Durante un momento determinado de la lectura pensó que aquel personaje y él tenían algo en común, más no podía verlo. No encontró pistas en ese libro, pero no se exaspero, ni divagó en sus pensamientos. Lo que si había logrado comprender es que crearse ideas no lo llevaría a ningún parte, le pareció gracioso que para darse cuenta de eso tuvo que pasar un largo tiempo y haber leído cuatro libros.

La pila de leídos cada vez aumentaba más y sólo quedaban tres por leer. Se estaba acercando al final de la historia.

«Petricor» la palabra que daba título al libro, ese simple término le trajo una sensación de melancolía. Esa palabra lo hizo acercarse a su ventana de nuevo; quizás el sería pionero de alguna obsesión que involucrara mirar a través de una ventana.

La noche seguía fría, había dejado de llover y eso era perfecto. Deslizó los cristales y el olor de la lluvia en el suelo impregnó su habitación, amaba ese olor tanto como la propia lluvia.

De pequeño salía con su padre luego de cada lluvia para deleitarse con ese olor. No importaba la hora, ambos iban afuera para dibujar en su rostro una sonrisa. Su madre pensaba que estaban locos, pero una parte de ella también amaba ese aroma.

Era un hecho que había sentido envidia del personaje de los libros por tener la familia perfecta que él había perdido.

Su padre había muerto hace un año y recordarlo lo puso triste.

Cuando su papá murió él estaba en la escuela, ni siquiera tuvo tiempo de despedirse y eso lo lastimó profundamente. En su funeral cayó de rodillas, llorando, y la hierba mojada le manchó los pantalones. Supo enseguida que algo cambió, su vida se torció en un solo día.

Su papá tenía problemas financieros y procuraba ocultarlos cuando estaban en familia; sin embargo había ocasiones en que los problemas eran tan graves que no podía esconderlos. Sus deudas cada día se elevaban y sus inútiles intentos de solucionar sus problemas económicos lo agobiaron tanto que quizás ese fue el motivo que lo hizo salir furioso de su oficina y perder el control del vehículo.

Desde ese día las cosas no fueron las mismas de antes. A su mamá le asignaba turnos menos tediosos en el hospital, pero para poder cubrir gastos solicitó horas extras, sin embargo la falta de tiempo no le impidió a su madre tratar de llenar el vacío que él sentía.

Su padre era un hombre muy trabajador e inteligente, se dedicaba mucho a lo que hacía y era demasiado perfeccionista. Él también seguía esas características, pero desde entonces no logró conseguir volver a ser el mismo.

Él se sentía con un enorme vacío, pero también con algo de tranquilidad. Nunca había tocado el tema de la muerte de su padre ni una sola vez, había preferido ignorarlo creyendo que recordarlo le dolería; pero dejar salir la tristeza es la mejor solución.

Volvió a la realidad. Estiró su brazo y tomó el pesado y polvoriento libro número cinco.