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6 ⋅ ⠀ ❝Destino❞

Yoongi
(punto de vista)

—Tengo que ir —Tras oír las últimas palabras de Seokjin me sentí levemente emocionado.

—Ah... No creo que sea buena idea —Podía ver en su cara como intentaba rechazarme sutilmente.

—Necesito ir—me coloqué una chaqueta y luego tomé las llaves —Necesito verlo, hablar con él.

—Yoongi, hace mucho tiempo... Ah que va, anda mueve el culo —Lo vi negar con la cabeza, resignado, sabiendo perfectamente que no iba a rendirme y que de todas formas terminaría yendo igual.

Necesitaba ver a Jimin una vez más.

El día anterior me había llevado la sorpresa de encontrarme con él en el hospital, atendió a mi pequeña hija de una forma tan dulce que sólo él era capaz de hacer. Desde hace veinticuatro horas no me lo podía quitar de la mente.

Miles de recuerdos llegaron a mi como una ola que te derriba y te pasa por encima, arrastrandote a lo más profundo del océano, sin escape. Lo vi a él y el mundo se paralizó por un instante que duró una eternidad para mí.

Éramos tan inocentes, tan jóvenes cuando nos besamos aquel día en su fiesta de cumpleaños.
Fue mi primer beso y la noche más inolvidable de mi vida. Había pasado todos los veranos enamorado de él, de su risa, de su forma de ser, de su inteligencia ¿de qué no estaba enamorado yo? Si se trataba de él, era en su totalidad.

Fue doloroso tener que separarme de su lado, su padre habló conmigo aquella noche cuando nos encontró a ambos en una situación comprometedora. Me dijo que tenía que alejarme de Jimin, que no era una buena influencia para él y que realmente iba a arruinarle la vida si yo seguía metiéndome en su camino. Podía ver un ápice de culpa en su mirada, conocía al padre de Jimin, sabía que no quería ser cruel conmigo. Pero estaba asustado, le asustaba que su hijo sufra.

Yo era un joven de dieciséis años, Jimin acababa de cumplir catorce.

Y me sentía culpable, sentía que no era bueno para él, sentía que debía seguir mi vida y que él siga con la suya.

Jamás me volví a interponer en su camino. Y guardé todo mi afecto en lo más profundo de mi corazón, con triple candado.

A los veintidós conocí a Fleur, una preciosa mujer que prontamente se convertiría en mi novia. Pasamos cuatro meses de noviazgo, en el cual solo nos hicimos daño la mayor parte del tiempo. Ella era una persona demasiado intensa y yo todo lo contrario, incluso parecía muy desinteresado en la relación.

Ella quería toda mi atención, yo no le dedicaba nada de mi tiempo y solo lograba recomponer el tiempo que no le podía dar, con sexo.

Terminamos unos días antes de cumplir cinco meses.

Dos semanas más tarde ella tocó mi puerta con un test de embarazo positivo. Y si, el bebé era mío. Porque ella estaba muy enamorada de mi, ella fue la que más sufrió nuestra separación, ella fue la que más lastimada salió de esa relación. Las fechas eran correctas y nueve meses más tarde nació mi princesa Hana, la cual amé desde el primer momento y la cual amaré hasta el último suspiro.

Acompañé a Fleur todo el embarazo y no le hice faltar nada, para ese entonces yo recién entraba en la marina y el sueldo era más que suficiente para mi pequeña familia. Pero nada logro hacer que Fleur se quedara a mi lado, yo no le pedí que se quedara, yo no la amaba como para pedírselo, pero la quería lo suficiente y ella tenía que ser feliz con alguien que realmente la amara como merecía, así que la dejé ir.

[...]

Estaba sentado entre Jungkook y Seokjin, nervioso. ¿Qué hacía yo ahí? Si desde los dieciséis había prometido mantenerme lejos de Jimin, le había dado mi palabra a su padre.

Pero no me pude contener. No podía resistir a ese impulso que me obligaba a acercarme a él.

Es que ambos ya éramos dos adultos.

Dos adultos que ya no tienen que retroceder, su recuerdo de cuando éramos más jóvenes me estaba volviendo loco. Y yo ya no quería recordarlo, quería tenerlo.

Cuando lo vi llegar no pude evitar emocionarme, el día anterior lo había visto, pero había sido tan incómodo y repentino que no me había podido fijar en él como hubiera querido realmente. Lo vi llegar y mi mirada no se podía apartar de él.

Llamé al mesero para que nos traiga unas cervezas. Quizá solo quería llamar su atención.

Volví a tener dieciséis cuando me preguntó que qué contaba de nuevo. Volví a ser ese chico perdidamente enamorado en secreto de su mejor amigo.
El simple hecho de que él haya tomado la iniciativa de hablarme, me llenaba el pecho de ilusión. Él, aquel chico que dejé sin respuestas, aquel chico que se había quedado esperándome y que cruelmente tuve que romperle el corazón. Aunque ni siquiera había podido enfrentarlo, rechazarlo cara a cara era algo que no iba a poder hacer. Así que preferí seguir con mi vida, evitandolo en todo momento, encerrando mis sentimientos por él desde los dieciséis años. Sentimientos que comenzaban a empujar y derribar esas paredes que había interpuesto. Sentimientos que amenazaban con escaparse y derribar todo a su paso, con el objetivo de llegar a él.

Esa noche hablamos más de lo que yo esperaba, cuando se fue al baño con Jungkook yo me dediqué a beber en silencio, sintiendo la pesada mirada de Seokjin en la nuca.

—¿Que pretendes hacer? —Me preguntó y yo lo miré.

—Por primera vez en mi vida, no pretendo hacer nada. —Me crucé de brazos y observé a mi hermano mayor —Dejaré que todo ocurra, como el destino lo pida.

—El destino mis huevos, Yoongi —mi ceño se frunció al oírlo. Él y su boca siempre tan impertinentes.

—No quiero espantarlo. Seguro me odia. —mi ceño seguía fruncido, más por incertidumbre que por otra cosa.

—Ese destino tuyo, te trajo hasta aquí a tus veintinueve años. ¿Cuánto más deseas esperar a que algo mágicamente ocurra? Llevo años viéndote ser infeliz por esa promesa que le hiciste al señor Park y ya estoy harto de todo eso. —y ahí estaba, su posición de hermano mayor le daba la ventaja de regañarme cuando deseara y como deseara —Crece, pelea por lo que quieres, búscalo. Porque nada vendrá solo a ti, ni siquiera el amor.

Sus palabras punzaban en los lugares más dolorosos de mi cuerpo. Se expandian como veneno. Y tenía razón, no iba a llevarle la contraria, mucho menos con el temperamento del mayor. Además mi temperamento era distinto al suyo, más calmo, lógico y analítico.

Cuando Jimin regresó, pedimos otra ronda de cervezas y esta vez no hablamos nuevamente en toda la noche, lo noté más apagado, más distante. Quería saber el porqué, pero era obvio que era por mi culpa.



... (🦋) ...

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