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Capitulo 2

MARINETTE DUPAIN CHENG

Han pasado cinco días desde que se desató la bomba de la noticia del embarazo de Lila, mi hijo y yo nos mudamos temporalmente con Alya y Nino a una propiedad que ellos adquirieron hace unos meses a las afueras de París, ellos dos han sido de gran ayudo estos pocos días. Sin embargo Alya ha recibido una beca para estudiar periodismo en Inglaterra y su prometido no piensa dejarla ir sola, por lo que ha conseguido un empleo allí, hasta que logré abrir una sucursal más de su bar.
Ambos insisten en que Luis y yo nos vayamos con ellos y comencemos una vida nueva en ese lugar, Alya es la más insistente porque hace un poco más de un mes reviví la aceptación de la empresa de moda a la que envié mi curriculum para que poder trabajar en ella. Entonces se lo platique a mi amiga y ahora para ella esa es la escusa perfecta para irnos de aquí y sinceramente estoy considerando esa propuesta.
Al igual que mi abogado ya tiene listos los papeles del divorcio los cuales no he tenido la valentía necesaria para hacerle llegar a Adrien. Ahora en lo que más me enfoco es que dentro de mi crece una pequeña vida y debo velar por el o ella, pero eso no esta siendo tarea fácil...

- Mari, niña debes comer - murmura Alya mientras acaricia mi cabello.
- No tengo apetito Alya - contesto tapando mi rostro con una almohada.
- El bebé lo necesita y tu también - dice colando las manos en su cintura - Luis ya se alimento, sólo faltas tu.
- Lo sé, pero no deseo comer nada por ahora Alya - digo sentando en el borde de la cama.
- Bien, como por lo visto no vas a comer nada, hablemos del viaje ¿Lo pensaste? - cuestiona cruzándose de brazos. 
- ¿Qué si lo pensé? Puedo asegurarte que las últimas veinticuatro horas solo me las he pasado meditando el tema con tranquilidad - respondo colocándome un almohada en el rostro - ¿Qué esperas? Anda dilo ya - digo contra la almohada.
- Entonces, qué haz decidido - pronuncia con evidente emoción - ¿Vendrá mi sobrino y tu con nosotros? - pregunta levantando una ceja con intriga. 
- Si, Alya. Nos iremos a Inglaterra - reparo con una enorme sonrisa que no me llega ni al alma.
- Antes no querías irte a Inglaterra, soy consciente de lo que pasa con Adrien pero... - calla un momento y entonces continua - Aún así no soportabas que nadie tocará el asunto. ¿Qué cambio ahora? - indaga con cuidado.
- Ciertamente antes no quería por mi hijo y por mi matrimonio pero ahora que este se ha acabado nada me retiene aquí en París - comento quitándome la almohada del rostro para apretarlo contra mi pecho. 
- Concuerdo contigo - dice tomando asiento a mi lado - En estos momentos tus hijos son tu principal prioridad - murmura mirando con ternura mi apenas visible vientre - Todos cuidaremos de este bebé y de Luis. 
- Lo sé Alya - afirmo - Algún día les pagaré todo lo que han hecho por nosotros - puntualizo, pero ella hace una mueca.
- Sabes que no es necesario Marinette - dice tomando mis manos - Somos como hermanas y los hermanos están para ayudarse. Pero si quieres pagarnos de alguna manera, podrías permitirnos ser los padrinos del nuevo pequeño - enuncia con ilusión. 
- Eso no tienes ni que pedirlo - aseguro - Hablando de bebés donde esta Luis ahora - indago tratando de mirar hacia fuera de la habitación, volteo a mirar a Alya y ella se encoge de hombros. 
- Cuando me fui cuarto dijo que descansaría, después no sé más he estado tratando de hacer probar bocado a su madre berrinchuda - regaña colocando las manos a cada lado de las caderas. Por mi lado yo solo le saco la lengua. Es infantil lo sé. 
- Iré a verlo - anuncio levantándome de la cama, seguida por Alya - ¿Tu también vas a ir?
- Oh no, debo arreglarme saldré a comer con Nino - informa guiñándome un ojo - Eso quiere decir que no debes esperarnos esta noche, posiblemente no lleguemos a dormir - sonríe con perversidad. 
- De acuerdo. Ya me haz dado mucha información, espero que la pasen bien se lo merecen - pronuncio, regalandole una pequeña sonrisa. 
- Gracias Mari - agradece dándome un abrazo - No olvides que ante cualquier urgencia puedes llamarnos a Nino o a mi. Bueno quizás debas llamarme más a mi - suelto una pequeña risa y ella también lo hace. 
- Igual ustedes...
- Preferiría que fuera la primera opción Marinette - interrumpe la voz de Nino. Logrando sobresaltarnos a ambas.
- ¡Nino! - exclama Alya tocándose el pecho - ¿Cuantas veces te he dicho que no hagas eso?
- Nino, casi nos matas, no lo hagas más - regaño tocando mi vientre - ¿Cómo aguantas esto? - pregunto en dirección a Alya.
- No lo sé. Créeme con el tiempo te acostumbrarás - suspira tomando de la mano su pareja. 
- Ya lo sabes Marinette, puedes llamarnos si algo llega a surgir - recuerda Nino pasando una brazo por encima de los hombros de Alya. 
- Claro, no se preocupen - demando - Diviértanse, se lo merecen - ellos asienten y se retiran.

Me dirijo al cuarto de mi hijo y sin ni siquiera abrir la puerta escucho claramente pequeños sollozos. Suspiro, tomo aire y abro la puerta. Lo encuentro allí acostado en su pequeña camita apretando una almohada contra su pecho. 

- Luis, cariño - le nombro acercándome hasta él - ¿Qué es lo que sucede mi amor? - pregunto sentándome a su lado para acariciar su cabello lentamente.
- Mami... - murmura con la respiración entre cortada.
- Dime amor, qué pasa - pregunto colocando su cabecita en mis piernas.
- Extraño a papi, mami, volvamos con él - pide tomando mi mano derecha con sus manitas temblorosas. 
- ¿Por qué mi vida? ¿no te gusta estar aquí con la tía Alya? - cuestiono sin saber que más decir.
- Quiero mucho a la tía mami, pero quiero a papá - dice abrazándose a mi torso - Regresemos con papi, por favor mami. 
- Luis, hijo es complicado - susurro ayudándolo a incorporarse - Ahora mismo no podemos ver, ni ir con papá... - digo limpiando las lagrimas que corren por las mejillas de mi pequeño. 
- Si no podemos hacer eso, qué tal si sólo hablamos con él - lo miro incrédula, sin poder entenderlo. Luis se baja de su cama y corre fuera de la habitación y yo lo sigo encontrándolo en mi cuarto junto a mi celular - Sólo una llamada mami, quiero hablar con papi - suplica tendiéndome el teléfono. Lo pienso unos segundos y luego termino accediendo. 
- De acuerdo. Hablarás con tu padre, pero sólo unos minutos - él asiente contento, entonce marco el numero de mi esposo, esperando a que atienda, cosa que hace inmediato. Pongo en altavoz para escuchar...
- Marinette - dice él acompañado de un suspiro - ¿Están bien? ¿Dónde estas? - pregunta alterado.
- Tu hijo, quiere hablar contigo Adrien - evado todas sus preguntas aunque sé que las seguirá haciendo - Luis, habla con papá - el aludido salta de alegría y toma el aparato entre sus manos.
- ¡Papi! - exclama emocionado - ¿Dónde estás? ¿Por qué no estas con mami y conmigo? - pregunta con inocencia. Esto era lo que no quería para Luis será más difícil aún toda esta situación.
- Luis, no estoy con ustedes, porque es algo complicado ahora hijo, ¿Cómo están mami y tú? - cuestiona más calmado. 
- Estamos bien, la tía Alya cuida muy bien de nosotros - se calla unos momentos para sorber su nariz y continua - Papi, tu sabes por qué mami, llora en la noche - pregunta caminando hacia la cama. 
- ¿Mamá llora todas la noches? - pregunta con supuesta preocupación, ruedo los ojos. 
- Sí, pero luego habla con la tía Alya y ella le dice muchas cosas feas de un tal Agreste, pero termina haciendo reír a mami - sonrió por mis adentros por lo que Luis dice. 
- Así ¿Puedes pasarme a mami? - pregunta él, mi hijo me mira y le digo que le diga que no estoy con él escuchándolo- ¿Luis? 
- No papi, dice mami que te diga que ella no esta aquí escuchando - me paso las manos por el rostro, con frustración.
- Pasame a mamá, hijo - ordena y Luis me extiende el celular. 
- Toma mami - dice saliendo de mi habitación. 
- Marinette - nombra Adrien del otro lado de la línea - Hablemos, por favor ¿Quieres? 
- Estoy ocupada señor Agreste. Debo cortar - anuncio queriendo poner fin a esa llamada. 
- ¿Por qué lloras en las noches Marinette? -cuestiona falsamente interesado. 
- Con todo respeto - respiro hondo y luego grito - ¡A ti que te importa! - colgando así la estúpida llamada. me siento en mi cama quitando de mi rostro algunos cabellos.
- Mami, ¿Papi colgó? - pregunta mi hijo sentándose a mi lado. 
- Así es cariño, él estaba ocupado, otro día lo llamarás - palmeo la cama a mi lado para que se acueste a mi lado - Descansemos un rato - sugiero y él asiento, con una sonrisa.





CONTINUARÁ...

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