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¿Quieres ayuda?


Hola

Siento la demora. Sí me siguen en fb ya sabrán la razón de mi tardanza, sino se las haré saber. Donde vivo, esta cerca un río, el río jamapa y estaba a punto de desbordarse pero gracias dios, donde vivo, no lo hizo. Algunas otras zonas no tuvieron la misma suerte. Y apenas me puse a hacer el capitulo, espero les guste.

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—¿Quieres ayuda con... eso? —jamás se imaginó llegar a encontrar al castaño así.

—Fuera — estaba muy avergonzado de que lo allá descubierto, lo peor, es que se había estado haciendo eso mientras llamaba al pelirrojo.

A pesar de los intentos del castaño para correrlo, entro a la habitación y se acercó a Kōki y a la computadora que continuaba la reproducción del video —Sabes... fue el único video que hicimos.

Se estremeció al sentir el aliento del pelirrojo en su oreja.

—Ya has visto esto, no te voy a mentir. Mantenemos relaciones desde nuestro primer aniversario noviazgo... Claro, con protección, ya que somos muy jóvenes para los bebés. Esa es una de las razones por que Hikaru me odia. Un día nos encontró en tú habitación y bueno... no lo tomó muy bien.

Escuchar y sentir al pelirrojo detrás de él, le hacía estremecer su cuerpo. Se sentía un más excitado —nghh.

—¿Quieres ayuda? — Kōki negó fervientemente. Sonrió y le revolvió el cabello — Vale. Te espero a bajo, y cámbiate, saldremos.

—Sei idiota— murmuró cuando el pelirrojo salió de la habitación – Idiota....

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—Te tomaste tú tiempo— dijo cuándo vio al castaño entrar a la sala. Había estado viendo la televisión.

El color de su cara competía con el color de cabello de Akashi, estaba 100% seguro de eso. ¡por supuesto que tuvo que encargarse de sus necesidades! —¿A dónde vamos?

—Al centro comercial y luego a casa.

—¿Casa?

—A mi casa... Papá quiere verte.

—¿Papá Akashi? — el pelirrojo asintió —¿Nos llevamos bien?

—Sí. Anda, es tarde.

Al salir de la casa, en medio de los reporteros, abordaron una camioneta y se dirigieron al centro comercial.

—Espero no nos sigan... O al menos sean lo más discretos posibles— comentó Seijūrō viendo si los seguían.

—¿Siempre ha sido así? — ya le habían explicado que Akashi Seijūrō era el heredero de Akashi Corp, una gran empresa que dominaba Japón.

—Sí pero ya me acostumbre... Ahora será así unos días, mientras se calma la situación.

—Entiendo.

—No te preocupes— le sujeto la mano y se la besó.

Se sonrojó por la acción del pelirrojo pero no aparto la mano. Se sentía seguro al lado de Seijūrō. Tenía muchas dudas y preguntas pero eso podía esperar, quería recordar todo sobre su relación. Por el video y por lo que le había dicho el pelirrojo, era obvio que ya no era virgen... Ueda le había explicado que los donceles tenían que llegar vírgenes al matrimonio para no deshonrar a su familia...

—¿Qué tanto piensas?

—Yo...— negó —.Olvídelo ¿Qué vamos hacer?

—Comprar.

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—Bienvenido a Shibuya 109— se encontraba frente a la gran infraestructura —. Primero haremos un recorrido— agregó sujetando la mano de Kōki y caminaron rodeados por su cuerpo de seguridad, los cuales iban de civil para no alertar al castaño.

—¿Ya habíamos venido antes? — cuestionó mientras miraba los locales, pues el lugar se le hacía familiar.

—Sí. Vamos— jaló al castaño a una de sus tiendas favoritas con esperanza de que recordara un poco más.

Ya habían recorrido gran parte del centro comercial, estaban viendo a través de un aparador. Kōki miraba el pequeño peluche que le había gustado cuando vio el reflejo de algo que llamó su atención.

—Espérame aquí.

Asintió pero no pudo esperar, se giró y miró el local. Emocionando, corrió al local y entro.

———

Salió de la tienda de peluches y busco a Kōki y nada —¿Dónde está?

—Enfrente, Seijūrō-sama.

—...— sonrió al ver el lugar. Entrego algunas bolsas que cargaba, a excepción de la que acaba de comprar —Guarden todo.

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—Te dije que esperaras fuera de la tienda.

Se asustó y pegó un grito nada masculino —Akashi-kun.

—Seijūrō. Ya te lo he dicho.

—Esta bien, Sei. Me ha asustado.

—Sí te hubieses quedado donde te dije, nada de esto te hubiese pasado.

Rió de forma nerviosa —Lo siento. Pero no me pude resistir.

En cuánto vio el local y los estantes se entusiasmó. Al entrar, el olor a libros nuevos y café invadieron sus sentidos.

—Lo sé. Nunca lo has hecho. Esta es tu favorita después de todo.

—Furihata-san. Akashi-san.

Una joven rubia se aproximaba a ellos —Es Karin Tomowe. Es la encargada y te llevas bien con ella.

—Tomowe-san.

—Me alegra que haya aparecido. Estaba preocupada.

—Siento haberla preocupado.

—Lo bueno es que ya está con nosotros. Vamos. Tengo sus pedidos. Los guarde para ustedes — Siguieron a la rubia y esperaron por un par de minutos de en el mostrador de la librería —. Aquí están —Varios paquetes de revistas y libros yacían frente a ellos —Estos son los de Akashi-san. Y estos de Furihata-san.

—Cobre todo y empáquelo.

—Pero...— trato de contradecirlo. Él no traía dinero ni nada. Todo lo estaba pagando el pelirrojo.

Noto aquella mirada, el castaño debería estar pensando en lo de siempre; le toco la mejilla y beso la frente —No te preocupes. Luego nos arreglamos.

Asintió avergonzado. Su prometido hasta ahora no lo había tocado de más, solo besos en la mano, frente y mejilla y nada más. Agradecía que no lo estuviera presionando —Gracias.

...

—¿Quiénes son? — cuestiono al ver los tres hombres que se llevaron los paquetes de libros.

—Mi seguridad... Andan de civil para no llamar la atención.

—¿Más? — cuestiono hacia los dos que los acompañaban.

—Papá no quiere que me pase nada. Exagera— dijo despreocupado — Vamos. Reo nos espera.

—¿Mibuchi-san?

—Sí. Su familia tiene una tienda departamental aquí. En ella veremos lo de tu ropa.

—Pero.

—Nada de pero— dijo interrumpiéndolo —Déjame consentirte— vio las intenciones del castaño, lo sujeto de la cadera, lo jaló hacia él y lo beso —Eres mi prometido... y quiero consentirte.

La cara del castaño volvía a competir con el color de cabello de Seijūrō mientras era llevado a rumbo desconocido. Las personas los miraban, especialmente donceles y mujeres que miraban al sexi pelirrojo que lo guiaba. Desde que conoció a "Shino-sensei" le hizo sentir algo diferente. Esa mirada negra penetrante hacía que se estremeciera pero no tanto como Akashi Seijūrō, su prometido. Deseaba recordarlo todo. Deseaba recordar como era su noviazgo, lo que habían vivido.

—¡Sei-chan!¡Kō-chan!

—Mibuchi-san— saludo Kōki nervioso por el abrazo.

—Reo, estas asustándolo.

—Lo siento, Kō-chan. Es que me entusiasme. Te extrañaba tanto, Sei-chan estuvo muy deprimido sin ti.

—¡Reo! — exclamo en un tono de reproche.

Sonrió al ver ese mohín en el pelirrojo. Parecía un niño pequeño.

—Pasen. Tengo a mis mejores vendedores a su disposición. Así que vayan.

————

Tras horas de elección de ropa para el castaño, se dirigieron a la casa de los Akashi... Para Kōki al ver la casa no era una casa, era un castillo.

—Bienvenido a la Mansión Akashi.


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