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¡Sorpresa!

—¡Suhel!, ¿Estás ahí? —se oyó desde las escaleras.

—Sí papá, estoy tomando agua —respondió él mientras le tapaba la boca a Aisha y la acorralaba contra la pared.

Ella por ser un poco bajita le llegaba al pecho y pudo percibir el calor de su piel y por unos instantes sintió como se contraia al contacto y una corriente recorría todo su cuerpo. Ella soltó un quejido de sorpresa y de excitación.

—Shh —le quitó la mano de su boca sin alejarse.

Ella lo fulminaba con la mirada y esperaba una explicación.
Suhel con su mirada y sonrisa le intimidaba.

—Sube las escaleras y luego te sigo —dijo casi en un susurro—. Me esperas arriba porque la pelea no acaba aquí —sonrió ampliamente.

—Maldito hijo de —respondió, pero Suhel terminó de taparle la boca nuevamente.

—Shh... A mi madre no la metes en esto —dijo un tanto disgustado— ¡Me haces caso o te va a ir peor!

—Eres un... —logró quitarle las manos de su boca, pero él le volvió a tapar con brusquedad.

—¡¡Shh!!, ¡Sube! —ordenó con mucha autoridad.

Omar se había retirado a su despacho, Suhel supuso que iba a realizar algún trabajo pendiente. Miró como ella se dirigía a las escaleras y subía con cuidado de no hacer ruidos, luego alcanzó a su padre al despacho y le dejó un vaso de agua. Conversaron un rato y después de despedirse subió las escaleras. De milagro se encontraba Aisha esperándolo.

《¡¡No me lo esperaba, la muy tontita es muy obediente!!》 Pensó mientras subía de escalón a escalón con toda la paciencia del mundo.

Al llegar le hizo señas para que lo siguiera, abrió una puerta y la hizo pasar. Era su habitación. 

Aisha entró a la habitación y pudo ver una computadora avanzada en su pequeño escritorio, un estante de libros y una cama doble. Todo muy bien combinado y ordenado perfectamente.

—Bonito —dijo ella sorprendida.

—Sii, son gustos de mi madre. —respondió mientras analizaba cada movimiento de ella. 

—Que bien, ya era raro que tú eligieras el diseño.

—Bien, escúchame lo que te voy a decir —dijo ignorando su comentario.

—¿Qué? —preguntó desafiante.

—Estás en territorio enemigo... Mucho cuidado con lo que haces.

—¿Solo me llamaste para eso? — preguntó con una risa de burla.

—Sí... ¿Qué creías?, !Que iba a perder mi tiempo contigo y te iba a traer a conocer mi habitación?

—Me lo podías decir antes —levantó las cejas—, en la cocina ¿No lo crees?

—No quería, solo deseaba alargar las cosas, molestarte un poco —sonrió

—Eres un —gritó, pero Suhel la acercó demasiado a su cuerpo y de la reacción permaneció en silencio. 

—¿Un qué? —preguntó nuevamente.

—Realmente eres insoportable,  eres todo lo contrario a tu hermana —respondió evitando más conflictos.

—Lo sé, y eso significa que soy único —sonríe sujetándola aún.

—Ridículo, ahora déjame salir que tengo cosas que hacer.

—¿Que insinúas? —la suelta—
En ningún momento te encerré ni te obligué a nada... No soy ese tipo de hombre —le informó.

—Aha, como tu digas —rueda los ojos. Realmente no le creyó ese cuento.

—Pero que demonios te pasa —exige saber.

—Todos los hombres dicen lo mismo —dijo ella un tanto relajada. Sentía gracia porque aquellas palabras causaron furia en él.

—Te aclaro que no me atraes lo suficientemente como para cometer pecado por ti —le informó, por si ella estuviera pensando en algo indebido. 

—¿Y tú crees que me agradas? —contra ataca— Me alegra que así sea y ahora déjame en paz —exigió saliendo por la puerta para entrar a la habitación de Suhela.

Él solo pudo reír en seco por lo último que había oído.

Al día siguiente se levantaron un poco tarde y desayunaron en silencio. Suhel iba a salir con Omar a hacer algunos mandados y las chicas iban a volver con su misión.

Era sábado y la hora de la sorpresa. Suhela quería que todo estuviera perfecto ya que por la noche iba a ofrecerle una cena familiar a sus padres, todo debía quedar bien.

La tarde la pasaron tranquilas porque Suhel había salido, Suhana les ayudaba con la decoración y Suleiman se preparaba para regresar a sus clases religiosas.

Fátima se hayaba un poco enferma y había permanecido en su habitación descanzando, así que no se dio cuenta de nada, había dejado el almuerzo listo y le pidió a Suhela servirle a sus hermanos.  Ella siempre le ayudaba y cooperaba con el trabajo de la casa.

Cuando estaba por anochecer Omar despertó con cuidado a su esposa dejándole besos en las mejillas.

—Estás caliente —dijo en un susurro creyendo que aún seguía dormida.

—¿Enserio?, creí que estaba fría.
—ríen los dos ante el comentario de Fátima.

Ella se levantó y se dio un baño con agua fría, su esposo le ayudó un poco. Ya lista bajó las escaleras sujetada por Omar que de vez en cuando le dejaba besos en la cabeza.
Él le iba contando lo que sus hijos habían organizado para ellos y sería como una despedida para Suleiman también.

Fátima se sorprendió al ver una mesa llena de diferentes platillos, ya que Suhela no sabia cocinar a la perfección. Luego miró a Aisha que sonreía ampliamente y al sentir el olor de la comida concluyó que fue ella quien lo preparó todo.

Luego de unos abrazos se sentaron a comer. Ya todos en sus puestos oyen el timbre sonar. ¿Quién podría ser a esas horas?


¡Hola!

Aquí les dejo un capitulo más. Disculpen las esperas, hoy subiré varios capítulos.

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