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42. Bajo La Luz De La Luna

📅 MÁS TARDE

Acabaron en una explanada con césped cerca de la piscina de la residencia. Al final estaban cerca de 15 personas, pues también se les había unido Adriana, una taekwondista y Ginés, un chico que hacía escalada. Al final, se mezclaron entre ellos tirándose los globos indiscriminadamente. Las risas y el cachondeo lo tenían asegurado, y más de uno estaba ya mojado de arriba a abajo.

Gavi y Sara se encargaron de llenar los globos mientras los demás se repartían por la explanada. La malagueña se fijó en el sevillano. No paraba de mirar a Noelia descaradamente y ya sin ningún tipo de disimulo.

- ¿Qué me miras Sarita? -le preguntó Gavi dándose cuenta de que la malagueña no le quitaba ojo- a ver si me voy a pensar que te gusto yo en vez de otro que yo me sé

- ¡Eres tonto! -le dijo ella golpeando su hombro.

- Estás babeando, Martín -le dijo Sara llamando su atención.

- Cualquiera no babea con ella -el sevillano le dio un buen repaso a Noelia. Ella sintió su mirada y se dio la vuelta para encontrarse con los ojos del jugador barcelonés que la miraban con deseo.

- Pequeño Gavira -le dijo Noelia riéndose- me estás comiendo con los ojos, chaval.

- ¡Eso es lo que tú quisieras, que yo te comiera! -le respondió el otro con prepotencia. La portera caminó los pocos pasos que le separaban del chico y les ayudó a llevar los globos.

- ¿Sabes qué? que voy a dejar que lo hagas -Noelia se llevó uno de los cubos guiñándole el ojo al sevillano, el cual se puso como un tomate. Se dio la vuelta y Sara lo miró reprimiendo una carcajada.

- Te vas a quemar como sigas así Martín -le dijo Sara revolviendo su pelo.

- Eso es lo que quiero, que ella me queme -le respondió él con sinceridad.

Estuvieron jugando un buen rato pasándose los globos, o dejándolos caer accidentalmente. Lo que se trataba era, de divertirse, y lo estaban consiguiendo. Nico se acercó a Sara con uno de los "globos" en la mano. Llevaban toda la noche buscándose, pero aún no habían conseguido acercarse lo suficiente el uno al otro.

- ¡Para, Nico! -le dijo ella riéndose mientras ponía sus manos delante para que él no se acercara más.

- Estás demasiado seca, Sarita -le contestó él con una sonrisa burlona.

- ¡Porfi! -siguió suplicando ella.

El gallego la miró y pensó que era la chica más bonita que había visto en su vida. Con su pelo rizado medio mojado, las mejillas sonrosadas y la camiseta medio mojada, a la cual le había hecho un nudo y se le veía un trozo de estómago. Nico se acercó más a ella y le lanzó el globo dándole de lleno en las piernas. El agua le salpicó todo el cuerpo y ella gritó al sentir la humedad mojar sus pantalones. Alzó sus ojos mirando al gallego y se lanzó detrás de él persiguiéndolo por la explanada. Nico corrió al principio más deprisa, pero, se dejó atrapar por ella, que era lo que quería. Sara acabó subida encima de su espalda. Pero Nico no dejaba de moverse y sin saber como, acabaron los dos en el suelo.

La malagueña sentía como le costaba respirar. Como el aire se había vuelto más denso y como los ruidos de su alrededor apenas existían. No podía apartar su vista de Nico. De sus ojos marrones caramelo. De esas pestañas infinitas y si, de esos labios que deseaba probar desde que compartieron el viaje en avión. El gallego llevó una de sus manos a su mejilla acariciándola lentamente. Sentía el corazón como vibraba en su pecho al rozar esa piel tan suave con la yema de sus dedos. Ambos se miraron. Bueno, es que nunca dejaban de mirarse.

- Sara.

Su nombre era música en sus labios. Era una sensual caricia de las que das a tu amante después de haber hecho el amor. La malagueña pasó su lengua por su labio superior haciendo que el miembro de Nico se revolviera en sus pantalones. Era un gesto de coquetería que en ella era sumamente sensual.

- Necesito tener tus labios a pocos centímetros de los míos -le dijo Nico mientras se acercaba lentamente a ella.

Sara abrió sus labios por instinto. Sintió su aliento en ellos y suspiró entrecortadamente. La boca de Nico la rozó lentamente. Probándola primero. Como si quisiera pedirle permiso. Ella empujó sus labios hacia él y los unió con los suyos. Al principio fue un beso torpe, inexperto. El primer beso. Pero a medida que sus labios se acostumbraron a los del otro, esos besos fueron subiendo de intensidad hasta sentir sus cuerpos estremecerse de deseo.

Nico no podía dejar de besarla. Ahora que estaba probando sus labios, no quería abandonarlos en la vida. Sara era muy dulce. Sus besos eran tiernos cargados de sensualidad. Besó cada centímetro de su boca perdido ya en ella y en lo que sus besos le provocaban.

- ¡Eh, Nicolás! ¡Que la ahogas tío! -la voz de Pedri les hizo separarse y darse cuenta de donde estaban.

El gallego rozó por última vez su boca y se quitó de encima de ella. Le tendió la mano para que se levantara mientras ella le sonreía complacida.

- Eres un puto envidioso, Pedrito -le respondió Nico mientras agarraba a Sara de la cintura.

Se dio la vuelta y ambos se miraron. Como si se vieran por primera vez. Porque este fue uno de esos momentos que amos comprendieron que acababan de dar un paso más en lo que estaba naciendo entre ellos.

- Quiero más besos Nicolás -le dijo Sara susurrándole al oído mientras se separaba de él y volvía con las chicas.

- Oh, neni, te voy a dar todos los que quieras y necesites.


📅 DE MADRUGADA

Sara estaba tumbada en la cama sin poder dormir. En su cabeza repasaba una y otra vez el beso que Nico y ella se habían dado horas antes. Había superado con creces sus expectativas, y ahora en lo único que podía pensar, era en besarlo otra vez. Su corazón latía loco perdido cuando pensaba en Nico.

La pantalla de su móvil se encendió y lo cogió rápidamente. Pensó que a lo mejor era su madre que aún no controlaba del todo el horario americano. Se mordió los labios al ver que era un mensaje de Nico.

Hola preciosa. No puedo dormir , ¿y tú?

Tampoco puedo hacerlo, ¿Qué te pasa a ti?

Una chica me ha besado y creo que me ha robado el corazón

Eres un poquito exagerado Nicolás

No sé. Pero creo que me voy a volver loco por ella. ¿Quieres dar un paseo?

¿Ahora? son las dos de la mañana

¿Y? Mañana tenemos entrenamiento a media mañana. Vamos, vente conmigo, no hagas que vaya a tu puerta a suplicarte

Está bien. En diez minutos en los ascensores

Sara se levantó sin hacer ruido sintiendo su corazón acelerado. Le dio una pequeña punzada y se llevó la mano a él. Duró un par de segundos que la dejaron casi sin respiración, pero no le dio importancia. Pensó que era debido a que estaba tumbada y la excitación por ver a Nico. Se puso encima una de las sudaderas de España y sus zapatillas de deporte. No cogió ni su móvil. Sólo la llave de la habitación, la cual guardó en un bolsillo.

Salió de puntillas para no despertar a Terry y abrió la puerta sigilosamente. La cerró de la misma manera y caminó por el pasillo hasta llegar a los ascensores. El corazón le dio un vuelco al ver allí a Nico esperándola. El gallego le hizo un repaso de arriba a abajo y esbozó una bonita sonrisa.

- Hola -le dijo Sara tímidamente.

-Hola neni -le dijo él medio en broma medio en serio. Se acercó a ella lentamente y tomó una de sus manos hasta entrelazar sus dedos con ella- ¿vamos?

Sara sólo tuvo que asentir perdida ya en el contacto de sus dedos con los suyos. De la cercanía de su cuerpo que tiraba de ella manteniéndola a su lado. Nico subió las escaleras que había al frente y la llevó por un pequeño pasillo. Abrió una puerta y la hizo pasar. El cuerpo de Sara rozó el suyo al hacerlo y ambos contuvieron el aliento al estar tan cerca el uno del otro.

La malagueña alzó sus ojos y le sonrió a Nico mientras entraba en la estancia donde el gallego le había llevado. Subieron un par de escalones más y él abrió otra puerta siendo recibidos por una ráfaga de aire fresco. Caminaron un par de pasos hasta estar en una de las terrazas de la Residencia. Se veía el puerto desde donde ellos estaban, las casas, los edificios y la bandera Olímpica ondeando en la entrada de la Villa. La luz de la luna iluminaba el agua del mar reflejando una estampa muy bonita.

Nico puso sus brazos alrededor de los hombros de Sara y dejó que ella reposara su cabeza en su pecho. Sintió el corazón latir de nuevo más deprisa por su cercanía y como se le erizaba la piel sintiendo el roce de sus dedos.

- Las vistas son muy bonitas -le dijo Sara agarrada a sus brazos.

- Lo son. Pero tú si que eres lo más bonito que he visto en mi vida.

Sara se mordió el labio nerviosa. Se giró hasta estar justo delante de él. Los ojos de Nico la atraían sin remedio a él, y no podía apartar su mirada de sus labios, esos que la habían besado y que deseaba hacerlo de nuevo y perderse en ellos hasta olvidar su propio nombre.

- Has dicho que vas a volverte loco por mi -Sara subió sus brazos y los puso en su cuello. Los de él bajaron hasta sus caderas atrayéndola aún más a su cuerpo. Nico se acercó aún más a ella y acercó sus labios a su oreja. Su cálido aliento la hizo estremecer y desear que él besara su cuello.

- Te he mentido, ya estoy loco por ti.

Nico alzó su cabeza y ya no se pudo aguantar más. Deseaba besarla desde que la vio aparecer por el pasillo con esas chanclas de Ipanema. Le buscó la boca rozándola lentamente. Esta vez no fue un beso como el primero que se dieron. Esta vez, Nicolás arrasó con su boca y tomó todo de ella. Sus labios repasaron los suyos, mordisqueando, tirando, lamiendo y acariciándolos una y otra vez. Sara abrió su boca y dejó que su lengua buscara la suya para poder acariciarla. Fue un beso arrollador. Que los dejó sin aliento cuando se separaron.

- Me gustas mucho, Nicolás.

Sara se mordió el labio algo nerviosa. El gallego torció su cabeza un poco y le devolvió una pequeña sonrisa.

Acercó de nuevo su boca a la suya y la volvió a besar, esta vez más lentamente, disfrutando del sabor dulce de su boca y de su cuerpo junto al suyo. Nico se separó de ella cuando ambos volvieron a quedarse sin aliento. Apoyó su frente con la suya y la miró perdido en el azul de sus ojos.

- Sara, si te pido que sólo estés conmigo ¿lo harías?

El corazón de la malagueña sufrió de nuevo un enloquecido baile de latidos. Se mojó los labios y lo miró.

- Es que sólo quiero estar contigo, Nico.


📅 AL DÍA SIGUIENTE

Sara acababa de terminar de vestirse. Hacía solo media hora que llegaron del entrenamiento y en un rato bajarían a comer. Después descansaría un poco y se prepararían para ir a ver el partido de los chicos con el resto de sus compañeras, bueno amigas, que después de lo de anoche ya las consideraba sus amigas.

Estaba terminando de abrocharse las zapatillas, cuando Terry entró cerrando la puerta tras de sí. Lo había intentado. Mira que lo había intentado, pero, no había manera de hacerse amiga de ella.

- Tienes que hacerme un súper - favor Sara -la malagueña alzó la mirada y le respondió alzando una de sus cejas. Desde lo que le había contado Pablo, la soportaba menos.

- ¿Qué quieres?-le dijo de malas formas, algo de lo que se arrepintió pues ella no era así.

- Que te vayas de la habitación y no vuelvas hasta después de comer -le pidió con una mordaz sonrisa.

- ¡Vete tú, no te jode!

- Joder Sara...hazme el favor anda -le dijo ella juntando sus dos manos a modo de súplica.

- ¿Porqué?

- Pues porque un italiano de waterpolo está fuera esperándome...

- ¡Eres la hostia Terry! -le dijo Sara poniéndose en pie muy cabreada- ¿tú has venido aquí a competir o a follar? porque no lo tengo muy claro

- Te vas a la mierda, Sara. Lo que yo haga o deje de hacer es mi problema. Tú limítate a meter goles que para eso estás aquí, y a contonearte delante de los del Dream Teen que se ve que también se te da muy bien.

Sara se mordió la lengua con tal de no liarla porque era lo que quería. Cogió su sudadera y su mochila dándole una airada mirada. Antes de irse la miró asqueada.

- Si lo haces en mi cama, te juro que vomito en la tuya -le dijo a la catalana- y otra cosa, yo no necesito contonearme, eso te lo dejo a ti que te mola más.

Sara salió de la habitación abriendo y cerrando la puerta de un portazo. Apoyado en la pared había un chico rubio de ojos azules que se enderezó en cuanto la vio salir.

- Approfitta della polvere di merda -le dijo al chico ante su cara de sorpresa (que te aproveche el polvo de mierda)

- Vuoi unirti? -le preguntó él con una mirada muy lasciva (¿quieres unirte?)

- Se vuoi ti vomito (si quieres te vomito)

Sara salió con rapidez de ese pasillo. Apretó sus labios cabreada. Sabía que estar con Terry era una malísima idea. Cogió aire sin saber lo que hacer. Podría bajar al comedor, siempre estaba abierto, pero el mister quería que respetaran los horarios de comida de cara a los partidos. Sus pasos se dirigieron a la habitación 520, la de Nico y Pablo. Llamó a la puerta esperando no molestarlos. Pocos segundos después, el sevillano le abrió.

- Sarita Cruz, ¿vienes a qué te de lo tuyo? -le dijo él guiñándole un ojo.

- Si, y lo de mi prima, no te jode, ¿está Nico?

- Si, entra.

Pablo se apartó para que ella pasara. El gallego estaba sentado en la cama con el mando de la consola en la mano. En cuanto la vio lo soltó instantáneamente. Una sonrisa se instaló en su cara nada más verla. Sara se acercó y acarició su pelo mientras él ponía su cabeza descansando en su barriga. Alzó sus ojos para mirarla y ella sólo tuvo que bajar sus labios para rozarlos con los suyos unos breves segundos.

- ¿Qué te pasa, neni? -le dijo él. Se le notaba tanto en la cara que algo le sucedía.

- Es Terry -le contestó ella sentándose a su lado en la cama- se ha traído a un italiano a la habitación y me ha echado.

Pablo alzó la vista de su móvil mirando a Sara. No le extrañaba para nada lo que le había hecho la catalana a su compañera de habitación. Era una perra mala.

- ¿Y por qué la has dejado? que se vaya ella -le contestó el sevillano muy enfadado.

- Porque nos hemos peleado y paso ya de discutir con esa imbécil. ¿Me dais asilo hasta la hora de comer? -Sara puso su mano en el hombro de Nico y los miró a ambos poniendo morritos.

- Claro que si -le contestó Nico girando su cabeza para mirarla. Para perderse de nuevo en esos ojos azules que tan loco lo estaban empezando a volver.

- Me habéis dado una idea -dijo Pablo con una sonrisa traviesa en su cara- voy a decirle a Noe que os estáis enrollando en mi habitación y pedirle que me deje estar en su cuarto.

Sara abrió los ojos muy sorprendida y se llevó las manos a la cara conteniendo una carcajada. El sevillano les guiñó un ojo y salió del cuarto dejándolos solos. Sara puso una de sus manos en la mejilla de Nico acariciándolo.

-Hola, cosa bonita -le dijo Sara rozando de nuevo sus labios.

- ¿Cosa?

- Si... o no, cosi mejor, de cosita -le dijo ella riéndose.

Nico acercó sus labios a ella y le dio ese beso que deseaba darle desde que entró por la puerta. Su lengua buscó la suya y al rozarla un estallido explotó en su boca inundándolo por completo. Sara era adictiva. Su sabor lo era.

- Quítate las zapatillas anda -le dijo él poniéndose en pie mientras con su mano le hacía un gesto para que se tumbara.

- ¿Ya quieres llevarme a la cama Nicolás? -le preguntó ella haciéndole una mueca mientras se reía.

- Neni, quiero llevarte a la cama desde el momento que te vi en el aeropuerto.

Las mejillas de Sara adquirieron un tono rosado. Le encantaba la brutal sinceridad de Nico, algo de lo que ella no era capaz. Se quitó las zapatillas rodeando la cama. Se acostó al lado del chico, uno frente al otro. Se miraron unos segundos sin apenas decirse nada. Sólo se miraban, repasando el rostro del otro.

- Eres tan bonita Sara -le dijo él sin poder apartar su mirada de la suya.

- Eso es porque tú me ves así.

Nico acarició su mejilla muy despacio bajando hasta sus labios. Los rozó despacio con la yema de sus dedos y sustituyó esos dedos por su boca. Sara se agarró a su cintura y dejó que él saqueara sus labios tomando todo lo que quisiera, porque es lo que quería darle.

El chico bajó una de sus manos lentamente por su cuello hasta rozar el brazo desnudo que no tapaba la camiseta. Sus besos se habían vuelto más urgentes, más necesitados el uno del otro. Sara metió su mano por dentro de la camiseta de Nico. Quería tocarlo, sentirlo. Cuando sus dedos rozaron su estómago, él lo contrajo riéndose.

- Tengo cosquillas -le dijo Nico sin poder aguantar la risa.

- Lo siento -le respondió ella algo avergonzada.

Nico dejó de reírse y tomó de nuevo sus labios. Se movió hasta colocarse encima de Sara. Puso sus manos a ambos lados de sus caderas mientras ella abría sus piernas para que él se colocara mejor. El gallego besó su boca saboreando sus labios una y otra vez, haciendo que todas las terminaciones nerviosas de la rubia sufrieran una descarga eléctrica. Esos besos la estaban matando. De deseo y de algo más difícil de explicar.

Los labios de Nico se demoraron en su boca. Acarició y mordisqueo todo lo que quiso de ella hasta que le arrancó un ronco gemido que le hizo sonreír. Dejaron de besarse para coger aire. Sara le quitó el flequillo de la cara y rozó sus labios muy suavemente.

- Definitivamente, voy a querer estar en tu cama Nicolás.

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