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9. Creo que he interrumpido algo

Viernes 10 de Abril de 2020

" Querido diario. Hoy me ha pasado algo sorprendente. Cuando he salido de la facultad me he ido de compras. Mamá quiere que me compre un vestido " más elegante" para la comida del domingo. Así que nada, estaba saliendo de una tienda con el dichoso vestido y pensando si irme o no andando, cuando un coche enorme, un BMW, se ha parado delante mía. La ventanilla del coche se ha bajado y un señor mayor, de la edad de mi abuelo, se ha asomado. Me ha mirado de arriba a abajo y me ha hecho un gesto con la mano para que me acercara. 

Así que yo lo he hecho, aunque a una distancia prudencial. Y como recuerdo perfectamente toda la conversación la voy a escribir.

- ¿Eres Naira, verdad? -fue lo primero que me preguntó este señor . Yo me quedé un poco extrañada pero le dije que si- soy Pedro, el abuelo de Pedri.

Vale, si, ahí casi me dio un ataque, y mucha vergüenza también. Le sonreí y apreté los labios.

- ¿Quieres que te lleve a casa, Naira?

- No, gracias, no se moleste, iré en el autobús.

- Querida, llevas a mi bisnieto en tu vientre, preferiría que no fueras en el transporte público.

Así que nada, me quedé muerta again, y acabé montándome en el coche. Algo que agradecí porque estaba desfallecida por el calor. Nunca había visto al abuelo de Pedri. Mi padre dice que él es el dueño de la constructora, que la heredó de su padre y sucesivamente. Está forrado de dinero, pero forrado y su hijo, el padre de Pedri se encarga sólo de una pequeña parte de la empresa, él a su edad aún sigue llevando sus negocios. Según escuché a mis padres, es porque este señor no se fía del padre de Pedri.

- ¿Y cómo lo llevas? El embarazo, digo -me preguntó él mirando mi barriga, la cual llevaba hoy medio al aire.

- Bien. Con nauseas por la mañana, pero bien.

- Mi Isadora, la abuela de Pedri, que en paz descanse, estuvo casi todo el embarazo vomitando. Fue horrible para ella.

- Bueno, espero que no me pase a mi, ya de por si odio vomitar, así que ahora lo odio más todavía...

- Espero que en cuanto pases el primer trimestre vaya todo bien...

Decidí no decirle nada de lo que yo quiero o no quiero hacer. Sobre todo porque lo que yo quiero aún no lo tengo claro. Pedro me dio una larga mirada y una sonrisa sincera.

- Tengo que darte las gracias, querida.

- ¿A mi? ¿Porqué?

- Porque pensé que me moriría sin tener un bisnieto y tú lo has hecho posible. Estoy muy feliz con la noticia. Digan lo que digan esa panda de buitres que viven en mi casa, tú me has hecho feliz, Naira.

Lo miré y vi en sus ojos un brillo y una emoción que todavía no le había visto a nadie de mi familia. Pedro me cogió de la mano en un gesto que me pareció sumamente tierno.

- Cualquier cosa que necesites, Naira, sólo tienes que pedírmela, lo que sea. Acude a mi primero, no te fíes de mi hijo y de mi nuera ¿si?

Asentí mirándolo muy confundida por todo lo que me estaba contando. De camino a casa me estuvo preguntando lo que estudiaba. Se mostró entusiasmado por el arte y me prometió llevarme a ver una exposición de un artista local tinerfeño que creía que me iba a gustar. Llegamos a casa unos minutos después. Cuando me iba a bajar del coche se me quedó mirando fijamente.

- Te pareces mucho a tu abuela Estrella.

- ¿Conoció usted a mi abuela? -le pregunté bastante sorprendida.

-Éramos...amigos... tu abuela era una persona excepcional. Has heredado su belleza.

Me despedí de Pedro y me bajé del coche con rapidez. Entré en casa y decidí no contarle nada a nadie de este encuentro. Sobre todo porque el abuelo de Pedri me ha hecho dudar. Ya no estoy tan segura de no querer tener al bebé"

En la actualidad

Finales de Octubre

Algo había cambiado entre ellos. Se habían dado cuenta. Ya no había conversaciones ni gestos forzados. Es más. Se buscaban constantemente. Seguían durmiendo juntos. Naira no había vuelto a tener pesadillas e incluso un día que Pedri jugó fuera, ella durmió sola en esa cama y no tuvo ningún problema.

La prensa les había dejado en paz pasada la novedad. No volvieron a hacer ninguna aparición, aunque a ella le sacaban fotos cada vez que iba al Camp Nou.  Seguía asistiendo a los partidos de Pedri. Le gustaba verlo jugar y se había aficionado al fútbol. Además, allí coincidía con las novias de los compañeros de Pedri, con las que le caían bien, y salían de vez en cuando. Pedri la veía feliz y él también lo era.

 A ojos de todos,  eran un matrimonio joven pero sólido. Y si alguna vez hubo un escándalo en la vida de Pedri, ya parecía olvidado. Incluso el club ya se había puesto en contacto con él para la renovación de su contrato.

En un par de días sería el cumpleaños de Naira y Pedri le tenia preparada una sorpresa que ni ella se esperaba. Había puesto muchas ilusiones en ese día y esperaba que a ella le gustara. 

Entró él en casa sintiendo que si, que ahora le encantaba volver aquí, a la que ella llenaba por completo. Al cerrar la puerta el olor a comida lo guio hacia la cocina. Al entrar la vio removiendo algo en una cazuela. Se quedó parado en el marco de la puerta con los brazos cruzados mientras la miraba. Esos pantalones ajustados le hacían un culo que estaba deseando apretar y esa camiseta suelta dejaba un hombro al descubierto que quería recorrer con su lengua. Era algo más que deseo lo que sentía por ella. Era anhelo, eran las ansias de estar con ella, de apagar la sed que tenia de Naira. Aunque mucho se temía que nunca podría saciarse de Naira.

- Anda, ven y lo pruebas -Naira se había girado y lo miraba cuchara en mano. 

Pedri descruzo sus brazos y camino hasta ella. Naira hundió la cuchara y le dio a probar. Pedri se relamió los labios y un gemido de placer escapó de ellos. Gemido que puso nerviosa a la pelirroja.

- Está espectacular, Nai. ¿Caldero de garbanzos? -le preguntó él intentando adivinar de que era el guiso. 

- Si. Y he guardado carne para hacer croquetas.

- ¡Joder! ¡croquetas! Creo que voy a desmayarme.

Naira se río y esbozo una pequeña sonrisa. Pedri se acercó a ella y puso uno de sus brazos en su cintura.

- ¿Qué te pasa, Nai? Estás sería otra vez - ella dio un largo suspiro mordiendo sus labios.

- Tengo 2 malas noticias -le anunció ella muy a su pesar, pues tampoco deseaba que nada empañara estos momentos que ambos estaban viviendo juntos. 

- ¿Dos? Pues mira que bien -Pedri se separó apoyándose en la encimera mientras cruzaba sus brazos.

- La primera es que mis padres vienen este fin de semana para mi cumpleaños -Pedri chasqueó la lengua fastidiado. Le acababan de echar por alto todos sus planes- Y la segunda es que vienen con tus padres.

- ¡Genial! Lo estaba deseando... Joder que oportunos -Pedri apretó sus labios y resoplo muy cabreado- Vienen a vigilarnos, Nai.

- Lo sé. A mí tampoco me hace ni puta gracia tenerlos rondando por aquí - respondió Naira también muy molesta- ¿Sabes lo que más les fastidiaría? Que nosotros nos lleváramos bien, que de verdad fuéramos un matrimonio.

Pedri la miro y se incorporó. Se acerco lentamente hacia ella hasta que la aprisiono en su parte de la encimera. Puso sus manos a ambos lados de su cuerpo quedando sus ojos a la altura de los suyos.

- Pues da la casualidad de que yo no pienso fingir nada, Naira. Si me da la gana te voy a besar, y si me apetece también te haré otras cosas... -le confesó él a la vez que se relamía los labios fijando su mirada en la carnosidad de los de ella. 

- ¿Qué cosas? -ella trago saliva sintiendo los acelerados latidos de su corazón, frenéticos y medio locos por culpa de como Pedri la miraba.

- Todas las que tú me dejes.

No pudo responder porque los labios de Pedri volvieron a atrapar los suyos en un beso que no tenía nada de tierno ni delicado, ni era lo que ella quería. Se dejo avasallar por su boca, respondiendo a la succión de sus labios contra los suyos y permitiéndose Naira morderlo un poco, cegados ambos por la ferocidad del beso.

Pedri coló su lengua en la cavidad de su boca buscando la suya. Y cuando la encontró, ambos lucharon en una batalla de roces, caricias y pequeñas mordidas. Naira atrapó ahora su labio superior y lo chupó arrancando un ronco gemido de la garganta de Pedri, quien dejó de besarle la boca para tomar su cuello con su lengua. 

-¡Joder que bien hueles! -exclamó Pedri embriagado por el sabor de su piel, esa que no podía dejar de probar con su lengua una y otra vez. 

Los pequeños jadeos de Naira llenaban la habitación. Gemidos que lo tenían muy excitado hasta el punto de querer tomarla aquí mismo. Su lengua saboreo la piel desnuda de su cuello hasta dejarle una marca rojiza. Pedri coló sus manos por debajo de su camiseta tocando la piel desnuda de su espalda. Trazaba pequeñas caricias deslizando su mano por la curva de su columna, haciendo que su piel se pusiera de gallina.

Naira estaba perdida y abandonada a él. Lo había decidido desde el primer beso. Se iba dejar llevar. Ya estaba harta de sufrir y ellos se lo merecían. Sus manos, su lengua en su piel, la cercanía de su cuerpo la tenían presa de un deseo que sólo él podía aplacar.

-Pedri.

Le rogó ella queriendo que él le quitara la camiseta y que si, que la tomara ahí mismo sobre esa encimera. Pero el timbre de la puerta sonó haciendo que ambos se quedaron paralizados, chasqueando su lengua Pedri un par de veces al darse cuenta de quien era quien llamaba. 

- ¡Mierda! Debe ser Ferrán -dijo el muchacho pasando la mano por su pelo repetidas veces con gesto nervioso- nos han regalado un juego para probarlo y le he dicho que se viniera a comer y jugábamos aquí, ¿no te importa verdad?

- ¡Claro que no! -Naira se bajó de la encimera y se colocó la ropa, riéndose al mirar a Pedri -el que está muy empalmado eres tú.

Pedri apretó sus labios al ver como ella se reía. Se acercó de nuevo a Naira y subió sus manos hasta abarcar sus pechos. Con sus pulgares frotó sus pezones haciendo que se pusieran muy duros y que ella contuviera la respiración.

- O te pones un sujetador o te arranco la camiseta y le dan por culo a Ferrán -Naira tragó saliva y miró a Pedri mientras el timbre volvía a sonar.

- Voy a ponérmelo, pero porque no quiero que tu amigo esté fuera, no porque desee tenerlo puesto.  

Ferrán miraba a la pareja y se contenía las ganas de reír que tenía. Ambos se miraban cuando creían que el otro no se daba cuenta y había una tensión entre ellos más que evidente. 

- Me da la sensación de que he interrumpido algo - les dijo Ferrán, mirando como Naira se sonrojaba y se zambullía en su comida sin mirar a ninguno de los dos muchachos. 

- ¿Porqué lo dices? - le preguntó Pedri queriendo disimular delante de su amigo las ganas que le tenía a su mujer. 

- Es solo una sensación y por el chupetón en el cuello de tu mujer. Se te está poniendo colorado, Naira.

-¡Oh, joder! -Naira se llevó las manos al cuello y se lo tapo con el jersey.

 Ferrán los miraba divertidos mientras seguía comiendo. Naira y Pedri cruzaron sus miradas y el joven futbolista le guiño un ojo a su mujer. Porque si, era su mujer. Y estaba dispuesto a todo con tal de que ella lo creyera también. Todo este mes, cada vez que dormían en la misma cama, cada vez que ella lo buscaba para conciliar el sueño, Pedri lo tenía más claro. Iba a luchar por ella y por este matrimonio que ninguno quiso nunca pero que ahora tanto necesitaban.

- El cocido está buenísimo, Naira, cocinas muy bien -Naira le sonrió a Ferrán agradecida por sus palabras. Tenía que estar rico porque los dos chicos habían repetido.

- Gracias. Aprendí a cocinar en París -les contó ella muy entusiasmada. 

- ¿Y que tal allí? ¿Qué hacías? - le preguntó Ferrán muy interesado.

- Eso, a ver si a ti te lo cuenta porque a mi aún no me ha contado nada - le dijo Pedri cruzando sus brazos algo molesto por no saber nada de todo el tiempo que ella estuvo viviendo allí. 

- Tampoco es que hayas preguntado mucho - respondió Naira sosteniéndole la mirada pues ella si que estaba molesta de que él no pareciera interesado por la vida que tuvo en París. 

- Creí que no querías hablar de ello -cambió Pedri su tono de voz por uno más dulce con el que tranquilizarla. 

- Puedes preguntar, Pedri, no me voy a romper-

Naira cogió la mano del chico y entrelazó sus dedos con los suyos dándole una dulce sonrisa. Uno de sus dedos acarició el aro dorado que descansaba en su anular. Hacia varias semanas que Pedri había vuelto a ponérselo. Naira no se lo había quitado nunca ni estando en París.

- ¿Qué queréis saber? - les contestó ella mirando a ambos chicos. 

- Todo lo que te apetezca contar - le contestó Pedri dándole una tierna sonrisa.

Naira cogió aire y le contó un poco de su vida. Vivía en un ático de 2 dormitorios cerca de los Jardines du Trocadero. Veía la Torre Eiffel desde su ventana y le encantaba pasarse las horas leyendo con ella de fondo. Se había apuntado a un curso de cocina y se le daba bastante bien. Iba a clase de Bellas Artes y estaba en un proyecto en colaboración con el museo del Louvre. Un increíble proyecto que había tenido que dejar a medias para venirse aquí. Tenía un par de amigos de la facultad y del museo. Nada más. Su vida era sencilla, sin dramas, sin presiones, nada más.

Los dos chicos la miraron en silencio, sobre todo Pedri. El entusiasmo como ella les había contado su vida en París le había hecho sentir culpable porque ahora pensaba que le estaba robando de nuevo la posibilidad de ser feliz.

Ferrán se levantó y se excusó diciéndole a Pedri que lo esperaba en el comedor. Tenía que dejarlos solos. En la cara de uno había decepción y desilusión, en la de ella tristeza y anhelo.

- Pedri -El moreno giro su cabeza despacio y miró sus ojos grisáceos que hoy estaban aún más claros- Tú no tienes la culpa.

- ¿Y por qué me siento así? -Ella le puso la mano mejilla y la acarició con mucha delicadeza. Él cerró los ojos perdido en esa sutil caricia.

- Pedri. ¿Y si te dijera que estoy aquí mejor de lo que esperaba?

- ¿Lo estás?

- Lo estoy - ella se acercó a sus labios y los rozó levemente- y la culpa de que esté así la tienes tú.

Pedri atrapó la mano de su mejilla y se la llevó a las labios para depositar un suave beso en ellas.

- Pues tendré que seguir haciéndote feliz entonces.

Naira se reía escuchando las voces de los chicos en el comedor. Terminó de poner el lavavajillas para ir con ellos cuando su móvil sonó. Miró quien la llamaba y una pequeña sonrisa se formó en su rostro, pero luego recordó que también estaba aquí por su culpa y la sonrisa se esfumó de su boca. 

- ¡Vaya! Creí que no me lo ibas a coger -le dijo su interlocutor al otro lado de la línea. 

- ¿Y entonces porqué llamas?

- Por si lo cogías -Naira no pudo evitar reírse. Se acercó al ventanal para mirar el exterior y como cada vez hacia más frío- Estás enfadada porque crees que todo esto también es cosa mía.

- ¿Y lo es? ¿Tú también necesitabas controlar a tu "niño bonito"? 

- Yo me enteré de todo cuando os vi al día siguiente en las portadas de media España. Créeme Naira, para mi tampoco es fácil.

- Permíteme que lo dude. Tú mueves un dedo y a la gente le falta tiempo para ponerse en pie -le recriminó ella con amargura, aún sabiendo que la mitad de las cosas que le decía, no las pensaba. 

- Las únicas personas que quiero que estéis sentadas sois mi nieto y tú.

- Ay, Pedro. ¿Porqué nos hiciste esto? Bueno, da igual, ya da igual.

- Sólo quiero saber si estás bien, y no me engañes por favor -le pidió él cambiando su tono de voz por otro mucho más amable. 

- Estoy bien - Naira resopló y se apartó de la ventana.

- ¿No me estarás mintiendo? Mira que aún me debes esos creps de plátano -Naira se rio y agitó su cabeza.

- Estoy bien, de verdad. Ambos lo estamos. Por primera vez puedo decirte que estoy tranquila.

- Bien, porque pienso ir el fin de semana y comprobarlo.

- ¿Vas a venir tú también?

Naira se quedó muy sorprendida pero a la vez muy aliviada de que el abuelo de Pedri viniera también a visitarlos.

- No os pienso dejar solos con esa panda de buitres. Además, es tu cumpleaños, Naira. El año pasado te prometí que siempre estaría contigo el día de tu cumpleaños, y yo siempre cumplo mis promesas.


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