Capítulo 7
ADRIEN AGRESTE
No podría sentirme más solo, más inútil. Mi familia es un desastre por completo y mi vida aún más. Los convenios de otras empresas con Gabriel's están dándose de baja. ¿La razón? Saben por lo que pasamos. Es decir, el lío, tanto publico, por personal que yo estoy pasando, con mi esposa, mi "amante" y creen que una persona así no es lo suficientemente maduro para llevar hacia arribar las cifras y el éxito de sus compañías y la mía.
Soy consciente de que tienen razón es dos cosas:
Primero. Mi estabilidad tanto profesional, emocional y personal estarían mejor sabiendo donde esta mí mujer y mí hijo, a los únicos que reconozco como tal. El resto de personas puede pensar lo que quiera, pero solo Marinnette y Luis son mi familia, la legal y la única.
Lila, puede asegurar, que yo soy el padre de el bebé que espera pero mientras no se compruebe eso, nadie de familia, ni siquiera yo vamos a mover un dedo por algo que sea de ella, ciertamente lo que tenga que ver con la criatura nos interesa, pero ella no. El niño es importante, tanto su salud y su bienestar.
Segundo. Sino fuera por mi inmadurez, no estaría enredado en todo esto y mi familia no sería el hazme reír de nadie y, ¿yo? Pues tendría a quienes amo a mi lado. Mí hijo tampoco tendría que extrañar a su padre nuevamente, mi esposa no tendría que derramar lagrimas otra vez por mí.
Pero quien sabe, dicen que siempre sale es sol después de la tormenta.
En estos momentos toda señal de que estos tiempos acabarán y podre estar feliz con mi familia, es lo suficiente como para subirme el animo al menos por unos segundos. Sin embargo la culpa no deja de sentirse como un cuchillo filoso atravesando mi pecho.
Ojala cosas fueran tan fáciles como decirlas o pensarlas, pero desgraciadamente no son así. Es una prueba que la vida me pone y que tengo que ser capaz de pasar, para volver a tenerlos conmigo. Solo tengo que ser paciente y dar lo mejor de mí...
No obstante es difícil, ya que están en juego demasiadas cosas y la mayoría de ellas son importantes para o para mí familia. La empresa es algo por lo que mi padre ha trabajado la mayor parte de su vida y por medio de ella conoció a mi madre. Así que es como una especie de símbolo de su amor.
-Señor Agreste... -dice Rose, haciéndome saber que aun sigue en la oficina -. ¿Desea que programe una cita con los inversionistas? -pregunta, mirándome.
-Si, por favor. Que sea rápido -pido.
-Por cierto, señor... -un sonido sale de mi garganta, pero ella no prosigue.
-Que sucede, Rose. Puedes hablar -manifiesto, comenzando a preocuparme.
-Su esposa... -me pongo de pie inmediatamente.
-¿Le paso algo a Marinette? -ella niega con la cabeza, entonces me tranquilizo un poco -. Entonces que ocurre, Rose.
-La señora Agreste, me informo que desea hablar con usted. Pero ella no se encuentra en el país, como usted ya lo sabe -asiento, ella hace una mueca y continua -, su esposa, ella actualmente vive en Inglaterra -dejo de hacer todo lo que hago y la escucho plenamente-. Pero dijo que estaría en París, es aproximadamente dos horas -miro mi reloj y este señala las cuatro, con veintiocho minutos.
-¿Te dijo a qué se debe eso? -ella niega con la cabeza, pero traga grueso-, ¿qué más sucede y no me estás diciendo Rose? -ella suspira.
-El abogado de la señora, me pidió que le enviará los documentos del divorcio por correo y además también se los envió en papel -se acerca a mi escritorio y deja una carpeta allí. La alegría que se sentía se esfuma.
-¿Entonces es para esto que Marinette quiere verme? -ella se encoje de hombros.
-No podría confirmarlo señor, pero es lo más posible, aun así, quizás pueda arreglar las cosas hablando con ella -sonrío. Rose estimaba bastante a Marinette, se llevaban bien.
-Lo haré, pero sé que será difícil con ella, porque está herida. Sé lo que es sentir así y que el dolor te cegué, crees que solo lo que tu sientes existe y no quieres escuchar lo que piensen o tengan que decir los demás -digo, sobando mi frente con desesperación y ansiedad.
-Señor, ¿deberíamos programar la cita con los inversionistas en días cercanos? -asiento, aunque mi mente no este precisamente allí -. ¿Qué día le parece bien?
-Rose, por favor encárgate tu de eso, revisa mi agenda, programa la cita y me informas, ¿esta bien? -ella asiente.
-Necesita algo más señor -sacudo la cabeza negando -, de acuerdo, me retiro entonces...
-Espera, Rose. ¿Hace cuando que mi esposa te informó que vendré a París? -ella parece hacer memoria y luego parece avergonzada.
-¡Oh! Lo lamento mucho señor. La señora Agreste debe haber llegado hace una hora -comunica, mientras se disculpa también.
-Esta bien, podrías decirles que tengan listo mi auto -ella asiente -. De acuerdo saldré en un momento.
Si Marinette ya llegó a París y no se ha comunicado conmigo, solo existe un lugar en donde puede estar y sabe perfectamente que iré allí y que la encontraré. Si ella está aquí, el mismo día en que su abogado me hace llegar los documentos del divorcio, está claro lo que quiere decirme. Me envió esos documentos para matar cualquier esperanza en mí.
Sé que mi esposa es una mujer decidida y hasta cierto punto frágil y emocional. Pero también sé que nuestro hijo es su prioridad principal, no le importaría destrozar su propio corazón con tal de proteger a Luis. Por eso mismo se alejo de París, me engañó para que firmará los papeles de autorización para dejar el país, pero lo hizo por la salud y bienestar de nuestro hijo. Yo en su lugar no hubiera dudado en hacer exactamente lo mismo.
Conducir hacia casa no es sencillo cuando sé que en pocos minutos la volveré a ver. Aun después de dos años casados el ver a Marinette sigue teniendo el mismo efecto en mí. Pero ahora más que nunca, deseo con todo mi ser verla, abrazarla, sentir su calor corporal contra el mío. He estado durmiendo en nuestra habitación desde que se marchó, pero no es lo mismo. No siento más que un vacío de su lado de la cama. Extraño poder estrecharla en mis brazos durante la noche.
Una cuadra antes de poder llegar a mi casa, puedo ver perfectamente las luces dentro de mi hogar encendidas. Eso hace que una sensación a calor me llene. Después de más de dos meses podré ver a mi esposa. Es lógico que no trajo de regreso a Luis, pero al menos me está permitiendo verla. Aunque ciertamente lo que sea que tenga que decirme me aterra sea bueno o malo, me da miedo.
Pero si Marinette está embarazada nuevamente no hay fuerza en este mundo que me aleje de mis esposa, del amor de mi vida y de mis dos hijos.
Es cierto que aun no sabemos si Lila esta realmente esperando un hijo mío, lo que significa que por el momento nada es seguro, sumándole a eso que bien podría ser cierto lo que dice mi madre y Lila simplemente quiere hacer pasar al hijo de otro hombre como mío, creyendo que así el titulo de señora Agreste será de ella. Pero ni aunque ese niño o niña sea mi hijo o hija, no dejaré de lado a mi verdadera familia y tampoco la cambiaré por ella y ese bebé, que bien podría ser mi hijo o no.
Aparco el auto al lado de la acera enfrente de mi casa. Bajo de mi auto, busco las llaves en mi bolsillo, cuando la encuentro y encajo en la cerradura, mis manos tiemblan demasiado, pero aun así logro abrirla. Al hacerlo frente a la puerta está ella, mí esposa, mí Marinette.
-Marinette... -eso es lo primero que escapa de mis labios, antes de correr y abrazarla con mucha fuerza. Sin embargo y como es de esperarse ella no se mueve. Me separo y acaricio su rostro -. ¿Estás bien? ¿Dónde estas viviendo exactamente? -ella no responde, pero toma mis manos y las aleja de su rostro, dando después tres pasos hacia atrás -, ¿Marinette?
-Mi abogado te hizo llegar los documentos del divorcio, ¿cierto? -pregunta ella tomando asiento en un sillón frente a un pequeña mesita en la sala de estar.
-¿Estás aquí para eso? -asiente. Suspiro y me siento a su lado -, Marinette, sé que ni siquiera deberías estar pasando por esto. Pero aun así te pido que me escuches -tomo sus manos entre las mías, pero esto no dura ni treinta segundos.
-Solo estoy aquí para pedirte que por favor firmes los papeles y nos dejes a Luis y a mí tranquilos -me mira pero por un muy corto tiempo.
-Hiciste un viaje innecesario desde Inglaterra hasta aquí, ¿solo para decirme lo que siempre me dices por teléfono?
-Básicamente sí, pero también quería dejártelo en claro - me extiende un sobre, me mira y agita el sobre para que lo tome. Trago grueso, lo abro y al principio solo hay fotos en las que supuestamente se demuestra mi infidelidad hacia ella, pero al último hay una hoja -. Quise poner las fotos que me envió tu amante y ya. Pero mi madre me hizo cambiar de parecer...
-Ella no es mi amante, Marinette. ¿Podrías confiar en mí?
-Ya hice eso y no salio para nada bien -responde ella, señalando el sobre -, por favor solo lee lo que dicen los exámenes -lo primero que ven mis ojos al visualizar el contexto de la hoja, son las palabras: Probabilidad de embarazo, noventa y nueve por ciento. En el costado derecho de la hoja hay grapada un ultrasonido, donde indica que el feto tiene catorce semanas. Entonces la miro, pero antes de diga algo, ella lo hace -. Estoy embarazada, Adrien. Tendremos otro hijo -su sonrisa por unos minutos demuestra felicidad pero luego vuelve a tener un semblante distante.
-¿Desde cuándo lo sabes? -ella mira hacia la derecha y se ríe.
-Desde el mismo día en que se dio a conocer la noticia de que serás padre con esa mujer. ¿Qué irónico, cierto? -pregunta, notablemente dolida -, pero aun así estoy aquí diciéndote que tendremos un bebé -sus ojos se cristalizan -, pero eso ya no importa. Nuestro matrimonio se rompió. Decidí no negarte a saber del bebé, pero no por ti, sino por mi hijo. Porque no deseo que pase lo mismo que Luis...
-Marinette... este bebé solo significa que debemos estar juntos -la sensación de falta de aire se hacia cada vez más presente en mí -. Regresen a casa. Quiero cuidarlos, a los tres. Por favor mi amor.
-No, porque de la misma manera de la que tú seguramente volverás a hacer tú vida, yo también estoy tratando de hacerlo. Puedes salir -al decir eso, un hombre un poco más bajo que yo, se para al lado de donde está sentada Marinette.
-¿Quién es él y que hace en mi casa? -pregunto levantándome -no puedo negar la ráfaga de celos que me inunda -. Marinette... -ella se coloca junto a ese hombre y cruza su brazo derecho por el izquierdo de él, este último sonríe y toca el vientre apenas visible de Marinette -, no la toques, suéltala.
-No lo hará, Adrien. Nathaniel y yo solo necesitamos que firmes los papeles del divorcio para hacer publica nuestra relación -sonríe mirando a ese hombre -. Por el momento ya sabes lo que tienes que saber. Regresaremos a Inglaterra. Te informaré de la evolución de mi embarazo, no tienes que preocuparte porque tanto tus hijos como yo estaremos en buenas manos, ¿no es así Nath? -el mencionado asiente, dejando un beso sobre la coronilla de mi esposa, haciendo que ella se sonroje.
-Ya basta. ¿Qué quieres lograr, Marinette? -ella se encoje de hombros.
-Nada en particular. Solo quiero ser feliz. Algo que junto a ti no logre -se acerca y toca mi pecho, luego se voltea y señala al hombre enfrente de ella -. Nathaniel se ha comportado muy bien, conmigo y con Luis. Además me ayudo, junto a mamá y a Alya -acaricia su vientre -, a entender que mi bebé no tiene la culpa de nada -me acerco a ella y paso mis brazos por su cintura y acaricio su vientre.
-Marinette, lo lamento, mi amor. Nunca quise que esto ocurriera. Pero tampoco puedo aceptar esto -ella se voltea y entonces reconozco lo que siente, porque lo veo en ella -, sé que debes sentirte mal, pero ahora mismo estas fracturando en millones de pedazos mi corazón. No sabes cuanto he luchado por mantenerme firme, pero si se trata de ti y de nuestros hijos no puedo aceptar que los estoy perdiendo, que te estoy perdiendo -ella respira hondo, como si mi cercanía la estuviera ahogando.
Por favor detente, Adrien. Intento mantenerme bien, por el bien y la salud de mi bebé y el mío -requiere ella alejándose un poco de mi cuerpo. Me arrodillo frente a ella, abrazándome de su cintura con fuerza.
-Por favor no te vayas, quédate conmigo
-...
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