Yo niego con la cabeza.
La verdad es que he tratado de dejarla por todos los medios posibles, detesto tener que estar tomando medicamentos a cada momento como si fuera una enferma terminal o una viejita.
Pero tristemente cada vez que me llevan a donde un sicólogo por causa de mis sueños, la única solución que me dan son las pastillas para dormir sin complicaciones.
Aparte de ello, también tengo que estar medicada contra la ansiedad porque muchas veces sufro ataques de ello, de un momento a otro me lleno de mucho miedo y comienzo a temblar, terminó arrumada en un rincón de la habitación, abrazada a mi misma, llorando y temblando de miedo a tal punto que la respiración se me va y termino desmayada, si no llegan a tiempo para ayudarme.
Literalmente parezco una enferma mental, de no ser por las pastillas hace tiempo hubiera terminado en un manicomio y no pudiera llevar la vida normal que llevo.
A pesar de mi corta edad, trece años, ya trabajo para una agencia de modelaje muy prestigiosa, en la cual soy la modelo principal, incluso tienen mi imagen como logotipo de representación.
Todas las chicas que me miran, me envidian y quieren ser como yo, pero ellas no saben cómo es mi vida sin pastillas.
—ven, —dice mi madre acercándose y poniendo su brazo alrededor de mis hombros —vamos a la cama.
Llegamos a mi habitación, ella me entrega el vaso de agua que traía y me da una pastilla para dormir.
Yo la recibo y me la tomé con abundante agua.
Me acuesto y mi madre me acobija.
—descansa bien cariño —dice besando mi frente —no olvides que mañana tienes una sección de fotos.
Yo asiento con la cabeza mientras el sueño se comienza a apoderar de mi.
Me dormí tan pronto, que ni siquiera vi a mi madre salir de la habitación.
Unas horas después.
Un sonido estridente, hace que abra los ojos de mala gana.
Es el sonido de ese detestable reloj que me dio mi mejor amigo, suena como la alarma de los bomberos.
Es simplemente horrible.
Por esa razón lo escondí en mi clóset, porque el solo hecho de verlo me molesta.
No entiendo ¿Por qué esta en la mesita de noche?.
«¿Sería mi mamá la graciosa?».
Pues sea quien halla sido, se acabó.
No voy a seguir escuchando el sonido horrible de ese despertador, y no me importa que sea un regalo de mi mejor amigo, él debió haber sabido escoger el regalo.
Estamos en pleno siglo XXI.
«¿Quién tiene despertadores así ahora?».
«Eso daña mi imagen como chica moderna».
Estiró mi mano, tomo el horrible reloj y tomo impulso para estrellarlo contra la pared.
Pero entonces pasa lo inesperado.
Debí de haberlo imaginado.
—no te atrevas —escucho la voz de mi mejor amigo —si lo tiras, será el fin de nuestra amistad.
Suspiro con impaciencia.
«Claro, el fue el que lo puso ahí».
Lentamente vuelvo a poner el reloj en la mesita de noche, pero eso no significa que cuando el no esté, le ocurra un accidente.
Miró al frente y veo a York acostado en mi mueble favorito, el único que tengo en mi habitación.
York es mi mejor amigo desde antes de perder la memoria, cuando yo desperté en aquel hospital sin ni siquiera saber mi nombre, el fue uno de los que a pesar de su corta edad, hizo un berrinche a su madre para que lo dejara entrar a verme, incluso faltó a varias clases, por quedarse a mi lado, ha sido el que muchas veces ha estado ahí, para sacarme muchas sonrisas.
Aparte de ello es el único que está a mi lado desinteresadamente, la mayoría de los que quieren ser mis amigos, lo hacen porque soy famosa.
Él no.
El es nada más y nada menos que el hijo del dueño de la agencia de modelaje para la que trabajo.
Es un chico de quince años, que por cierto es muy popular y guapo.
Es muy cotizado por las chicas.
Su cabello es rubio y sus ojos son un color avellana.
Aparte de ello es experto en hacer derretir el corazón de cualquier persona con su dulce mirada.
Como cuando le pide a la mamá que le recargue la tarjeta.
Es adorable.
Aunque a veces se pone insoportable, como hoy, que se le ocurrió molestarme con ese horripilante despertador.
Pero en fin, es mi amigo y tengo que aguantarlo, de lo contrario ¿Quién más lo hará?.
Me vuelvo a acostar y me enrrollo en las cobijas.
—¿No pretenderás seguir durmiendo? —me dice alarmado al ver que cierro los ojos.
Suspiro sin abrir los ojos.
—dime que no estás aquí por trabajo, sino que viniste porque no puedes vivir sin tu adorable amiga. —le digo esperanzada.
—tiiiii —dice él —error, estoy aquí para recordarte que mi mamá te espera para una sección de fotos y ya sabes cómo se pone cuando tú no llegas a tiempo.
Oh no.
Tanta dicha no podía ser cierta.
Me siento en la cama de una, al procesar su información.
—¿Sección de fotos con tu mamá? —grite.
El asintió.
Me tiró de la cama y comienzo a buscar ropa en el clóset sin saber que llevarme.
Su madre es una de las fotografas de la agencia y odia que la gente sea incumplida
Ya ha hecho despedir a muchas modelos por ello.
Yo he sido la excepción porque York siempre ha intercedido por mi.
Aún así no puedo agotar su paciencia.
—dejame a mi —dice York parándose del mueble y viniendo a mi —yo me encargo de buscar la ropa, tú ve a ducharte.
Tomo la ropa interior y le doy un sonoro beso en la mejilla.
—gracias —digo antes de salir corriendo a la ducha.
—oyeee —dice indignado —¿Si vas a besarme, no deberías de haberte cepillado primero?, Ahora se me va a podrir la...
Dejé de oir porque me encerré en el baño y luego de quitarme la pijama, abro la llave y comienzo a ducharme lo más rápido posible.
No quiero que York sea regañado por mi culpa.
Diez minutos después.
Hice lo mejor que pude.
Salgo envuelta en la batola de baño, York ya tiene mi ropa lista.
Al pobre le ha tocado aprender de moda femenina por mi causa, incluso sabe más que yo, como convinar ropa.
Me quito la batola y comienzo a vestirme, pero me detengo de golpe al sentir la mirada de York sobre mi.
Yo siempre he sido una persona muy tranquila y despreocupada, York es mi amigo de la infancia, así que para mí es normal vestirme con el adentro.
Siempre y cuando lleve ropa interior.
El es muy decente así que no tengo problema, pero su mirada sobre mi, se me hace un tanto extraña.
—¿Que? —pregunto parando de vestirme.
El se queda mirando mis piernas.
—creo que necesitas depilación —responde.
Yo niego con la cabeza y sigo vistiéndome.
York bufa.
—entonces ponte esto —dice tirándome unas medias veladas.
Yo las recojo y continuo vistiéndome.
Finalmente luego de estar lista bajamos al comedor a despedirnos de mis padres, los cuales se encuentran desayunando.
—hola papá, hola mamá. —saludo
—hola cariño —responden los dos mirando mi atuendo.
—tarde como siempre —me dice mi madre.
—¿Que haríamos si York no fuera el hijo del dueño de la agencia?. —pregunta mi padre.
—no lo sé —digo encogiéndome de hombros y levantando una ceja.
—descuiden —habla York —son solo unos minutos de tardanza.
Mi madre suspira.
—unos minutos que le pueden costar su carrera como modelo profesional. —dice ella.
Decido ignorar sus regaños y disimuladamente tomo un pan, lo parto por la mitad y comienzo a rellenarlo de Nutella, luego le pongo la otra mitad encima y abro mi boca para comérmelo y degustar semejante delicia.
—no te atrevas —dice mi madre arrebantándomelo, cuando ya le iba a dar el mordisco. —¿Acaso quieres dañar tu figura?.
Yo ruedo los ojos de mala gana.
Lo más duro de ser modelo, es que no puedes comer lo que quieras, siempre tienes que estar a dieta y hacer harto ejercicio.
Tengo que tener un peso exacto y medidas exactas.
Esa es una de las razones por las que no me gusta ser modelo, aún así sigo en ello, solo por no defraudar a mis padres, aunque no sé hasta cuando pueda soportarlo.
Siento que este no es mi destino.
—vamos York —es lo único que digo, antes de dirigirme a la salida.
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