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El proyecto...


Aisha y Suhela se encontraban desde temprano trabajando en el proyecto que debían entregar. Habían bajado a prepararse café y para acompañarlo, unas galletas y panecillos. Luego subieron con el desayuno para adelantar.

Ya Aisha habia terminado de diseñar una cocina mientras que Suhela sacó de su colección algunos trazos más.

Entre las dos chicas debían crear espacios atractivos, confortables y mejor equipados para habitar, recrearse o trabajar en el hogar.
Tenían que buscar la mejor solución espacial, funcional, artística, tecnológica y económica.

En el proyecto contemplaban aspectos arquitectónicos para una apropiada circulación dentro del espacio disponible, contemplando una buena disposición de sus muebles como también la morfología del mobiliario a ser utilizado. Lograr una adecuada iluminación, decoración armónica utilización de colores, texturas y estilos, manejar principios estéticos y técnicas artísticas.

Para llevar a cabo su tarea les habían facilitado los conocimientos en estructuras, materiales utilizados en el equipamiento y revestimiento de espacios, técnicas de instalaciones, mobiliario, gráfica digital, costos y presupuestos. Pero ellas debían elegir de entre lo facilitado para así hacer algo único y diferente.

Dos horas de trabajo y al fin llegaron a elegir uno de todos. Ahora faltaba la segunda parte del proyecto, la decoración, elegir colores y texturas para luego hacer el trabajo final, una maqueta del apartamento o espacio que habían decorado.

Siendo el primer año en la carrera les había ido bien. Suhela por heredar parte del conocimiento de su padre y Aisha por ser buena dibujando y decorando. Amaba hacerlo.

—Creo que Suhel debe tener algunos materiales que nos puedan servir para la maqueta. Ya sabes que lleva ejemplares de todo un poco. Además, podemos pedirle ayuda, total, la Sandra esa manda a hacerlo... —habló Suhela abriendo uno de sus cajones para sacar algunas cosas que les podría servir.

—No digas eso, no lo sabemos, es solo una suposición. Además, si lo hacemos solas aprendemos más. ¿No crees? —dijo Aisha tratando de evitar contacto con Suhel.

—Es que me molesta, siempre se lleva los créditos y nosotras quedamos mal...

—No quedamos mal, es solo que ella sorprende. Pero esta vez haremos las cosas bien, la vez pasada estuvimos un poco apretadas de agenda con Chuky —dijo para calmarla. Ya le habían puesto de apodo Chuky a Samir para hacer las conversaciones más divertidas.

—Tienes razón, no te apoyé en el proyecto, pero esta vez tomaremos algo de ayuda, después de todo no es trampa —inquirió.

—Ok, solo un poco de ayuda, pero lo nesesario, no quiero estar cerca de Edward... —rió al recordar una imagen de Suhel con colmillos.

Llevaban desde las ocho de la mañana trabajando y eran las diez, tomarían un descanso y luego ayudar a Fátima en la cocina sería mala idea. Ya luego volverían a lo suyo.

Aisha llevaba una pijama de Suhela puesta, le quedaba un poco ancha pero servía. Llamó a Yusuf para ver si podía pasar a dejarle algo de ropa, ya estaría por llegar en cualquier momento.

Después de pasar un rato con Fátima, las chicas salieron al jardín. Veían el cielo nublado y una manada de aves volando.

—Es hermoso ver como trabajan juntas para poder volar más tiempo —dijo Aisha después de un largo silencio.

—Sí, y nosotros los humanos nos pisoteamos unos a otros para poder volar más alto, pero no nos damos cuenta que juntos logramos mejores cosas... —decía Suhela mientras pensaba en algo.

—¿Aisha? —interrumpió una voz que cada vez se hacía más conocida para Suhela—, ¿Qué haces aquí afuera y en pijama? —preguntó desviando su mirada hacia una Suhela avergonzada.

—Estamos en el jardín, desde la calle nadie nos puede ver, además, llegaste sin avisar —respondió ella viendo lo incómoda que se encontraba su amiga.

—Te marqué cinco veces para que salieras a tomar tus cosas y al no contestar bajé a tocar el timbre.

—¿Y que haces aquí? —cuestionó.

—Oí tu voz y me acerqué a ver. Creo que son muy descuidadas las dos, deberían entrar, está por llover... —dijo desviando su mirada por unos pocos segundos hacia Suhela. Ella permanecía en silencio, con la vista baja—. Paso por ti a las siete, cuando salgo del trabajo...

—Ok, hasta entonces.

—Ah, espero que estés pendiente a mi llamada —finalizó ya casi saliendo del lugar. Levantó una mano sobre su cabeza saludando sin mirar atrás. Y es que ver a Suhela sonrojada le causaba gracia y ya no le quería incomodar más de la cuenta. En pijama estaba más atractiva, se veía increíblemente hermosa, así, sin maquillaje ni atuendos que le hicieran ver bien.

—¡Que vergüenza!, me vio en pijama y debió pensar lo peor de mí —gritó una Suhela que parecía haber retenido todo el aire en sus pulmones por varios minutos. Para luego brincar con la cara tapada con sus manos.

—Descuida cariño, luces hermosa. Además, ¿Porqué te debería importar la opinión de mi hermano?  —cuestionó mirándola fijamente.

—No, es que... —buscaba entenderse a ella misma, se sorprendió ante esa pregunta—, la verdad es que se ve mal que me vea así cualquier persona. No quiero que él tenga una mala imagen de tu amiga —logró excusarse.

—Aha, y yo te creo —dijo sin querer.

—Dijiste que me habías regalado tu frase sarcástica... ¿Recuerdas? —interrumpió Suhel saliendo desde la puerta de la cocina—, y tú, entra a casa, está por llover y no quiero que te enfermes hermanita.

—Como usted ordene señor vampiro... —rió para luego correr por su lado.

Aisha al notar que se había quedado sola caminó con calma, temía sentir aquella corriente extraña que le recorría el cuerpo al pasar cerca de él. Por suerte Suhel se había desviado a tomar algo del refrigerador.

—Aisha apúrate que falta mucho por hacer —gritó Suhela desde el comedor.

Suhel parecía muy concentrado en su móvil, no se tomó las molestias de ver lo que Aisha hacía, ya no estaba para juegos y llevaba un mal humor desde que se levantó. Tomó rumbo hacia el comedor sin mirar por donde iba ya que se sabía el camino de memoria.

—Ya voy —respondió Aisha mirando lo que su hermano había traído en su bolso. De repente sintió algo frío deslizándose por su hombro y no pudo evitar gritar como una niña—, ¿Qué demonios te pasa conmigo?, ¿Acaso debo pagar una condena por ser amiga de tu hermana? —preguntó furiosa viendo a un Suhel sorprendido.

—Lo siento, no fue mi intención —se disculpó, pero Aisha no dejaba de desafiarlo con la mirada, cosa que le empezaba a alterar.


¡Hola!

Y ahora estos dos se la pasan peleando como el gato y el ratón.  ¿Qué podemos hacer?

¿Qué pasará en el siguiente capítulo?  Los espero...

Disfruten y dejen sus votos y comentarios si les gustó.

👋👋👋

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