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37. A Miles De Metros De Altura

🕰️ SEIS MESES ANTES

📅 16 de Julio

📍AEROPUERTO ADOLFO SUÁREZ, MADRID

- Nos miran mal, Sara.

- Pues no tendrían por qué -le respondió la rubia a su compañera mientras miraba su móvil sin casi prestarle atención. Mandaba cojones que tuviera que compartir concentración con la única tía de todo su equipo que no le caía bien.

- Creo que aún no olvidan el 0-5 que les metimos en el Bernabéu –le dijo la morena de mechas azules orgullosa de su hazaña.

- Bueno Terry, es su problema sin son rencorosas. Ahora tendremos que ser un equipo, que no se te olvide -le recordó su rubia compañera sabiendo que sus palabras caerían en saco roto.

- Ya, pero claro si ellas son 4 y nosotras dos...estamos en minoría...

Sara alzó los ojos para ver como las cuatro jugadoras del Real Madrid las miraban algo enfadadas. En la final de la Copa de la Reina entre el Barcelona y el Real Madrid, las catalanas les metieron 5 goles alzándose con la victoria. Algo que parecía que las merenguitas, no habían olvidado.

- Olvídate de eso, Terry -Sara dejó su móvil y lo guardó en su mochila resoplando. Iba a ser un mes muy largo - piensa en los próximos días, y en que por primera y única vez en nuestra vida vamos a jugar unos Juegos Olímpicos...

- Ay, sí. ¡Lo bien que lo vamos a pasar! Nosotras en la Villa Olímpica y mucho maromo suelto...noches de lujuria y desenfreno...

- También vamos a competir Terry, no lo olvides - le dijo Sara en tono de reproche. Conocía a la de Sant-Boi y su afición por salir de noche.

- Y a follar también...hablando de eso... a ese si que le echaba yo unos buenos polvos.

Sara levantó su cabeza hacia donde la mirada de su compañera de equipo se dirigía. Pedri, la emergente estrella del Barcelona venía acompañado por dos chicos que ella reconoció como jugadores del Barcelona B. Los conocía de cruzarse con ellos cuando iba a entrenar y de saludarse por los pasillos. Venían charlando y riendo y el canario se paraba de vez en cuando para hacerse alguna que otra foto con todo aquel que se lo pidiera.

- Oh, dios que mono es Gavi. ¿A qué es muy guapo Sara? parece un dios griego.

La malagueña miró al susodicho apartando la mirada con rapidez. Tampoco era cuestión de que la pillara mirándolo. Que aún tenía más vergüenza que Terry.

- A ver, que si, que lo que tú quieras, que es mono, pero de ahí a que Gavi sea un dios griego...como que no... -Terry le dio un codazo en las costillas que la hizo quejarse. No le gustaba las confianzas que se estaba tomando con ella. Cuando estaban en Barcelona, casi ni se hablaban, porque llevaba un rollo que a Sara no le gustaba nada.

- Déjame tía. Tengo a mi crush a pocos metros de mí...y los dos vamos a estar en la Villa Olímpica... cualquier cosa puede pasar...

- Si no te ha pasado en Barcelona, no sé por qué tendría que pasarte aquí tan lejos...

- Porque lo que pasa en Florida, se queda en Florida chata. Y más en unas Olimpiadas.

Sara estaba muy entusiasmada por ir a Florida. Participar en los Juegos Olímpicos era algo que sólo les podía suceder una vez en la vida. Y a sus 20 años pensaba vivirlo y disfrutarlo al máximo. Y demostrarle al mundo entero que el equipo de fútbol femenino de España era el mejor del mundo.

🕰️ YA EN EL AVIÓN

Llevaban un cuarto de hora de viaje. Se notaba los nervios y la ilusión en la expedición. Compartían avión tanto la selección femenina como la masculina de fútbol, los de waterpolo, un sinfín de miembros de atletismo, y otros cuantos deportistas que Sara no conocía.

- Pau Torres es más guapo de cerca -le dijo Terry suspirando. Desde que se montaron en el avión, la catalana no había parado de hacer un listado de todos los deportistas masculinos - pero nada comparado con mi dios griego. Me ha dicho hola y casi me desmayo. ¿Te imaginas lo que sería pasar las 12 horas a su lado en el avión? Una fantasía

- Ya. Y una pesadilla escucharte hablar las 12 horas de él -le dijo Sara ganándose la airada mirada de su compañera de equipo- ahora vengo.

Sara se levantó mordiéndose la lengua. Cuando Terry se ponía intensa es que no había quien la aguantara. Pasó por delante de ella y caminó con decisión hasta la fila de la derecha donde Gavi compartía asiento con otro muchacho castaño al que reconoció de verlo también por las instalaciones del club.

- Perdona que te moleste -le dijo ella a Gavi con educación. El sevillano alzó sus ojos y se enderezó en su asiento- no sé si me conoces soy Sara...

- Cruz...del Barcelona femenino -le respondió él sonriéndole- sí que te conozco. ¿Cómo estás?

- Pues emocionada de participar en los Juegos –le dijo ella todo sonrisas.

- Sí que es emocionante si...

- Verás. Necesito que me hagas un favor. Tanto a mi compañera Terry como a mí no nos gusta viajar al lado de la ventanilla porque...las dos tenemos vértigo. ¿A ti te importaría cambiarme el asiento y sentarte con ella?

Gavi torció su cabeza hasta mirar a la morena de mechas azuladas que desvió su mirada en cuanto él clavó sus ojos en ella. La conocía. La había visto entrenando y jugando y tenía que decir que era una muy mona. Algo creída, pero eso decía la gente también de él.

- Claro, sin problema -Gavi se levantó de su asiento y cogió sus cosas. Sara estalló de alegría en su interior por librarse al fin de su compañera.

- Gracias, de verdad -le dijo ella mientras lo dejaba pasar y se sentaba en el asiento que el había ocupada.

- No es nada. Que te diviertas tú también...

La rubia le sonrío de vuelta apiadándose del pobre muchacho y sintiéndose solo un poco mal, por haberle hecho semejante faena.

- ¿Lo has hecho para que tú amiga se siente con mi amigo? ¿O porqué eres tú la que quería sentarte conmigo?

Sara se giró para mirar al dueño de esa voz. Una voz demasiado sexy que le removió todo el cuerpo. Se quedó mirando al chico castaño de ojos marrones y sensuales labios que la miraba divertido. ¿Cómo no se había fijado en él? ¿Cómo no darse cuenta de lo increíblemente atractivo que era? Trago saliva intentando disimular esa punzada que sufrió su corazón mientras él no le apartaba la mirada.

- No sé ni cómo te llamas, así que opción A -Sara puso sus cosas debajo de su asiento y sacó sus auriculares y su portátil.

- Pues yo sí sé cómo te llamas tú -le respondió él consiguiendo que ella empezara a ponerse algo nerviosa.

- Se lo acabo de decir a tu amigo, por eso lo sabes. -le contestó ella encendiendo el ordenador y rodando sus ojos.

- Eres la mediapunta del Barcelona. Ambidiestra. Jugando arriba, da igual la posición donde te pongas porque te adaptas a todas. Aunque lo que se te da de puta madre es tirar las faltas. Creo que eres de Almería...

- De Málaga -le respondió ella muy sorprendida y si, hasta algo emocionada- ay, lo siento pero a ti te confundo con tu amigo , ¿tú eres Pedri?

- No, yo soy Nico -le dijo él sonriéndole de nuevo. Sara pensó que esa sonrisa podría destruir edificios enteros.

- Pues encantada, Nico.

Sara, era muy atrevida para algunas cosas. Hizo lo normal cuando se conocen dos personas. Le dio dos besos. Besos que el gallego recibió encantado de la vida. Se había fijado en ella en el aeropuerto. Bueno, llevaba fijándose en ella mucho tiempo. Le gustaba mucho como jugaba. Y si, también es que era muy guapa.

- Y por cierto, Terry no es mi amiga, es solo mi compañera de equipo - puntualizó ella clavando su mirada azulada en la de él.

- Parece que no te cae muy bien que digamos...

- No me cae y punto. Además, que no se me olvida que por su culpa perdimos la final de la Champions. Hizo un penalti en los minutos de descuento y nos ganó el Bayern. Y aún dice que no fue penalti la imbécil... -le contaba ella aún indignada.

- Pues mínimo un mes vas a tener que aguantarla -le recordó él con algo de sorna en su voz.

- ¡No me jodas! ¿En serio? -Sara le dio una irónica sonrisa y puso su mochila encima de la bandeja del asiento.

- Y bueno Sara, ¿se te ocurre que vamos a hacer 12 horas aquí metidos? No quisiera yo que te arrepintieras del cambio de acompañante.

La castaña lo miró con sus enormes ojos azules y le sonrió. Una sonrisa tan dulce y tan bonita que Nico sintió en ese momento que el aire se hacía más pesado y que se le aceleraba el corazón.

- Yo pensaba ver una película ¿te apetece? -Sara miró a Nico. Nico miró a Sara. Con sus miradas se lo dijeron todo y nada.

Algo estaba pasando. Algo estaba naciendo. Y como dijo alguien en aquella película de Peter Pan, la preferida de Sara, se acerca algo poderoso

🕰️ MÁS TARDE

- La próxima la elijo yo -le dijo Nico mientras alzaba sus brazos acompañando a un ligero bostezo.

- Venga va, admite que te ha gustado -Sara lo miró haciendo un puchero y él casi se derrite. Si ella volvía a mirarlo así podía hacer con él lo que quisiera.

- El final no ha estado mal -le dijo él sacándole la lengua.

- Perdona -Sara se giró para ver como una chica morena con los labios pintados de un rojo pasión se inclinaba hacia donde ella estaba. Llevaba todos los botones del polo de la equipación abierto y se le veía todo el escote.

- ¿Si? -le contestó Sara con amabilidad.

- ¿Te importa cambiarme el sitio? Es que estoy un poco agobiada en el mío.

La morena se mordió los labios de manera sensual mirando a Nico. La castaña no supo lo que hacer ni como decirle que no. Las dos horas que Nico y ella llevaban juntos, les habían servido para conocerse mejor y pasar un rato muy divertido. Iba a contestarle cuando sintió los brazos del chico que la rodeaban por los hombros, cogiéndole una de sus manos. La chica los miró a ambos y puso cara de desilusión.

- Oh, ya veo. Lo siento. Creí que...

La morena se fue y Sara la miró confundida. Se giró para encontrarse cara a cara con Nico. Él seguía agarrándola sin ninguna intención de soltarla.

- ¿Se ha creído que tú y yo...? -le preguntó Sara aún sorprendida de la reacción de la chica, aunque a juzgar por la manera en la que Nico la agarraba, no le extrañaba que hubiera pensado precisamente eso.

- Si -le contestó Nico despreocupadamente- y espero que no te importe. Lleva tirándome la caña desde que nos vimos en el aeropuerto...

- ¿Quién es?

- Está en el equipo de Hípica...

- Pues es muy mona -le señaló ella queriendo saber lo que Nico pensaba.

- No es mi tipo... me gustan más normales. Alguien con quien pueda hablar, tener una buena conversación y que me haga reír...y bueno, que me dé un buen sexo, claro.

Sara soltó una carcajada tras las palabras de Nico. Una azafata empezó a repartir la bandeja con la comida. Cuando les llegó su turno la chica lo miró todo con cara hambrienta. Nico sin embargo puso cara de asco al ver la crema de verduras.

- ¿Qué te pasa? -le preguntó ella al ver la desilusión en su rostro.

- Odio la crema de verduras. No me gusta -le admitió aún sin quitar esa mueca asqueada de su boca.

- Venga, te la cambio por lo que quieras de lo mío -le propuso ella.

- ¿De verdad?

- Si, de verdad. A mi me gusta todo.

- ¿Todo, todo, Sara Cruz? -Nico la miró guiñándole un ojo mientras ella dejaba escapar un pequeño suspiro.

- No seas malo, Nicolás -le contestó ella medio regañándolo- venga, ¿Qué te apetece?

Nico deseaba contestarle la verdad. Que le apetecía ella. Que se perdería en sus labios y en sus brazos hasta que llegaran a Florida. Que sólo 2 horas a su lado y deseaba más horas con ella. Que era increíble como podía gustarte tanto una persona a la que acababas de conocer. Y que sabía que Sara terminaría gustándole aún más todavía.

- Dame la ensalada, anda -le dijo él. Ella se la tendió y ambos empezaron a comer en silencio.

- Humm. Esto está buenísimo -dijo ella mientras se llevaba la cuchara la boca y probaba la crema.

- No me vas a convencer, Sara. Mi ensalada también está muy buena.

Bueno estás tú, pensó Sara mientras lo veía comer. Se maldijo por no haberse fijado nunca en Nico. Y no sólo era por su atractivo físico, que era bastante evidente, es que era un encanto. Podías hablar con él de casi cualquier cosa. Era muy inteligente y muy agradable. Y si, le estaba empezando a gustar. 2 horas llevaba con él. 2 horas en las que se había dado cuenta de que no quería que el avión llegara a Florida, porque eso significaría dejar de estar sentada a su lado.

- Si tuvieras que elegir entre comer y echar un polvo, ¿Qué elegirías? -le preguntó Nico con una sonrisa algo traviesa en su cara.

- Joder Nico. No lo sé -le contestó con la indecisión reflejada en su rostro.

-¿En serio?

- Si, en serio.

- Yo siempre elegiría echar un polvo -le admitió él con una sonrisa satisfecha.

- Bueno, es que tú eres un tío, vosotros siempre elegís echar un polvo -le contestó ella evidenciando una verdad universal.

- Pues sí, es cierto. Yo por lo menos siempre estoy dispuesto.

- Gracias por la información Nicolás. Si no me lo llegas a decir esta noche no duermo.

Nico se río. Sara tenía respuestas para todo. Por fin alguien que sabía hablar. Y no las cabezas huecas con las que últimamente intentaban emparejarlo. Pasaban las horas y la confianza entre ellos era cada vez más grande. Y las ganas de tocarse y de rozarse también lo eran. Se miraban sin esconderle la mirada al otro, y se daban miles de sonrisas. Volvieron a ver otra película. Ésta vez la cabeza de Sara acabó en el hombro de Nico.

Lo que estaba sintiendo el gallego por ella, lo que estaba empezando a nacer en su corazón, era algo totalmente nuevo para él. Nunca le había gustado alguien en tan sólo un minuto. Era un flechazo. Estaba seguro. Y lo estaba porque miraba a Sara y lo único que deseaba era no separarse de ella ni un sólo segundo.

La malagueña acabó cerrando sus ojos agarrada a su cintura. Nico podía sentir su respiración pausada mientras ella dormía. Una de sus manos acarició despacio su brazo. La piel se le puso de gallina y ella se revolvió en su asiento al sentir un escalofrío recorrer todo su cuerpo.

- Lo siento -musitó Nico en su oído.

- Sigue por favor -le dijo Sara aún más abrazada a él- es muy relajante sentir tus dedos.

Nico esbozó una pequeña sonrisa y dejó que ella se acomodara mejor. La yema de sus dedos trazaron dibujos inconexos sobre su piel mientras ella volvía a quedarse dormida. Nico viviría un montón de situaciones en su vida, un montón de momentos para recordar. Pero sin duda éste no lo olvidaría en la vida. Tener en sus brazos a Sara era la cosa más bonita que le había pasado nunca.

🕰️ MÁS TARDE

Aún quedaban un par de horas para llegar a Florida. Todos estaban cansados y deseando bajarse del avión para comenzar su aventura. En cuanto lo hicieran, todo sería una locura. Pero una bella locura.

- ¿Y si jugamos al juego de las cinco preguntas? -le dijo Nico. Odiaba los juegos, pero, quería saber más cosas de ella, y esta era la única forma que se lo ocurría.

- Vale -le contestó ella.

- ¿Tienes novio? -vale, si, directo, claro y conciso.

- No, no tengo -le contestó ella sintiendo la mirada del gallego clavada en la suya- ¿y tú?

- Tampoco -le contestó él mientras vio en ella una sonrisa aliviada. O es que le gustaba tanto que creía haberla visto.

- ¿Qué prefieres, ganar la medalla de oro o jugar en el primer equipo?

- Puff, Sara. Sinceramente, prefiero ir despacio. Así que quiero ganar la medalla de oro -le confesó con calma. Ella le había preguntado precisamente las dos cosas que más deseaba en el mundo.

- Yo también. Aunque bueno, para mi es fácil, ya juego en el primer equipo del Barcelona.

- ¿Dejarías el fútbol por amor?

- No sería amor entonces, Nico. Si la persona que comparta mi vida conmigo me obliga a dejar el fútbol, que es lo que más me gusta del mundo, entonces es que no me quiere. Y si yo lo dejo por él, es que él tampoco me quiere si me deja que lo haga.

Nico la miró dándole la razón. Él pensaba exactamente igual. El fútbol era su vida. Ya lo pusieron una vez entre la espada y la pared, y eso no le volvería a pasar más. Creyó estar enamorado, pero, se dio cuenta de que lo que vivió con esa persona, no era ese amor que él tanto ansiaba.

- ¿Te has enamorado alguna vez? -le preguntó Sara mientras se mojaba los labios y lo miraba con timidez.

- Creí estarlo, pero no, no me he enamorado -le contestó él bajando su mirada a esos labios que lo traían loco- ¿y tú?

- Tampoco.

- ¿Te gustaría enamorarte durante las Olimpiadas?

Sara lo miró algo sorprendida por su pregunta. Ambos se miraron. Sabían perfectamente lo que pensaba el otro. Con esa mirada se lo decían todo. Lo que estaba sintiendo uno, posiblemente también lo sentía el otro.

- Creo que me voy a enamorar durante las Olimpiadas -le confesó ella ruborizándose ligeramente después de sus palabras.

- Cuidado Cruz, por como me miras voy a pensar que soy yo el elegido.

Sara sintió sus mejillas como ardían casa vez más, pero no apartó su mirada de la suya. El gallego pasó su lengua por su labio superior y ella tragó saliva al verlo.

- Cuidado tú Nicolás, o a ver si el que se enamora de mi eres tú.

- Pues para mi, eso no sería problema.

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