
CAPÍTULO 2: ¡SAVANNAH, AQUÍ VAMOS!
POV ANASTASIA
En cuanto volvimos Kate y yo al departamento, nos apresuramos a empacar para irnos de viaje, la verdad es que no me entusiasma ir a Savannah. Mi madre era quien estaba impresionada por Paul, que su cuerpazo de infarto no me lo debía perder, que su cara parecía tallada por los ángeles, y otras chorradas de esas decía.
Realmente no me siento dolida, la verdad, siento como si me liberara de una gran y pesada carga... Me siento muy bien, de hecho.
Salgo de mis reflexiones al sentir vibrar en mi bolsillo trasero el cacharrito que me regaló mi padre por haber terminado la universidad con nivel de excelencia académica. Veo la pantalla de mi Hisense, «el indestructible» y me alegra ver que es mi padre.
-Hola, cariño. ¿Ya lista para ir a Savannah?- me saluda Ray al contestar.
-Hola, papá. Si, adelanté el viaje y saldré en un par de horas.
-¿No se supone que iría a verte el anacoreta?- me pregunta mi papá extrañado.
-Pues es un placer informarle, señor Steele: ya no salgo con el sulipanto.- le respondo con un muy fingido tono de reportera.
Kate se molesta por mi tono burlón y me saca la lengua en un gesto muy infantil mientras termina de cerrar las ventanas del apartamento.
-Cuentame, mi pequeña...- me pide mi padre detalles.
Kate al escuchar que suspiro se acerca a mi para escuchar la conversación. Yo le doy un empujón, se muere de ansias por que le cuente a mi papá lo que sucedió con Paul. Agarro valor y decido decirle la versión abreviada y descafeinada del asunto.
-Pues... Descubrí que Paul me era infiel hace un rato. Le di un rodillazo en... Ahí donde tú ya sabes... Y lo mandé a ver la hora en el Big Ben.- me abstengo de utilizar palabras soeces con mi padre, pero le resumo lo sucedido.
-¿Lo golpeaste como te enseñé?- me pregunta emocionado.
-Le dí justo en las joyas de la familia.- respondo orgullosa de mi misma.
-Esa es mi niña.- responde igual de satisfecho.
-¿Cómo estás, papá?
-Después de lo que me acabas de decir, estoy pletórico... Yo bien le dije a Carla que no me agradaba ese cabrón.
-Ya, papá... Está bien. Precisamente para eso adelanté el viaje. Para contarle con pelos y señales sobre su "adorado futuro yerno"...
-¡Ay, Dios nos ampare de tenerlo en la familia!- me interrumpe y exclama exagerado, ay mi padre...
-¡Bah! Si también lo adorabas, papi...- le tomo el pelo.
-¡Óyeme bien, niña! ¡Si te aparejas con ese pivon, te desheredo!
Kate y yo soltamos la carcajada al escuchar la vehemente advertencia de mi papá. Después el también se carcajea. Después de todo, me conoce muy bien. Sabe que no lo haría, y menos si se atrevió a traicionar mi confianza.
Seguí bromeando por teléfono con mi padre los siguientes treinta minutos y me dijo que si mi mamá me molestaba por terminar la relación con Paul, que se lo hiciera saber, y le aclararía las cosas. Pero ya soy adulta, y debo de aprender a librar mis propias batallas. Nos despedimos con cariño y le prometo ir a Montesano para las fiestas de fin de año.
Termino de revisar que todo esté listo para salir de viaje, que no olvidemos nada y ya viendo las tres maletas que lleva Kate, la hago que vuelva a arreglar su equipaje. ¡Solo iremos un fin de semana, no un mes!
Ya por fin Kate trae una maleta de un tamaño más decente para pasar el fin de semana y salimos rumbo a él aeropuerto Seattle-Tacoma rumbo a Savannah.
Estamos en la sala de embarque y vemos entrar al la sala de primera clase una enorme comitiva. Van muchos periodistas tomando fotos y gritando incoherencias a un hombre.
-Ana, ¿Ya viste quién es el galán que va ahí? Lo entrevisté hace unas semanas...- me dice Kate mientas vuelvo a mi lectura.
Mi padre sabe que amo cualquier libro con un título interesante, ahora estoy leyendo la recomendación de una amiga. "El guardián invisible" capítulo 15, y ya quiero saber que ocurrirá después...
-No Kate, no lo vi...- respondo y retomo el como Amaia admira nostálgica y feliz a la alegre pandilla de su tía...
-¡Pues deja de leer y mira!- me ordena Kate irritada por mi apatía.
Veo a un hombre alto, joven, muy guapo, si, pero lejos de mi alcance... Va acompañado de un hombre con porte de militar, -como mi papá-, y otro tipo, también muy guapo, se sientan a esperar en la terminal.
-Ese es Christian Grey... ¡Es un hombre guapísimo!
-Ah... Es él al empresario que casi te descuartiza con la mirada por preguntarle si es gay.- Le respondo sin dejar de leer.
-Si es él. Y me importa un rábano si lo incomodé. Para mi que si se le atasca la transmisión...
-Como digas, Kate...
Kate es mi única y gran mejor amiga, pero su vocación de periodista no tiene límites. No tiene pelos en la lengua para preguntar, y por lo regular, lo hace sin tacto. La discreción no es una de sus virtudes y por lo regular espanta a los hombres, a las mujeres, bueno... Todo mundo huye de ella por ser brutalmente honesta, y yo valoro infinitamente eso.
El que pareció no apreciar tanto su franqueza, fue el tan alabado señor Christian Grey. Según las palabras de mi amiga, cuando le preguntó si era gay, el la miró con furia y dice que de no ser un caballero seguramente la hubiera arrojado desde el piso veinte de su lujoso y exclusivo edificio.
Escuchamos que llaman a abordar y guardo mi libro en mi mochila y Kate guarda su iPad para continuar escribiendo lo que sea que haga y nos dirigimos a nuestro avión.
¿Por que presiento que será un fin de semana raro?
POV CHRISTIAN
Me bebo de golpe mi cerveza Adnam Explorer y así me quito las miradas de irritación de mi asesor de seguridad, de mi mano derecha y de mi hermano, pero no funciona. Literalmente me están diciendo con la mirada: "Eres un pendejo, Grey. ¡Te lo dije!" Cada uno por su lado.
Recibo una llamada de Ros y me aparto para responder.
-Grey.
-Capullo, ya sé que eres tú. Te vas a Savannah en tres horas, Andrea ya preparó todo.
-¿Qué no se supone que el jefe soy yo?- replicó y me pellizco el puente de la nariz.
-El último viaje en el país lo hice yo, es tu turno.- Explica Ros.
-Vale. Detalles, ahora.- le concedo y exijo una explicación.
-Pues vamos a ver donde instalar la segunda Sucursal de Grey Enterprises Holdings, y tu te aferraste a que no querías que fuera en Detroit. Así que Sam investigó y Savannah es una buena opción.
Lo recuerdo, y si; le dije a Andrea, a Barney y a Ros que yo me haría cargo. Le hago señas a Taylor para que se comunique con Andrea y lo ponga al tanto.
Me vendrá muy bien el viaje, aunque sea solo de jueves a domingo.
Quedó con Ros para que me envíe por correo electrónico toda la documentación y Elliot solo me mira raro.
-¿Vienes conmigo?- lo invito, aunque no entiendo por qué estúpida razón lo hice.
-¿Me hablas a mí?- intenta hacerse el gracioso respondiéndome como Robert de Niro en taxi driver.
-No, le estaba preguntando a Welch...- le respondo y pongo los ojos en blanco.
-¡Respondele, Marcus! Que el señor "hey-apartate-de-mi-nube-Grey" está de mal humor.- réplica Elliot.
La verdad es que si me hizo reír con eso de "el señor hey-apartate-de-mi-nube-Grey". Pero así soy yo, soy el puto amo del universo.
Me hace Elliot relajarme después de la decepción de ver a otra chica que me pone el cuerno y me saca dinero.
Antes tenía la ilusión de el amor, soñaba con ver a una chica como ve Ethan a mi hermana menor, pero ya me di cuenta de que algunos nacemos con estrella, otros nacemos estrellados. Y tal vez lo mío sea lo mismo que Elliot. Tener amiguitas con derecho a roce; frees, como el les dice; y después "si te vi, no me acuerdo". Podría funcionar... A él le ha funcionado, nunca le han roto el corazón, bueno, no que yo sepa.
Marcus se retira para continuar con sus labores y Taylor ya está en el auto esperando por mi hermano y por mi para ir a Savannah. Primero pasaremos al departamento de Elliot a traer su equipaje y después iremos al Escala para asegurarme de que ya no están las cosas de Susannah Parker y que ya se cambiaron las contraseñas de acceso.
Miro distraído por la ventana de mi auto y escucho que mi hermano contesta su teléfono. Deduzco por la cancioncita que es Mía, siempre elige la canción que más le gusta de nuestro celular para ponerla como tono de contacto, -para ella, porque es especial,- o eso dice esa loca.
-Si... Está tranquilo... No... Le dolería más perder su celular... No, ya le canceló las tarjetas... Si, ya lo vio por fin...- le responde y me hace su mirada furiosa.
Ok... Me están haciendo sentir más estúpido de lo que me siento con esta situación ya tan familiar. Lo bueno que esta vez no solo mis hombres hicieron su trabajo, sino que fueron más allá del deber, y me están ayudando con la nada sencilla tarea de no dejar que el jefe se ponga loco y saqué rápido de mi vida a esta arribista.
Llegamos al condominio donde vive Elliot y se baja de un salto del auto. Entra corriendo con el celular al oído y vuelve a los diez minutos con una maleta lista. Vuelve a subir de un salto al auto y Taylor de inmediato se dirige al Escala. Entra por el sótano al ver a un montón de periodistas y escuchamos timbrar su celular.
Nada más bajamos y entramos los tres al ascensor para evitar el tumulto que está en la recepción del edificio. Taylor revisa su celular y digita unos números en el tablero. Seguro era Sawyer enviando la nueva contraseña. Al llegar finalmente al piso treinta veo a Sawyer siempre eficiente de pie a un lado de las puertas del ascensor. La señora Jones y Prescott están embalando unas cosas en cajas y sin detenerse en su labor me saludan.
-Buenas tardes, señor Grey. Su maleta está lista...- me responde Gail distraída.
-Señor, ya está desocupada la habitación y el armario de la señorita Parker. Las prendas que usted le obsequio las dejó aquí y nos tomaremos la libertad de venderlas en una venta de garage y donarlas a la asociación de la doctora Trevelyan.- me dice Prescott con un tono sospechosamente sarcástico.
-Me parece estupendo.- les concedo ya que en definitiva se aprovechará mejor el dinero que gastandolo con una oportunista.
Taylor se dirige a mi habitación por mi maleta y yo voy a mi estudio por el maletín donde guardo mi MacBook, mi iPad, y mis cargadores para mis dispositivos. Salgo y se escucha a las afueras de el Escala el motor de un helicóptero, y no comprendo que sucede.
Cierran los hombres del equipo de seguridad las cortinas y prenden las lámparas, Prescott se ofrece a atender a Elliot mientras Gail se despide de Taylor.
-No es por ser metido, que si lo soy; pero, ¿por qué había en recepción una horda de periodistas y ahora un helicóptero de CNN está sobrevolando el edificio?- pregunta Elliot mientras come palomitas de maíz.
Vemos que Prescott y Sawyer se miran cómplices -más de lo que se miran al ser novios-, y de pronto sale Barney de la oficina de vigilancia.
-Sawyer, ya te deje un instructivo detallado para cuando el jefe corra a su siguiente zorra en tur...- habla Barney y se interrumpe al verme recargado en el piano con los brazos cruzados.
-Ok... ¿Quién me dará una explicación?- miro a los presentes en la sala.
Van saliendo Gail y Taylor tomados de la mano y él se ve tan confundido como yo. Elliot se acerca a la pantalla y de pronto Sawyer le arrebató el control remoto.
-No hay señal... Gail olvidó pagar el cable.- dice Sawyer nervioso al alejarse.
-No mientas Luke... Aquí la más eficiente y responsable, a parte de Jason, es Gail.- Prescott regaña a su novio.
-Le diré todo, señor. Mientras beba una cerveza...- interviene mi ama de llaves y vamos al comedor.
Cuarenta minutos después...
Elliot casi se hace pipí de la risa al escuchar como Gail arrojó desde el balcón de mi ático las baratijas de Susannah, y como cada cierta ocasión en lugar de llamarla "señorita Parker" le llamaba "la lagartija Parker". Yo, me mantengo impasible, pero para ser franco estoy molesto, ¡eso debería haberlo hecho yo!
Me dió mucha risa escuchar todo, y más cuando me explicaron porque no le tenían respeto a mi pareja, una cosa es que no les agradará, pero que ellos se hayan dado cuenta de quién era realmente y que ella los maltratara, pues no lo voy a discutir. No tienen porque dejarse insultar, además de que son mis empleados, y ni yo les falto al respeto.
Yo siempre presumí de mi habilidad para leer a las personas, pero eso solo se limita a los negocios y mi trabajo, al parecer; si no, nunca me habrían engañado mis anteriores novias, incluida la última que además de ser una zorra, también resultó ser una delincuente.
Taylor ya puso al tanto a todo mi personal y se dispuso a darle parte al FBI, ya que por lo visto la estaban buscando desde hace tiempo, y supo ocultarse bien bajo su alias, ya que su nombre real era Amelia White.
Ya puestos al tanto, y preparados para salir, vamos por el ascensor de servicio y de nuevo al sótano para ir a él Sea-Tac, ya que mi piloto está de vacaciones y me tendré que ir a Savannah en un vuelo comercial.
Llegamos a la sala de embarque de primera clase y Elliot está apagando su celular y cambiando la SIM, -de nuevo-, y llamando a todos sus contactos regulares para reportar su cambio de número. Ya no me sorprende, pero dado mi nuevo status de soltero devorador de mujeres, seré un poco más listo. O eso espero...
Bien me lo dijo mi abuela una vez: «Hijito, para los negocios no hay nadie como tú. Pero para las mujeres, estás muy pendejo». Esa ocasión, me ofendí. Ahora, le doy la razón.
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