✨ Único, como tú ✨
dedicado a: naeri_yagemine por darme la idea.
y creo que es su cumpleaños: Intento_de_otaku
nsfw + boludeces, no se lo tomen en serio ah.
Entre tantas exhaustivas divagaciones, Yuuga llega a la conclusión de que siquiera sabe por dónde empezar a hablarle.
Bueno, lo cierto es que él podría decirle de forma directa lo que sea a su Izuku que el peliverde no se enojaría y mucho menos, por platicarle de algo tan natural como lo es ello. Sus dos años en relación no se irían al garete y no sería una exageración decir que son mutuos confidentes.
Ahí no habría problema. La comunicación es algo que, misteriosamente, sobra a pesar de la escasez de tiempo para estar juntos, y eso lo mantenía muy contento.
El dilema radica en que Aoyama no sabe cómo sacar a la luz ese tema, ese en específico. Sí, el que supongo estás pensando y se da a conocer en cierta etapa de nuestra vida.
Y está bien, él puede esperar todo lo que su noviecito quiera, no está taaan urgido por hacerlo. Al final del día, de eso se trata entablar en una relación amorosa: de hablar, entender y dar tiempos para tener la mejor experiencia posible.
¡Pero! No lo mal entiendan, él quiere (y necesita) saber si algún día, bueno, iban a dar el siguiente paso importante en su noviazgo, mojar la vainilla como dirían muchos. O, mínimo, aclarar dudas sobre quién sería el que... el de abajo.
Lo cierto es que Izuku tiene un cuerpazo que parece esculpido por los mismísimos Dioses, esto gracias a los años en donde se fortaleció físicamente, entrenando día a día. Todo ese esfuerzo acabó dando lugar a unos abdominales que uff y a unos brazos que aaah y unas manos que uh, y con una cara... una carita de ángel, adornada de bellas pequitas café y sus enormes ojos esmeralda llenos de expresividad.
El problema no está en la apariencia física de su novio y mucho menos, en la cara de nene de bien que posee, no.
El problema está en su personalidad tan... llorona. Sí.
¿Que él ama a su novio a pesar de ser un chillón empedernido desde que se conocen? ¡Claro que sí! ¡Lo ama tanto como Kirishima ama a sus crocs y esta narradora omnisciente ama a Kirishima! Pero ese no es el punto y ni siquiera debería haber escrito esto.
Ambos tienen un extraño complejo de típico bottom, nunca tan bien dicho, que le dificulta ver en claro ciertas cosas.
Tiene miedo, en realidad. Tiene miedo, pero se trata de algo que es muy... estúpido. Y es que no podía imaginar a Deku haciéndoselo, no puede. Mucho menos por cómo de virginal es el peliverde.
¿Qué tal que a Midoriya no se le para o él no lo disfruta? ¿Y si ambos tienen impotencia sexual? ¡O aún peor! ¿Qué tal que, en pleno acto, a Izuku no se le ocurre mejor cosa que acercarse a su oído y susurrarle de manera muy sexy:
—En esta cama te voy a hacer mi hombre...
mientras están sobre las viejas sábanas con la cara de All Might impresas en ellas y las paredes forradas de pósters de ese superhéroe? ¡Sería demasiado bochornoso para él, se renegaria a una vida de castidad desde entonces!
Okey, no, eso no pasaría y, tal vez, está exagerando. Él se encargó de guardar (ajamtirarajam) esas sábanas desgastadas hace un buen tiempo para evitar este tipo de situaciones. Con las figuras y pósters que lo atosigan en algunas noches no tuvo tanta suerte, pero son detalles.
Ahora, no faltaba mucho para que Izuku volviera de su trabajo y tuvieran un momento de descanso juntos. Aprovecharía ese momento y sacaría a la luz sus dudas sexuales.
Su habitación es una clara representación de ambos bandos, de Izuku Midoriya y Yuuga Aoyama.
Pintado con un violeta brilloso, moqueta blanquecina pulcra, armarios y un espejo largo y grande y un tocador, además de una enorme cama bien hecha contra la pared al lado de una puerta caoba. Con unos pósters semi escondidos que arruinan un poco su estética, pero no tanto como la repisa llena de figuras de acción de diversos héroes e historietas / libros que posan cerca del lado donde duerme el peliverde.
Y ni siquiera era todo. Otra tanda mucho más grande descansaba en una sala de recreación, esa que grita a los cinco vientos "¡Soy un Fanboy y no me avergüenzo de mi virginidad!" combinado todo con muchos brillos.
Como sea. Acostumbrados a su presencia, esto ya no importa.
Encontrándose a su novio en una fina y blanca camisola, Midoriya ingresa a su cuarto en búsqueda de cambiarse de ropa por algo más cómodo.
No presta atención a la extravagante vestimenta de su querido, porque ya no le sorprenden esas cosas, y mucho menos, cuando este se cruza de piernas sobre el colchón y le guiña un ojo con una sonrisa coqueta. El rubio solo consigue un pequeño elogio y un rubor de su contraparte.
»—Despistado...
Lo que sí logra llamar la atención del joven es como las violáceas orbes de Yuuga no se despegan de él desde que están en la misma habitación, sintiéndolo más invasivo que de costumbre, sintiéndose devorado.
—Mmh, ¿pasó algo mientras no estuve, bebé? —pregunta, tras empezar a desvestirse. Un espejo los refleja a ambos.
Aoyama niega con la cabeza y sigue sentado en la cama, cruzado de piernas y viendo atentamente a su novio como tantas veces en el pasado hizo. Le es entretenido analizarlo y encontrar como el otro se apena en sobremanera.
—M-me estás mirando mucho —murmura.
—Uh, ¿acaso no puedo ver a mi sexy novio cambiándose?
—¡N-no digas esas cosas! —exclama, sacándole una risita al rubio.
Yuuga rueda los ojos mientras se levanta de su lugar y se aproxima coquetamente a su pareja por la espalda. Atina a abrazarlo y tomar su camisa para desabotonarla mucho más rápido de lo que Izuku hacía antes.
—Noo, camisa, deje a este pobre hombre en paz —susurra juguetón en los oídos de su novio.
—Je, gracias —dice cuando por fin puede sacársela. Sin embargo, no lo hace para mantener la cálida posición en la que están, mirándose en el espejo. Yuuga apoya la cabeza en su hombro a pesar de que la diferencia de alturas es notoria y eso lo relaja—. Eres muy bueno con esto.
—Oh, no es nada del otro mundo...—rueda sus ojos—. Que atractivo eres, Izuku, y... —tuvo una pequeña pausa pensativa—. Tenemos que hablar.
El peliverde, que estaba relajado en los brazos de su chico, se sobresalta—¿Qué? ... ¿En serio no sucedió nada malo mientras no estuve?
—¡No, no! —hace un ademán, soltando el agarre—. No es algo malo, en serio. Pero si estás muy cansado, quisiera que lo habláramos mañana.
Deku voltea, insensato. Se lo nota inquieto y curioso.
—Nunca estoy cansado si te trata de ti... Así que por favor, dime qué pasa...
Una reluciente y conmovida sonrisa se posa en la boca del rubio, ama lo atento que es su novio a veces. Se atreve a rodearlo por el cuello para estampar sus labios contra los suyos fervor.
Y Midoriya le sigue la corriente, a pesar de tener miles de dudas con lo que sucede realmente. Se deja llevar con la juguetona boca del otro y no nota cuando Yuuga se deshace de la estorbosa camisa, repasando por sus gruesos brazos y su espalda ancha, y mucho menos, nota cuando desabrocha sus pantalones.
Es solo cuando las finas manos del rubio viajan a desnudarlo que él las detiene, separándose rompiendo el beso y mirando cohibido a su pareja.
—O-oye, ¿q-qué estás haciendo? —jadea.
—I-izuku, yo quiero que... lo hagamos. ¿Entiendes?
—¿Eh?
—Ya sabes...—lo desafía con los ojos antes de soltar firme:—. Quiero que tengamos relaciones intimas.
Deku.exe ha dejado de funcionar, reiniciar sistemas. O al menos eso demostró cuando se congeló en su lugar, palideciendo de pronto.
—¿Te refieres a...
—Sí, Izuku —reitera firme—. Quiero hacerlo...
Queda un segundo mirando a la nada—Tener sexo finalmente, eh...
—Solo si tú también quieres —aclara en un murmullo—. No te voy a obligar...
Pero no consiguió respuesta, Midoriya había entrado en su típico limbo de divagaciones y a Yuuga solo le quedó esperar a que acabase, jugueteando con el rizado cabello peliverde.
En tanto, Deku tardó mucho en recaer que quizás era el momento indicado de intentarlo. Admite que él no estaba tan interesado en el sexo, específicamente, homosexual. Confiesa que su primer deseo y amante masculino es Aoyama y que antes solo había estado con mujeres. Está nervioso.
Pero, no era una oportunidad para desperdiciar. Y puede admitir también es que desea mucho a su novio, que ese camisón de encaje transparente le sienta bastante... bien, mostrando sus finas y largas piernas y aminorando su cintura, dándole una forma exquisita.
Se muerde los labios al repasar su vista por el cuerpo contrario. Sí, definitivamente quiere intentarlo, hacerlo.
—Creo que mejor nos vamos a dor-...
El pecoso niega con su cabeza antes de apretar con firmeza la cadera del rubio, sacándole un jadeo. Acerca su rostro al cuello contrario y allí, donde depositó unos besos, suelta:
—Continuemos... quiero dar lo mejor de mí.
Logrando enrojecer de una buena vez el rostro de su pareja.
→ aquí empieza el asunto.
Ni corto ni perezoso, Izuku vuelve a capturar los labios del contrario en su fogoso beso. Le saben bien, siempre le ha parecido así, tan rosados como finos. Y encajan perfectamente con los suyos, acoplando sus cuerpos.
Aoyama parece sorprendido, aunque pronto sale de su ensoñación y prosigue, disfrutando del tacto de su chico y viceversa. Pero ninguno negaría que están nerviosos y que no saben cómo saldrá la cosa, que sus corazones tiemblan fuertemente.
Logra bajar los pantalones del otro, dejando a la vista unos bóxer simples y una erección creciente. Es anticlimático, pero agradece que no sean de All Might, por Dios.
El más alto explora la silueta del rubio con sus manos, encontrándola sumamente atractiva. Piel lechosa, piernas largas, cinturita esbelta y enmarcado trasero. Sus pectorales y espalda son lo único que hace que se diferencie de la forma típica de una mujer, y eso lo magnífica.
En tanteos, Izuku alza al rubio para llevarlo a la cama. Y es recién cuando lo recuesta en ella, contra el respaldo, que se separan en busca de aire y de los ojos del otro, de verse en un desastroso momento y añorar su cercanía un poco más.
—Hay lubricantes y condones en mi mesita de luz —avisa Aoyama.
Y él revisa, estirando su cuerpo sobre el del francés para llegar. Analizando un segundo los objetos—Vaya, ni siquiera sabía que tenías todo esto aquí.
—He preparado todo para este momento —confiesa, sin acabar con el intenso contacto visual—. Solo... me faltabas tú.
—Pero aquí me tienes ahora.
—Sí, te tengo...
El rubio toma de la nuca a su novio, sintiendo las revoltosas hebras verdosas acariciar sus dedos, y vuelven a unirse más calmos.
Esto parecía ir por buen camino, entre besos y toqueteos que les prenden, pero no saben cómo proceder realmente. Son tan inexpertos ambos que tiemblan con cada roce y se sobresaltan con lo más mínimo. Rojo es su nuevo color facial.
—¿P-p-puedo? —tartamudea Izuku sobre los labios ajenos, buscando permiso para deshacerse de aquellas finas prendas.
—Claro que sí, Mon amour.
Midoriya asiente, paseando sus rugosas manos por debajo de la camisola. Es áspero para el otro, pero reconocible y familiar. Sin embargo, el peliverde solo levanta la prenda lo suficiente para poder bajar su rostro y lamer esos rosados pezones, lento y estimulantes, y depositar besos más abajo en el plano vientre.
—¿Q-qué...
Pero el rubio no puede acabar de hablar. El pecoso toma de su ropa interior y la baja lo suficiente para dejar salir su erección, haciendo que él se cohíba en excitación.
Nunca antes había hecho esto, pero no debe ser tan malo. Se aventura a intentarlo. Agarra el miembro del rubio, irguiéndolo para meter la punta en su boca. Consiguiendo que su novio muerda su labio inferior, tratando de reprimir fuertes gemidos.
A Izuku no le agrada eso. Así que, con un cuidado de sus propios dientes, mete el falo lo más que puede en su cavidad bucal. Es entonces que el rubio gime alto, sin poder evitarlo.
—Así mejor —dice un jadeante Izuku. Y retoma la inexperta mamada, en busca de complacer al más bajo.
Quiere hacerle sentir lo mejor posible y este solo es el comienzo.
No pasa mucho para que Aoyama gima más y más, en parte molesto por ser el único sintiendo placer, pero le es imposible objetar.
Deku lo está sorprendiendo demasiado, chupándosela mejor de lo que podría creer. Tirando de su ropa interior en algún momento y masturbándose a sí mismo con una mano libre, utilizando la otra para sostenerse. La resistencia física toma un papel importante, también. Y es interesante la posición en la que están.
Un húmedo pop se escapa cuando se separa del pene contrario. Midoriya limpia sus húmedos e hinchados labios, deseando mucho más.
Recoge el pote de lubricante y lo sacude frente a su pareja.
—Q-quiero... ya sabes... meterla —susurra, volviendo a su timidez habitual—, p-pero...
Yuuga rueda sus ojos—Va, hazlo. Me... me preparé para ti esta noche, por las dudas.
Las orbes verdosas se prenden en lujuria al obtener permiso y abre el tarro para empapar dos dedos de la viscosa mezcla, notando que éste no está completo. ¡La curiosidad le invade! Mas no pregunta al respecto.
Separa los blancos muslos con ayuda del otro para hacerse de un lugar más amplío. Le han dicho que la saliva funcionaría también, pero prefiere que sea lo más pasable posible. La rosada entrada es llamativa, y procede a rozar el músculo con su falange, humedeciéndola.
—Va.
Lo introduce. Y Aoyama tiembla, arde en su interior, porque es raro. No dirá que es completamente virgen de ahí porque sería mentir, solo que los dedos de su novio son mucho más gruesos que los suyos y es una experiencia completamente nueva.
Más excitante.
—S-si duele, y-yo ahm.
—No es momento que entres en pánico, tonto —consuela Yuuga con la mejor voz que encontró, una ida—. S-sigue.
Izuku asiente y acata a las órdenes, esperando que el otro disfrute. Viéndolo deshacerse en gemidos de poco dolor, y placer.
Izuku, entre pequeñas estocadas que lo tientan, decide verter más lubricante en sus dedos y meter otro, esperando que esto ayude con su rubio. Aoyama lo acepta, al igual que acepta el acercamiento por un húmedo beso y acepta la velocidad con la que arremeten contra su ano solo para que, en cierto punto, comenzar a disfrutarlo mejor.
Los minutos de sobreestimulación emergen y Midoriya duda en si meter otro más o pasar a cosas más grandes, pero su novio le quita toda duda con un fuerte gemido y una orden, como leyendo sus expresiones.
—V-vamos, pr-prueba meterlo.
Y mentiría si dijera que no sigue erecto por la situación, que el rubio debajo suyo no lo mantiene empalmado y no dolía lo duro que está. Asiente, porque las palabras resbalan de su lengua, sacando sus dedos provocando un vacío al otro y busca abrir un condón.
Resulta ser más difícil de lo que parece, en realidad, muy decepcionante para el momento. No consigue hacerlo, poniéndose especialmente nervioso por tener la mirada violácea encima.
—L-lo siento, e-es muy...
—Dámelo —se mueve para quitárselo y, con agilidad, abre el sobrecito. Sus uñas cuidadas suelen ayudarle mucho en estas cosas—. Toma.
—G-gracias, je.
El peliverde se toca un poco para volver a excitarse y colocárselo correctamente, tal y como recuerda de las clases de ESI que tuvo en su juventud. Levanta un pulgar cuando lo consigue y vuelve a posicionarse como antes.
—B-bueno, aquí va. Ehm, espera...
Decide llenarse de lubricante por las dudas, haciendo un enchastre viscoso en sus entrepiernas. ¡Ah, qué incómodo, mierda mierda! Aoyama ríe por el nerviosismo del peliverde, colocándose una almohada bajo la espalda de mientras.
Ahora sí, posiciona la punta y, con mucha delicadeza, la introduce lo mejor que puede.
Es enseguida que siente esa estrechez exquisita alrededor de su pene y ambos quedan en blanco, uno sufriendo de los placeres del sexo quizás más que el otro. Ligeramente espasmódicos.
Aoyama tiembla debajo del peliverde, conteniendo el aire. Fue... tan diferente a lo que ha sentido antes. Llenadero e incómodo, algo doloroso. No sabe cómo describirlo, porque está estático, solo sabe por instinto que quiere más.
Midoriya no advierte nada para empezar a moverse, tomándose unos segundos de espera para acostumbrarse él también. Ah, es lo único que pudo salir de su hinchada boca. Comienza a embestirlo con cuidado, algo cegado por el placer, pero no se deja ir. Podría dañarle en su primera vez juntos.
El rubio se acostumbra a la intromisión sin quererlo, succiona del otro. No pueden detenerse una vez empieza el vaivén mutuo. Se besan con ganas, quizás más que nunca, queriendo el mayor contacto posible.
Siquiera saben cuándo la cama choca y choca contra la pared, llenando la habitación junto con sus quejidos de anhelo. Unen sus manos, y jadean pidiéndose mutuamente.
El salvajismo comienza con el pasar de los minutos. Las estocadas son más profundas, los gemidos más fuertes y las maldiciones se presentan como nunca antes. Antojaron probar otras posiciones, pero no se animan, se lo dejan a tarea para otro día, porque definitivamente habrá otro día.
Midoriya sintió aquel tirón de placer en su vientre bajo y por consecuencia, toma duramente de la cintura contraria con necesidad. Eso dejaría una marca, pero no tan visible como las que Yuuga le provocó en su espalda, llenándola de rojizos rasguños. Y están a nada de acabar esta sexosa travesía que salió mejor de lo planeado.
Llegan a un extraño éxtasis casi a la par. El primero fue el rubio, en realidad. Cuando el demandante peliverde, no conforme con solo penetrarlo, consigue a masturbarlo con su gruesa mano. Y Aoyama mancha, ensucia tanto su abdomen como el del contrario sin quererlo, había olvidado colocarse un preservativo.
Midoriya necesitó de un par de fuertes estocadas más y acaba, sintiendo una maraña de placer y cosquilleos. Viendo las estrellas junto con su ido compañero.
El desenlace es típico. El pecoso sale, suspirando, y se saca el profiláctico para atarlo. Agradece el tacho de basura que Aoyama suele utilizar para tirar sus toallitas desmaquillantes.
No dicen nada hasta que sienten que deben hacerlo. Midoriya vuelve a su novio con una sonrisa reluciente y casi se tira a su lado. Le deposita suaves besos por el rostro y Aoyama se deja hacer, soltando risitas. Quiere abrazarlo pero están muy pegajosos para intentarlo.
—E-eso —musita—. Eso fue… B-bueno, wow.
Otros segundos de silencio.
—¿Quieres lavarte?
Aoyama asiente, está sin aliento verdaderamente. Y entonces su novio decide que lo mejor será cargarlo hasta la tina a pesar de su propio cansancio.
Así pues, concluyen su primera noche de sexo en el baño, los dos metidos en la tibia agua para limpiarse mutuamente y luego ir a dormir. Se sienten renovados.
Pellizcándole una de sus manchadas mejillas, Aoyama elogia lo bien que estuvo Izuku en la cama, muchísimo mejor de lo que esperaba para unvirgocomoél. Y culmina con un:
—La próxima vez, quiero intentarlo yo.
—¿Ah?
notas finales: esto fue... toda una experiencia para mí. soy malísima, je, y estoy algo enferma así que si algo no tiene sentido sorry.
no olviden, son páginas de la biblia y ojalá nos leamos pronto.
lectura terminada, ¡gracias por leer! ✨✨✨
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