14 ⋅ ⠀ ❝Hogar❞
N/A: les aconsejo escuchar y leer la traducción de la canción que les dejé ahí arriba para disfrutar y sentir el capitulo, tanto como yo disfruté escribiéndolo.
Mis pies descalzos acariciaban la arena.
Tenía la bahía a unas pocas cuadras y jamás iba a visitarla. Cuando era pequeño merodeaba por la orilla agarrando la mano de mis padres, pasábamos hermosos atardeceres y siempre le señalaba a mi padre una preciosa casa que tenía una increíble vista al mar y a los buques que esperaban en la orilla. Le había dicho que «algún día iba a ser mía» ya que estuvo muchos años en venta y jamás lograron venderla. Mientras caminaba solo por allí decidí mirar hacia aquella bonita casa pintada de blanco, tenía un precioso ventanal y era de dos pisos.
Me sentí atraído hacia ella, como un imán, como si una fuerza estuviera jalando mi cuerpo para obligarme a caminar hacia allí.
Divisé con atención la puerta y su frente, estaba como nueva y ya no se encontraba aquel cartel de «se vende» por lo que supuse que ya había sido comprada.
El viento soplaba con fuerza contra mi cuerpo, estábamos en una época del año medianamente cálida, el otoño estaba llegando y consigo las olas fuertes, el viento más brusco. Me di la vuelta para observar el mar, definitivamente desde este punto es donde daba la mejor vista.
Escuché detrás mío la puerta abrirse, yo no estaba tan cerca de la puerta, más bien estaba a unos tres metros de ella. Pero me entró la curiosidad de saber quién había sido la persona que compró aquel precioso lugar, que daba vista a un pedacito de mar tan único y maravilloso.
Me tembló levemente el cuerpo cuando lo vi salir por aquella puerta. Llevaba puesto su pantalón del trabajo color azul grisáceo, y una camiseta blanca sin mangas ajustada a su cuerpo. Podía ver sus brazos que estaban adornados con un tatuaje estilo japonés, la manga iba desde su hombro hasta su muñeca y podía ver que levemente llegaba hasta su cuello, posiblemente detrás de esa camiseta habría más. Quería descubrirlos.
—Jimin. —Su voz pronunció mi nombre y yo caminé hacia él. — ¿Que haces aquí?
—Yo estaba caminando por la bahía —Llegué a donde estaba él, me quedé a unos pasos de distancia —No sabía que vivías aquí.
—Ven pasa, te enseñaré mi casa. —Me invitó y no pude negarme, estaba totalmente embelesado con su presencia.
Ingresamos a su casa, no quería ser entrometido pero la curiosidad pudo conmigo, tenía una decoración muy bonita. Habían paredes blancas adornadas con cortinas azules y celestes, algún que otro cuadro de la misma tonalidad haciendo juego y un precioso sofá color azul marino. Observé a Yoongi mientras este abría su refrigerador y sacaba dos latas de cerveza de este mismo, entregandome una de ellas.
—Tienes una bonita casa. —Dije abriendo mi lata para luego beber un poco, Yoongi me invitó a sentarme en el sofá y pude sentirlo a mi lado.
Intentaba no mirarlo, él acaparaba toda la atención, no importa donde sea que se encuentre. Y yo no podía resistirme a él.
—Gracias, tú también. —Entendí aquello, él recordaba mi casa, habíamos pasado muchos veranos en ella cuando éramos pequeños. Noté un deje de incomodidad en su tono, posiblemente esta conversación no es la que él quería tener en realidad. —Jimin...
Ahi estaba, el pie para hacer la pregunta, dejé la lata en la mesita frente a nosotros y me voltee a mirarlo. No fue una mirada brusca, fue lentamente avanzando desde sus brazos hasta sus labios, me detuve ahí.
—¿Si, Yoongi? —No quería verlo a los ojos, aún no me animaba.
—Desde esa noche sigues sin mirarme. —Su mano se movió lentamente hasta posarse en mi mentón, su pulgar acariciaba mi barbilla.
Ejerció el movimiento para hacer que mi mirada se eleve y se encuentre con la suya. Fue una conexión instantánea, sus ojos felinos eran mi más grande tormento. Todo mi amor reside en ellos.
—Perdón por todo —Dijo una vez más, lo escuché pero no me importaba lo que salía de su boca, no me importaban sus disculpas. Yo ya lo había perdonado. Solo bastó esa mirada para hacerlo.
Sentí su mano posarse en mi mejilla, cálida y suave como la recordaba. Posé mi mano sobre la suya y apreté mis labios, sin dejar de mirarlo.
—Cállate —Negué con la cabeza —No entiendo que carajos hiciste conmigo. No entiendo por qué tantos años me costó borrarte de mi corazón y ahora simplemente apareces y mi mundo se da vueltas como si nada. —Giré levemente mi rostro para posar mis labios dulcemente en la palma de su mano, dándole un cálido beso y luego volví a unir nuestras miradas. —Eres el único en mi mente, el único en mi corazón.
Sentí la mano libre de Yoongi posarse en mi cintura y de un movimiento limpio me sentó en su regazo. Mis muslos estaban al lado se su cintura, mis manos rodearon sus hombros como si siempre hubieran estado esperándome. Y lo miré, no quería apartar mi mirada de sus ojos, no quería separarme un centímetro de su lado.
—No eres el único. Yo me obligué a borrarte de mi corazón, de mi vida. Y mira donde me encuentro ahora. —Sentí sus manos firmes posarse en mi cintura. Una de ellas viajó hasta mi mano derecha para posarla en su pecho, haciéndome sentir los latidos de su corazón. —Mira como me tienes. Tan solo mira lo que causas en mi corazón, lo aceleras, lo llenas de vida.
Mi ceño estaba fruncido, pero no era una expresión de enojo, más bien era de melancolía, de anhelo. Me lancé a sus brazos, lo apreté contra mi, lo abracé tan fuerte por todos los abrazos que no pude darle. Por todos los abrazos que se quedaron en el camino truncado de nuestro amor.
Sus brazos me correspondían.
Me aferraban a él tanto como los míos lo aferraban a mi.
Escondí mi rostro en la curvatura de su cuello y sentí su perfume, tan exquisito y varonil, tan atrapante.
—Déjame intentarlo. —escuché cerca de mi oído, su voz era ronca y firme, tan decidido.
Me fui separando de él, lo miré a los ojos y luego acaricié su mejilla. Me limite a asentir, nervioso y lleno de dudas, lleno de preguntas que no salían de mi boca pero que ahí estaban.
—Intentemoslo. —Dije bajándome de su regazo, lo ayudé a levantarse del sofá y luego tuve que elevar un poco la mirada para que quedemos cara a cara. Sus manos volvieron a atrapar mi cintura. Veía sus intenciones, sonreí y me mordí el labio inferior en la sonrisa. Me fui separando de él, tomé mis zapatos y luego le pedí que me acompañe hasta la puerta.
—¿Cuando podré verte otra vez? —Dijo mientras me seguía por la casa, hasta que ambos nos encontramos en la puerta. —Hay tanto de qué hablar, tanto por saber. No veo la hora de verte otra vez.
—Aún no me fui —Abrió la puerta y me quedé en el umbral. Observé su celular en el bolsillo y colé mi mano en él para quitárselo. —Toma, anota mi número. —Yoongi anotó lo que iba dictando y luego de guardar su celular pude ver que apoyaba sus manos en el marco de la puerta, inclinándose un poco hacia mi que estaba lo suficientemente cerca.
—Entonces nos estamos viendo, Jimin. —Su voz ronca en conjunto con aquella mirada no era muy sano para un hombre ansioso como yo.
Di un paso hacia delante para así sonreírle con altivez, posé mi derecha en su barbilla y le robé un beso, fue un fugaz toque de nuestros labios. Tan fugaz que ambos quedamos con ganas de mucho más, quería jugar con su cordura, pero inconscientemente también estaba jugando con la mía.
—Nos vemos pronto, Yoongi. —Susurré sobre sus labios y me di la vuelta para caminar por la bahía de regreso a mi hogar.
...(🦋)...
¿Que les pareció?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro