Tenía muchas ganas de contemplar las estrellas, pero al salir y observar el inmenso manto oscuro que se cernía sobre mí, lleno de luces titilantes y resplandecientes me seguía sintiendo vacía. Me obligué a aceptar que lo único que realmente ansiaba mirar eran los brillantes luceros de tus ojos. Unir tus lunares y armar mis constelaciones favoritas. Descubrir tus planetas y plantar bandera en ellos, divagando con que era la primera y sería la última. Quería admirar tu galaxia y el brillo que desprendías. Solo necesitaba dormirme arropada por tu universo, en cambio me enfrenté al agujero negro y vacío que era mi cama sin ti.
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