Un descuido.
Suhela tenía ojeras, estaba pálida y ya no comía como antes. Sus ojos se aguaron al sentirse culpable de aquello. Quizás ella pudo haber hecho algo, el corazón de madre le decía que su hija estaba sufriendo aunque Suhela dijera todo lo contrario. Frente a los demás podía fingir pero ella presentía que algo malo estaba pasando con ella, como madre no podía ser engañada.
Fátima le había notado algunas cosas a su hija, y sospechaba de algún tipo de maltrato psicológico. Pero debía estar segura y acudió a un especialista sin avizarle a nadie. Aprovechó que Suhela dormía para salir.
Llegó a una clínica con especialistas, y por suerte había uno disponible. Le hicieron pasar al consultorio y sin dudarlo se presentó ante el señor que se encontraba al otro lado del escritorio. Era de unos cincuenta años, con canas y gafas. Le inspiró confianza a Fátima.
Luego de algunas preguntas el especialista le dio algunas respuesta y ella había descubierto esas señales en su hija.
—Malestar físico, pérdida de relaciones sociales, sensación de haber dejado de ser la persona que era, estado de ánimo deprimido, dejadez y descuido en el aspecto físico, apatía, sentimientos de impotencia e inutilidad, indecisión, inseguridad, ataques de ira dirigidos a otras personas y más —mencionó el especialista y Fátima se percató de que tenía razón.
Ella continuó poniéndole atención a lo que el especialista le comentaba...
—A su vez, estos efectos del maltrato psicológico hacen que el clima dentro de la relación de pareja siga empeorando aún más, lo cual acarrea consecuencias graves para la víctima —finalizó.
Ella había comprendido lo que sucedía y como madre debía hacer algo. Iba a buscar a Omar, decirle, pero prefirió hablar del tema cuando llegaba a casa, en esos momentos no podía dejar sola a su hija.
Marcó al numero de Suhela para preguntar su estado, pero no contestaba, luego marcó al número de la casa y nadie contestaba.
Su corazón latía con fuerza, presentía que algo malo iba a pasar, aceleraba más, pero no avanzaba mucho por el tráfico. Unas cuantas lágrimas resbalaban por su mejilla, y sollozaba a solas, ¿Cómo su hija había sufrido tanto?, ¿Cómo no fue capaz de decir nada? Pensaba ella mientras recorría el camino.
Cuando llegó entró a casa sin hacer ruido, temia lo peor. Estuvo buscándola por todos lados y no la encontraba.
Bajó rápidamente las escaleras para sacar su celular del bolso y marcarle a Omar, pero para su sorpresa Suhel iba entrando junto a su padre. Parecían alegres.
—¡Suhela! —gritó Omar.
Fátima lo analizó y pudo ver felicidad y preocupación a la vez.
Ella trató de hablar, pero solo salió un quejido, seguido de lágrimas que no paraban.
—¿Qué sucede, dónde está Suhela? —preguntó Suhel.
—Ella no está en casa, no la encuentro —logró decir. Y fue cuando un fuerte golpe cayó sobre su rostro.
Suhel se sorprendió ante la situación, ¿Cómo su padre fue capaz de golpear a su madre de aquella manera?
—¡Padre, detente —lo sujetó del brazo para que no lastimara a su madre.
Fátima sollozaba del dolor ante el golpe, hacía mucho que Omar no actuaba así, pero sabía que se lo merecía por descuidada.
—¿Dónde está mi hija?... contestame —gritó Omar. Más que enojo era preocupación. Sabía que algo andaba mal.
Una hora antes de llegar a casa Suhel había traído algunas pruebas junto a sus amigos. Incluso llevó a Aisha ante su padre para hacerle saber todo lo que Suhela estaba sufriendo junto a Samir. Ya podían ayudar a su hija, salvarla del sufrimiento. Pero Fátima la había descuidado.
—No sé, dejó su celular en la habitación —dijo ella sin dejar de sollozar.
Suhel estaba atento a los movimientos de su padre, parecía muy frustrado y podía hacer algo malo.
—¿Dónde estabas, porqué la dejaste salir de esa manera? —preguntó más relajado mientras se desordenaba el cabello y abría algunos botones de su camisa.
Fátima no podía responder, su voz no salia... podía ver como el pecho de Omar subía y bajaba con intensidad, sus manos se habían cerrado en puños dejando caer algunas fotografías y algunos papeles. Ella logró ver una imagen donde Samir sujetaba a su hija por la barbilla y la acorralaba contra el auto. Pudo distinguir el temor en el rostro de su hija. Aquella imagen decía mucho y no se arrepentía de haber asistido al especialista. Pero cometió el error de ir sola.
—Ella estaba dormida, la dejé acostada en la cama, había llorado porque tenia la nariz roja, sus ojos hinchados —empezó a decir mientras se limpiaba las lágrimas. Omar le había dado la espalda, estaba apoyando sus manos sobre el respaldar del sofá con la cabeza baja —decidí ir a un psicólogo. Por suerte me atendieron de una vez. Presentía algo malo, sabía que había algo que dañaba a mi niña —dijo dejando escapar un sollozo que hizo derramar lágrimas de los ojos de Omar y de Suhel quien fingía ser fuerte—, ella a estado sufriendo maltrato psicológico y a sido manipulada por Samir. Ese hombre le a hecho mucho daño a mi hija, y ahora temo que se la haya llevado por un descuido mío —finalizó dejandose caer al suelo. Abrazando algunas fotos donde se podía ver el daño que le hacían a su hija.
—Madre, debes ser fuerte —logró decir Suhel ayudandola a levantarse. La acomodó sobre el sillón y fue a buscar un vaso de agua al verla tan pálida. Omar se limpió las lágrimas y se apresuró en abrazarla. Estaba débil, pálida y no paraba de llorar. Ella dejó caer su cabeza sobre su pecho, tan cálido, impregnado del perfume que le llenaban de seguridad.
—Perdóname, no debí golpearte de esa manera —dijo Omar besándole la cabeza una y otra vez.
—Me lo merezco, soy la culpable de lo que está pasando —repitió entre sollozos—, jamás me perdonaría si algo malo le sucediera a mi hija.
—Shuuu, no digas nada, aquí estamos —trató de calmarla.
Suhel le pasó el vaso de agua, pero ella se negaba a beber.
—¿Dónde está, por qué no a llegado? —susurraba más para ella misma.
—Cariño, puede ser que haya salido. Debemos buscarla —dijo Omar agachandose frente a ella, sujetando su rostro con una mano para que lo mirara—, debes ser fuerte y ayudarnos. Iremos a buscarla, pero nesesito que te quedes aquí y nos llames por si vuelve. ¿Entiendes? —preguntó.
Ella solo movió la cabeza confirmando que si había entendido y fue cuando se abrió la puerta y una pizca de esperanza dio lugar en sus corazones.
Por la puerta iba entrando Suhana que llegaba junto a Maria y Ángel. Ella se apresuró en abrazar a su madre y darle apoyo. Omar le dio algunas indicaciones mientras Angel llamaba a todos sus amigos.
De repente se escuchó la puerta abrirse nuevamente y todos giraron a ver, Aisha habia llegado agitada y se dirigió a Suhel, tenia algo que decirle.
—Creo que Samir se la llevó. Suhela me dejó un mensaje de voz diciendo que iba a estar en la casa de la ultima vez. Se escuchaba asustada —soltó de golpe dejando que al final saliera un quejido de angustia.
Continuará.
😨😨😨😨
¿Pero que rayos está pasando?
¿Y la pobre de Suhela? ¿Dónde estará con ese loco?
¿Qué pasará?
Está historia continuará. Si les gustó el capítulo dejen sus votos y no olviden comentar. 😄
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