
28. Como tenía que haber sido
" Querido Pedri.
Sim mi niño. Me he muerto y a estas alturas espero estar en el cielo, aunque no descartaría que me hubieran enviado al infierno. Hace unos meses me diagnosticaron una mierda de cáncer. Terminal. Y callé sobre todo para que nadie de mi alrededor se aprovechara de mi desgracia.
Tengo que confesarte algo, Pedri, te obligué a que te casaras con Naira porque vi en vosotros recuerdos de un amor que perdí hace tiempo, al que más he querido en mi vida. Vi en vuestros ojos ese anhelo, y también ese miedo. Quise protegeros de alguna manera. De que os tuvierais el uno al otro. Aunque a veces pienso que no os protegí lo suficiente los primeros meses, sobre todo a mi pobre Naira. No os voy a pedir perdón por obligaros a casaros, si en las formas pero no en el hecho. Os veo felices, os veo enamorados, y eso es algo que hace que me vaya de este mundo más tranquilo, más en paz.
Sé que en cuanto me muera, tu padre te va a obligar a que le des toda tu herencia, la que es tuya y te pertenece. ¿Sabes porqué no se la dejo a tu padre? Porque me ha robado, Pedri. Sebastián puede confirmarte todos los chanchullos que ha hecho junto con tu suegro en la empresa, para su beneficio. Por eso no quiero que tu padre dilapide mi legado, que es el tuyo, y el que espero que sea de tus hijos. Porque estoy seguro de que Naira y tú me haréis bisabuelo, aunque tenga que verlo desde arriba. Pero, esta decisión estará en tus manos, ya no en las mías. No te voy a reprochar las decisiones que quieras tomar, Pedri, ya no. Es tu vida, tu herencia, tu dinero. Solo te pido que lo pienses bien y que seas consecuente con tus actos.
Quiero que seas feliz, mi niño. Quiero que triunfes en el Barcelona, que todos vean lo buen futbolista que eres y todo lo que vas a llegar a ser. Aférrate a Naira. En cuanto yo me vaya mi niña te va a necesitar. Ella es luz. Tu luz. Que nadie la apague.
Te quiero mucho, Pedri. Estos meses a vuestro lado los guardo en mi corazón como el mayor de los tesoros, porque tú hijo mío eres el tesoro más grande que me dio la vida. De corazón te deseo que seas feliz, mi niño. Y ya sabes que desde hoy, cuentas con un ángel de la guarda más en el cielo.
Te quiere, siempre, tu abuelo Pedro"
En la actualidad...
Era lo que ellos querían. Lo que habían hablado. Su día soñado. Su boda de verdad. Naira se miró al espejo y contuvo el aire soltándolo muy nerviosa. Lo estaba aún más que aquella primera vez. El vestido era sencillo a la par que sugerente. Era lo que quería. Impresionar a Pedri en cuanto la viera.
- Estás muy guapa, Naira -Dely se acercó a ella y apoyó su cabeza en su hombro mientras ambas se miraban en el espejo. Que agradecida estaba también con las buenas amigas que la vida se había encargado de poner en su camino.
- Me estás dando ganas de casarme -le dijo su prima Amara riéndose mientras la ayudaba a ponerse el collar que el abuelo Pedro le regaló por Navidad.
- Jo, a mi también -añadió Dely mientras miraba emocionada a sus amiga y lo preciosa que estaba con su vestido.
Estaban en Nueva Zelanda, cerca del set de rodaje de "El señor de los anillos", la película preferida del abuelo Pedro. No sabía como Pedri lo había conseguido pero se casaban en Hobbiton, rodeados de las pequeñas casitas de los hobbit. Era un sueño. Su sueño.
A la boda, pocos invitados, los mismos de aquella lista que hicieron en Nicosia aquella tarde del mes de Diciembre. Nico, Gavi, Ansu con su novia, Héctor y la suya, Ferrán y la prima Amara. No necesitaban a nadie más. Era su boda perfecta y su día perfecto.
- Tenemos que irnos ya, Naira -le dijo su prima Amara cogiendo su mano y mirándola muy emociona- estás preciosa, prima. Cuando te vea Pedri creo que se va a desmayar.
Amara besó su otra mejilla mientras sonreía nerviosa. Naira se dejó llevar por sus amigas, saliendo de la casa que habían alquilado para este día. Fuera, en la calle, dos impresionantes Rolls Royce para llevarlas al lugar donde tendría lugar la ceremonia. Y Ferrán esperándola muy sonriente. Él sería su padrino y Amara la madrina de Pedri.
El valenciano la miró emocionado. Era la novia más bonita que había visto en su vida.
- Estás muy guapa, canaria -le dijo él cogiéndola de la mano y dándole un largo abrazo- ¿estás lista?
- Creo que nunca he estado tan lista en mi vida.
Cuando Naira y Ferrán se subieron en el coche, tuvo que aferrar el chico la mano de la novia, pues esta estaba muy nerviosa, tanto que sus dedos y parte de su cuerpo temblaban considerablemente.
- Si te sirve de consuelo, él también está igual -le dijo Ferrán intentando calmar sus nervios, aunque poco podía hacer con una novia tan inquieta como ella.
- Si, me sirve -le contestó ella riéndose- ¡madre mía, Ferrán! estoy mucho peor que cuando me casé por primera vez.
- Es que aquella no cuenta, Naira. Esta es la de verdad, la de vuestros sueños. Estoy seguro que este día, no lo vais a olvidar en vuestra vida.
Naira agarró la mano de Ferrán y apretó sus labios. Quería llorar desde el momento que se había puesto el vestido. Y mucho se temía que no tardaría mucho en hacerlo. Eran demasiadas emociones las que había experimentado en el día de hoy.
Por fin las primeras casitas del poblado hobbit se vislumbraron más allá del camino que seguía el coche. La idea de casarse aquí, había sido de Naira, queriendo hacerle un pequeño homenaje al abuelo, y sentir que de alguna manera, él estaba allí con ellos, segura de que, de estar aquí, hubiera disfrutado mucho de este día.
Naira tomó un largo suspiro y una vez que Ferrán le abrió la puerta del coche, se aferró a su mano, intentando calmarse. Se agarró del brazo de Ferrán mientras las chicas caminaban delante de ella. Respiraba despacio tomando aire con cuidado mientras sentía que su corazón le iba a estallar en cualquier momento. En cuanto vio a Pedri, con su traje negro oscuro y mirándola como si fuera la única persona que había en la tierra, todos los nervios se le quitaron de golpe. Se dieron una maravillosa sonrisa preludio de todas las que vendrían después.
Ferrán le dio un beso en la mejilla y cogió la mano de Naira dándosela a Pedri. El canario rozó sus labios admirando su belleza.
- Estás preciosa, mi amor -Naira sintió sus mejillas sonrojarse y se mordió los labios
- Tú también estás muy guapo -le contestó ella emocionada por todo lo que vendría ahora.
Ambos se cogieron de las manos y se giraron para atender las palabras del juez de una ciudad cercana que sería quien los casaría. La ceremonia fue muy sencilla y divertida. Ferrán y Amara dijeron unas palabras sobre los novios que les emocionó. Llegado el momento del intercambio de anillos, ambos se pusieron frente a frente mientras se los ponían el uno al otro.
- Yo, Pedri, te tomo a ti, Naira, otra vez y todas las veces que hagan faltan, como mi mujer, la luz de mi vida, la persona que le da sentido a mi mundo, la que volvió a mi para no irse nunca más. Te prometo que a mi lado intentaré que siempre seas feliz y que tus lágrimas sean de alegría.
- Yo, Naira, te tomo a ti, Pedri, como mi esposo, porque tú me salvaste, porque das sentido a mi vida y porque a tu lado no tengo miedo. Te prometo que jamás volveré a irme y que mi corazón y mi alma siempre serán tuyos.
Después de ponerse los anillos se fundieron en un rápido beso y el juez los dio por casados. Los gritos de sus amigos los hicieron abrazarse y reírse.
Ahora si, este era un día feliz.
Naira miraba la puesta de sol apoyada en una valla de madera. Pedri se acercó a ella y la abrazo por la cintura mientras ella se agarraba a sus manos. Demasiadas emociones en el día de hoy, uno que aún no había terminado y que ninguno de ellos se resistía a que lo hiciera.
-¿Crees que nos está viendo? -le preguntó Pedri a su mujer, fijando su vista en el cielo, y pensando que quizás su abuelo, estaba allí arriba sonriéndoles al verlos juntos.
- Estoy seguro de que si. No está lloviendo y daban lluvia para hoy.
- Bueno, ya sabes. El abuelo manda hasta en el cielo -Naira se río y apoyó su cabeza en el pecho de su marido.
- Lo echo de menos. Le hubiera encantado estar aquí.
- Está aquí, Naira. Está en nuestros corazones. Y siempre lo va a estar.
- Tu carta es muy bonita, Pedri -le dijo ella esbozando una ligera sonrisa, recordando ambos las cartas que el abuelo les había escrito.
- La tuya también. Su carta fue la que me hizo tomar las decisiones -le confesó Pedri sin querer ponerse serio, pues este no era el día para recordar malos momentos.
- Pues me alegro de que lo hicieras, amor.
Naira se giró y puso sus manos en su cuello. Ambos se besaron disfrutando de la cercanía del otro.
- Esta noche si tendremos noche de bodas ¿verdad esposo? -le preguntó ella con una pícara sonrisa.
-Esta noche tendremos ración doble, por la primera y por la segunda -le respondió él mientras sus manos viajaban a su cintura.
- Cuidado, señor González que se emociona usted mucho -le dijo ella riéndose.
- Cariño, te has casado dos veces conmigo, algo tengo que estar haciendo bien ¿no crees?
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