5.
«—Ni siquiera es tan buena persona.»
«—Dicen que el príncipe golpeaba a su ex-novio. Y uno de mis compañeros que salió con él dijo que es bastante dominante y grosero cuando le llevas la contraria.»
Teru se sentó con un suspiro cansado, por alguna razón, se había sentido algo acosado a lo largo del día. Como si, sin importar a dónde fuera, hubieran miradas siguiendo sus movimientos. Lo cual le daba escalofríos, trayendole recuerdos de la preparatoria, los cuales, no eran del todo buenos.
Además de que últimamente había empezado a escuchar más y más comentarios acerca de ese tal “Príncipe” cada uno peor que el anterior, así que ni siquiera estaba seguro de porque alguien con tan mala fama tendría un apodo tan ¿Lindo? Ni siquiera estaba seguro de cómo describirlo, no podía considerarse a sí mismo como una persona chismosa, pues tendía a ser realmente indiferente a las cosas que sucedían a su alrededor, pero como su amigo Parker le había enseñado alguna vez, no estaba demás oír las habladurías de pasillo, pues tristemente, no había otra forma de enterarse si en algún momento, una persona conocida terminaba siendo víctima de los rumores.
—¡Buen día, brillito de sol! ¡La estrella más brillante del lugar dice hola!
Teru se sobresaltó ante el grito repentino que incluso llamó la atención de un par de personas sentadas en las mesas más cercanas. Frente a él, Kane dejó caer la bandeja con su comida en la mesa con un pequeño estruendo antes de sentarse frente a él con elegancia y una gran sonrisa.
—Ah. Hola, Kane. Podría preguntarte... ¿Qué haces aquí? —Teru preguntó con la duda casi dibujada en la cara.
Aunque ellos dos eran "amigos" probablemente le faltarían dedos en ambas manos para contar todas las razones por las cuales ellos dos no eran especialmente cercanos. Mientras que, las razones por las cuales se “llevaban bien" podían resumirse a solo tres, cuyos nombres eran, Daiki, Hibana y Hanabi.
Ninguno de los dos era lo suficientemente terco como para ser un impedimento o ser una molestia en el grupo, simplemente hacían lo posible para sobrellevarse el uno al otro. No se odiaban, era algo tan simple como que sus personalidades no combinaban del todo, lo cual estaba bien.
—Oh, créeme Teru. No estoy especialmente emocionado de estar solo contigo en este momento, pero las chicas fueron al baño y Daiki llegará pronto. Así que no te preocupes, no tendremos que estar solos demasiado tiempo. —Kane respondió, restándole importancia al asunto.
—De acuerdo... —No pudo evitar sentir algo de sospecha por alguna razón, pues aunque no eran cercanos, igual pasaron demasiado tiempo juntos a los dieciséis. Y por supuesto que las personas cambian con el tiempo, pero nunca lo hacen completamente, así que podía presentir que el rubio teñido frente a él se traía algo entre manos.
—Pero aprovechando que estamos solos...
—Joder, lo sabía.
—¿Qué?
—Kane, no somos mejores amigos, pero nos conocemos lo suficiente como para saber que eres el tipo de persona que espera a sus amigas fuera del baño para seguir conversando en cuanto salgan. No vendrías a pasar tiempo conmigo solo porque sí, no te agrado lo suficiente.
—Sorprendentemente, te desprecio menos de lo que te despreciaba en el pasado. Hasta podría decirse que te tengo algo de aprecio, pues anteriormente mi rechazo hacia tí se debía al exceso de atención que Daiki te dedicaba en la adolescencia. Y no es un secreto para nadie que odio compartir la atención.
—Uhm. Válido. También odiaba la atención que te dedicaba Hanabi en ese entonces. —Admitió el de cabello morado, intentando no pensar demasiado en el hecho de que Kane, el mejor amigo de Daiki, una de las personas más cercanas que tenía, considerase que, en ese entonces, el pelinegro le dedicaba demasiada atención.
—¿Quién lo diría? Nos parecemos más de lo que nos gustaría admitir.
—No volveremos a mencionar esto ¿Cierto?
—Por supuesto que no. —Kane sonrió, recostando la cabeza a un costado contra el dorso de sus manos unidas. Una sonrisa divertida posada en sus labios. —Hablaremos de lo importante. ¿Qué tal la cosas con Daiki?
—Bien, supongo.
—Brillito de sol...
—¿De dónde mierda salió el apodo?
—Me estoy burlando de tu nombre, duh. En el sentido literal de la palabra, eres todo menos brillante. —comentó el rubio quien sacudió su cabello, permitiendo ver mejor las raíces y la parte lateral de su cabello que era de color negro. —No entiendo cómo Daiki puede pensar lo contrario...
Lo último lo dijo en un susurro algo fastidiado, pero sus palabras llamaron la atención del pelimorado.
—¿También te lo dijo?
Al escucharlo, Kane levantó la vista, sus ojos celestes se abrieron con sorpresa.
—Alto ahí. ¿Te lo dijo a tí? ¡¿Y no me dijo a mí que te lo dijo?! —acusó como si estuviera procesando las cosas, Teru se pellizco a sí mismo por andar hablando de más. —¡Ese maldito imbécil! Ah, como sea, al menos tiene un arrepentimiento menos en el corazón.
—¿A qué mierda te refieres con eso?
Teru siente curiosidad porque las palabras de Kane son extrañas de cierta forma, el rubio de mechones negros juega distraído con los anillos de sus dedos, como si no hubiese dicho nada demasiado importante.
—¿No lo sabías? Ese día en el aeropuerto, se lamentó todo el camino a casa por ser un cobarde y no decirte que eras "brillante" en el extraño sentido que él cree que lo eres. Yo no lo entiendo, pero bueno...
El chico de tatuajes baja la vista, y toma una cucharada de su arroz, Teru respira intentando no demostrar el pequeño sentimiento contrariado que aquella revelación causó en su interior, pues sabe que aunque no lo demuestra, Kane tiene toda su atención sobre él. Porque el rubio es así, es un hijo de puta demasiado inteligente que no lo demuestra por conveniencia propia.
—Kane...
—¿Qué sucede brillito de sol? —Hay algo de burla en el tono de su voz y la sonrisa de costado que se posa en su boca solo llama la atención sobre el piercing negro que tiene en su labio. Eso es solo una confirmación de su miedo, pues el maldito se dió cuenta del revuelo en su interior que causó con aquella confesión y el pelimorado quiere golpearse contra algo por darle la confirmación que necesitaba al muy idiota.
Suspira con fastidio, pensado muy bien sus palabras, pues claramente no recibirá una respuesta en toda la regla pero lo más que puede aspirar a recibir es lo mismo que acaba de proporcionarle sin querer al rubio de los tatuajes.
—Tengo una pregunta...
—Pregunta si te atreves, brillito de sol. —Kane le muestra la lengua de una forma demasiado adorable para alguien que tiene más de una docena de piercings en el cuerpo, tatuajes en los brazos y justo ahora se encuentra vestido casi totalmente en color negro.
—¿Yo le gustaba a Daiki?
—Oh, brillito de sol. Esa es una pregunta que yo no puedo responderte, aunque supiese la respuesta.
—Por supuesto que sabes la respuesta. —bufa el mayor con obviedad y Kane sonríe, pasando la lengua por sus labios.
—Obviamente lo sé. Dai-Dai me lo cuenta todo, o bueno, la gran mayoría de las cosas, pero sabrás que, no es decisión mía responder esa pregunta.
—Lo sé.
—Entonces ¿Cuál fue tu intención al preguntar?
—Nada en especial. —Teru sonríe con diversión y Kane cambia la expresión confiada de su rostro por una un tanto más aterrada.
—Oh, mierda.
—Este juego puedo usarse en ambas direcciones, Kane.
Teru se ríe con diversión, más por haber logrado engañar al rubio en su propio juego que por otra cosa, pues no quiere demostrar la vuelta que le ha dado el estómago al darse cuenta o al menos, asumir la respuesta de parte de las expresiones de Kane. Porque lo conoce, el rubio es alguien blando de corazón, sobretodo en todo el tema del amor, de no haber sido correspondido en aquel entonces, seguramente el de los tatuajes habría sonreído con tristeza, con lastima o directamente no habría sonreído, porque aunque fuera un idiota, no era ningún desalmado, y jamás se burlaría de algo como eso, pero en cambio, Kane sonrió, sí, lo hizo, pero su sonrisa fue tierna y agotada, como si la respuesta fuera demasiado obvia y el no poder responder le causaba más molestia que tristeza. Y si llegó a pensar por un segundo que su suposición estaba equivocada, la maldición que el menor soltó al final solo fue una confirmación de que sus sospechas no estaban del todo desencaminadas.
A Daiki le gustaba Teru.
Ni siquiera sabía qué pensar ahora de todo el asunto...
—Tienes cara de probablemente haber arruinado algo. ¿Anduviste de boca suelta acaso? —Hibana llega con un estruendo, lo cual no le sorprende. Pues ambos rubios son así, imponen su presencia por igual aunque de distinta manera. Kane hace una mueca ofendida demasiado falsa para cualquiera.
—Me duele que pienses así de mí, cariño. ¿Me crees acaso capaz de hablar más de la cuenta?
—¿Cómo la vez que le contaste a mi novio que poco antes de que él y yo fuéramos pareja tuvimos un beso de tres con un modelo de nuestra agencia? No, como sería yo capaz de pensar que eres boca floja. —Se burló la rubia sentándose junto a él. Hanabi que llegó pocos pasos detrás de ella, se rió al escucharlos antes de tomar asiento junto a su gemelo.
—¿Y yo cómo iba a saber que no se lo habías contado? —contestó el rubio a la defensiva.
—Teníamos menos de un mes como novios. ¿Por qué mierda le contaría eso? ¡Era muy pronto, imbécil!
—Mira el lado positivo, Draven se lo tomó muy bien. Aún siguen juntos ¿No? Y no está para nada celoso de mí.
—¿Cómo podría estarlo? Eres el novio de su mejor amigo.
—Alto, alto. ¿De qué me perdí? —Teru llamó la atención de ambos rubios porque en ese momento se sintió a la deriva, y claro que sus pensamientos complicados sobre Daiki y demás eran importantes pero en este momento, había algo más interesante. —Ok. Kane y tú tienen novios, eso ya lo sabía, pero ¿Sus novios son mejores amigos entre ellos?
—Gracioso ¿No? —comentó el de ojos celestes.
—Sí, pero gracioso de raro. ¿Cómo mierda pasó eso? ¿Fueron a citas dobles o qué?
—Gracioso de Kane llevaba meses coqueteando por internet con un desconocido y cuando lo fueron a conocer en persona ambos, para que el tonto de mí primo no fuera solo, ese chico también llevaba a su propio mejor amigo como acompañante. Terminaron en una cita doble sorpresa y ¡Boom! Surgió el amor.
Daiki explicó sentándose en el extremo de la mesa, para después dar un sorbo a su gaseosa de cereza.
—Buen resumen, aunque que grosero de tu parte el interrumpir nuestra historia de amor sin siquiera saludar. —reclamó el rubio con cierto tono ofendido.
—Hola, chicos. Un gusto verlos de nuevo. —Daiki sonrió con diversión al momento de hablar, moviendo su mano para resaltar aún más su saludo.
Los gemelos lo saludaron con la mano también, riendo por lo bajo mientras que los rubios lo ignoraron con cierto enfado.
—Ladrón de historias.
—No había demasiado que contar. Aparte del hecho de que, Hibana se hizo pareja de Draven antes que Kane y Borkan fueran novios. Irónico, tomando en cuenta que esos dos se conocían de antes.
—Borkan y yo nos tomamos nuestro tiempo, muchas gracias.
—Estoy orgulloso de tu madurez para esperar el tiempo que consideraste correcto antes de ser novios. Hibana, sin embargo, necesitó menos tiempo. —comentó el pelinegro rodando los ojos.
Y pues, podría decirse que Hibana y Daiki tenían una relación comparable a la de Teru y Kane, había cierta antipatía entre ambos que había existido desde siempre, por lo que los gemelos sabían, antes esos dos se despreciaban mutuamente, pero el hecho de ser ambos mejores amigos de Kane, los obligó a tener que pasar cada vez más tiempo juntos para la felicidad del menor de los tres. Fue cuestión de tiempo hasta que pudieran llegar a lo que eran a día de hoy, una amistad algo extraña y con cierta tensión, pero en la cual, indudablemente había algo de aprecio.
—Vete a la mierda, Daiki. No todos esperan la misma cantidad de tiempo.
—¿Y acaso me ves juzgandote? Solo lo estoy comentando. —respondió el de ojos azul oscuro cruzándose de brazos.
—Entonces qué fue todo eso de andar rodando los ojos, uh. —acusó la de ojos dorados.
—Claramente fue solo para molestarte. Sabía que enloquecerías por algo tan simple. —Se burló en respuesta. Ganándose un par de maldiciones por parte de ella.
—Y entonces... ¿Cómo es la dinámica de sus relaciones? Digo, indudablemente deben estar al menos un poco involucradas una pareja con la otra porque... Es hasta divertido decirlo, ustedes son mejores amigos y ellos también.
—Es... Complicado. —contestaron los rubios con cierta vergüenza. Daiki soltó una carcajada al oírlos.
—Deberían contarles del desastre de los condones. —El pelinegro volvió a reírse al decirlo, y el interés de los gemelos aumentó tras esas palabras.
—Ya veo. El ser boca floja es de familia. —Hibana se lamentó, y Kane pateó a su primo debajo de la mesa mientras que éste seguía riéndose.
—Estamos en confianza. Nos pueden contar. —comentó Hanabi con una sonrisa dulce.
—Este es un círculo de amistad dónde nos contamos nuestros momentos más humildes. Les dijimos que nuestro desastre del funeral, ustedes pueden contar su historia. —Teru se rió sin poder decir condones porque el solo hecho de pensar en la palabra le daba gracia al no saber qué imaginarse después de tal título.
—Bueno ya, en realidad no es tan vergonzoso. —Kane suspiró, sus mejillas se sonrojaron un poco y cubrió sus ojos con las manos por un momento, Teru pudo darse cuenta de que el rubio sí tenía cierto parecido familiar a Daiki aunque no fuese algo sencillo de notar. —Para aclarar, Borkan y Draven viven en el mismo apartamento. Y aunque yo técnicamente vivo con Daiki, también tengo las llaves del apartamento de Hibana que está justo frente al nuestro. A veces duermo en el mío y a veces en el suyo. Así funcionamos. Ella también tiene llaves del nuestro.
—Cuanta confianza.
—Sí, y realmente nunca ha pasado nada malo. Más allá de esta broma que pasó que no fue malo, solo muy molesto. —comentó Kane, sacudiéndose el cabello, aún luciendo contrariado entre la vergüenza y la diversión de recordar ese momento. —A ver, Hibana estaba molesta conmigo...
—Manchaste la chaqueta de Jason. —acusó ella con algo de molestia aún. Los gemelos recordaron en ese momento que Jason era algo así como un primo para Hibana ya que se criaron juntos de pequeños, aunque no podía verlo mucho actualmente al ser el mayor un alma libre que viajaba por el mundo con su trabajo de fotografía.
—Lo sé y me disculpé muchas veces. Aunque debí saber que una disculpa no sería suficiente. —Se lamentó el de ojos celestes.
—La cosa es que, yo sabía que Borkan iba a ir al apartamento de Kane ese día porque Daiki no estaba...
—Cosas que prefería no saber antes de esto. Ellos dos aprovechaban tener sexo cuando yo no estaba en casa. —Se lamentó el pelinegro. —Lo presentía pero no quería saberlo directamente.
—Y ahora te digo directamente que te largues del apartamento para no hacerlo a tus espaldas. ¿No es lindo? Nuevo nivel de confianza. —comentó el rubio con una sonrisa burlona.
—Perdóname si no demuestro mucho mi felicidad al respecto. —contestó Daiki con una mueca. —Vivía mejor sin saber.
—Relájate. No es como si lo hiciera en la cocina, aunque...
—¡KANE!
—¡Era broma! Sabes que nunca te haría eso. —Kane se rió, acercándose hasta que su cabeza quedó sobre la del pelinegro, quien lo miró bastante mal, antes de acortar la distancia y simplemente chocar sus frentes.
—Cute. No sabía que aún hacían eso. —comentó Hanabi impresionada.
—Es una promesa. Cuando lo hacemos es porque lo que decimos es totalmente serio. ¿Por qué dejaríamos de hacerlo? —comentó Kane.
—Parece el tipo de cosas que la gente hace de niños pero deja de hacer con el tiempo. Me parece asombroso que aún lo hagan. —respondió la pelimorada con una sonrisa. —Teru y yo nunca tuvimos algo como eso. Con solo mirarnos basta.
—Nos estamos distrayendo. —comentó el gemelo, señalando la hora de su teléfono ya que el almuerzo estaba próximo a acabar.
—Y la cosa es que me metí a su apartamento y como conozco todos sus escondites pues, robé todos los condones que habían ahí dentro. Literalmente no robé los del cuarto de Daiki solo porque su habitación estaba bajo llave y sé que Kane tampoco tiene la llave.
—No confío en ninguno de los dos. Son lo bastante capaces de entrar a mi cuarto a robar mis cosas. —acusó el pelinegro.
—¿Y yo qué podría querer de tu cuarto, idiota? —reclamó Hibana ofendida.
—Mi guitarra, las cuerdas extra de la guitarra, mis audífonos de alta gamma, el micrófono...
—Bien, sí. Entraría por cualquiera de esas cosas.
—Probablemente ni siquiera necesitarías estar enojada conmigo como para hacerme una broma como esa. Con estar aburrida basta.
—No hay forma de negarlo, sí lo haría. —acepta ella sin problemas.
—Los quiero pero no confío ni un poco en tí y tampoco en él. —contestó Daiki señalando a Kane. —Este imbécil te ayudaría sin dudas.
—Me ofendes. —respondió el rubio, aunque Hibana y Daiki sabían que realmente lo haría.
—Un par de horas después, pueden ver a Kane tocando mi puerta totalmente molesto porque encontró mi nota.
—“Ups, perdón por arruinarles la noche de pasión. Oh, cierto. No lo siento”. —recitó el rubio, porque aún ahora no podía olvidar la estúpida nota. —Eres una maldita desgraciada.
—Admito que lo soy, porque incluso robe el lubricante en caso de que mágicamente decidieras ser salvaje y no usar condón. —La rubia sonrió con orgullo por su idea.
—¡Y Draven también es un desgraciado!
—Mi lindo novio estaba comprometido con la broma, así que robó los que Borkan tenía en su bolso antes de que saliera de su apartamento. —explicó Hibana antes de empezar a reír y los gemelos también rieron porque, joder, era muy gracioso.
—Pero no acabó ahí... —comentó Daiki, echándole más sal a la herida.
—¡Por supuesto que no terminó ahí! La venganza se sirve fría después de todo. —Kane sonrió con maldad al momento de hablar. Y las risas de la rubia cesaron antes de fruncir el ceño.
—Ay, no. ¿Le hiciste lo mismo?
—¿Lo mismo? Jaja. Soy un poco más creativo que eso. —comentó con una mirada de superioridad. —Esperé un par de semanas que las cosas se calmaran y ella baje la guardia cuando me escabullí a su apartamento. Y en lugar de robarle los condones. Los cambié.
—¿Los cambiaste?
—Por los condones más pequeños y más baratos que pude conseguir. Todos los que habían, los cambié. Y Borkan también cambió todos los de la habitación de Draven y su bolso. Sin importar cuánto lo hubiesen intentado, ninguno iba a servirles de nada.
—La nota decía: “La venganza se sirve fría, malditos. Suerte encontrando algo que pueda servirles”. —comentó la rubia con el ceño fruncido. Kane se empezó a reír con maldad y los gemelos se rieron con más fuerza que antes.
—No puede ser. Eso fue incluso más malvado que lo suyo.
—¿No podían simplemente ir a comprar más?
—¿Sabes el puto enojo que tuvimos en ese momento? Yo solo podía pensar en Hibana y que la quería matar. No dudo que ella también pensaba en matarme en ese momento. —respondió Kane.
—Tienes razón. Jodiste la pasión del momento.
—Ojo por ojo, cariño.
Los gemelos empezaron a reír una vez más.
—Como sea, ya superamos eso. Y aprendimos la lección. No más bromas pesadas de ese tipo. —comentó Kane con seriedad.
—Oh sí. Por andar discutiendo tanto casi logramos que Draven y Borkan discutan entre ellos.
—¿Amistad antes que amor o...?
—Cualquiera que intente hacerme elegir entre Draven o Kane, se ganará una patada en el trasero porque no es lo mismo. Y no es ni remotamente justo tener que elegir entre la persona que quiero, y la persona que ha estado para mí casi toda mi vida. Y si yo no quiero tomar esa decisión, tampoco voy a obligar a Draven a tomarla, porque sé lo que significa Borkan para él. Me niego a ser la causante de una discusión entre ellos.
—Pienso igual, cariño. —Kane la abrazó de pronto, Hibana rodó los ojos sin quejarse y simplemente rodeándolo con su brazo.
—Y la enseñanza de esta historia es... No hacer enojar a ninguno de estos dos si tienen acceso a tus artículos personales. —comentó Daiki, levantándose de su asiento. —Si me disculpan, es hora de ir a mi clase. Y ustedes, creo que deberían correr.
El pelinegro habló, señalando el reloj de su muñeca. Llamando la atención de los otros, excepto de Teru quien estaba bastante bien de tiempo.
—Oh, mierda. ¡Es tarde!
Hibana y Kane se levantaron casi cayendo el uno sobre el otro, gritando una despedida y empezando a correr en la mismo dirección, que aunque no estaban en la misma carrera, sus edificios estaban en la misma facultad. Hanabi miró su reloj, y recogió la manzana en la mesa.
—Puedo llegar caminando antes de la hora, pero aún así debo irme ya mismo. Hasta luego, chicos.
Ella se despidió con tranquilidad antes de emprender su camino a paso calmado mientras mordía la manzana. Daiki empezó a recoger las bandejas que los rubios habían dejado en medio de las apuradas y Teru lo ayudó recogiendo las otras. Caminaron con calma y un silencio cómodo en el ambiente, lo cual se sentía bien, pues la última vez que habían estado solos terminó siendo algo tenso.
—¿Y qué se sentía ser el único soltero del equipo? —pregunta Teru de forma repentina, arrepintiendose a los segundos pues, Daiki nunca había dicho que el fuera...
—Solitario. —responde como si no fuera la gran cosa. —Aunque salen mucho conmigo, y yo tenía citas también, no podía evitar sentir que... Quiero algo como eso.
—¿Alguien con quién tener sexo?
Y vaya, Teru estaba a punto de recibir un premio por ser la persona con las preguntas más incómodas en su repertorio. Pero en su defensa, estaba nervioso al ser consciente ahora de los antiguos sentimientos del pelinegro.
—Créeme, no tengo problemas para encontrar a alguien con quien hacer eso. —contesta Daiki, pero su tono, no es el de alguien que estuviera orgulloso de eso, sino más bien, es el tono de alguien triste.
—¿Entonces...?
—Tener una relación estable con alguien que me quiera lo suficiente como para plantearse al menos un segundo el discutir con su mejor amigo. —responde mirándolo de reojo con una sonrisa tranquila que no termina de convencerle del todo. —Suena como algo lindo ¿No crees?
—Yo.... Creo que sí.
—Me adelantaré, mi clase está a punto de iniciar. —Daiki gira sobre sus pies, y le deja un pequeño apretón en el hombro al pelimorado pero hay algo en sus ojos azules que molesta de sobremanera al más alto. —Nos vemos luego...
Teru tira del brazo del pelinegro para atraerlo a su cuerpo, y para sorpresa de ambos, termina dándole un abrazo que intenta reconfortarlo un poco.
—No tengo dudas de que encontrarás a alguien que pueda quererte así. —dice Teru, intentando callar el silencio demasiado fuerte que los rodeó aún cuando estaban en una cafetería llena de alumnos.
Hay un suspiro por parte de Daiki, y un temblor en su mano cuando lo sujeta correspondiendo el abrazo.
—Ojalá. —dice cómo única respuesta, alejándose un par de segundos después con un paso tembloroso. Daiki le sonríe una vez más, una sonrisa un poco más sincera que antes para luego alejarse sin mirar atrás.
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