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15 ⋅ ⠀ ❝La Vie en Rose❞

Esa noche era una de esas en las que te vuelves a sentir como adolescente, una noche en la que terminas hablando por mensaje con la persona que más te gusta en el mundo, una noche en la que pierdes la noción del tiempo porque no es relevante.
Llevábamos horas escribiéndonos y enviándonos audios, era tan gratificante escuchar su voz o simplemente leer la forma en la que me ponía al día con su vida. Dieron las tres de la mañana cuando nos despedimos y nos fuimos a dormir. Al día siguiente tenía el día libre, y quería verlo. 
Ansiaba demasiado pasar tiempo con él, la persona de la que siempre estuve completamente enamorado y ahora después de tantos años finalmente podíamos coincidir, algo que llevaba anhelando desde que lo conocí.

Tras despertar recibí un audio de él «Buenos días Jimin, yo acabo de despertar.»
No podía evitar sonreír al notar que lo primero que hizo al despertar fue darme los buenos días, aunque su voz ronca en la mañana también tenía mucho que ver con la sonrisa boba que se acababa de formar en mis labios. Le devolví el saludo e iniciamos una conversación casual.
Entre cada texto que nos mandamos podía notar como nuestra confianza se iba tejiendo nuevamente, logrando conectar entre los dos como lo habíamos hecho cuando éramos dos adolescentes. Los recuerdos de nuestra infancia eran ya parte de nosotros, era lo que nos unía y lo que más destacaba en nuestra relación.
Era verdaderamente inevitable no recordar cada cosa que hacíamos de pequeños, juntos, cómplices.

El sonido de mi celular me sacó de mis pensamientos, haciendo que le preste atención a la llamada entrante de Yoongi.

—Hola ¿ocurrió algo? —Atendí esperando su respuesta.

—Hola Jimin ¿haces algo hoy? —Pude oír su voz, lo notaba bastante interesado en mi respuesta.

—Hoy tengo el día libre ¿Te gustaría que nos veamos?

—Si, de hecho quería invitarte a dar un paseo, pasaré por ti a las ocho ¿te parece bien? —Agradecía que en ese momento no estuviera viendo lo emocionado y sonriente que estaba.

—Si, es un buen horario, te estaré esperando entonces. —me mordí el labio inferior nervioso.

—Muy bien, entonces nos vemos a esa hora. Debo colgar, está por llegar Hana. —Iba a responder pero me interrumpió —Muero por verte ya.

—En la noche nos vemos, saluda a Hana por mi. —En ese momento me puse a jugar con mis dedos, mordisqueando mi uña mientras este se despedía y luego corté la llamada. Me eché en el sofá mirando el techo de la sala suspirando con anhelo, hacia mucho tiempo desde que no suspiraba así por alguien. ¿A quien quiero engañar? Si la única persona que me hacía suspirar así siempre fue él.

Me levanté del sofá dispuesto a buscar y preparar la ropa que me pondría en la noche, lo cual me llevó horas porque no sabía elegir entre colores claros u oscuros, ropa casual o ropa elegante. Terminé decidiendome por unos jeans claros holgados y una camisa verde oscuro suelta de mangas cortas. Íbamos a dar un paseo así que supuse que andaríamos por la ciudad por lo cual debía ir bastante cómodo. Cuando dieron las seis me di una ducha e hice toda una rutina para mantener mi piel en perfecto estado, me sequé el cabello y luego lo peiné, viendo que me había quedado sedoso y perfectamente limpio. Cuando dieron las siete me cambié de atuendo por el que había elegido y me eché perfume, viéndome una última vez en el espejo, asegurándome de que estaba lo suficientemente presentable.

No iba a negar que los nervios estaban comenzando a hacerse presentes, esta sería en definitiva la primera cita que tendría con Yoongi. Me sentía como un joven inexperto, que acababa de descubrir el amor.
Cuando finalmente dieron las ocho, el timbre de la puerta me sacó de mis pensamientos. Tomé lo necesario y salí de casa, sonriendo al instante en que mis ojos se encontraron con él. Iba vestido tan atractivo que se me hacía agua la boca con sólo verlo. Llevaba una camisa celeste de manga corta junto con unos pantalones color beige y su cabello rubio peinado hacia atrás. Podía ver sus tatuajes y un reloj plateado en su muñeca.

—Qué guapo. —Dijo primero, robándome la palabra de la boca.

—Tú lo estás mucho más. —Dije saliendo de casa y cerré la puerta con llave.

Caminó a mi lado y mencionó que iríamos caminando, el centro de la ciudad quedaba a unas pocas cuadras de mi casa y una caminata nocturna en pleno verano junto a la compañía de Yoongi sonaba tan placentero.
Ambos nos abrimos paso por las calles de nuestra ciudad, disfrutando del maravilloso clima y el increíble anochecer, el cielo teñido de azul y las estrellas brillando junto a la brisa del mar tornaban el ambiente aun más interesante.
Estando con Yoongi todo parecía ser más interesante.

Sentí cómo tomaba mi mano y entrelazaba sus dedos con los míos mientras caminábamos y hablábamos de la arquitectura de las casas que le daban vida a la ciudad, algunas eran tan antiguas que nos parecía curioso el saber cuántos años hacían que estaban allí.
Mi mirada no se podía apartar de la de Yoongi, de vez en cuando quería disimular lo hipnotizado que estaba por él, pero me resultaba inevitable, no podía dejar de admirar a la persona que por muchos años sólo en mis sueños me tomaba así de las manos.

Llegamos a un restobar ubicado en frente de la playa, habían personas sentadas dentro y fuera del lugar, algunas mesas estaban colocadas en la arena en donde muchos bebían o bailaban, en trajes de baño o con ropa casual.
Le sonreí a Yoongi cuando este eligió una mesa afuera, me encantaba estar al aire libre y él mencionó que recordaba eso perfectamente.

—Este lugar es hermoso. —Dije observando las lucecitas que decoraban el lugar, escuchando la música que pasaban y viendo como la gente se divertía.

—¿No has visto la ciudad desde que volviste? —Preguntó Yoongi acariciando mi mano que estaba posada sobre la mesa, esperando a que nos traigan lo que habíamos pedido.  

—No he tenido tiempo para hacerlo. —Respondí pasando mi pulgar sobre el suyo. —Desde que llegué sólo he ido de casa al trabajo y pocas veces fui a Valhalla, pero no he venido aquí.

—Quiero que recorramos todo el centro hoy. —levantó mi mano hasta posar sus labios sobre mis nudillos. —Te tendré para mi toda la noche y luego te llevaré a casa ¿si?

—Es la mejor primera cita. —Dije mientras sonreía. Nos interrumpió el mesero trayéndonos las bebidas y la comida, mientras ayudamos a acomodar las cosas un poco.

—La primera de muchas. —Yoongi sonrió y con esa sonrisa pensé que había salido el sol otra vez.

Empezamos a comer, habíamos ordenado pizza, mitad napolitana, mitad hawaiana.

—No puedo creer que te siga gustando la pizza con piña. —Dije divertido y le di una mordida a mi pizza napolitana.

—Es deliciosa, no sabes lo que te pierdes.

—Prefiero no saberlo. —Limpié mi boca con una servilleta y luego reí por lo bajo. —¿Recuerdas cuando me burlaba de ti por tus gustos raros?

—Lo sigues haciendo, sigues igual que siempre. —Dijo tomando su vaso de cerveza y dándole un trago a la bebida burbujeante.

—Así tendrás que soportarme.

Ambos seguimos comiendo y bebiendo. Durante la amena charla Yoongi se tomó dos vasos de cerveza y yo me bebí dos mojitos bien fríos. Ambos estábamos entrando en calor con la bebida así que, después de pagar por todo, tomé su mano y lo saqué a bailar, mezclandonos entre las demás personas que se divertían en la calurosa noche de verano. Bailamos entre las luces de colores y la música excesivamente alta, Yoongi tomó mi cintura y yo posé mis manos en su nuca. El baile era sensual, candente y algo atrevido. Moví mi pelvis y él la suya, podía sentir como su aliento tenía un leve aroma a alcohol y él probablemente sabría que el mío tenía aroma a lima. Busqué su mirada y le sonreí, divertido, provocativo. Él me devolvió la sonrisa y apretó más mi cintura, se aferraba a mi.
Bailamos un buen rato, tanto que se nos olvidó la hora.

Cuando decidimos salir del bar, ya se nos había pasado el efecto del alcohol. Yoongi volvió a tomar mi mano y caminamos por la orilla del mar, descalzos, sintiendo el viento fresco acariciar nuestras mejillas. Llegamos a la bahía en donde subimos hasta adentrarnos nuevamente a la ciudad, caminamos por las calles adoquinadas, viendo los negocios casi en su horario de cierre. Yoongi compró helado artesanal para ambos y fuimos tomándolo en lo que seguimos nuestro recorrido. Nos tomamos algunas fotos, en especial en la plaza, Yoongi posaba siempre que veía una estatua e imitaba la pose para que yo le tome una foto.

No sabíamos que hora era, pero la gente comenzaba a dispersarse, sólo oíamos una radio que no sabíamos de donde provenía, sonaba una oportuna canción de Jazz. Ambos estábamos frente una fuente que tenía preciosas estatuas de mármol talladas por quien sabe qué artista. Sólo sé que se veían hermosas.

—Ven aquí. —Tomó mi mano y me atrajo a él, sentí sus brazos abrazarme y yo le correspondí pasando los míos por sus hombros. Yoongi empezó a moverse suavemente, bailando lento la canción de Jazz. —La vie en rose, así se llama. —Me susurró al oído y sentí cómo mi piel se erizaba. —Cuando me besas, el cielo suspira. —Recitó la canción, en el mismo tono. —Y cuando cierro los ojos... Veo la vida color de rosa.

Su voz era exquisita, sus susurros me estremecían, sus palabras me fascinaban y todo a su alrededor se volvía mágico. Acaricié su nuca, mirándolo a los ojos y posé mi mano en su mejilla, él posó su mano sobre la mía. Bailamos lentamente al ritmo del Jazz, casi no habían personas en la fuente, ya era de madrugada, la luna estaba en su punto más alto y brillante, alumbrando los ojos cafés del hombre que estaba parado frente a mi. Y de no ser porque me estaba tocando, juraría que era otro de mis tantos sueños que tuve con él.
Cuando la canción terminó, sentí sus labios posarse sobre los míos. Eran cálidos y suaves, había seguridad en ellos así como ternura. Le permití adueñarse de mi boca cuando su lengua se adentró para explorarla, encontrándose con la mía y fundiéndose en un exquisito beso. Sentía como mi corazón latía con fuerza contra mi pecho, estaba disfrutándolo, estaba emocionado. Enredé mis dedos en su cabello para profundizar el beso, dejándome hacer por el mayor, sintiendo su pasión, su deseo, su anhelo. Se separó unos breves segundos, quizá para creérselo, y luego volvió a besarme. Sentí su añoranza, sentí todos los años de distancia e incertidumbre, sentí su cariño, su afecto. Yoongi no besaba de a poco, Yoongi besaba como una enorme ola cargada de millones de emociones que te derriba y te arrastra a la profundidad. Y eso era una de las tantas cosas que amaba de él. Me besaba con todas sus fuerzas y yo lo amaba con todas las mías.



...(🦋)...

Nota de autor

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