Eran poemas en prosa un tanto extraños, pero interesantes. Él no era bueno expresando sus ideas ni de manera escrita ni verbal, por ello admiró la capacidad que tenía el autor anónimo para expresarse.

Esta vez la narración se había tornado más metafórica, melancólica e inspiradora. Se involucraron diversos temas que el personaje de esos libros parecía haber ocultado. Se notaba que al escribir sobre ello todos sus sentimientos se desbordaron y se transformaron en palabras de tinta fresca. El escritor hacía parecer que escribir era fácil.

Ese texto sí simbolizaba una nueva parte en la historia, un segmento de crecimiento, y cada vez estaba más cerca de descubrir todo.

A Max le agradó el hecho de que el autor hubiera involucrado el temor al futuro en ese texto. Él tenía miedo de lo que haría, le tenía temor a las cosas que podría encontrarse cuando terminara la secundaria. Aquellos consejos, escritos desde una perspectiva personal, fueron tan inspiradores que decidió tomar esa filosofía y seguirla siempre. Esos libros comenzaban a cambiar su manera de ver las cosas.

Así, observando todos esos elementos, entendió que ese texto sí simbolizaba una nueva parte en la historia. Una segmento de crecimiento.

Tras hacer una crítica de lo que había leído, colocó el libro que había leído en la mesita, haciendo de nuevo lo mismo de la noche anterior: creando la pila de libros que ya había leído. Después agarró el libro número ocho y comenzó a leerlo acostado en la cama. Su expresión seria y atenta demostraba que el texto le interesaba extraordinariamente.